El que más ama, más corre.
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
Bueno será que ante los relatos de la resurrección del Señor activemos la sensibilidad poético-simbólica. Será la única manera de ver y comprender estas cosas, la vida y la muerte.
01.- El primer día de la semana, al amanecer – estaba oscuro.
El primer día de la semana hace referencia en san Juan al primer día de la creación, cuando Dios separó la luz de las tinieblas…
En el jardín del Paraíso brotó la vida: Adán. El sepulcro de Jesús está en un jardín (Jn 19,41), un nuevo paraíso de donde brota la nueva vida, La resurrección.
La resurrección de Cristo es la nueva creación de la humanidad.
María Magdalena va al sepulcro al amanecer, sin embargo el relato resalta la escena diciendo que era de noche, (“en tinieblas”, dice el texto original).
El evangelio de Juan emplea varias contraposiciones: “verdad-mentira, muerte-vida, luz tinieblas”. La contraposición “luz / tinieblas” tiene gran significado en este evangelio y en todos los tiempos y situaciones.
La oscuridad, las tinieblas indican siempre la carencia de Cristo.
- Nicodemo va donde Jesús en la noche de la vida.
- Era de noche cuando los discípulos en la barca en la tempestad del lago no reconocen al Señor.
- Judas actúa de noche.
- Los discípulos no ven al Señor resucitado junto al lago, porque están de noche.
Había amanecido, era de día, hay luz, hay vida, pero Magdalena y el grupo estaban a oscuras, en tinieblas.
También hoy en día es de día, existe la luz, pero estamos en una noche cultural – social cerrada, lo mismo que en la ética, política, solidaridad y seguramente en un ocaso eclesiástico. Al menos en Occidente la noche es tupida, estamos en tinieblas.
02.- Magdalena corre al sepulcro
María Magdalena no se queda quieta ante la muerte de Jesús. Sale en búsqueda del Señor.
(Es clara la alusión al libro del Cantar de los Cantares, libro de bodas del AT en el que la mujer busca al amado).
Magdalena amó al Señor en vida, lo amó al pie de la cruz y lo ama en la muerte. Por eso sale en busca de Jesús.
Ella vio -contempló- la muerte de Jesús el viernes a mediodía, pero ni tan siquiera lo “ve” muerto, no está en la muerte. ¿Dónde está?
¿Qué hay tras la muro de la muerte? ¿Todo ha concluido en el fracaso? No sabemos dónde han puesto al Señor.
También a nosotros nos acosan estas cuestiones: ¿qué hay tras la barrera de la muerte? ¿Dónde están nuestros difuntos?
Quizás hoy en día ni tan siquiera se permite preguntarse por la muerte y nuestro futuro. Mejor que no afloren estas cuestiones. Mejor no tener esperanza en nada.
Magdalena vuelve corriendo al grupo, a la comunidad para comunicar la situación.
Hoy en nuestra sociedad nadie volverá al grupo, a la comunidad, a la ikastola o a la universidad para transmitir estas cuestiones y esta fe.
Ni tan siquiera vemos más allá de los signos externos de la muerte, de la desesperanza. El pesimismo nos embarga, las guerras para nosotros son un espectáculo del telediario, la triste situación eclesiástica, etc.
03.- El Discípulo amado y Pedro
Los dos discípulos son significativos. Pedro y el Discípulo Amado corren. Simón Pedro (símbolo del poder) y el discípulo a quien quería Jesús, el discípulo Amado (símbolo del amor del Señor). Los dos corrieron.
Este texto tiene un gran movimiento:
María Magdalena corre hacia el grupo.
El Discípulo Amado corre al sepulcro y llega primero.
Pedro, más lento, pero también llega.
- Quien más ama, más corre
A la vida, a la esperanza en la vida se llega antes y mejor por el amor y la bondad que por otros caminos.
- El amor crea esperanza.
Probablemente ninguna ideología, ni la economía, ni las ciencias ni los mismos entramados eclesiásticos lo creen, pero solamente la resurrección y el amor son el fundamento de la esperanza absoluta. [1]
La esperanza definitiva no descansa en los resultados de las elecciones, ni en el sueldo (economía), ni en la curia romana o en el Obispado. La esperanza cristiana descansa en el amor del Señor resucitado.
A veces nos preguntamos si habrá un “más allá” y “cómo será”.
El “más allá” es -como en el “más acá”-: el amor.
San Pablo dice:
”El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá, pero el amor no pasará nunca.” (1Cor 13,8)
Cuando tenemos la experiencia del amor, de amar y ser amados, algo de eso es resucitar y algo de eso es el cielo
04.- Feliz Pascua.
Desde la mañana de Pascua se abre una nueva vida para el creyente, para el que ama, corre, vey cree, la vida cambia.
Es el amor, el Discípulo Amado, el que intuye y cree en la vida.
Tenemos prisa –corrieron– por vivir. La vida no espera, siempre tiene -no ansiedad- sí prisa.
Desde la Resurrección del Señor:
Feliz Pascua y corramos hacia la vida.
[1] El político –o expolítico- cristiano: Javier Retegui, uno de los primeros “discípulos” de D José Mª Arizmendiarreta, decía (Diario Vasco) hace unos días que el futuro de la sociedad no está –al menos no está únicamente- en la política.
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