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Los fue enviando

Domingo, 14 de julio de 2024
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(Pedro Casaldáliga en un viaje por la región del Araguaia (más grande que todo Portugal) en camión.)

YO, PECADOR Y OBISPO, ME CONFIESO

Yo, pecador y obispo, me confieso
de haber llegado a Roma con un bordón agreste;
de sorprender el Viento entre las columnatas
y de ensayar la quena a las barbas del órgano;
de haber llegado a Asís,
cercado de amapolas.

Yo, pecador y obispo, me confieso
de soñar con la Iglesia
vestida solamente de Evangelio y sandalias,
de creer en la Iglesia,
a pesar de la Iglesia, algunas veces;
de creer en el Reino, en todo caso
-caminando en Iglesia-.

Yo, pecador y obispo, me confieso
de haber visto a Jesús de Nazaret
anunciando también la Buena Nueva
a los pobres de América Latina;
de decirle a María: «¡Comadre nuestra, salve!»;
de celebrar la sangre de los que han sido fieles;
de andar de romerías…

Yo, pecador y obispo, me confieso
de amar a Nicaragua, la niña de la honda.
Yo, pecador y obispo, me confieso
de abrir cada mañana la ventana del Tiempo;
de hablar como un hermano a otro hermano;
de no perder el sueño, ni el canto, ni la risa;
de cultivar la flor de la Esperanza
entre las llagas del Resucitado.

*

Pedro Casaldáliga,
Todavía estas palabras. 1994

*

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió:

– “Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.”

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

*

Marcos 6, 7-13

***

discipulo-amado

El mensaje y la actividad de los mensajeros no se distinguen en nada de la de Jesucristo. Han participado de su poder. Jesús ordena la predicación de la cercanía del Reino de los Cielos y dispone las señales que confirmarán este mensaje. Jesús manda curar a los heridos, limpiar a los leprosos, resucitar a los muertos, expulsar los demonios. La predicación se convierte en acontecimiento, y el acontecimiento da testimonio de la predicación.

Reino de Dios, Jesucristo, perdón de los pecados, justificación del pecador por la fe, todo esto no significa sino aniquilamiento del poder diabólico, curación, resurrección de los muertos. La Palabra del Dios todopoderoso es acción, suceso, milagro. El único Cristo marcha en sus doce mensajeros a través del país y hace su obra. La gracia real que se ha concedido a los discípulos es la Palabra creadora y redentora de Dios.

        Puesto que la misión y la fuerza de los mensajeros sólo radican en la Palabra de Jesús, no debe observarse en ellos nada que oscurezca o reste crédito a la misión regia. Con su grandiosa pobreza, los mensajeros deben dar testimonio de la riqueza de su Señor. Lo que han recibido de Jesús no constituye algo propio con lo que pueden ganarse otros beneficios. «Gratuitamente lo habéis recibido». Ser mensajeros de Jesús no proporciona ningún derecho personal, ningún fundamento de honra o poder. Aunque el mensajero libre de Jesús se haya convertido en párroco, esto no cambia las cosas. Los derechos de un hombre de estudios, las reivindicaciones de una clase social, no tienen valor para el que se ha convertido en mensajero de Jesús. «Gratuitamente lo habéis recibido». ¿No fue sólo el llamamiento de Jesús el que nos atrajo a su servicio sin que nosotros lo mereciéramos? «Dadlo gratuitamente». Dejad claro que con toda la riqueza que habéis recibido no buscáis nada para  vosotros mismos, ni posesiones, ni apariencia, ni reconocimiento, ni siquiera que os den las gracias. Además, ¿cómo podríais exigirlo? Toda la honra que recaiga sobre nosotros se la robamos al que en verdad le pertenece, al Señor que nos ha enviado. La libertad de los mensajeros de Jesús debe mostrarse en su pobreza.

El que Marcos y Lucas se diferencien de Mateo en la enumeración de las cosas que están prohibidas o permitidas llevar a los discípulos no permite sacar distintas conclusiones.

Jesús manda pobreza a los que parten confiados en el poder pleno de su Palabra. Conviene no olvidar que aquí se trata de un precepto. Las cosas que deben poseer los discípulos son reguladas hasta lo más concreto. No deben presentarse como mendigos, con los trajes destrozados, ni ser unos parásitos que constituyan una carga para los demás. Pero deben andar con el vestido de la pobreza. Deben tener tan pocas cosas como el que marcha por el campo y está cierto de que al anochecer encontrará una casa amiga, donde le proporcionarán techo y el alimento necesario.

Naturalmente, esta confianza no deben ponerla en los hombres, sino en el que los ha enviado y en el Padre celestial, que cuidará de ellos. De este modo conseguirán hacer digno de crédito el mensaje que predican sobre la inminencia del dominio de Dios en la tierra. Con la misma libertad con que realizan su servicio deben aceptar también el aposento y la comida, no como un pan que se mendiga, sino como el alimento que merece un obrero. Jesús llama «obreros» a sus apóstoles. El perezoso no merece ser alimentado. Pero ¿qué es el trabajo sino la lucha contra el poderío de Satanás, la lucha por conquistar los corazones de los hombres, la renuncia a la propia gloria, a los bienes y alegrías del mundo, para poder servir con amor a los pobres, los maltratados y los miserables? Dios mismo ha trabajado y se ha cansado con los hombres (Is 43, 24), el alma de Jesús trabajó hasta la muerte en la cruz por nuestra salvación (Is 53,11).

Los mensajeros participan de este trabajo en la predicación, en la superación de Satanás y en ¡a oración suplicante. Quien no acepta este trabajo, no ha comprendido aún el servicio del mensajero fiel de Jesús. Pueden aceptar sin avergonzarse la recompensa diaria de su trabajo, pero también sin avergonzarse deben permanecer pobres, por amor a su servicio.

*

Dietrich Bonhoeffer,
El precio de la gracia. El seguimiento,
Sígueme, Salamanca 1999, pp. 136-138.

*

***

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“¿Sin apoyo social?”. 15 Tiempo Ordinario – B (Marcos 6,7-13)

Domingo, 14 de julio de 2024
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¿Cómo podría la Iglesia recuperar su prestigio social y ejercer de nuevo aquella influencia que tuvo en nuestra sociedad hace solamente algunos años? Sin confesarlo quizá en voz alta, son bastantes los que añoran aquellos tiempos en que la Iglesia podía anunciar su mensaje desde plataformas privilegiadas que contaban con el apoyo del poder político.

 ¿No hemos de luchar por recuperar otra vez ese poder perdido que nos permita hacer una «propaganda» religiosa y moral eficaz, capaz de superar otras ideologías y corrientes de opinión que se van imponiendo entre nosotros?

¿No hemos de desarrollar unas estructuras religiosas más poderosas, fortalecer nuestros organismos y hacer de la Iglesia una «empresa más competitiva y rentable»?

Sin duda, en el fondo de esta inquietud hay una voluntad sincera de llevar el evangelio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, pero ¿es ese el camino a seguir? Las palabras de Jesús, al enviar a sus discípulos sin pan ni alforja, sin dinero ni túnica de repuesto, insisten más bien en «caminar» pobremente, con libertad, ligereza y disponibilidad total.

Lo importante no es un equipamiento que nos dé seguridad, sino la fuerza misma del evangelio vivido con sinceridad, pues el evangelio penetra en la sociedad no tanto a través de medios eficaces de propaganda, sino por medio de testigos que viven fielmente el seguimiento a Jesucristo.

Son necesarias en la Iglesia la organización y las estructuras, pero solo para sostener la vida evangélica de los creyentes. Una Iglesia cargada de excesivo equipaje corre el riesgo de hacerse sedentaria y conservadora. A la larga se preocupará más de abastecerse a sí misma que de caminar libremente al servicio del reino de Dios.

Una Iglesia más desguarnecida, más desprovista de privilegios y más empobrecida de poder sociopolítico será una Iglesia más libre y capaz de ofrecer el evangelio en su verdad más auténtica.

