12.5.2024. Ascensión y misión: de Galilea al mundo entero. El nuevo final del evangelio de Marcos
Del Blog de Xabier Pikaza:
En torno al 70 d.C. Marcos terminó su primera edición (Mc 16,1-8), con el ángel de pascua diciendo a las mujeres que fueran a Galilea e instruyeran allí a Pedro y al resto de discípulos para aceptar el evangelio
Unos 50 años después (hacia 120 d.C.), volvió el ángel de pascua para decir al mismo Marcos o a un discípulo suyo que redactara un segundo final del evangelio (Mc 16, 15-20) para que todos los discípulos, instruidos por las mujeres y asentados con Pedro en Galilea, tras la Ascensión de Jesús iniciaran la nueva misión del evangelio, que es la nuestra (año 2024, 50 años después del Vaticano II).
| Xabier Pikaza
Habían pasado 50 años de la primera a la segunda edición de Marcos.
El 70 d.C. cayó Jerusalén, se destruyó el templo. Normalmente todo tendría que haber terminado. Pues bien, ese año, un poco antes, un poco después, oponiéndose al gran desastre, Marcos terminó su primera edición del evangelio, diciendo a las 3 mujeres que recrearan el camino de Jesús y les mando para ello a Galilea. Allí verían a Jesús, convertirían a los discípulos varones con Pedro y podrían empezar. Ese fue el primer final (Mc 16, 1-8). De la tarea de aquellas mujeres nació y sigue naciendo la iglesia.
– Hacia el 120 d. C, el mismo Marcos o un discípulo suyo tuvo que ratificar el evangelio, escribiendo el segundo final (Mc 16,15-20) y mandando a todos los discípulos (con 3 mujeres y 11 varones) desde Galilea al mundo entero para cumplir finalmente el mensaje y camino de Jesús . Habían hecho falta unos 50 años, para que se se escribiera este segundo final de Marcos, con la ascensión de Jesús y el envío del mensaje a todos los pueblos, como recuerda el evangelio de este domingo de la Ascensión universal, que voy a comentar a continuación
Estos cincuenta años de la primera a la segunda edición de Marcos corresponden a los 50 años que van del Vaticano II (hacia el 1970 d.C.), que nos situó en Galilea a este momento tiempo de envío universal (en torno al 2020 d.C.).
Los que venimos del siglo XX y comenzamos hace 50 nuestra andadura de evangelio recordamos bien las fechas. Empezamos entonces, hacia el 1970 volviendo a Galilea, con Mc 16, 1-8. Ahora nos dicen que debemos salir de Galilea al mundo entero, como manda la segunda edición del evangelio (Mc 16, 9-20 y en especial Mc 16, 15-20) que va a proclamarse y meditarse (cumplirse) en la liturgia de la Asunción. Por eso es bueno comentar el 2º final del evangelio de Marcos .
Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.” Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Esquema
- Envío: 16, 15. Jesús resucitado les dijo (a todos los discípulos): Yendo a todo el mundo, proclamad el evangelio a toda creatura
- Juicio: 16, 16 Quien crea y sea bautizado, se salvara; quien no crea, será juzgado.
- Señales: 16, 17-199 Estas señales acompañarán a los creyentes: expulsarán demonios en mi nombre, hablarán en lenguas nuevas, 18 y tomarán serpientes venenosas en sus manos, y si bebieran algo venenoso no les hará daño, impondrán las manos sobre los enfermos y éstos sanarán. 19 Por su parte, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo – y se sentó a la derecha de Dios.
- Cumplimiento: 16, 20 20 Ellos, pues, saliendo, predicaron por todas partes (pantakhou), con la cooperación el Señor (Kyrios) y el fortalecimiento de la Palabra (Logos), por medio de las señales que les seguían.
Explicación
16, 16. Bautismo y juicio Quien crea y sea bautizado, se salvará; quien no crea, será condenado.
El evangelio es sólo salvación, el don de la vida, una esperanza de transformación… Pero si quedamos encerrados en nosotros mismos corremos el riesgo de perdernos, de condenarnos.
Este pasaje se encuentra cerca de Mt 28,16-20, pero con una estructura dual (de talión escatológico, de salvación-condena), que está más cerca de Jn 20,23: «a quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos» (cf. también Mt 16,19).
