Es imprescindible que la Iglesia, lo mismo que cada institución y que cada persona, haga un balance de cómo ha sido su forma de ser y de estar en este mundo como cristiano y ser humano para reconocer todo lo bueno que ha hecho y lo que le falta por hacer. De ese balance depende que la Iglesia, las instituciones y las personas tomen conciencia de que es moralmente posible mejorar, dando pasos hacia adelante porque solo se hace camino al andar. Estancarse en la misma forma de pensar y actuar sin cuestionar la necesidad de hacer un cambio para mejorar, va en contra de nuestra propia naturaleza y también en contra de la fe en Dios que nos incita a que tomemos conciencia de nuestros desvíos para que nos encaucemos por el camino correcto, bien explicitado en los derechos humanos, en la ética natural y en el Evangelio.
El papa Francisco hizo unas propuestas para renovar la Iglesia y acomodarla al Evangelio y a los signos de los tiempos. Esas propuestas pretendían que la primavera hiciera su aparición en la Iglesia, lo que suponía llevar a cabo una poda para deshacerse de aquellas ramas infructuosas y dar lugar a nuevos brotes que produzcan nuevas ramas que den buenos frutos.
La mayoría de esas ramas son productos de la tradición, que han ido creciendo sin poda durante muchos años y que el papa Francisco, desde su nombramiento hace diez años, ha intentado realizar.
Sin embargo, hay ramas que Francisco se ha comprometido en dejarlas tal como están, al mostrarse inflexible en debatir unos temas considerados inamovibles, manifestando que “No podemos seguir insistiendo en cuestiones referentes al aborto, al divorcio, al matrimonio homosexual, a la eutanasia o al uso de anticonceptivos” Como tampoco, añado yo, al ”celibato opcional”.
Pero sí que hay otras ramas que ha pretendido podarlas como:
1. La misoginia secular de la Iglesia
Francisco es consciente de que la misoginia eclesial no tiene ningún sentido en las sociedades democráticas, donde la mujer se ha incorporado en todas las esferas profesionales y las del poder. Por eso hizo esta declaración: “Una Iglesia que excluye a las mujeres es una Iglesia estéril. La iglesia puede avanzar hacia una auténtica igualdad”. Pero la misoginia sigue campando en la iglesia, donde las mujeres no se encuentran en una situación de igualdad con los hombres; ni siquiera se les ha permitido en este año pasado de 2023 ser diaconisas, el grado inferior de la jerarquía. Mientras persista la misoginia y el patriarcado, la iglesia no representa la Iglesia primitiva de Cristo, que era una comunidad donde reinaba la igualdad entre hombres y mujeres. Está documentado que durante los primeros siglos del cristianismo hubo diaconisas y presbíteras.
El teólogo progresista Juan José Tamayo cree que el gran escándalo de la Iglesia católica, y desde hace siglos sin que haya cambiado nada, es la marginación de la que son objeto las mujeres. “Esto me parece no sólo un escándalo, sino la mayor contradicción porque va en contra del movimiento de Jesús de Nazaret, que es el punto de partida de la Iglesia y que fue un movimiento igualitario de hombres y mujeres, sin discriminación por razones de género. Creo que esto es lo que hoy más desacredita a la Iglesia Católica, donde las mujeres siguen estando discriminadas y siendo una mayoría silenciada”.
2. La homofobia de la Iglesia
La bendición de las parejas homosexuales es un primer paso para cambiar el pensamiento homófobo de la iglesia, no el de Jesús que jamás habló ni condenó la homosexualidad. La Iglesia evangélica debe seguir a Jesús que no condenó a nadie por su tendencia sexual. ¿Por qué? Porque era mejor conocedor de la naturaleza humana que la Iglesia, al reconocer la diversidad sexual creada por Dios. “ Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. (Génesis 1.31)
El Papa solo ha contemplado dar el paso de la bendición a las parejas no heterosexuales, pero excluyéndolas del matrimonio, lo que no ha sido bien recibido por dicho colectivo al no sentirse tratado como las parejas heterosexuales.
Según la Doctrina de la Fe, la bendición de parejas homosexuales debe tener estas características:
Debe ser breve, de pocos segundos, y sin implicar que se esté dando un visto bueno o una aprobación a esa relación”.
A falta de un ritual, así es como yo veo esa “bendición”:
El sacerdote, la Doctrina de la Fe preferiría un diácono, se dirigirá así a la pareja homosexual: “Sed recibidos con el deseo de que os convirtáis en heterosexuales, acudiendo a una clínica psiquiátrica, para que la Iglesia no os dé un simple saludo sino un abrazo y os abra las puertas al matrimonio, ya que vuestra relación no es buena ni la aprueba la Iglesia”.
Y por supuesto, sin ningún tipo de exaltación de esa bendición como la intervención de una coral o de música sacra. Tampoco serán admitidos los aplausos en el interior de la Iglesia. Una vez fuera, los familiares y acompañantes podrán expresar sus sentimientos de forma libre.
¿Querrá alguna pareja homosexual cristiana aceptar una bendición como esta , en la que se aplica el SÍ pero NO? Se trata de una pantomima inaceptable.
Conclusión
La renovación de la Iglesia ha sido más un deseo que una realidad.
La primavera anunciada por el papa Francisco aún no ha empezado a dar brotes significantes.
No se trata de cambiar de la noche a la mañana, sino de poner en marcha el tren del progreso, del avance, de empezar a subir escalones hacia un status quo renovado. Pero el papa todavía no ha subido ningún peldaño de los que estaba dispuesto a subir. El status quo actual de la Iglesia ya está caducado y todos estamos esperando que empiece a caminar como muy bien dice Antonio Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.
Mientras la Iglesia no se ponga en camino, no habrá cambios esperados por los creyentes desde hace tiempo. Creo que el problema que le impide a la Iglesia caminar hacia adelante es su obsesión por conservar la Tradición, considerada junto con las Escrituras como las dos únicas fuentes de la revelación, olvidándose que hay otra fuente a la que no le da suficiente valor: la de los Signos de los Tiempos. Esa tercera revelación es la que alimenta las nuevas propuestas de los teólogos y laicos progresistas, como también parte de la clerecía. Son propuestas muy importantes para que la jerarquía las tenga en cuenta y no deje que vaya pasando el tiempo. Se trata de salir del estado involucionista en que se encuentra la Iglesia.
“El monte estaba de parto y parió un ratón”. Este refrán latino de Horacio expresa que el papa Francisco ofreció a los creyentes unas grandes expectativas de cambios importantes en la Iglesia con un resultado ínfimo.
Es inaplazable que la iglesia se ponga a andar porque como dijo Antonio Machado:
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Fuente Religión Digital
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