José Antonio Pagola

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“Los fue enviando”. Domingo 15 de julio de 2024. Domingo 15º de tiempo ordinario

Domingo, 14 de julio de 2024
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40-ordinarioB15 cerezoLeído en Koinonia

Amós 7,12-15: Ve y profetiza a mi pueblo.
Salmo responsorial: 84: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Efesios 1,3-14: Nos eligió en la persona de Cristo, antes de Crear el mundo.
Marcos 6,7-13: Los fue enviando.

El santuario de Betel tenía también su significación política para el Reino del Norte. Por eso el sacerdote Amasías tiene que cuidar su puesto defendiendo los intereses del rey. Amós, en el comienzo de su misión profética, encuentra rechazo de parte de la estructura religiosa, esto le augura problemas y dificultades pero está dispuesto a enfrentarlos. Vive de lo que hace, su vida no depende de su labor profética, de ahí que puede actuar con libertad tanto frente a la estructura religiosa como a la estructura política. Yahvé mismo le ha pedido que vaya a profetizar a Betel, así que Amasías va a tener que escucharlo aunque se incomode y aunque él no sea del Reino del Norte.

El papel político e «ideológico» (justificativo) que toda religión juega –en un sentido o en otro- en el contexto sociológico en el que se mueve, es ya un descubrimiento de la conciencia moderna que a nadie se le escapa. Ya nadie es tan ingenuo como para pretender que su discurso o su práctica religiosa no hagan ninguna referencia a lo social, a lo político o a lo económico. El apoliticismo de la religión es simplemente imposible, o bien ilusorio o ingenuo. La religión hace política de alguna manera, inevitablemente, como Jesús asumió definidamente su postura social y política frente a la realidad de su momento. No se trata de negar las implicaciones sociales y políticas de nuestra práctica cristiana: lo que es necesario es que esa política sea secundum Marcum, secundum Matheum, secundum Lucam. O sea, «según el Evangelio». Es el Evangelio mismo el que nos obliga a hacer política. Pero no una política según los intereses del rey, o los intereses de los poderosos, o los intereses del sistema, o nuestros propios intereses, sino según el interés del amor, de la fraternidad, de la justicia, de la opción por los pobres, de la Utopía (del Reino, del «otro mundo posible» del Evangelio).

Aparte de los casos individuales locales (cada templo, cada comunidad cristiana…) ¿qué papel ideológico-político está jugando el cristianismo respecto al capitalismo occidental y su sistema explotador? La visión de «otros» puede ayudarnos: el mundo musulmán, por ejemplo, mira al sistema económico occidental como capitalista, explotador, invasor, imperialísticamente globalizador, fuera de todo derecho internacional y del mínimo respeto a la convivencia entre los pueblos, y como «el sistema cristiano», el de los actuales «cruzados»… Para muchos pensadores musulmanes, el cristianismo es el sistema religioso ideológico justificador del capitalismo mundial. El cristianismo como conjunto hace política y economía, y no precisamente «según el Evangelio».

Por su parte, los movimientos populares emancipatorios, la izquierda mundial, sabe que, excepto la gloriosa excepción de la teología de la liberación y sus comunidades eclesiales y sus mártires, en la gran mayoría de los casos el cristianismo ha «justificado» a -y se ha identificado con- la derecha, el capital, el patriarcalismo, el «orden», el poder… como sucesor del imperio romano, que es. Lo contrario ha sido –y sigue siendo- minoritario y excepcional dentro del cristianismo. Veinte siglos de historia están ahí para demostrarlo. El cristianismo como conjunto es un «santuario de Betel», en el que Amasías tiene como punto de referencia al Rey, y Amós no es acogido en él. Amós –que no era sacerdote, que ni siquiera era «profeta profesional»- es la personificación de los cristianos individuales y grupos de base de corazón sencillo, que sienten la exigencia de la Justicia de Yahvé y denuncian la complicidad del Santuario. Los representados aquí por Amós no son sólo los teólogos críticos, ni los obispos proféticos, sino todos los cristianos de a pie de corazón limpio de intereses y sensibles a las exigencias del Evangelio.

Ef 3, 1-14: El misterio que no fue dado a conocer en tiempos pasados…

Para Pablo es claro que no sólo los judíos sino también los gentiles están ahora en Cristo y participan de la bendición de Dios que tiene lugar también en Cristo.

La gran dificultad en el comienzo de la Iglesia fue aceptar a los gentiles. Pablo se esfuerza en esta alabanza de bendición a Dios por mostrar que quien se bautiza participa también de la elección, de la gracia o remisión de los pecados y de la iniciación en el misterio de Dios. Los miembros de la Iglesia somos, según el apóstol, los que hemos recibido la bendición: elegidos desde siempre y antes de todas las cosas, elegidos y destinados por Cristo para la condición santa de hijos y para que lleguemos a la plenitud de nuestro ser al transformarnos en imágenes de su Hijo, gracias a la acción del Espíritu y al haber sido agraciados en el Amado con el perdón de los pecados mediante la sangre de Cristo, elegidos para que mediante la sabiduría y la prudencia que, proceden del mismo Espíritu, penetremos en el misterio de Dios.

En el misterio de la voluntad de Dios, de su propósito y realización en Cristo, nos hallamos incluidos también nosotros los cristianos procedentes tanto del judaísmo como de la gentilidad, porque en él está definida nuestra esencia, en él experimentamos el perdón de los pecados.

Pablo siente que esta realidad terrena tiene que evolucionar, que el plan de Dios es recapitular todas las cosas en Cristo y que los cristianos no debemos permanecer al margen de las transformaciones sociales. Hemos sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo para ser sensibles a la acción transformadora de Dios, acción transformadora que tampoco es exclusiva de los cristianos. El compromiso del cristiano es hacer que este mundo de injusticia se transforme en una sociedad de hermanos pues se supone que entendemos cuál es la voluntad y el plan de Dios sobre la humanidad y el cosmos. Esta tarea no es fácil, porque no vivimos aislados de los demás y porque el mal ha sido institucionalizado por el ser humano.

Mc 6, 7-13: Jesús envía a los doce.

Comienza una nueva etapa en el proceso del seguimiento, la etapa de la misión. Ahora les corresponde a los Doce proclamar lo que han visto y oído. Jesús es consciente de que tendrán que enfrentar el mal en todas sus dimensiones por eso les da poder para hacerlo y les da algunas recomendaciones, les indica que es necesario un cierto estilo de pobreza, tener capacidad para acomodarse a las circunstancias y saber que van a ser aceptados o rechazados. La proclamación de la Buena Nueva debe hacerse en libertad, a nadie se puede obligar a aceptarla. Jesús les está hablando desde su propia vida, les está aportando desde su práctica pastoral.

Todos los comienzos tienen sus dificultades -así lo vemos también en la experiencia de Amós-, pero además están llenos de esperanza y de alegría porque se tiene la motivación de sacar a adelante un proceso. Jesús les advierte a los discípulos cómo son las cosas, para que nada los tome por sorpresa. Sin embargo, la experiencia para cada evangelizador será siempre diferente y a veces donde creemos que nos va a ir bien quizá no logramos nada. Quien evangeliza debe tener presente que es Dios quien hace que surja el fruto, pero también debe disponerse para que el mensaje que transmita motive, inquiete y sea más creíble.

Jesús sabe lo que les espera a los Doce. Los envía de dos en dos. La compañía es apoyo, fuerza y motivación para cumplir mejor con la misión y para resistir a las dificultades. La tarea que van a realizar es una tarea liberadora pero, ¿están capacitados para hacerla? Al final del texto se nos dice cómo los discípulos expulsaron muchos demonios y curaron muchos enfermos. De esta forma los Doce van adquiriendo autonomía y confianza en sí mismos, se dan cuenta de que son capaces de hacer lo mismo que hace Jesús.

