“Ya no vale una moral impuesta desde arriba y prioritariamente preceptiva; un problema para sociedades como la española, tradicionalmente católicas”, por Jesús Espeja.
De su blog La Iglesia se hace diálogo:
El Evangelio en una sociedad laica y en la ambigüedad del mundo (V)
“Hombres y mujeres desean actuar según el dictamen de su conciencia, sin coacciones o imposiciones de fuera, incluida la normativa religiosa”
“Ya no vale una moral impuesta desde arriba y prioritariamente preceptiva. Un problema para sociedades como la española, tradicionalmente católicas, donde por mucho tiempo ha funcionado una moral religiosa prioritariamente preceptiva”
“Se ha insistido en los cumplimiento de lo mandado, en los méritos, en la ascesis. Con el peligro de olvidar que todo eso sin la gracia o experiencia de Dios como amor, queda en el aire”
“La crisis que hoy estamos viendo en la Iglesia no es porque falten normas; hay de sobra. La crisis es de fe. Urge dar prioridad a esta experiencia cuando la moral bastante generalizada es prioritariamente preceptiva, mientras hoy las personas quieren ser ellas mismas y rechazan imposiciones desde arriba o desde fuera”
| Jesús Espeja teólogo
01.- Ser uno mismo: la tarea moral
“En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente” (Vaticano II)
En el proceso de la modernidad las personas y las sociedades reclaman libertad y autonomía. Hombres y mujeres desean actuar según el dictamen de su conciencia, sin coacciones o imposiciones de fuera, incluida la normativa religiosa.
Ya no vale una moral impuesta desde arriba y prioritariamente preceptiva. Un problema para sociedades como la española, tradicionalmente católicas, donde por mucho tiempo ha funcionado una moral religiosa prioritariamente preceptiva: las personas se consideran buenas aceptando y poniendo en práctica sin más lo prescrito en unos mandamientos.
En el Vaticano II la Iglesia declaró que los seres humanos hemos sido puestos en manos de nuestra propia decisión. La persona humana “participa la luz de la inteligencia divina; en lo más profundo de su conciencia descubre una ley escrita por Dios en su corazón en cuya obediencia consiste la dignidad humana; esta dignidad requiere que la persona actúe según su conciencia y libre elección”.
Lógicamente los conciliares vieron la necesidad de cambio en la orientación y práctica de la moral prioritariamente preceptiva. Pero no elaboraron un documento, aunque dejaron unas valiosas pinceladas “Póngase cuidado especial en perfeccionar la teología moral, cuya exposición científica, más nutrida de la doctrina de la Sagrada Escritura, explique la grandeza de la vocación de los fieles en Cristo, y la obligación que tienen de producir su fruto para la vida del mundo en la caridad”.
02.- Una moral secular
El ser humano puede y debe ajustar su comportamiento en la situación concreta pues no funciona solo por instinto como los animales. Y puede hacerlo porque tiene su propia conciencia y ha sido puesto en manos de su propia decisión.
Luego cabe una moral o ética desde la conciencia de las personas y de los consensos comunitarios. Un ejemplo puede ser la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948 que no acude a Dios ni a la religión.
Es significativo que esta Declaración salió como reacción para evitar en el futuro enfrentamientos tan inhumanos como los sufridos en la segunda guerra mundial. Parece que punto de partida para una ética secular es la compasión indignada viendo el deterioro de lo humano. Sin esta compasión. las religiosas no pueden ser bendecidas.
3.- Moral religiosa
Es la moral consiguiente a la visión y práctica de las religiones que suponen la existencia de una divinidad.
Los seres humanos llevamos dentro un deseo de infinitud; el mayor bien logrado todavía es pequeño. Así brota de modo espontáneo el sentimiento de religación a una realidad última de la que dependemos y a la que debemos honrar. Consiguientemente la moral en las religiones será una forma de vivir tratando de responder a lo exigido por la divinidad en que se cree.
Moral de miedo. Si la divinidad es todopoderosa y celosa de su honor, nosotros tenemos que vivir como siervos siempre con miedo a ofenderla.
Moral de resignación. Se piensa que Dios es dueño absoluto del mundo. Todo sucede porque está programado y dirigido por su voluntad. Luego la conducta moral es resignarnos y aceptar sin más lo que sucede. .
Moral de sacrificios para aplacar a la divinidad ofendida en su honor por los pecados de la humanidad. El pecado se ve como desobediencia y rebeldía contra Dios; hay que reparar el honor ofendido con sacrificios expiatorios.
Moral impositiva que sofoca la libertad. La divinidad en el esquema religioso común dicta mandamientos, impone leyes y preceptos, impide lo que nos gusta. La verdadera conducta moral es la obediencia y la sumisión.
