“Lo encerraron en un armario oscuro, lo obligaron a desnudarse delante de sus compañeros e incluso le pidieron que representara su propio funeral. Durante estos rituales, tenía que plasmar en papel lo que se percibía como sus defectos, como ‘homosexualidad’, ‘abominación’, ‘falsedad’, e incluso términos más explícitos, que luego se veía obligado a enterrar bajo una lápida simbólica”.
Esas fueron parte de las prácticas que se vio obligado a hacer durante más de un año el joven Rosario Lonegro quien, tras entrar con 20 años a un seminario católico en Sicilia (Italia), se enamoró de otro hombre y sus superiores “le exigieron” someterse a una terapia de conversión fuera del seminario, según ha narrado a la BBC. “Fue el período más oscuro de mi vida”, confiesa sobre el de aquel año 2017 en el que pretendió erradicar su orientación sexual. Acosado por la culpa y el miedo a cometer un pecado ante los ojos De la Iglesia católica, Rosario afirma que se sintió “atrapado sin otra opción que reprimir mi verdadero yo”.
Rosario Lonegro ha dejado atrás Sicilia y ahora vive en Milán. Tras una crisis nerviosa en 2018, dejó tanto el seminario como el grupo de terapia de conversión.
Aunque sigue creyendo en Dios, ya no quiere ser sacerdote. Comparte un departamento con su novio, estudia filosofía y realiza ocasionalmente trabajos por cuenta propia para pagarse la universidad.
Sin embargo, las heridas psicológicas infligidas por tales actividades siguen siendo profundas. “Durante aquellas reuniones, un mantra me perseguía y se repetía una y otra vez: ‘Dios no me hizo así. Dios no me hizo homosexual. Es solo una mentira que me digo a mí mismo’, me creía malvado“, dijo. “Nunca lo olvidaré“.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) retiró la homosexualidad de su lista de trastornos mentales en 1990. Investigaciones científicas posteriores concluyeron en gran medida que los intentos de cambiar la orientación sexual no sólo son ineficaces, sino también perjudiciales
Prohibidas en España, Francia, Alemania, y trabajando para su ilegalización tanto en Inglaterra como en Gales, en Italia -según contaron los expertos consultados por la BBC- se duda en prohibir estas prácticas en parte debido “a la fuerte influencia católica del país”. “Este puede ser uno de los elementos que, junto con una cultura fuertemente patriarcal y machista, dificulte la comprensión más amplia de la homosexualidad y los derechos LGBT“, afirma Valentina Gentile, profesora y socióloga de la Universidad LUISS de Roma, “también es justo decir que no todo el catolicismo es hostil a la inclusión de la diversidad y que la propia Iglesia se encuentra en un período de fuerte transformación en este sentido”.
Hoy en día, en Italia es casi imposible determinar el alcance exacto de estas prácticas, denunciadas sobre todo por hombres, pero también por algunas mujeres, y no existe una definición jurídica estándar de las mismas.
Aunque ha habido intentos por parte de gobiernos anteriores de promover una ley que prohibiera en Italia estas terapias de conversión, “no se ha logrado ningún avance” y no parece que se vaya a dar ningún paso en ese sentido con el actual gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni, quien “ha adoptado hasta ahora una postura hostil hacia los derechos LGBT”, y ha prometido hacer frente al llamado “lobby LGBT” y a la “ideología de género”.
Esta falta de progreso no sorprende a Michele Di Bari, investigador de Derecho público comparado de la Universidad de Padua, quien afirma que Italia es estructuralmente mucho más lenta a la hora de aplicar cambios en comparación con otros países de Europa Occidental. “Se trata de un fenómeno muy escurridizo, dado que es una práctica prohibida por la propia orden italiana de psicólogos. Sin embargo, en el ordenamiento jurídico italiano no se considera ilegal. Las personas que llevan a cabo estas prácticas no pueden ser castigadas“.
A pesar de la complejidad del asunto, los expertos creen que, en parte debido a la fuerte influencia católica de Italia, el país se ha mostrado más reticente a prohibir estas controvertidas prácticas.
Sin embargo, en los últimos meses, la BBC entrevistó a varios jóvenes homosexuales de todo el país compartieron sus experiencias sobre reuniones de grupo pseudocientíficas o sesiones de terapia individual a las que los han obligado a ir, con el objetivo de convertirlos en heterosexuales.