El que es enviado sabe que debe permanecer en el lugar hasta que cumpla con su misión, así lo vemos en Amós y en las indicaciones que Jesús les da a los Doce. El enviado no va a nombre personal, va en nombre de quien lo envió. Además Jesús cuenta con la buena voluntad de muchos hombres y mujeres que son solidarios, que abren la puerta de su casa para compartir, de ahí que se atreva a decirles que se queden en la casa donde entren hasta que vayan a otro lugar. Pero también les dice que donde no los reciban ni los escuchen, al marcharse sacudan el polvo de los pies. El gesto de sacudir los pies se hacía públicamente y expresaba condena y separación. Este gesto lo podemos leer también como señal de intolerancia de parte del evangelizador que no soporta que lo rechacen y que no lo reciban. No se puede obligar al otro a que reciba la Buena Nueva, también los demás tienen derecho a disentir, a manifestar que no están de acuerdo y el evangelizador debe tener una actitud más tolerante y comprensiva, debe esperar una nueva oportunidad.

Contrariamente a lo que fue la práctica de Jesús, el anuncio del Evangelio, en la mayoría de los casos y de los tiempos, se ha impuesto a los demás, unas veces en forma violenta empleando la fuerza del poder o de las armas, otras veces con las leyes o con la presión social o la presión psicológica, manejando el miedo por la amenaza de la condenación. También ejercemos una cierta violencia cuando insistimos en la costumbre de bautizar a los niños en vez de arriesgarnos a que sean ellos quienes elijan hacerse cristianos libremente cuando sean adultos. Entre las grandes religiones, el cristianismo por lo menos tiene una historia que desacredita mucho la supremacía numérica mundial de la que está tan orgulloso. Su gran magnitud cuantitativa deja mucho que desear y suscita muchas dudas sobre su futuro en un mundo cada vez menos susceptible de coerción religiosa. Se adivina un futuro –que ya es presente en regiones de vieja cristiandad- de disminución y abandono, una situación que no debería interpretarse catastróficamente, sino como la oportunidad de recuperar la calidad que se sacrificó a la cantidad.

Jesús dice a sus enviados que si no es recibido el mensaje, sacudan el polvo de sus pies y se vayan, y es claro que no quiere que obliguen a nadie a aceptar el mensaje. Es más coherente con la «política de Dios» ser menos en número -por ser celosamente respetuosos de la libertad religiosa-, que ser más cuantitativamente a base de bajar el nivel de la calidad evangélica de los métodos evangelizadores. Leer más…

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Dom 14.7.24. Marginar el “instrumento” sinodal, retomar el evangelio (Mc 6, 6-12)

Domingo, 14 de julio de 2024
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IMG_6177Del blog de Xabier Pikaza:

Dije  hace dos días en RD y FB que el “instrumento de trabajo” para el Sínodo  “estaba algo vacío de evangelio“.

La fortuna litúrgica ha querido que este domingo (14.7.24, Dom 15 TO, Ciclo B) toque un evangelio clave (Mc 6, 6-12) para plantear desde otra perspectiva,  como haré en la reflexión que sigue.

Mc 6, 6b-12 (+ 6, 30)

  • (a. Envío) 6b. Y recorría las aldeas del entorno enseñando. 7 y llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos,
  • (b. Autoridad) dándoles poder sobre los espíritus impuros.
  • c. Equipamiento) 8 Les ordenó que no tomaran nada para el camino, excepto un bastón. Ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja. 9 Que calzaran sandalias, pero que no llevaran dos túnicas. 10 Les dijo además:
  • (c Programa de Misión) Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de aquel lugar. 11 Si en algún sitio no os reciben ni os escuchan, salid de allí y sacudid el polvo de la planta de vuestros pies, como testimonio contra ellos.
  • (b’. Cumplimiento de la misión) 12 Y, saliendo predicaban para que se convirtieran. 13 Expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. (a’ Retorno) [en Mc 6, 30-32]

Introducción

  Éste pasaje ofrece unas líneas básicas de la sinodalidad para la nueva misión siglo XXI (Sínodo 2024), desde una perspectiva de recreación de iglesia. Hay en el NT otros pasajes importantes para replantear el tema, empezando por las cartas originales de Pablo, siguiendo por Juan, pasando por Hechos y culminando en cartas deutero-paulinas, pero Mc 6, 6-13 par es el más significativo.

  1. Los misioneros van “de dos en dos”. No hay autoridad de un hombre aislado (obispo, presbítero) porque el evangelio se propone y expande como testimonio de vida-amor de varias personas (hermanos, amigos, esposos…). Las iglesias modernas en general no han tenido en cuenta este principio.
  2. Los misioneros no llevan ninguna riqueza (ni alforja), ni libros de ley, ni documentos de acreditación, porque su misma es testimonio y tema de evangelio). Muchos misioneros han ido y siguen yendo de esa forma pero las iglesias han apelado en general a organizaciones piramidales de poder sagrado.
  3. Los misioneros de Marcos son emigrantes en camino, y van desamparados, sin dinero (alforja), sin poder (sin bastón) y sin más organización que su vida compartida, de dos en dos. Así llegan como pobres e indefensos, emigrantes de evangelio y se asientan por un tiempo entre las gentes del pueblo, viviendo quizá en carpas (no se dice), bajo un árbol o en un cobertizo abandonado, como rostro compartido suplicante de evangelio y, si al cabo de unos días nadie les acoge siguen caminando dejan el lugar y siguen caminando.
  4. De esa manera ofrecen con su humanidad compartida y amenazada un testimonio evangelio. Así viven y se muestran en profunda paz de Dios, como mendicantes que no piden, no molestan ni amenazan a nadie, limitándose a mostrar con el amor que se tienen sí y que irradian que ellos forman parte de un “planeta” llamado evangelio. Asi responden, si es que les preguntan…
  5. Si les expulsan o no les reciben se van sin protestar, en silencio bondadoso, como han venido, sacudiéndose hasta el polvo de los pies para no llevar consigo nada…. Si alguna casa les invitan y acogen en alguna casa entran en alla, y reciben lo que les dan y dan lo que ellos tienen…
  6. De esa manera dan el testimonio de Jesús y ofrecen un camino posible “conversión”, una vida diferente, vida liberada, sana, libre de demonios, en clave de Reino de Dios, no de imperio del mundo… Así lo dicen,, sin presumir de ello, actuando como “terapeutas” de la buena nueva: Descubren pronto si hay “demonios” en la casa, en el ambiente y, de un modo muy simple, sin imposiciones ni grandes ceremonias los expulsan, de forma que los habitantes de la casa quedar liberados para el amor mutuo, para la esperanza de la vida paz…

 IMG_6176He escrito sobre este pasaje (Mc 6, 6-13 y par) largo comentario en Evangelio de Marcos. La Buena Noticia de Jesús (Verbo Divino, Estella 2012, 456-469) y también en Historia de Jesús, VD,  Estella 2013. Acuda allí quien quiera seguir mejor el hilo de mi exposición. Aquí ofrezco sólo algunas ideas iníciales, situándome en el lugar donde había querido situarme hace dos días en mi comentario al Instrumentum Laboris del Sínodo 2024..

Esquema del texto.

(a) Envío (6, 6b-7a). Jesús comienza a enseñar de nuevo en la aldeas del entorno (6, 6b), y para ampliar su misión llama y comienza a enviar a los Doce, de dos en dos, dándoles su misma autoridad (6, 7a).

(b) Autoridad sobre los espíritus impuros (6, 7b). Los enviados son básicamente exorcistas, pues Jesús les ofrece su poder de expulsar demonios, haciendo así lo mismo que él hacia (cf. Mc 1, 27; 3, 22-30). Expulsar demonios no es hacer exorcismos de películacomo en las series de “exorcistas” que parecen hechas con mala idea, para impedir que se entienda el evangelio. Expulsar demonios significa lograr (procurar) que este mundo concreto no esté dominado por demonios de dinero, de violencia, de envidia, de sometimiento y expulsión, de mentira organizada, de autosuficiencia… Es como ir desactivando bombas para que la fuerte no estalle, como en la oración de Francisco:

Señor, haz de nosotros instrumento de tu paz. Que donde hay odio, pongamos amor. Que allá donde hay ofensa, pongamos perdón. Que donde hay discordia, pongamos concordia pongamos concordia…  Oh Señor, que no  busquemos  tanto ser consolados, cuanto consolar, ser comprendidos, cuanto   comprender, ser amados, cuanto amar. Porque es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado,

(c) Equipamiento (6, 8-9). Más que lo que deben decir, Jesús les indica cómo deben “ser” (cómo deben), para realizar su misión: Sin llevar comida, ropa o dinero, en gesto de confianza mesiánica, pues ellos mismos son el evangelio, sin libros de ley, sin mandatos. En su mutuo amor, en su presencia generosa ellos son encarnación del evangelio.