Moral de cumplimientos religiosos. Se piensa que divinidad está en el cielo; un mundo alejado y separado de nuestro mundo. Por eso la conducta moral buena se concreta ritos, y oraciones que nos conectan con la divinidad aposentada en su trono cielo.Moral estoica: obsesión de justificarse por las obras. Llevamos dentro el deseo de hacernos valer solo por nuestros méritos, y así tratamos de satisfacer el deseo con obras que llamen la atención y nos hagan ante las demás personas respetables. Y esa misma estrategia empleamos mirando a la divinidad.
Son algunos ejemplos de moral religiosa, no infrecuentes en la conducta de muchos cristianos. Una moral que nos hace esclavos de la divinidad y de la religión.
4.- Moral cristiana
Su punto de partida es la fe o experiencia de Dios que se está dando como amor. A esa experiencia gratuita llamamos gracia que nos hace gratos agradecidos y agradables. Gratos porque estamos brotando de ese amor gratuito. Agradecidos a esa Presencia de amor que se está dando en nuestra intimidad. Y agradables porque nos inspira mirar con amor a los demás también agraciados por esa Presencia.
Camina en mi Presencia. Fue la vocación de Abrahán, prototipo del creyente en la historia bíblica y anuncio de Jesucristo, primogénito de los creyentes. La experiencia fontal de Jesucristo fue sentirse amado, y estar continuamente brotando de ese amor gratuito.
La presencia de ser gratuitamente amados que llamamos gracia, inspira y principio de la moral cristiana. No somos amados por nuestros méritos ni solo cuando somos buenos; también cuando somos incoherentes y pecadores.
Caminar en la presencia de ese amor que nos constituye y nos inspira salir de la propia tierra, es el nuevo nacimiento del Espíritu Santo que se manifiesta en la fe “que obra por el amor”.
La gracia perfecciona la naturaleza. En Jesucristo la presencia de la divinidad no fue algo pegado a la humanidad, sino la entraña y la fuerza para la perfección de la misma. De modo análogo esa presencia de la divinidad como amor en nosotros que llamamos gracia, no anula ni aminora sino que significa nuevo impuso y crecimiento de nuestra condición humana.
Llevamos dentro la semilla de la divinidad. Hay en la intimidad de los humanos “un exceso”, “un deseo natural” nunca satisfecho. Es como la “huella” de Dios impresa en nuestro corazón. Nosotros amamos, porque nos precede la comunicación gratuita de Dios: no le buscaríamos si antes no le hubiéramos encontrado. Desde su experiencia mística, lo dice San Juan de la Cruz: “Que estando la voluntad,de divinidad tocada, no puede quedar pagada sino con divinidad”.
Prioridad de la conciencia. Se trata de una palabra o dictamen que la persona no se da a sí misma y desde su intimidad espontáneamente habla: “haz esto, evita aquello”. Los cristianos creemos que la conciencia es el sagrario donde la persona humana se encuentra a solas con Dios, y en la obediencia a esa voz consiste su dignidad.
Con esa visión, la libertad religiosa es un derecho de toda persona que nunca debe actuar en contra de su conciencia.
Moral prioritariamente mística. Jesús de Nazaret no fue un ácrata un asceta. Como piadoso judío vivió el significado profundo de la Alianza de la Ley Dios que gratuitamente se está dando. Para vivir y practicar esa experiencia tenían sentido las leyes y preceptos. Pero, sin esa experiencia, fácilmente caemos en la idolatría de las leyes y observancias que prostituyen la conducta moral. Jesús denunció esa deformación habiendo curaciones, cosa que estaba prohibido por el descanso sabático, para dar a entenderé que el cumplimiento de la ley sin compasión y gratuidad ante la vida y dignidad de las personas. En otra ocasión dejo claro que hace crecer a la personas sale de dentro de ellas mismas, de su buen corazón.
En la teoría y en la práctica se ha generalizado entre los mismo cristianos una moral prioritariamente preceptiva. Se ha insistido en los cumplimiento de lo mandado, en los méritos, en la ascesis. Con el peligro de olvidar que todo eso sin la gracia o experiencia de Dios como amor, queda en el aire.
Las normas y preceptos son necesarios porque la fe cristiana, si bien solo termina en Dios revelado en Jesucristo, en su modo de realización es eclesial, se practica en sociedad donde son imprescindibles normas y cumplimientos. Pero alma de la comunidad cristiana es la fe o experiencia del encuentro con Dos revelado en Jesucristo.
La crisis que hoy estamos viendo en la Iglesia no es porque falten normas; hay de sobra. La crisis es de fe. Urge dar prioridad a esta experiencia cuando la moral bastante generalizada es prioritariamente preceptiva, mientras hoy las personas quieren ser ellas mismas y rechazan imposiciones desde arriba o desde fuera. Un signo para recuperar la moral de la gracia.
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