Un hombre de 33 años que asistió a este tipo de reuniones durante más de dos años expresó su motivación inicial diciendo: “Quería reconciliarme conmigo mismo. No quería ser homosexual. Pensaba que necesitaba curarme. Lo vi como mi único camino hacia la aceptación”, dijo otro. No intentaba hacerse sacerdote, sino que simplemente buscaba aceptación en su vida cotidiana.
En todo caso, “la terapia de conversión gay no se limita a una región concreta de Italia: hay reuniones de grupo y sesiones de terapia individual por todo el país, algunas incluso dirigidas por psicoterapeutas licenciados”, prosigue la información, que subraya igualmente que, aunque en algunos casos estas sesiones son encubiertas, “otros cursos se anuncian públicamente, y figuras conocidas de los círculos conservadores italianos buscan activamente seguidores en Internet y en plataformas de redes sociales para publicitar su capacidad de cambiar la orientación sexual”.
Luca di Tolve
El método de Verdad y Libertad
En Sicilia, Lonegro debió participó sobre todo en las reuniones ‘espirituales’, alguna de varios días de duración, organizadas por el grupo español Verdad y Libertad, dirigido por Miguel Ángel Sánchez Cordón y que “se disolvió tras recibir la desaprobación de la Iglesia católica”, según recoge a misma fuente.
Sin embargo, el sacerdote italiano que originalmente llevó a Lonegro a estas prácticas recibió un alto cargo dentro de la Iglesia, mientras que otros siguieron inspirándose en los métodos de Sánchez Cordón en Italia. Eso no impidió, sin embargo, que otros siguieran los métodos de Cordón o encontraran en Internet a otros ‘gurús’ como Luca di Tolve, quien consiguió notoriedad con su libro “Yo fui gay una vez”…
Muchas de las personas con las que conversó la BBC se refirieron a Luca di Tolve, un “entrenador moral/espiritual” que obtuvo reconocimiento gracias a su libro titulado “Yo fui gay una vez. En Medjugorje me encontré a mí mismo”.
En su sitio web, Di Tolve y su esposa se jactan de ser una “pareja satisfecha” que busca “apoyar a cualquiera cuya identidad sexual esté en crisis, para ayudarlo a ejercer realmente su libertad para determinar quién desea ser como persona”. Cuando la BBC se puso en contacto con Di Tolve, éste no respondió.
Giorgio Ponte RRSS
Otra persona activa que promueve formas de abordar la orientación sexual percibida es Giorgio Ponte, un escritor muy conocido en los círculos ultraconservadores italianos. Ponte afirma que quiere ayudar a la gente a superar su homosexualidad y liberarse, contando su propia historia como hombre con pulsiones homosexuales que está en su camino “potencialmente para toda la vida” hacia la libertad.
“En mi experiencia, la atracción homosexual surge de una herida en la propia identidad que oculta necesidades no relacionadas con el aspecto erótico-sexual, sino más bien ligadas a una percepción distorsionada de uno mismo, que se refleja en todos los aspectos de la vida“, declaró a la BBC. “Creo que una persona homosexual debe tener la libertad de intentarlo [convertirse en heterosexual], si quiere, sabiendo, sin embargo, que puede no ser posible para todo el mundo”, añadió.
En los últimos años, decenas de hombres y mujeres jóvenes han buscado orientación en personas como Di Tolve, Ponte y Sánchez Cordón. Entre ellos Massimiliano Felicetti, gay de 36 años, que luchó contra los intentos de cambiar su orientación sexual durante más de 15 años. “Empecé a sentirme incómodo conmigo mismo desde muy pequeño, sentía que nunca sería aceptado por mi familia, la sociedad, los círculos eclesiásticos. Pensaba que estaba equivocado, solo quería que me quisieran, y estas personas me ofrecieron esperanza”, afirma.
Felicetti dijo que había probado diferentes soluciones, consultando a psicólogos y miembros del clero que se ofrecieron a ayudarlo a convertirse en heterosexual. Sin embargo, hace unos dos años, decidió dejarlo. Un fraile que conocía su lucha lo animó a empezar a salir con una mujer, pero no le resultó. “Cuando la besé por primera vez, no me pareció natural. Era hora de dejar de fingir“, dice Felicetti. Hace sólo unos meses salió del armario como gay ante su familia. “Me ha costado años, pero por primera vez me siento feliz de ser quien soy“.
El papa Francisco dijo que la Iglesia católica está abierta a todos, incluida la comunidad gay, y que tiene el deber de acompañarlos en un camino personal de espiritualidad, pero dentro del marco de sus reglas
Fuente Religión Digital
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