M’hijito
Una preciosa reflexión llena de vida, esperanza, solidaridad…
Mari Paz López Santos,
Madrid.
ECLESALIA, 01/07/24.- Entré en el ascensor del hospital para bajar a la salida. Había ido a visitar y acompañar un rato a una amiga que llevaba unos días ingresada.
Dentro del ascensor solamente había una persona. Un joven con la cabeza gacha en posición atenta a su móvil. Era una video-llamada y el audio, aún con sonido discreto era perfectamente audible.
En el poco espacio de tiempo que dura bajar dos pisos en ascensor, lo que escuché me conmovió profundamente.
Una voz suave y dulce de mujer desde lejos, muy lejos, desde algún país de América Latina invadía los pocos metros cuadrados del ascensor.
– Estoy tranquila de que estés en ese país. Es bueno para ti.
El joven no decía nada, escuchaba con toda atención las palabras que, sin lugar a dudas, eran de su madre.
– Ahí te van a cuidar, m’hijito. Ya verás… todo va a ir bien.
El ascensor paró, se abrió la puerta, salí… y el sonido de la voz de esa madre, diciendo “m’hijito”, no creo que lo vaya olvidar nunca. Una madre quiere tener a su hijo o hija cerca siempre, pero especialmente si tiene problemas de salud.
De camino a casa, en el autobús, me dio tiempo a pensar en todos los inmigrantes que vienen con esperanza a esta parte del mundo buscando escucha, formación, trabajo… y quizás oportunidades de sanar enfermedades; o huyendo de situaciones de violencia y muerte en sus países de origen. Desconocen con qué se van a encontrar y debe ser especialmente duro si enferman.
Esa madre animaba a su hijo a confiar en el país al que había llegado: “ahí te van a cuidar, m’hijito”… o no.
Doy gracias por no estar colgada del móvil en ese rato y haber recibido en breves instantes una realidad que me llega más profundo que las noticias de los medios, de los que procuro poner distancia para no perder el norte.
Queda dentro esa sensación de no poder hacer nada, sólo vivir el instante y si es posible compartirlo. Eso he querido hacer de esta forma tan simple.
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