(c’) Ser acogidos (6, 10-11). La misión no es lo que ellos hagan, sino lo que susciten y provoquen con su vida, con su ejemplo. Así van y se quedan, sobre el banco, en la ladera de parque, junto al río… sin pedir nada, pero ofreciendo todo, sino dispuestos a darse a sí mismo, como portadores compartidos de Jesús…Más que pregoneros de un mensaje externo, ellos mismos son mensaje, con su forma de estar ¿Cuánto tiempo pueden resistir así, en un pueblo, en una aldea…? Ellos mismos han de verlo, porque han sido templados al temple de Jesús, como germen de una vida liberada  sobre el mundo .

(b’): Acción (6, 12-13). Marcos resume al fin lo que han hecho en su tiempo lo que han hecho los discípulos, la forma en que han cumplido el envío de Jesús, incluyendo exorcismos (cf. 6, 7b), mensaje de conversión y curación de los enfermos.

(a’) Retorno (6,30-32). Los discípulos vuelven y cuentan a Jesús lo que han hecho, disponiéndose a pasar un tiempo de descanso juntos.

evangelio-de-marcos Marcos no ha concretado la relación que ha de existir entre los  dos o tres misioneros que formaban de cada grupo, ni cuántos grupos hubo,  aunque al formar los Doce, que según 3, 13-19 eran varones, se podría suponer que hubo al principio seis parejas de hombres/varones misioneros, pero no tenemos ninguna certeza de ellos, porque estos grupos de dos en dos no tienen por qué formar parte  de los representantes de las doce tribus de Israel

Donde dos o tres están o van en mi nombres estoy yo en medio de ellos (Mt 18, 20)

 Su misma relación es “evangelio”, testimonio y presencia del amor de Cristo. Las malas lenguas se preguntarán si  son hombre y mujer (¿qué hacen a oscuras?), o lo que es peor, dos hombres juntos… Jesús no dice aquí, no tiene que decir, si son varones o mujeres, si uno es superior a otros, si están bien ordenados… Dice simplemente que son dos testigos del evangelio con su misma vida de amor

Esta indicación (de dos en dos) puede entenderse de diversas maneras (pueden ser compañeros o hermanos, célibes o casados, varones o mujeres…), todas las variaciones posibles. La identidad sexual o individual de los misioneros es secundaria, Lo único definido es que vayan en pareja o en trío (dos o tres como en Mt 18, 20). No parece haber uno superior y otro inferior, uno que manda, otro que obedece, conforme al esquema jerárquico posterior de la Iglesia. Frente a la tendencia monárquica que ha triunfado después en algunas comunidades cristianas (quizá reforzada por personalidades como Pablo), aquí tenemos un modelo de ministerios duales, en la línea de lo que pudiera llamarse una “diarquía”.

Dándoles poder sobre los espíritus impuros. Estrictamente hablando, estos Doce enviados, de dos en dos, reciben y realizan su misión como exorcistas, pues el texto dice que Jesús les dio autoridad (exousia) sobre los espíritus impuros, de manera que así repiten y amplían la misma obra de Jesús, a quien el evangelio ha comenzado presentado  (Mc 1, 22-28), como alguien que tiene autoridad sobre los espíritus impuros.

Eso significa que estos dos o tres comparten su combate contra Satán, como Marcos ha desarrollado en 3, 22-30, en una línea solemnemente ratificada por Mt 18, 20: “donde estén dos o tres en mi nombre…”.Reciben la autoridad de Jesús y tienen poder sobre “aquello” que oprime y destruye a los hombres, pero caminando por doquier de dos en dos. No son exorcistas individuales, sino comunitarios… Son portadores de un amor mutuo que expulsa demonios, que vence opresiones, que supera depresiones, que anima caminos. Leer más…

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De discípulos a misioneros. Domingo 15. Ciclo B

Domingo, 14 de julio de 2024
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jesus-marcos-6-7-13-aDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El fracaso en Nazaret no desanima a Jesús. Al contrario. Además de continuar predicando, como veíamos el domingo pasado, envía también a los discípulos a realizar su misma misión. Los profetas del Antiguo Testamento tenían a veces discípulos; pero, que sepamos, solo Eliseo encargó a uno de ellos realizar una misión concreta: ungir rey a Jehú (2 Re 9,1-10); la función del discípulo del profeta consiste en servirle de apoyo social y espiritual, memorizar sus palabras y transmitirlas a la posteridad. El enfoque que tiene Jesús de sus discípulos es distinto, más dinámico: no se limitan a aprender, deben también poner en práctica lo aprendido, y ampliar desde ahora la actividad de Jesús.

Las instrucciones a los discípulos (Marcos 6,7-13)

En aquel tiempo Jesús llamó a los doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevaran sandalias, pero no una túnica de repuesto.

Y decía:

-Quedaos en la casa donde entréis hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies en testimonio contra ellos.

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

El texto de Marcos trata brevemente cinco puntos:

  1. La autoridad. Cualquier embajador o misionero debe estar investido de una autoridad. La que reciben los discípulos es sobre los espíritus inmundos. Esta idea, tan extraña a la cultura de nuestra época, debemos considerarla en el contexto del evangelio de Marcos. Jesús, desde el primer momento, en la sinagoga de Cafarnaúm, ha demostrado su autoridad sobre un espíritu inmundo. Sus discípulos reciben el mismo poder. Son embajadores plenipotenciarios.
  2. Equipaje y provisiones. Es interesante advertir lo que se permite y lo que se prohíbe: solo se permite llevar un bastón y sandalias; en cambio, se prohíbe llevar comida (ni pan, ni alforja) y túnica de repuesto. El permiso del bastón y las sandalias contrastan con lo que dice el evangelio de Mateo, donde se prohíben. Es un caso interesante de cómo los evangelistas adaptan el mensaje de Jesús a las circunstancias de su comunidad: Marcos tiene en cuenta el apostolado posterior de largos viajes, por terrenos difíciles, que requieren el bastón y las sandalias. En cambio, la prohibición de comida y vestido de repuesto demuestra la enorme preocupación de Jesús por dar ejemplo de pobreza en una época en la que los predicadores religiosos eran acusados con frecuencia de charlatanes en busca de dinero.
  3. Alojamiento. Para evitar tensiones y peleas entre las personas que quisieran acogerlos en sus casas, Jesús ordena que se alojen siempre en la misma.
  4. Rechazo. El apostolado no tendrá siempre éxito. Igual que Jesús fue rechazado en Nazaret, ellos pueden ser rechazados en cualquier lugar.
  5. La actividad. Curiosamente, lo que deben hacer los discípulos no aparece hasta el final: «Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.» Lo mismo que hacía Jesús, a excepción del uso de aceite para curar enfermos. Esta práctica parece haber entrado en la iglesia en un momento posterior y está atestiguada en la carta de Santiago: «¿Que uno de vosotros cae enfermo? Llame a los ancianos de la comunidad para que recen por él y lo unjan con aceite invocando el nombre del Señor.» (Snt 5,14).

El rechazo ((1ª lectura: Amós 7,12-15)

En las instrucciones de Jesús, este tema es el que ocupa menos espacio. Solo se menciona como posibilidad. En cambio, la primera lectura nos recuerda que esta posibilidad fue y sigue siendo muy real.

En aquellos días Amasías, sacerdote de Betel, dijo a Amós:

– Vidente, vete, huye al territorio de Judá. Allí podrás ganarte el pan y allí profetizarás. Pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el santuario del rey y la casa del reino.

Pero Amós respondió a Amasías:

– Yo no soy profeta ni hijo de profeta; yo era un pastor y un cultivador de sicómoros. Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: «Ve, profetiza a mi pueblo Israel».

