I. Oportunidad del tema
1. En la fe o experiencia cristiana Jesucristo es el Evangelio viviente: la encarnación de Dios invocado como “Abba, en la humanidad seducida y transformada por esa Presencia de amor. Es lo que ahora llaman “primer anuncio”, pero que ya en 2013 el papa Francisco llamó “anuncio fundamental”.
Este único Evangelio, vivido en las primeras comunidades cristianas dentro de distintas situaciones culturales, es el origen y la entraña de los cuatro evangelios reconocidos y proclamados en la Iglesia. La lectura e interpretación de esos evangelios desde las nuevas situaciones y signos del tiempo es condición imprescindible para que la Palabra de Dios que es Jesucristo sea vida y alimento para los creyentes.
2. Es manifiesto el cambio cultural en nuestro mundo en la modernidad. Ciñéndonos a la sociedad española, estamos viendo cómo ya no es sostenible un consorcio de la Iglesia con el poder político ni una presencia de la misma reconocida como religión oficial del Estado. Sencillamente porque nuestra sociedad es laica: los ciudadanos quieren ser ellos mismos y decidir por su cuenta sin imposiciones foráneas incluidas las religiosas.
El Vaticano II trató de actualizar el Evangelio leyendo los nuevos signos de la sociedad moderna y esa lectura quedó en los documentos conciliares. Pero la recepción de esa versión del Evangelio dada por el Concilio no está siendo fácil en la misma comunidad cristiana dentro de una sociedad que se libera de la tutela religiosa pero no encuentra referencia firme de sentido.
3. En esta situación de la sociedad española y escuchando la actualización del Evangelio que diseñó el Concilio, han sido elaboradas las reflexiones sobre algunos temas fundamentales que irán saliendo en Religión Digital el miércoles de la semana. Son resumen y anticipo de un texto que próximamente verá la luz en la editorial San Esteban-Edibesa.
II. En el dinamismo de la encarnación
“En Jesucristo la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros la dignidad sin igual El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre” (Vaticano II)
1. La humanización de Dios, Presencia de amor en el corazón y en la historia de la humanidad, es la singularidad de la religión cristiana. Nadie ha visto a Dios, todo lo que digamos sobre ese misterio es deficiente. Como un rayo de luz y nueva noticia, San Juan confiesa la fe o experiencia de la comunidad cristiana “Dios es amor”.
Y aquí está la novedad inaudita: ese Dios, que es amor, “se hace carne”; está presente y activo en la condición humana. Tomás de Aquino escribió: “La religión cristiana se funda en la fe en la encarnación”. En la conducta histórica de Jesús hemos percibido esa Presencia que está dando a la humanidad consistencia e impulso para que llegue a su plena realización
2. Según la fe cristiana, en el acontecimiento Jesucristo ha tenido lugar de modo único y definitivo la encarnación: humanización de Dios y divinización de la humanidad. Y esa encarnación continúa de algún modo a lo largo de la historia: el Hijo de Dios en la encarnación se ha unido, en cierto modo, a todo ser humano con todas las realidades entre las que vive.
3. Si la encarnación continúa, Dios, Presencia de amor, “a todos y a todo da vida y aliento”. Lo intuye bien el creyente bíblico en el Libro de la Sabiduría: “Tu, Señor, amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieses odiado alguna cosa, no la habrías creado ¿y cono subsistirían las cosas si tu no las hubieses querido? ¿cómo conservarían su existencia si tu no las hubieses llamado?”
De ahí nuestra conducta ética en la relación con todas las realidades creadas; tienen algo de sagrado que suscita respeto y al mismo tiempo cuidado.
Y esa Presencia también se está dando en todos los acontecimientos; no es verdad que todo lo que sucede sea conforme a esa Presencia de amor, pero todo sucede en esa Presencia.
La persona humana está siendo especial y continuamente creada y sostenida por esa presencia de amor. Ahí están el fundamento, la consistencia y la valía del “yo”. Puede tener confianza en la propia vida. Y también valorar la vida, dignidad y derechos humanos de todas las personas que tienen algo de divino.
En un mundo alborotado y ensombrecido por la inequidad y violencia sobran profetas que anuncian calamidades en el futuro. Nuestro mundo con su historia está habitado por esa Presencia de amor y su final no ha de ser la catástrofe, sino será acompañado por esa Presencia que llamamos gracia.
La encarnación continuada es la clave para el enfoque y comprensión de los temas siguientes
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