Buena muerte no es eutanasia sino esperanza.
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01.- La muerte en la existencia humana
Probablemente el gran problema de la vida sea la muerte.
Las lecturas de hoy nos emplazan ante el problema de la muerte: Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo los vivientes (Sabiduría, 1ª lectura). la resucitación de la hija de Jairo, así como la sanación de aquella mujer que perdía la vida (hemo-reo) en el Evangelio. (En la antropología bíblica perder la sangre era perder el “alma”, la vida).
02.- La muerte y la vida presente en todas las culturas.
El problema de la muerte ha estado y está presente en todas las culturas y religiones, al menos hasta nuestros días. Y es que donde hay un ser humano, está el problema de la muerte.
El mundo animal no entierra.
Pero ya en Atapuerca y en muchas etapas de la evolución del ser humano, enterraban. Lo cual significa que ya desde esos comienzos de la hominización la muerte no es meramente un asunto biológico, sino humano. En un enterramiento, ya en Atapuerca, hay sentimientos, hay esperanza y por ello hay ritos, símbolos, algún tipo de celebración.
Los egipcios desplegaron una gran cultura-religión sobre la muerte: las grandes sepulturas en las pirámides, y en las pequeñas sepulturas con sus ritos, vasijas, alimentos-comidas funerarias, etc. En el mundo más oriental han cultivado la reencarnación, el karma, la transmigración de las almas, la cremación con carácter religioso.
Leía en Religión Digital que en los últimos doce meses (2023-2024) en Japón, el 70% de la población ha ofrecido comida, agua o bebidas para honrar o cuidar a sus antepasados. En Vietnam, el 86% de la población ha realizado este ritual en el último año.
La civilización incaica también tenía sus ritos y su tratamiento de la muerte. Occidente, nuestra cultura, la filosofía y cultura griegas vivió la muerte desde la inmortalidad del alma. Israel, el pensamiento bíblico terminaron –no sin esfuerzo- llegando a la fe en la resurrección.
Curiosamente hoy todo esto casi ha desaparecido de nuestra mentalidad, de nuestras costumbres.
La muerte ha pasado de manos de la tradición, de la religión, de la fe a la “mortuary business” (el negocio mortuorio).
La civilización actual elimina la muerte como problema muerte mejor no planteársela porque casi “no existe”, ni se sabe ya lo que es una buena muerte o, mejor: se entiende por buena muerte, una “buena eutanasia”.
Recientemente, en 2023, G. Lohfink (buen teólogo alemán fallecido este mes de junio de 2024) publicaba un libro con un título provocativo: “Al final ¿la nada? Sobre la resurrección y la vida eterna”, en el libro plantea el problam de la muerte y de la vida, de lo que nos cabe esperar.
Hoy eliminamos pronto y rápidamente la cuestión.
“Esperemos que se apruebe la eutanasia y se terminó la conversación”.
Sin embargo el ser humano siempre tiene -tenemos- nostalgia de vida y de vida plena. La muerte siempre aflora en nuestra existencia, en nuestras preocupaciones.
Eliminar la muerte del campo de visión del ser humano, no es humanizar la vida.
Una persona adulta tiene que habérselas -tenemos que habérnoslas- con la muerte y no como mero hecho biológico – médico.
03.- Una buena muerte.
En nuestra tradición cristiana siempre ha existido el deseo y la oración por una buena muerte.
Hoy también se habla del derecho a una muerte digna. Pero se dicen cosas muy distintas.
La sola eutanasia no es ayudar a una buena muerte
Los cuidados paliativos están muy bien, aliviar el dolor es algo muy noble. Paliar el dolor es ser buenos samaritanos en la vida y en la muerte.
Aante el problema de la muerte, para ayudar a “bien morir” -como decía la fe de nuestros mayores- lo más importante no es la sedación, sino un puñado de amor y otro de esperanza. Una buena muerte es morir con esperanza.
Demis Roussos lo cantaba espléndidamente:
Si tengo que morir querré que estés ahí.
Sé que tanto amor me ayudará a descender al más allá.
Entonces diré adiós sin miedo y sin dolor
En la soledad reviviré los años de felicidad.
Para cruzar el umbral No deseo nada más
04.- Mi vida está en manos de Dios.
Claro que todo esto requiere un humus de fe y esperanza en nuestro Dios, que es Dios es de vida, que no quiere la muerte.
+ El hijo pródigo estaba muerto y volvió a la vida.
+ Jairo, el jefe de la sinagoga, confiaba en que Jesús devolvería la vida a su pequeña hija.
+ La mujer -hemorroísa [1]– que perdía la vida, creía que Jesús podía devolvérsela..
+ Jesús resucita al hijo de la viuda de Naím.
+ La familia de Lázaro, Marta y maría (la iglesia naciente) creían en que Jesús podía conferir vida a Lázaro.
+ El buen ladrón muriendo con Jesús en la cruz, le pide a Jesús que se acuerde de él cuando esté en la vida, en el Reino.
+ Desde el principio existía la vida…
Quizás no podemos, no sabemos decir más: Dios ama la vida y nos quiere para la vida. Lo que sabemos del después de la muerte es desde la fe. Por eso nuestro humilde actitud ante estas cosas sea la de confiar.
Mi espiritualidad a este respecto es la de unos salmos -personas orantes- del AT que confían en el Señor.
Salmo 16,9-11
v 9. Yahvé es mi bien … Por eso descanso en paz y confiado.
v 10 Dios no abandonará mi vida en el sheol (lugar de los muertos), no dejarás a tu fiel amigo conocer la fosa. (corrupción / muerte).
v 11 Me enseñarás el camino de la vida. Me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha
Salmo 49
v 16 Pero a mí (al salmista) Dios me salva: Dios rescatará mi vida, mi alma (me llevará consigo) de las garras del sheol (abismo) y me llevará consigo.
v 23 Yo siempre estaré contigo, tú agarrarás mi mano derecha.
v 24 Me guiarás según tus planes y me llevas a un destino glorioso y al final en la gloria me tomarás.
Salmo 73
v 23 Yo siempre estaré contigo, tú agarrarás mi mano derecha.
v 24 Me guiarás según tus designios y me llevarás a un destino feliz y al final en la gloria me tomarás.
Mejor declinamos una curiosidad a la que no podemos responder: “dónde” ocurrirá, “cómo” será, “dónde” acontecerá…
No lo sabemos. Lo que sucede después de la muerte solamente lo sabemos por la fe.
Solamente en Dios confía mi alma.
Me basta con eso.
[1] Hemo: sangre (hematíes) / reo: correr (hemo – ragia).
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