A mediados del siglo VIII a.C., el profeta Amós, originario del sur (Judá) fue enviado por Dios a predicar en el Reino Norte (Israel), para denunciar las injusticias terribles que se cometían, favorecidas por la corte y el clero. El enfrentamiento más fuerte tiene lugar en el santuario de Betel (= Casa de Dios), con el sumo sacerdote Amasías, que lo expulsa. En el fondo, Amós tuvo suerte. A otros les cortaron la cabeza.

Si el texto de Amós se hubiera leído completo (cosa que horroriza a los liturgistas), se habría advertido una diferencia capital entre la reacción del profeta y la que deben tener los discípulos de Jesús. Cuando el sacerdote Amasías expulsa a Amós de Betel, este le responde anunciándole que su mujer será violada, sus hijos e hijas morirán a espada, perderá sus tierras y será deportado. El discípulo de Jesús, si es rechazado, debe limitarse a sacudirse el polvo de los pies. Ni una palabra de amenaza o condena. El juicio corresponde a Dios.

Una síntesis del mensaje (Efesios 1,3-14)

 

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales y celestiales. Él nos ha elegido en Cristo antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables a sus ojos. Por puro amor nos ha predestinado a ser sus hijos adoptivos, por medio de Jesucristo y conforme al beneplácito de su voluntad, para hacer resplandecer la gracia maravillosa que nos ha concedido por medio de su querido Hijo. Él nos ha obtenido con su sangre la redención, el perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia, que ha derramado sobre nosotros con una plenitud de sabiduría y de prudencia, dándonos a conocer el designio misterioso de su voluntad, según los planes que se propuso realizar por medio de Cristo cuando se cumpliera el tiempo: recapitular todas las cosas en Cristo, las de los cielos y las de la tierra. En Cristo también hemos sido hechos herederos, predestinados según el designio del que todo lo hace conforme a su libre voluntad, a fin de que nosotros, los que antes habíamos esperado en Cristo, seamos alabanza de su gloria; también vosotros los que habéis escuchado la palabra de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, en el que habéis creído, habéis sido sellados con el Espíritu Santo prometido, el cual es garantía de nuestra herencia, para la plena liberación del pueblo de Dios y alabanza de su gloria.

El evangelio no concreta lo que los discípulos deben predicar. Solo dice que «predicaban la conversión», igual que Jesús. Al pasar los años, especialmente después de su muerte y resurrección, el mensaje de los apóstoles se fue enriqueciendo con lo que Jesús hizo y dijo, y también con una elaboración teológica de lo que él supuso para nosotros.

La introducción de la carta a los Efesios es un excelente ejemplo de esto último. Pero su estilo tan denso, barroco y recargado se presta a que los asistentes a la misa no se enteren de nada. Una pena, porque las ideas son espléndidas.

Adviértase que el texto habla generalmente de «nosotros» («nos ha bendecido», «nos eligió», «nos ha destinado», «nos ha obtenido», «hemos heredado», «nosotros, los que ya esperábamos en Cristo»). Pero termina hablando de «vosotros»y también vosotros», «habéis escuchado», «habéis creído», «habéis sido sellados». Parece lógico aplicar el «nosotros» a los cristianos de origen judío; el «vosotros», a los efesios, de origen pagano.

Ante la persona y la obra de Jesús, la reacción de los primeros debe ser bendecir a Dios por todos los beneficios que nos ha concedido a través de Cristo, que se resumen en estos cinco puntos: nos eligió; nos destinó a ser hijos suyos; por su sangre, nos perdonó los pecados; nos dio a conocer su proyecto de recapitular en Cristo todas las cosas; nos convirtió en herederos.

¿Y los efesios? ¿Y nosotros? La carta toma un rumbo muy distinto. No comienza hablando de lo que Dios ha hecho por nosotros, sino de lo que nosotros hemos hecho al escuchar la extraordinaria noticia de que hemos sido salvados: «habéis creído». Y entonces, Cristo nos ha marcado con el Espíritu Santo, «prenda de nuestra herencia». Muy pocas palabras, en comparación con los párrafos dedicados al «nosotros», pero con la novedad de la acción de Cristo y el don del Espíritu.

En cualquier caso, al recapitular Dios todas las cosas en Cristo, todo lo que se dice es válido para todos. También nosotros podemos y debemos proclamar: «Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales y celestiales».

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Domingo XV del Tiempo Ordinario. 15 de julio de 2024

Domingo, 14 de julio de 2024
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Les ordenó que no tomaran nada para el camino, excepto un bastón”

(Mc 6, 7-13)

Aquí estamos, en el domingo XV del tiempo ordinario que, además, coincide con el día 15 de julio: operación salida de vacaciones para unos, retorno para otros. ¿Es tu caso? Veamos, ¿a dónde te vas?, ¿en plan playa, monte, o tal vez algún circuito por Europa, Asia… al pueblo, o quizá a un monasterio? Mira tu maleta. Estas zapatillas para caminar, estas chanclas para la playa, la sombrilla…, este modelito para el paseo de la tarde, este otro para la terraza de la noche, esta chaqueta por si refresca, el chubasquero y el plegable por si llueve que con el cambio climático ya se sabe, crema solar, hidratante, repelente de mosquitos, el bastón de trecking, el portátil por si tienes asuntos pendientes del trabajo… Vuelve a mirar tu maleta. Si ya lo decía mi madre… “¡con el por si acaso se llena la maleta!”.

Resulta que hoy los discípulos de Jesús también están en operación salida. Párate a contemplarlos unos minutos. Observa sus maletas. ¿Qué ocurre?, ¿no las ves? ¡Ah! Es que Jesús les ha dicho que no lleven nada, solo un bastón. Ni pan, ni zurrón, ni dinero en la faja. Vaya tela, ¿te imaginas ir por ahí sin bolso, sin dinero, sin móvil…? También les ha dicho que calcen sandalias pero que no lleven dos túnicas. Vuelve a tu maleta y empieza a sacar la variedad de calzado que has metido, los modelitos de pasear, de la terraza de la noche… Vamos, quédate con lo puesto y el bastón de trecking. Entonces no necesitas maleta.

Como tampoco la necesitamos en el camino de la vida y sin embargo nos empeñamos en llevarla. Bien llena, hasta los topes, por si acaso: preocupaciones, miedos, ataduras, complejos, egoísmo, resentimientos, dudas, comparaciones… ¡Cuánto pesa y cuánto entorpece nuestra marcha!

Oración

Tú que también eres discípula del Maestro, escucha lo que te dice: “suelta todo eso, suelta, suelta… solamente un bastón”. ¿Quién es tu bastón?

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

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La misión no es una obligación añadida a la llamada.

Domingo, 14 de julio de 2024
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discipulosDOMINGO 15º (B)

Mc 6,7-13

El párrafo que acabamos de leer es continuación del que leíamos el domingo pasado, pero con él comienza una nueva etapa en el evangelio de Marcos. Los discípulos van a tomar parte en la tarea que desarrolla el Maestro. Después de la experiencia de fracaso en su pueblo, Jesús no solo no deja de anunciar la “buena noticia” del Reino, sino que compromete a sus discípulos en esa tarea. El rechazo de los dirigentes y familiares le obliga a buscar otros interlocutores que no estén maleados por la enseñanza oficial. Las tres lecturas no hablan de la elección, pero la elección lleva implícita siempre la misión.

Es poco probable que Jesús enviara a los apóstoles a predicar. En primer lugar, mientras se sintieron judíos no fue necesaria la institución de los doce apóstoles. Solo cuando fueron rechazados por los dirigentes judíos sintieron la necesidad de otro fundamento paralelo a las doce tribus de Israel. En segundo lugar, los evangelios dejan claro que mientras vivieron con Jesús no entendieron nada de su mensaje; no podían comunicarlo a los demás. Solo cuando se adentraron en la experiencia pascual pudo empezar la misión. En tercer lugar, en los evangelios no se percibe una organización suficiente para esa misión.