En este contexto se vinculan la referencia a Jesús (fe) y la identificación eclesial (bautismo), que aparecen ahora como “medios”. Igual que en la otra conclusión no canónica (16, s/n), aquí no se habla de la llegada del Reino que anunció Jesús, sino de la salvación eterna (sôthêsetai). En este contexto se oponen los dos caminos clásicos de la tradición apocalíptica de Israel (y del helenismo).
Hay una salvación, que está vinculada a la fe y al bautismo (16, 16a), es decir, a la identidad cristiana, tal como ha sido expresada en el conjunto del evangelio de Marcos. Ciertamente, para Marcos la fe era esencial (creer en Jesús, aceptar el evangelio). Pero ahora se introduce también como esencial la referencia al bautismo, que ha de entenderse como sacramento de la Iglesia, cosa que en el texto original de Marcos no era clara (no aparecía el bautismo como medo salvador estricto, ni como sacramente identificador de la Iglesia).
Este pasaje ha vinculado fe y bautismo, como principio de identidad cristiana (fe) y como signo distintivo y manifestación de la fe (bautismo). En este contexto podría hablarse quizá de una experiencia paulina, en la línea de Rom 1,16-17, donde se habla del valor salvador del evangelio, que actúa por medio de la fe; pero Mc 16, 16 ha unido fe y bautismo…, es decir, una fe expresada en el signo eclesial de la pertenencia cristiana (bautismo).
Los que creen se salvan, sin más, sin juicio: La fe (pistis) significa aquí aceptación de la buena nueva: Se trata de creer en la salvación anunciada por Jesús, comprometerse personalmente por ella. No es creer en dogmas teóricos, es aceptar un impulso de vida, confiar en la tarea y esperanza de Jesús.
Los que no creen serán juzgados (16, 16b).
Aquí no se dice “quien no crea y no se bautice”, sino sólo quien no crea (en con n por obras (por gestos, acciones, compromisos), ni siquiera por compromisos sacramentales o eclesiales. La salvación es un misterio de fe: Quien se deja salvar (en manos del mensaje de Jesús) será salvado.
La salvación es fe… Aceptar la vida como don. Quien no crea queda en manos en sí mismo, de su propio juicio. No se dice que se condena, nadie se condena según Marcos… simplemente corre el riesgo de quedar cerrado en sí mismo. No hay salvación impuesta, pues no sería salvación. Por otra parte, el texto no dice que los no-creyentes se condenarán “en el fuego eterno”, como muestra, de forma simbólica, el texto en parte paralelo de Mt 25,31-46, que resalta el carácter salvador del servicio gratuito (cristológico) hacia los necesitados y la condena de aquellos que no asumen tal servicio.
En nuestro pasaje, la salvación está vinculada a la fe y al bautismo; en cambio, el juicio (con la posible condena) se vincula sólo “a la falta de fe”. Finalmente, aquí no se habla de condena, ni de fuego eterno, sino simplemente de “juicio” (katakrithêsetai), lo que en ámbito evangélico significa lo siguiente: El que cree queda en manos del Dios de Cristo; el que no cree (es decir, el que rechaza el don de la vida de Dios) queda en manos de su propia vida humana en manos de su juicio. Nos hallamos, según eso, en un contexto apocalíptico, que sigue manteniendo elementos del trasfondo judío y del mensaje de Jesús. Pero las cosas que ahora se acentúan son distintas.
— A diferencia de Mc 1, 14-15, nuestro texto no habla Reino de Dios, sino de salvación (sôthêsetai), en una línea que puede entenderse de manera más “espiritual” (salvación en el más allá) que mesiánica. Por otra parte, parece que la fe que no tiene ya sólo las implicaciones que tenía en Marcos (era seguimiento personal de Jesús), sino que puede entenderse como un “fe en el mensaje”, es decir, fe en la acción del evangelio.
— La falta de fe deja al hombre en manos del juicio (katakritesontai…), pero en manos de un juicio que es Cristo… No se dice expresamente que los no creyentes se condenarán, sino que serán juzgados, es decir, que quedarán en manos del Dios de Cristo.
16, 17-18. Signos.
