La paz, fruto de la justicia II
La raíz de la violencia es la injustica
FernandoBermúdez, misionero,
San Marcos (GUATEMALA).
ECLESALIA, 15/04/24.- Los tres tipos de violencia* los estamos viviendo día a día en muchas partes del planeta. Las distintas manifestaciones de violencia tienen su origen en un sistema social injusto, prepotente, inhumano y excluyente, que domina hoy el mundo. Y ante esa situación trágica de triple violencia, a mí como hombre y como cristiano, se me presenta una serie de interrogantes. La opción cristiana es la no violencia, la paz que nace de la justicia. La búsqueda de la vía del diálogo y la negociación diplomática como camino para la paz. Nunca la violencia. Sin embargo, en conciencia, no nos es posible poner en el mismo nivel la violencia del oprimido con la violencia institucionalizada y la violencia represiva. Un caso concreto: cuando los campesinos palestinos defienden sus propiedades (viviendas, tierras, fuentes de agua…) frente a los colonos judíos, apoyados por su ejército, muchos los tildan de terroristas. ¿Acaso no tienen derecho a defender sus propiedades? ¿Por qué no se califica de terrorismo a los invasores, que no solo usurpan propiedades sino que matan a los que ofrecen resistencia? La violencia de Hamás y de otros grupos palestinos es consecuencia de la falta de justicia, de libertad e igualdad de Israel con respecto a la población Palestina.
La mayor estrategia para aislar y vencer cualquier tipo de violencia y terrorismo es la organización de los ciudadanos, campesinos, trabajadores, mujeres, jóvenes… a todos los niveles, con una honda formación ética y crítica. La educación en valores humanos es más trascendental que el resto de las asignaturas que se enseñan en los centros educativos, porque busca la formación de personas profundamente humanas. Asimismo, defender y respetar los derechos humanos, promover la justicia social, priorizar el bien común sobre los intereses privados, optar por la vía del diálogo para la resolución de conflictos, desarrollar un sistema educativo público de calidad, etc.
No podemos ignorar que entre las causas de la violencia aparece también el narcotráfico, que puede estar asociado a la delincuencia común, pero sobre todo a los poderes estatales, es decir a la violencia estructural institucionalizada, como aconteció en Colombia durante los gobiernos uribistas o en Honduras y Guatemala en los gobiernos corruptos de los últimos años.
El Papa Juan XXIII, en la encíclica Pacem in terris, señalaba que la paz tiene cuatro fundamentos: la verdad, la libertad, la justicia y el amor. El reino de Dios es un reino de paz. Jesús nos advierte: «Mi paz no es como la que da el mundo». Unos llaman paz al libre mercado, otros al orden establecido, aunque esté constituido sobre la injusticia… Jesús nos promete la paz del reino de Dios, que es el reino de la justicia y del amor.
En la Biblia, la paz no sólo es la ausencia de guerra. Es el Shalon, la paz del reinado de Dios, expresión de una sociedad justa y solidaria, donde abunda la vida para todos. El Shalon bíblico es el bienestar integral del pueblo: espiritual y social. Es fraternidad y comunión de todos los seres humanos entre sí, con la creación entera y con Dios. Es tener cubiertas las necesidades vitales de vivienda, trabajo, salud, educación… «La paz es el fruto de la justicia» (opus juxtitiae pax), proclamaba el profeta Isaías (32,17). Y esta paz es un don de Dios, pero es, al mismo tiempo, una tarea humana, un desafío.
La paz emana de estructuras socioeconómicas y políticas justas. Estas políticas las hacen los individuos. Por lo tanto, es esencial la formación en valores humanos de la ciudadanía y de sus dirigentes, como son la honestidad, la transparencia, la coherencia, el respeto a la diversidad, el diálogo como vía de resolución de conflictos, la solidaridad, la opción por los más vulnerables y el cuidado del medio ambiente. Un corazón pacífico y respetuoso de la vida lleva consigo el compromiso de erradicar las causas que generan la violencia. La fraternidad universal es el sueño de todos los hombres y mujeres amantes de la paz, como señala el Papa Francisco en su encíclica Fratelli tutti.
Consecuentemente, toda persona amante de la paz es firme opositora a todo tipo de armas, a la industria y comercio armamentista, a las armas nucleares y a las alianzas militares. No podemos aceptar la sociedad tal como está: una sociedad hegemónica unipolar armada hasta los dientes, que invierte más dinero en armamento que en el desarrollo de los pueblos y que ha entrado en una salvaje explotación y depredación de la Naturaleza. Urge, asimismo, una profunda refundación de la organización de Naciones Unidas, con autoridad moral y jurídica para que se cumplan sus Resoluciones, la cual está exigiendo la desaparición del Consejo de Seguridad tal como está configurado con derecho a veto.
Estamos llamados a ser rebeldes, utópicos y comprometidos en el cambio de esta realidad. La sociedad, tanto en el Norte como en el Sur global necesita profetas de la paz y la no violencia, agentes de una revolución de la conciencia y agentes de un mundo nuevo alternativo al que hoy vivimos. Multitud de hombres y mujeres han sido referentes de la paz que nace de la justicia. Solo quiero mencionar a algunas personas de los últimos tiempos: Mahatma Gandhi, Juan XXIII, Luther King, Ignacio Ellacuría, John Lennon, Teresa de Calcuta, Hermano Roger de Taizè, Helder Cámara, Nelson Mandela, Raquel Saravia, Pedro Casaldáliga, Malala Yousafzai, Berta Cáceres…y multitud de organizaciones, que son semillas de esperanza.
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