Es Jesús quien toma la iniciativa. Les llamó y les envió”. Si hacía ya mucho tiempo que estaban con él, no necesitaba llamarlos, pero el poner los dos verbos juntos tiene una intención especial. La llamada y la misión están siempre unidas. No se precisa ni a dónde van ni cuánto va a durar la misión. Con ello está precisando las características de todas las llamadas y de todos los envíos. Todo los que vayan en nombre de Jesús deben ir en las mismas condiciones, en todos los tiempos. El evangelista está retrotrayendo al tiempo de Jesús una práctica que comenzó muy pronto en las primeras comunidades.

De dos en dos”, apunta al sentido comunitario de toda misión. No se trata de actuar como francotiradores, sino de ir en nombre de la comunidad. Así se evita, cualquier clase de superioridad de uno sobre otro. Con demasiada frecuencia olvidamos que todos somos enviados por y desde una comunidad. Tenemos que superar la tendencia a actuar por nuestra propia cuenta. Tiene también un aspecto legal. En un juicio solo se admitía el testimonio que fuera atestiguado por dos. No se espera que sean maestros, sino testigos.

Les da autoridad sobre los espíritus inmundos. Hay que tener mucho cuidado. El texto griego no dice “dynamis” sino “exousia”. No es fácil apreciar la diferencia entre ‘poder’ y ‘autoridad’. Está claro que no se trata de un poder mágico, sino de una superioridad sobre el mal. Se trata de una fuerza para superar, no solo los demonios de los demás, sino también sus propios demonios; es decir La superación personal de toda ideología que les impediría comunicar el verdadero mensaje. Esta lucha de los apóstoles contra sus propios prejuicios nacionalistas está presente en todo el evangelio de Marcos.

Les encargó...” El verbo griego significa ordenó. Es curioso que el texto hace más hincapié en lo que no deben llevar. Lo importante es el espíritu de los enviados. El bastón y las sandalias eran imprescindibles; el primero ayuda a caminar y puede ser muy útil contra las alimañas. Las sandalias eran el calzado de los pobres. El pan era signo de todo alimento. No van como mendigos, solo deben aceptar lo que necesitan en cada momento. La alforja era propia de los mendigos, que aseguraban así las próximas comidas. El dinero es símbolo de las seguridades. En griego no dice “túnica de repuesto”, sino “no llevéis puestas dos túnicas, que era característica de la gente rica.

Los judíos nunca se hospedaban en casa de paganos. Para Jesús cualquier casa es buena para hospedarse, y cualquier alimento digno de comerse. Para quedarse basta que les acoja una casa”,para marcharse tiene que existir rechazo de un lugar”. Lo importante es que les acepten y ellos acepten. En todo caso, deja clara la posibilidad de rechazo que acaba de sufrir el mismo Jesús en su tierra. El sacudir el polvo de los pies, era una costumbre de los judíos cuando salían de un lugar de paganos. No se trata de maldición alguna, sino de dar testimonio del hecho de que no querían llevarse nada de allí.

“Predicaban la conversión, echaban demonios y curaban”. Es curioso que ninguna de esas acciones fue descrita en el envío. La conversión de la que nos habla el evangelio, no debe entenderse desde el punto de vista moral. Se trata de “metanoia”. Un cambio de mentalidad que llevaría consigo un cambio en la manera de vivir. Sin emprender ese nuevo camino, de nada servirán los arrepentimientos y los propósitos. Seguimos sin entenderlo hoy. El echar demonios y curar son signos de la preocupación por los demás. El signo de que ha llegado el Reino es la ayuda incondicional a los demás.

La primera lectura nos pone ya en guardia. Los profetas de Betel quieren convertir a Amós en un profeta “al uso”: alguien que vive de un oficio siguiendo las directrices oficiales. Muy poco han cambiado las cosas. La Iglesia sigue siendo un santuario de Betel. Estar de parte de los poderosos, y no denunciar la injusticia ha sido una apostasía del cristianismo desde Constantino. A nadie entusiasma hoy nuestra predicación, mucho menos nuestra trayectoria vital. La misión no puede ser una programación venida de fuera, sino una exigencia vital, consecuencia de la llamada interna de Dios.

La clave está en que, al depender de los demás, se elimina toda tentación de superioridad. No son normas de ascetismo sino de confianza. Se trata de aprender a confiar en los demás, esperándolo todo de ellos. Saber dar eficazmente, supone haber aprendido antes a recibir con humildad. No hay nada más humillante para un ser humano que el tener que recibir de otro algo sin reciprocidad. La realidad que más une   a los hombres es el saber que tienen algo que dar y algo que recibir. En la gratuidad se alcanza el máximo de humanidad, tanto por parte del que da, como del que recibe.

La confianza de la misión debe apoyarse en el mensaje, no en los medios desplegados. Supone prescindir de lo superfluo y ni siquiera querer asegurar lo necesario. Jesús quiere que lleven el Reino de Dios a todos los hombres. No son dueños ni propietarios. Ese Reino es la “buena noticia” que todos deben descubrir. Jesús quería purificar toda religión. Jesús, ni dejó de pertenecer a la religión judía, ni fundó una nueva. Él reducir la predicación de Jesús a una religión más ha impedido que sea fermento para todas.

La misión no es tarea de unos pocos, sino la consecuencia inevitable de la adhesión a Jesús. La misión no consiste en predicar sino en hacer un mundo cada vez más humano. No se trata de salvaguardar, a toda costa, doctrinas trasnochadas o normas morales que no humanizan. Menos aún en conservar unos ritos fosilizados que ya no dicen nada a nadie. El mensaje de Jesús no se puede meter en fórmulas. Todo el que atiende a la llamada, y vive lo que vivió Jesús, está cumpliendo la misión de hacer presente el Reino.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Después de Jesús nosotros, la Iglesia.

Domingo, 14 de julio de 2024
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Mc 6, 7-13

«Y llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos»

Enviados por Jesús con su misma misión; excelente definición de Iglesia. Jesús se siente enviado por el Padre para proclamar la buena Noticia y nos pide que le echemos una mano. Primero se lo pide a los doce, luego a los setenta y dos, y luego, tras su muerte, a los Testigos y, a través de ellos, a todos nosotros. Como decía Ruiz de Galarreta: «Después de Jesús, nosotros la Iglesia».

Al menos en teoría, todos los colectivos humanos —desde las órdenes religiosas a los partidos políticos— trabajan para mejorar la sociedad. Cada uno desde sus creencias, su ideología o su óptica, y cada uno esforzándose para que el mundo siga los derroteros que considera más adecuados. Unos lo hacen a través de la oración, otros promulgando leyes que fomenten la convivencia, otros promoviendo las artes y las letras, otros propiciando el desarrollo económico, otros trabajando en defensa de los más vulnerables o defendiendo los intereses de un determinado grupo social…

Y dentro de ese panorama general, los cristianos tenemos encomendada la misión de sembrar humanidad y hacerlo al estilo de Jesús, es decir, no por la fuerza del dinero ni el ejercicio del poder, sino desde dentro, como la semilla que en unos casos da abundante cosecha y en otros se convierte en árbol frondoso donde anidan las aves del cielo… o como la levadura que fermenta toda la masa.

Las parábolas vegetales nos muestran la fe que tenía Jesús en el poder de la semilla sembrada; su primacía sobre la ley. Si tratamos de lograr la convivencia a través de las leyes, fracasaremos, pero si la sembramos, dará el ciento por uno. Porque la Ley deja a la persona a sus fuerzas, le pone preceptos que ha de esforzarse en cumplir, le amenaza, le premia, le castiga… pero no cambia su corazón. El evangelio le coloca ante el don de Dios, le hace conocer a su Padre, le convierte en Hijo, lo cambia por dentro… y ya no tiene que mandarle nada.

La esencia de nuestra pertenencia a la Iglesia es aceptar la misión; considerar la vida como misión. Para eso sirve la vida, para eso fuimos engendrados por Dios, por eso cuenta con nosotros. Unos lo hacen de forma radical, dejándolo todo para dedicarse a los más necesitados allí donde se encuentren. Otros tenemos la oportunidad de hacerlo desde nuestras ocupaciones habituales, las de todos los días, sin necesidad de hacer cosas nuevas, pero esforzándonos en hacer bien lo que hacemos; tomando como guía de nuestra conducta los criterios de Jesús; sembrándolos en el mundo.

