“Amigas de Jesús ven al muerto vivo”, por Juan Masiá, sj
De su blog Vivir y pensar en la frontera:
Vimos un muerto vivo que da Vida
Contemplar, comunicar y comprometerse con la resurrección
| Juan Masiá SJ
El lunes de Pascua (ayer) corresponde leer el Evangelio según Mateo, capítulo 28, del v. 8 al 15. Pero esta mañana en mi celebración lo he proclamado leyendo desde Mt 27, 57 hasta el final del capítulo 28.
Así meditamos la secuencia completa, tras el entierro: desconcertadas por la muerte, se dejan llevar por el Espíritu en la vivencia contemplativa que las deslumbra con la gloria de El Que Vive; su Espíritu les hace posible despertar al misterio de la Vida y creer en la Luz de la Resurrección.
En esta secuencia se repite tres veces el Kôan de las dos Marías:
- 1) Las dos están ahí calladas
- 2) Las dos quieren ver
- 3) Las dos salen corriendo a comunicarlo, iluminación y extravío, sobresalto y gozo por la necesidad de comprometerse con la Buena Noticia.
Así comienza la misión, de la que nacerá la comunidad transmisora e intérprete de un mensaje que solo se puede testificar desde experiencias prácticas de contemplar, comunicar y comprometerse. Por parte de quienes reciban el mensaje, no se podrá entender hoy (como tampoco ayer ni mañana) la Buena Noticia, si no se presupone la praxis contemplativa, comunicativa y comprometida que nos permite dejarnos llevar por el Espíritu,que nos hace creer.
Decidnos, amigas de Jesús, qué vísteis por el camino con la mirada interior del Espíritu:sepulcrum Christi viventis, et gloriam vidimus Resurgentis.
Mt 27, 61: Después de enterrado Jesús y rodada la losa grande a la entrada del sepulcro, “estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas ante el sepulcro.
Desconcertadas por el enigma de la muerte pasan por la noche oscura. Como el pueblo creyente que se quedó un rato en silencio ante el Monumento la noche del Jueves Santo; o que se quedó en silencio ante el altar desnudo y la cruz sola a la caida de la tarde de un Viernes Santo, o ante el paso en procesión de un Jesús del Gran Poder…que parece no poder nada ni explicar por qué pasó lo que pasó y por qué Abba, el Padre se calla…
Mt 28, 1: Pasado el sábado, al clarear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. “ Quieren ver con mirada de atención a lo interior, quieren ver con los ojos del corazón al “muerto vivo”. “Querer ver” es uno de los Kôan básicos. Diría el Maestro Zen Dôgen que, en sincronía con mi querer ver, el Aliento de Vida que me hace querer ver me iluminará para que descubra la vida en la muerte…
El Espíritu de El Que Vive respondió a la búsqueda de las dos amigas de Jesús con la visión de la gloria, el Mensajero vestido de blanco sobre el sepulcro y el resplandor que deslumbra. Pero a todo eso precede un terrremoto. Siguen inseparables gozo y sobresalto.
Mt 28,8 Las dos Marías “se marcharon a toda prisa del sepulcro y corrieron a anunciárselo a los discípulos” No las creerán. Pero El Que Vive se adelanta a compensar su frustración:No tengáis miedo, seguid buscándome en la Galilea de la cotidianidad. Seguid siendo contemplativas, comunicativas y comprometidas. En esa Galilea me encontraréis y os encontaréis a vosotras mismas. Descubriréis que he subido a lo alto para llenarlo todo. A la luz de esa plenitud de vida comprenderéis el misterio del Pan de Vida, ”comerme es ser por mi comido” (Unamuno). Todo es sagrado para quien tiene ojos para verlo (Teilhard de Chardin), y todos las cosas que son resplandor de gloria te dirán quién eres tú y quien soy yo que quiero que viváis todos y todas en mí como yo vivo en Abba y Abba en mí…
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