No se pueden tomar al pie de la letra, en sentido externo… pero son esenciales El signo del evangelio es la liberación de los posesos…,la vida como gracia y libertad…
Exorcismos: expulsarán demonios en mi nombre. Éste ha sido un signo esencial de la vida y mensaje de Jesús, según Marcos. Como hemos destacado, desde 1, 12-13, pasando especialmente por 3, 21-19, todo el evangelio podía entenderse como “lucha contra Satanás”. En nombre de Jesús expulsaban demonios y curaban no sólo sus discípulos “oficiales”, sino también otros, como hemos visto en 9, 38-40. Es evidente que el autor de esta final (16, 9-20) sigue dando gran importancia a los exorcismos, de manera que la fe y bautismo no pueden separarse de ellos. (Pregunta: ¿Qué serían hoy los exorcismos? ¿Puede mantenerse esta palabra original del evangelio canónico de Marcos? Expulsar los demonios del mundo, ofrecer un camino de libertad y amor a todos, eso es evangelio.
Glosolalia: hablarán en lenguas nuevas.
No se trata de hablar otros idiomas semejantes…, para engañarnos unos a los otros, sino de hablar en transparencia, de no engañarnos, de entendernos…La salvación de Cristo es la palabra compartida, la verdad del amor mutuo, buscando cada uno el amor de los demás.
Este segundo signo no parece vinculado a la historia de Jesús de Marcos, pero se encuentra extensamente atestiguado en las comunidades de Pablo (cf. 1 Cor 12-14) y, de un modo especial, en la visión del principio de la Iglesia que ofrece Lucas (Hch 2). La glosolalia parece que responde más a la espiritualidad griega que a la judía; y en ese sentido resulta evidente que, al extenderse en un ámbito pagano helenista, el entusiasmo apocalíptico de los discípulos de Jesús se ha traducido en forma de “don de lenguas”. Pero también en trasfondo judío se ha dado glosolalia, una palabra cargada de espíritu.
– El signo de la Iglesia no es la palabra de un dogma articulado en forma de imposición…. La verdad del dogma de la iglesia es la comunicación universal en amor, del catecismo organizado en principios, medios y fines… La palabra de la Iglesia tiene un sentido carismático: Es palabra que supera el orden de una racionalidad discursiva, para colocarnos ante el misterio, la emoción interior, el entusiasmo vital… sobre todo la comunión de vida entre todos. Un tipo de iglesia actual ha abandonado la glosolalia en manos de gente marginal, de grupos carismáticos “soportados”, en los límites de la “enfermedad”. Pero la glosolalia no es eso, sino un tipo de lenguaje universal de amor, de aceptación mutua, de acogida, de comprensión entre todos.
Tomarán serpientes en sus manos, y si bebieran algo venenoso no les hará daño.
La referencia a las serpientes y a los venenos tampoco parece vinculada a la historia de Jesús, según Marcos, pero ella se ha debido reflejar en diversos momentos de la misión cristiana, como pone de relieve Hech 28, 4-6 y, de un modo especial, la tradición del evangelio Lucas, muy parecida a la que aparece en nuestro texto: «Os doy autoridad para pisar sobre serpientes, escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo; y nada os dañará» (Lc 10, 19). Es evidente que estamos en un contexto apocalíptico y que los creyentes de Jesús se entienden como vencedores sobre el poder de Satán.
– Este mandato misionero resulta hoy extraño y sin embargo es esencial. Se trata de superar el veneno que llevamos dentro, de superar la serpiente que somos… para convertirnos en principio de salud y curación unos para otros.
Conforme a la tradición cristiana, desde Gen 2-3 hasta Apocalipsis 18-20… las serpientes, dragones destructores, satanes, somos nosotros mismos… Pues bien, en contra de eso, este final del evangelio nos dice que dejemos de ser serpientes, que dejemos nuestro veneno, que nos hagamos principio de amor y de vida uno para otros.
Que no tengamos miedo a nada, eso es lo que quiere Jesús. Que sepamos que nadie puede destruir nuestra vida, nadie ni nada puede envenenarnos, sino que nosotros mismos, con la gracia amor de Jesús podemos superar nuestra veneno y el veneno de los otros.
Impondrán las manos sobre los enfermos y éstos sanarán.