Jesús resumió la misión en una frase sencilla e interpelante: «Que los hombres vean en vuestras buenas obras el amor del Padre» … Y aunque parezca lo contrario, este tipo de comportamiento tiene un notable efecto contagioso (las primeras comunidades cristianas eran contagiosas y no dejaban de crecer), y Jesús contaba con ello para extender el Reino. Si una parte significativa de los cristianos nos tomásemos en serio la misión, la sociedad humana se convertiría, sin eufemismos, en el reino de Dios.

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer un artículo de José E. Galarreta sobre un tema similar, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Autoridad, austeridad, audacia.

Domingo, 14 de julio de 2024
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envio-misioneroCOMENTARIO AL EVANGELIO Mc 6, 7-13

14 de julio de 2024

El Evangelio de este domingo es uno de los relatos que más perplejidad nos deja por su claridad y pragmatismo. Jesús pretende que sus discípulos vuelen solos, sean continuadores de su misión y les da unos últimos consejos para ser coherentes con el proyecto de Dios; una nueva manera de vivir como personas y creyentes con autoridad, austeridad y audacia.

Lo primero que pide Jesús a sus discípulos, a cada persona que hemos decidido vivir conectados a su proyecto, no es el reconocimiento de las miserias, la culpa, las carencias, las debilidades; no parece ser el primer paso; lo primero, según este texto, es el regalo de la AUTORIDAD sobre los espíritus impuros y un poder sanador.  Supongo que no hay que explicar mucho que esta autoridad para sanar a la que se refiere Jesús trasciende la dimensión biológica. Una vez más, usando este lenguaje metafórico, nos recuerda que todos poseemos una fuerza sanadora que nace de nuestra naturaleza esencial.

Casi diríamos que lo natural en el ser humano no es hacer daño sino sanar, liberar, una potencia que nos hace vivir con fuerza, luz, empoderad@s, escuchados, con significado y con sentido. Una autoridad que pueda doblegar los espíritus impuros, es decir, la insolidaridad, el autoritarismo, la manipulación de las conciencias, la compraventa de dignidad. Jesús quiere que sanemos y dejemos que lo esencial que somos se encarne en cada ser y en nuestra comunidad humana.

Jesús parece hacer referencia a otro valor profundamente evangélico: AUSTERIDAD. Aconseja no llevar más que un bastón y sandalias, lo demás parece considerarlo innecesario. Realmente es lo que necesitamos para caminar por la vida: sandalias que nos ayuden a dar pasos con firmeza, frescura, agilidad, y un bastón para apoyarnos en los tramos más complejos y donde la ruta es imposible seguirla en soledad. Así es nuestra vida, somos seres interdependientes, aunque el paso posible nadie lo va a dar por nosotros.

Es lo ideal, lograr un equilibrio entre la consciencia de nuestra vulnerabilidad que necesita un bastón y la sana autonomía para tomar las mejores decisiones y avanzar en sandalias por la vida. Y para dar coherencia evangélica a nuestro camino creyente, también es necesaria la austeridad que va más allá de la pobreza; la austeridad nos introduce en la búsqueda de una vida con dignidad, con lo necesario para vivir y con la mirada puesta en que todos también lo tengan. Si la austeridad no va acompañada de generosidad, solidaridad, es tacañería y poco o nada constructiva.

Y, por último, Jesús nos pide AUDACIA, valentía para vivir en coherencia e irnos con determinación de aquellos lugares, espacios, situaciones, estructuras, donde no somos bien recibidos por nuestras opciones personales y creyentes.  Valentía para denunciar aquello que no está alineado con lo esencial del evangelio; y no arrugarse ante las personas que no aceptan nuestra forma de vivir nuestra dimensión espiritual.

Ser creyentes, tomarse en serio el camino del discipulado no es un camino de buenismo, silencio, resignación, sometimiento, en absoluto, se trata de avanzar en una autenticidad personal, empoderamiento, libertad, como reza el título de este comentario: con audacia, autoridad y austeridad.

FELIZ DOMINGO

Rosario Ramos

Fuente Fe Adulta

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Predicar la conversión.

Domingo, 14 de julio de 2024
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IMG_6027Domingo XV del Tiempo Ordinario

14 julio 2024

Mc 6, 7-13

Es probable que para la gran mayoría de personas religiosas o que han crecido en ese espacio, tanto la palabra “predicar” como la de “conversión” evoquen significados concretos que prefieran olvidar.

Debido a la experiencia vivida durante muchas generaciones, el término “predicación” hace pensar en adoctrinamiento, proselitismo, imposición y sometimiento a una doctrina. Por su parte, “conversión” remite a pecado, culpa, confesión, sacrificio y reparación. En consecuencia, la unión de ambas palabras en una sola expresión reviste tonos sombríos, rutina y pesadumbre.

Tanto el abuso de esos términos, con una práctica abusivamente negativa asociada a los mismos, como la disonancia que provocan en una cultura moderna reacia a cualquier tipo de prédica y refractaria a cualquier idea de culpa, hace que sean irrecuperables.

Solo cabe, si acaso, rescatar el sentido original de “conversión”, traducción del griego “metanoia”. Ateniéndonos a la etimología, se habla aquí de “meta” (más allá) y “noia” (de “nous”: inteligencia, que podría traducirse por mente). De acuerdo con ese significado etimológico, convertirse es ir más allá de la mente. Un ir que supondrá siempre un cambio de dirección o de sentido, con respecto al camino que habíamos tomado con anterioridad.

Cada vez somos más conscientes de los límites de la mente y del peligro reduccionista y limitante que supone el hecho de absolutizarla. Si queremos avanzar en la verdad -única fuente de crecimiento, liberación y humanización-, es preciso trascenderla. Lo cual no significa en absoluto negar su lugar ni mucho menos sofocar su función crítica. Significa, sencillamente, reconocer su límite, advirtiendo que nunca puede ir más allá del mundo de los objetos. Por tanto, para avanzar en la verdad, necesitamos acallarla entrando en el silencio de los pensamientos y del yo, teniendo el coraje de integrar lo que ahí se nos revela. Eso es la “conversión”, no algo sombrío, sino fuente permanente de luz y despliegue.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Jesús no les da poder, sino autoridad sobre el mal

Domingo, 14 de julio de 2024
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envio misioneroDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- El Señor nos llama para estar, para vivir con Él.

        El texto del evangelio que acabamos de escuchar viene precedido por unas palabras del mismo evangelista, Marcos, en las que dice cómo Jesús llamó a algunos para que estuvieran con Él, para que vivieran con Él.

Lo primero y más importante es estar con el Señor.

        En el ámbito de Jesús se está bien, se vive en paz: se tiene “la cabeza y el  pensamiento bien puestos”, “el corazón está en su sitio”, las grandes cuestiones de la vida tiene su sentido y orientación.

        San Juan de la Cruz (1542-1591) los dirá de otra manera: “estando ya mi casa sosegada”.

        Viviendo en el Señor se vive en calma, en paz. El cristianismo no son ansias ni ansiedades neuróticas de tipo religioso, moral, eclesiástico, que pueden terminar haciendo mucho daño.

        Incluso cuando el pecado nos pilla en la vida, no es causa de angustia, de culpabilidades malsanas. El buen ladrón, el hijo perdido, la mujer adúltera, Magdalena, Pedro, etc.  saben mucho de la paz que confiere el encuentro con el Señor…

        Una iglesia de “Belorados”, “Viganos”, “Beccius”, de enfrentamientos ideológicos y maniobras jerárquicas o de superiores déspotas de poder y sin autoridad, no tiene que ver nada con el estar con el Señor o con el venid a mí los que estáis cansados y agobiados, venid a descansar…

Jesús nos llama a vivir con él. Que no se turbe vuestra paz. No perdáis la calma.

