“Hay que ir cerrando los muchos malentendidos que hay con las personas lgbtiq dentro de la Iglesia”
“Merecemos una Iglesia donde todos, todos, todos se puedan sentir aceptados y en dignidad”
“Y el gran problema es que la Iglesia no está siguiendo sus propias normas. No cumple el punto 64 de esta declaración, y tampoco sigue la propuesta 15k de la última declaración sinodal”
“A todas las persona trans siempre les parece un sueño imposible poder vivir realmente como la persona con la que se identifican, dadas todos las barreras y dificultades con las que se encuentran”
“Merece una Iglesia donde todos, todos, todos se puedan sentir aceptados y en dignidad. Merece una Iglesia que sirva para acercar a Dios a todo el mundo, incluidos aquellos para los que los caminos de Dios son más enrevesados de lo habitual”
| Victoria Rodríguez
Hay muchas cosas buenas en la última declaración del Dicasterio por la Doctrina de la Fe “Dignitas Infinita” sobre la dignidad humana, pero que por desgracia quedan completamente eclipsadas por algunos puntos terribles que también hay en dicho documento. De alguna manera, es como si los autores no hubieran leído sus propias conclusiones, o tal vez peor aún, que no crean que las personas trans estén incluidas o merezcan esos derechos humanos de los que hablan.
Porque resulta extraño leer “la Iglesia exhorta ardientemente a que el respeto de la dignidad de la persona humana, más allá de toda circunstancia, se sitúe en el centro” (punto 64) y en el mismo documento, solo cuatro puntos antes, decir que la dignidad del cuerpo es tan importante como la de la persona y que las personas trans que realizan un cambio de sexo corren el riesgo de perderla.
Es decir que pueden ser personas sin dignidad para la Iglesia, lo que en el mejor de los casos claramente contradice al punto 64, y deja abierta la puerta a interpretaciones mucho peores. Y para más inri esta “dignidad del cuerpo” no se aplica a las personas intersexuales, que extrañamente no son creadas perfectas por Dios como todos los demás, sino que solo son hechas perfectas por el cirujano cuando este les elimina órganos perfectamente sanos con los que nacieron como bebes, solo porque alguien decidió que eran “anormales”. Esto sí es jugar a ser Dios, y no lo que hacen las personas trans.
Sabrían que a todas las persona trans siempre les parece un sueño imposible poder vivir realmente como la persona con la que se identifican, dadas todos las barreras y dificultades con las que se encuentran. Y cuando finalmente lo consiguen y empiezan a florecer como las personas que realmente son, entonces recuerdan las palabras de Sta. Teresita del Niño Jesús “Dios no da sueños imposibles”, y es que, si pudieron hacerlo, superando todas las barreras, fue únicamente porque Dios estaba con ellos.
Porque las palabras de Sta. Catalina de Siena “Sé quien Dios quiere que seas, y prenderas fuego al mundo entero” no pueden ser más ciertas que cuando se refiere a las personas trans que viven la vida que el Señor planeó para ellas. No es posible resumir un documento entero en un par de párrafos, pero animo a todas las personas que quieran conocer realmente sobre la espiritualidad trans a que lean el documento, que fue escrito tras hablar con decenas de personas trans y no binarias, para permitirles expresarse y dar su voz, ya que tienen mucho que decir. Otros recursos interesantes pueden ser este [2], este otro [3] y aquel [4], y por supuesto hay muchos muchos más.
Para terminar, el documento Dignitas Infinita es solo un gran recordatorio de las razones por las que es urgente y necesario abrir más diálogos e ir cerrando los muchos malentendidos que hay con las personas lgbtiq dentro de la Iglesia. Si esos diálogos existieran la Iglesia jamás hubiera cometido un error tan grande como el de este documento, y no son solo las personas trans y no binarias las que merecen ser tratadas mejor, sino que es la propia Iglesia la que merece algo mejor.
Merece una Iglesia que pueda seguir sus propias normas. Merece una Iglesia donde todos, todos, todos se puedan sentir aceptados y en dignidad. Merece una Iglesia que sirva para acercar a Dios a todo el mundo, incluidos aquellos para los que los caminos de Dios son más enrevesados de lo habitual. Merece, en definitiva, una Iglesia no como Dios manda, sino como Dios quiere. Recemos y pidamos por ello, por una Iglesia que puede hacer mejor las cosas.
[1] Todos somos uno en Cristo, mujeres, hombres y eunucos de todo tipo y condición (religiondigital.org)
[3] I’m a transgender Catholic. This year’s Outreach conference allowed me to be seen. – Outreach
Fuente Religión Digital
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