Revisando la imagen de Dios.
Siento que necesitamos cambiar urgentemente las imágenes que tenemos de Dios y que transmitimos en nuestras manifestaciones de fe y en nuestras celebraciones.
Por supuesto que no pretendo sentar pontificado. Espero iniciar un cambio de lenguaje y por lo tanto, un cambio de conceptos en torno a Dios.
Jesús de Nazaret nos transmitió su Mensaje con unas palabras que luego hemos ido cambiando y convirtiéndolas en un mensaje religioso, pero no cristiano.
En el evangelio, Jesús vive, busca, anuncia el Reinado de Dios. Una sociedad nueva desde el Dios Amor. Y en ese mensaje tienen centralidad los pobres, los que están al margen del camino. Jesús se encuentra y vive con los que están al borde de la sociedad. Jesús dialoga con ellos, tiene misericordia. Entrañas maternas de donde brota el amor y la bondad.
Esto pone en evidencia muchas figuras del dios que hemos elaborado. Hemos imaginado y anunciado un dios individual, varón, blanco, que vive al otro lado de las estrellas. Vigila el mundo para juzgar a los buenos y a los malos. Él no se contamina con la realidad de los humanos. Tiene una moral y un juicio exigente. Le encantan las ceremonias y la riqueza en los templos, celebraciones, con mucho oro y trajes elegantes, con templos con mucho arte. Amigo de los ritos y costumbres superficiales (un niño que reza las tres avemarías, aunque sea malo, se salva). Un dios que pide caridad con los pobres pero que no se identifica con ellos… Damos donativos a los pobres, pero no somos pobres con los pobres.
Un dios que está ajeno a las guerras y violencias. No está presente en las personas que sufren, que viven las consecuencias del hambre y la guerra. Está ausente en Gaza y Ucrania. No está a favor de los indefensos ni derriba a los poderosos. Un dios arbitrario, que manda la lluvia cuando quiere y cura… la enfermedad a quien le parece…
Un dios al que se le ofende con nuestros pecados y que necesita enviar a su Hijo a la cruz para redimirnos. No es el Jesús que, entregando su vida, nos salva y va transformando nuestras vidas, porque Él entrega su vida en cada momento de su caminar terreno hasta la Cruz. Favorece a los ricos como un regalo por ser buenos y empobrece a los débiles y pobres, porque les toca la mala suerte.
Un dios a favor del Patriarcalismo. A semejanza de los hombres…
Sin embargo Dios es hombre y mujer. No tiene forma. Es todo con todos y todas. Padre y Madre. El Verbo se hizo carne… Es un Dios afroasiático, negro y blanco. Se ha manifestado de diversas formas, no solo en el Cristianismo, sino en todas las religiones. Por eso podemos vivir un Ecumenismo, no solo entre las diversas religiones cristianas, sino entre todos los modos religiosos, porque Dios se hace presente en todos ellos.
Un Dios de la vida en las personas y en la ecología. Dios se hace vida y acompaña a toda la creación llenándola de vida. No se complace en “en este valle de lágrimas”, sino que nos llena de Vida y Esperanza. Resucitado, vive con nosotros.
Un Dios de la muerte y la Resurrección. Vivo, presente en cada persona y en cada realidad. No reservado a los templos. Toda la creación, el cosmos entero es un templo. No necesitamos acudir a las catedrales ni a los lugares sagrados para encontrarnos con Dios. Podemos ENCONTRAR la experiencia de Dios en nuestro quehacer cotidiano, en nuestras relaciones, creencias, liturgias y hasta en el respeto de nuestra moral. Un Dios vivo como ALGUIEN presente en toda NUESTRA VIDA.
Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta
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