02.- Les envía a la misión con autoridad sobre los espíritus inmundos

Poder y autoridad

        Viviendo en paz de Dios, estando con el Señor, les -nos- envía  a la misión.

Tienen una cierta solemnidad el envío de Jesús a los suyos. Jesús envía a la misión con autoridad sobre la enfermedad, sobre el mal, sobre los espíritus inmundos.

        El envío no se refiere a los curas, religiosos, obispos, etc., sino que la misión para sanar y expulsar los malos espíritus de la humanidad se dirige a todo creyente: Id y transmitid la buena noticia, la paz, las ganas de vivir, el aliento vital; sanad la psicología dañada (espíritus inmundos).

Poder y autoridad.

Jesús no les da poder, sino autoridad; que no es lo mismo poder que autoridad.

  • Poder

El poder es la potestad que una persona o institución pueden ostentar porque se lo han concedido las urnas, los votos, o porque tal persona ha sido instituida en determinado cargo o sede, escaño parlamentario, cátedra, etc. por quien puede hacerlo.

Sin duda que tal poder será legítimo.

Pero hoy en día “poder” significa casi siempre, «control», «gobierno», «imposición». Y esta es nuestra desgracia.

No pocos políticos, obispos, curas tienen poder, pero nula autoridad

  • Autoridad

Autoridad es otra cuestión mucho más noble. Proviene del latín «augere» (hacer crecer) e indica la capacidad que una persona tiene para hacer crecer a los demás.

Una persona tiene autoridad por su bondad, por su noble competencia, por su presencia sana y sanante en un grupo, en la familia, en la comunidad, pueblo, Iglesia…

Puede ser, -ocurre con frecuencia-, que una persona tenga poder legítimo, pero ninguna autoridad. Lo estamos viviendo y padeciendo todos los días en la sociedad, en las familias, en la vida política, en las diócesis, en los entramados eclesiásticos, etc.

Necesitamos personas con autoridad pero -casi- sólo contamos con personas poderosas.

03.- Ni pan ni alforja. Bastón y sandalias: vivid y evangeliza en pobreza

La Iglesia una vez que pasa a ser la religión oficial del Imperio romano  (a partir del siglo IV / Constantino) ha vivido en muchas etapas  al amparo y con el apoyo de algún poderpolítico, económico, ideológico o de su propio poder eclesiástico. El sistema eclesiástico está demasiado acostumbrado a vivir y actuar desde un nivel de superioridad poco -nada- evangélico.

Es cierto que en algunos momentos la Iglesia se ha tornado más sencilla: en tiempos de Juan XXIII, Pablo VI, ahora con el papa Francisco está recuperando el sentido de servicio. Su autoridad no es el poder temporal, sino la bondad, la misericordia.

Es bueno para la Iglesia ir perdiendo poder económico y político, pues ese despojamiento nos acerca al movimiento que puso en marcha Jesús cuando envió a sus discípulos de dos en dos, sin alforjas, sin dinero ni túnica de repuesto, y con una sola misión: sanar enfermos y expulsar demonios.

Para evangelizar y expulsar espíritus inmundos no hace falta alforja, ni dinero, ni tan siquiera la “x” de la declaración de hacienda. Para la misión hace falta estar con el Señor, fe y autoridad.

     Quizás tenemos poder, medios, pero escasea la autoridad y la fe.

04.- Curaban y echaban demonios

        Jesús no hace un envío a la misión de tipo cultual o religioso, Dicho coloquialmente, Jesús no  envía a los suyos a celebrar actos litúrgicos por los pueblos. El envío de Jesús es humanitario: curar enfermos y expulsar demonios

        Es lo mejor que podemos hacer en la vida: sanar, aliviar, que eso es ser cristiano.

        Llama la atención que la gran preocupación ante la escasez de clero sea que no falte la misa de 12 en tal pueblo / parroquia, y si falta, aunque sea que una religiosa o un laico, lea el evangelio y dé la comunión.

Al obispado no le preocupa si los ministros están bien, serenos en su misión. Al poder eclesiástico no le interesa si en esa comunidad hay enfermos, parados, encarcelados, personas en soledad, etc., le preocupan los ritos.

La preocupación de Jesús era otra: dar de comer, curar leprosos, reestructurar personas y personalidades  dañadas (endemoniados), devolver la vida, etc.

        Estamos llamados y enviados por el Señor a vivir con él en paz y serenidad y desde esa vivencia a hacer el bien, a aliviar, curar, expulsar demonios.

Sanemos corazones afligidos y curemos las enfermedades y los males que podamos.

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“Seguir a Jesús realizando la obra encomendada”, por Consuelo Vélez

Domingo, 14 de julio de 2024
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IMG_6046De su blog Fe y Vida:

Comentario al evangelio. Domingo XV del TO 14-07-2024

Jesús envía a sus discípulos y, él mismo, realizará con ellos, la obra encomendada

Los discípulos han de seguir adelante, realizando la misión encomendada, aunque sobrevenga la persecución y el rechazo

Seguir anunciando el reino hoy con obras de justicia y misericordia, de profecía y compromiso, sembrando la paz y cultivando la esperanza en ese mundo mejor que el anuncio del reino hace posible

Llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón, ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: “cálcense con sandalias y no vistan dos túnicas”. Y les dijo:

“Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no los recibe y no los escuchan, márchense de allí sacudiendo el polvo de la planta de sus pies, en testimonio contra ellos”.

Y yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban (Mc 6, 7-13).

Hoy nos encontramos con un evangelio en el que los discípulos van a ser los protagonistas. En un pasaje anterior, Jesús había enviado a los suyos a predicar con el poder de expulsar demonios (Mc 3, 14-15). Ahora van a comenzar a realizar esa tarea. Son enviados por Jesús, “de dos en dos”, porque van a dar testimonio y para esto se necesitan dos personas según el Deuteronomio (19, 15) y han de ir con la confianza puesta en Dios y no en los apoyos materiales. De ahí las indicaciones de solo ir con un bastón -propio de los caminantes- pero sin nada más que garantice su sustento porque el envío es de Dios y él mismo realizará con ellos, la obra encomendada. También les da el poder o la autoridad de expulsar demonios.

Recodemos que al hablar de demonios estamos refiriéndonos a las fuerzas del anti reino que Jesús expulsa con la autoridad de su palabra. Donde se anuncia el reino, se expulsa el anti reino. Es la misma tarea que han de realizar los discípulos.

Como dijimos la semana pasada, la comunidad de Marcos sufre persecución. De ahí que el texto les advierte a los discípulos que es posible que en algún lugar no los reciban. Su reacción tiene que ser de seguir adelante, realizando la misión encomendada, sin temor a la persecución y el rechazo. Han de quitarse el polvo de los pies para que no quede memoria de aquellos que los han rechazado. El texto concluye mostrando el accionar de los discípulos, los que además de predicar y expulsar demonios, también curan enfermos, señal clara del reino que llega a las personas, liberándolas de toda dolencia.

Hoy también muchos siguen realizando la misión encomendada por Jesús, pero este pasaje puede servir de confrontación al cómo se realiza. Lo primero no olvidar que es una tarea que se ha confiado. Dios no la va a dejar de su mano. Por tanto, la confianza en el Señor, es imprescindible. Lo segundo son las obras que se realizan. No es hacer lo mismo a modo de copia de aquellos tiempos, sino ser profetas del reino en este tiempo actual, denunciando lo que es anti reino y haciendo posible la puesta en práctica de los valores del evangelio. Si en aquella época la expulsión de demonios y las curaciones podían comprenderse como la presencia de Dios actuando en esa situación, la pregunta que hay que hacerse hoy, es sobre qué obras realizar para que el reino de Dios se haga presente. No es realizando exorcismos -ahora tan de moda desde la misma institución vaticana-, no es sanando enfermedades con ceremonias de curación y algo de histeria colectiva como pretenden otros. Es acompañando el caminar actual para responder a los desafíos presentes con obras de justicia y misericordia, de profecía y compromiso, sembrando la paz y cultivando la esperanza en ese mundo mejor que el anuncio del reino hace posible.

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