Este fue el signo esencial de Jesús, fue un sanador, un terapeuta… También nosotros, en la iglesia, tenemos que ser terapeutas, sanadores, unos para los otros. Vivimos en un mundo enfermo, traumatizado, con riesgo de locura y muerte…Crear espacios de salud, de amor mutuo, de transformación de vida, eso es evangelio, ésa es la tarea universal de Jesús, este año 2024, a los cincuenta años del Vaticano II.
Esta referencia nos sitúa de nuevo (como los exorcismos) en el centro de la vida y misión de Jesús y de sus seguidores, según Marcos (cf. 6, 13). Los discípulos de Jesús, todos ellos, son ante todo creyentes (tois pisteusasin), en el sentido fuerte del término, es decir, personas que están unidas de tal forma a Jesús que comparten su mismo poder carismático. El evangelio es terapia de vida, vida reconciliada, sanada… Sabiendo que ningún veneno, ninguna serpiente podrá destruirnos.
– Esta palabra se vincula a la interior: Nada les podrá destruir, ellos curarán a los enfermos… Llevarán al mundo un poder de vida. – Este poder de sanación eclesial (cristiana) parece que se ha perdido. Nadie (casi nadie) cree en el poder salvador de la palabra y del amor. Nos hemos adaptado a la enfermedad del punto, en vez presentarnos como sanadores del mundo. Sobre un mundo peligroso (mordedura, enfermedades), los discípulos del Kyrios han de ser capaces de expandir la palabra en toda lengua, en un tipo de pentecostés continuado (cf. Hch 2), superando así el poder del diablo (exorcismos) y ayudando a los otros a vivir (curaciones).
De esa forma, la palabra del mensaje (anunciar el evangelio) se convierte en acción transformadora: los discípulos del Kyrios tienen algo que ofrecer en el camino de este mundo. En el comienzo de la Iglesia no encontramos un dogma intelectual, ni una jerarquía impositiva.
Como base de la Iglesia hallamos aquí la palabra convertida en fuente creadora de existencia para los hombres y mujeres. En su posible «arcaísmo» (inmunidad a los venenos, exorcismos…), este proyecto de misión está más cerca del texto original de Marcos que muchos de los discursos eruditos que después han trenzado algunos exegetas y pastores eclesiales, más preocupados por su propia visión de la Iglesia que por la tradición de Marcos.
16,19-20. Ascensión y cumplimiento de la misión pascual Por su parte, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo – y se sentó a la derecha de Dios. 20 Ellos, pues, saliendo, predicaron por todas partes (pantakhou), con la cooperación el Señor (Kyrios) y el fortalecimiento de la Palabra (Logos), por medio de las señales que les seguían
Ésta es, evidentemente, la palabra conclusiva del pasaje (de 16,9-20) y puede presentarse también como una buena conclusión del evangelio (es decir, del texto canónico de Marcos) en clave de distanciamiento histórico. Un esquema semejante había sido elaborado en Lc 24,50-53 y Hch 1,9-11, y de manera especial en el conjunto del libro de los Hechos.
Con la ascensión de Jesús surge la Iglesia, conforme a una visión que ha desplegado también Jn 13-17 cuando habla de la marcha (subida) de Jesús y del envío del Espíritu. Jesús aparece ya como el Señor (Kyrios), sin ningún tipo de matización.
Jesús ha ofrecido a los hombres su palabra de mensaje pascual y fortalecimiento; por eso puede y debe subir a lo divino (cielo) y sentarse a la derecha de Dios, en tema bien desarrollado por la tradición lucana, y por otros textos del Nuevo Testamento, a partir de Sal 110,1 (cf. Mc 14,62 par; Hch 2,33; Ef 1,20; Col 3,1; Heb 1,3). Esta ascensión y ausencia de Jesús hace posible un nuevo tipo de presencia en medio de sus discípulos: sólo cuando él «se va», empiezan ellos a sentir su fuerza y actuar con ella, aunque aquí no se habla de un envío del Espíritu Santo; es evidente que la misma ascensión de Jesús aparece como Pentecostés.
Este esquema del final canónico de Marcos está cerca de Lucas, pero hay una diferencia significativa: en Hechos, el Jesús que sube al cielo envía a su Espíritu que anima y funda la vida de la Iglesia; nuestro texto, en cambio, no posee una pneumatología expresa, pues el mismo Jesús que se ha ido es el que sigue actuando entre los suyos (coopera con ellos) realizando sus señales. Nosotros mismo, los cristianos, somo Jesús subido al cielo, que realiza su tarea sobre el mundo.
En ese aspecto nos hallamos cerca de Mt 28,16-20, aunque allí no había verdadera ascensión, pues Jesús seguía en la montaña, y no se decía que se fuera al cielo (ouranos), como aquí. Según Mateo, el mismo Jesús que envía a sus discípulos (les separa de sí) se encuentra en ellos y por ellos obra («estaré con vosotros hasta la consumación del tiempo»).
Por el contrario, en Mc 16, 19-20 el Señor sube al cielo, donde está sentado a la Derecha del Padre, pero, al mismo tiempo él “actúa” a través de sus creyentes a través de una especie de “sin-ergia” (tou kyriou synergounto, el Señor co-actúa con ellos). Esa sin-ergia se expresa también a través del “fortalecimiento de la Palabra”, que aparece aquí de un modo personal, como paralela el Señor, fortaleciendo (bebaiountos) a los creyentes.
Así se puede decir que Jesús está en el cielo, a la derecha del Padre, pero, al mismo tiempo, está presente como Kyrios y co-actúa en los creyentes, y está también presente como Logos y, de esa forma les fortaleza.
Así podríamos decir que Jesús se ha convertido en Kyrios y en Logos, es el mismo Dios presente como Señor y Palabra en sus creyentes. Se repite de esta forma el esquema que veremos en la conclusión pequeña (no canónica), que presentaremos a continuación: Jesús resucitado envía a los suyos por todo el mundo (pantakhou), iniciando así la histona y vida de la Iglesia Mc 16,20 no siente la necesidad de detallar mejor los pasos y momentos de ese pantakhou (salieron y predicaron por todas partes), pues ello pertenece ya a la misma experiencia actuante de la Iglesia, que va extendiéndose por todo el mundo conocido.
Lucas, en cambio, ha quenado narrar ese camino de apertura y expansión del evangelio y así lo ha hecho en el libro de los Hechos. Resumiendo lo anterior, podemos decir que este apéndice (Mc 16,9-20) cierra de algún modo el texto precedente de Marcos, haciendo que así quede en el pasado, como expresión de un tiempo que es antiguo, en la línea de eso que suele llamarse el esquema de historia de la salvación de Lucas-Hechos. Pero, al mismo tiempo, las palabras finales de este apéndice (misión eclesial, presencia del Kyrios) permiten actualizar todo el evangelio en línea de experiencia eclesial. Lo que se ha dicho del pasado de Jesús (Mc 1,1-16,8) ha de vivirse y expandirse en el mensaje presente de la Iglesia (Mc 16,9-20).
Conclusión
De esa forma se crea una distancia, y surge una conciencia de ruptura con respecto a lo anterior, pues, en cierto sentido, el camino histórico de Jesús ya ha terminado. Pero, al mismo tiempo, el nuevo texto supera esa distancia, volviéndonos a hacer contemporáneos del mensaje-proyecto de Jesús, que sigue actuando y realizando su evangelio a través de la acción misionera de la Iglesia, que aparece como tema dominante del final de este apéndice.
Allí donde se proclama el evangelio (cf .keryxate to euangelión: Mc 16,15), el mensajero de Jesús viene a ponerse, desde dentro de la Iglesia, en la misma situación de su maestro cuando comenzaba su anuncio en Galilea (keryssôn to euangelion, Mc 1,14). De esa forma se vinculan el final canónico y el principio del evangelio de Marcos. Jesús comenzaba proclamando el evangelio de Dios en Galilea (1, 14). Los que creen en él proclaman ese evangelio (que es ya de Jesús) por todo el mundo. Somos Jesús ascendido a cielo de la tierra, para realizar su tarea de sanar, expulsar demonios, vencer a todos los venenos de la historia.
De esta forma, este segundo final (Mc 16,9-20) nos lleva de nuevo al centro del evangelio, como había hecho el ángel del primer final de la pascua de Mc 16,6-7
Comentarios recientes