El nuevo sueño de Caná: las parejas LGTBIQ+ no tienen vino
‘Fiducia supplicans‘: Del agua bendita al vino nupcial LGTBIQ+
“En la Iglesia hay agua. Francisco bendice el agua y por sorpresa de las personas LGTBQI+ las bendice de dos en dos con ella. Éste es el primero de los signos que Francisco realiza en el Vati-Caná después de que diez años atrás ha pronunciado la palabra “gais””
El 18 de diciembre de 2023 (día de la Virgen de la Esperanza, la fecha no está escogida al azar), el papa Francisco firma la Declaración Fiduci supplicans (“Pidiendo confianza”) sobre el sentido pastoral de las bendiciones del Dicasterio para la Doctrina de la Fe
Francisco ha dado el mayor paso de reconocimiento hasta ahora para la inclusión del colectivo LGTBIQ+ en la Iglesia dentro del paradigma de la tradición eclesial de la misericordia y al mismo tiempo ha cerrado el paso a un reconocimiento pleno con el acceso al sacramento del matrimonio, por el momento, a las parejas del mismo sexo
| Enric Vilà y Lanao
(Blog Cristianisme i Justicia).- Anoche tuve un sueño. Nuestra Señora de la Esperanza se aparece a Francisco y le dice: las parejas LGTBIQ+ no tienen vino. Francisco le contesta: Todavía no ha llegado mi hora. La virgen dice a las parejas LGTBIQ+: haced lo que él os diga. En la Iglesia hay agua. Francisco bendice el agua y por sorpresa de las personas LGTBQI+ las bendice de dos en dos con ella. Éste es el primero de los signos que Francisco realiza en el Vati-Caná después de que diez años atrás ha pronunciado la palabra “gais”.
Como su pontificado se acaba y viendo que los fariseos le acechan dice a los LGTBIQ+: os pido confianza, hace falta tiempo para que el agua bendita se transforme en vino de boda para vosotros. Algunas parejas LGTBIQ+ le dicen: esperaremos, vale. Otros le dicen que no pueden esperar y le razonan los motivos: bíblicos, teológicos, morales, éticos y experienciales, entre otros. Sin embargo, le mantienen su amistad. Finalmente, la mayoría, ni han escuchado sus palabras: hace tiempo que se han ido de la Iglesia.
La boda de Caná, trasfondo de mi sueño, es el nombre con el que se suele identificar un relato que tiene lugar al final de la primera semana del ministerio de Jesucristo en el Evangelio de Juan 2,1-11. Este pasaje describe el primer milagro realizado por Jesús, quien tuvo por marco una boda en Caná de Galilea donde también asistían su madre y sus discípulos. En un momento dado faltó vino, por lo que María le pide a Jesús que haga algo, pero él manifiesta que no ha llegado su hora. Sin embargo, María dijo a los siervos que hicieran lo que Jesús dijera. Éste dispuso que se llenaran de agua seis picas de piedra destinadas a purificaciones usuales entre los judíos, pero al revisar su contenido, el agua se había transformado en un vino de gran calidad. Para Juan el evangelista, esta fue la primera de las señales realizadas por Jesús. Viene a cuento este pasaje en línea con los últimos eventos en el Vaticano.
El 18 de diciembre de 2023 (día de la Virgen de la Esperanza, la fecha no está escogida al azar), el papa Francisco firma la Declaración Fiduci supplicans (“Pidiendo confianza”) sobre el sentido pastoral de las bendiciones del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. La declaración (formato de documento reservado a asuntos de gran importancia y que no se utilizaba desde hacía 23 años) es un cambio de postura respecto a 2021, cuando el propio organismo avisó en Responsum a un dubium sobre las bendiciones de las uniones de personas del mismo sexo que Dios no puede bendecir el pecado (nro. 13). El nuevo texto tiene el propósito de establecer que Dios bendice a todos(nro. 20). Es una decisión «pastoral», no «doctrinal» sobre las parejas de personas del mismo sexo.
Por un lado, la parte más innovadora teológicamente de la declaración y que dedica buena parte del texto es sobre las bendiciones, también de las parejas en situaciones irregulares (es decir, todas aquellas que no están casadas por la Iglesia como las uniones de hecho, los divorciados y vueltos a casar, personas casadas civilmente) y de las parejas del mismo sexo (números 31-41). Implica una contribución específica e innovadora, un verdadero desarrollo de lo que se ha dicho sobre las bendiciones en el Magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia (según se señala en la presentación). El texto distingue con claridad las bendiciones “dentro del marco litúrgico” de aquellas de “piedad popular” en un ámbito de mayor “espontaneidad” (nro. 23) y por eso hay que evitar añadir modos propios de la celebración litúrgica a los ejercicios de piedad (nro. 24). Esto es nuevo, por eso el documento adquiere la categoría de “declaración”, ya que establece dos niveles dentro de las bendiciones: las bendiciones propias del ritual de bendiciones y reguladas por la Iglesia universal, las conferencias episcopales o las diócesis, por una parte (es decir, las bendiciones de siempre) y, por otra, las que pudiéramos llamar “bendiciones espontáneas”, ejercicios de “piedad popular” (nro. 23), en un nivel inferior.
Pero una cosa son las bendiciones, tradicionalmente consideradas «sacramentales» y otra cosa son los sacramentos. Explícitamente el texto se cuida de subrayar, ya desde la presentación, que en ningún caso se quiere que la bendición de parejas del mismo sexo se confunda con un matrimonio y se insiste reiteradamente: las bendiciones cuya forma no debe encontrar ninguna fijación ritual por parte de las autoridades eclesiásticas, por no producir confusión con la bendición propia del sacramento del matrimonio (nro. 34) evitando que se conviertan en un acto litúrgico o semi-litúrgico, similar a un sacramento (nro. 36) no es necesario ni promover ni prever un ritual para las bendiciones de parejas en una situación irregular (nro. 38). Así pues, una oración breve puede preceder a esta bendición espontánea y el ministro ordenado podrá pedir para ellos la paz, la salud, un espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos, pero también la luz y la fuerza de Dios para poder cumplir plenamente su voluntad (nro. 38) y esta bendición nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos. Ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio. Esto mismo se aplica cuando la bendición es solicitada por una pareja del mismo sexo (n. 39). Esta bendición puede encontrar su sitio en otros contextos, como la visita a un santuario, el encuentro con un sacerdote, la oración recitada en un grupo o durante una peregrinación (nro. 40).
Durante los más de diez años de pontificado, Francisco ha tenido un punto de vista más conciliador que otros miembros de la Iglesia. Con él se inaugura el paradigma del reconocimiento de las personas LGTBIQ+ al pronunciar la palabra “gais” por primera vez (2013), un giro en lo que se refiere al paradigma de la misericordia tradicional, donde la sombra de los estigmas de crimen, pecado y enfermedad sobre la homosexualidad han estado vigentes. El paso dado el 18 de diciembre de 2023 con la publicación de la Declaración Fiduci supplicans (‘Pidiendo confianza’) sobre el sentido pastoral de las bendiciones certifica la apertura y el reconocimiento y es un paso más en la aproximación a lo que Francisco llama «periferias» tanto geográficas, sociales o culturales.
La clave del cambio del documento es que lo que se modifica no es la doctrina sobre la institución del matrimonio sino el sentido pastoral de las bendiciones, que se amplía respecto a la visión “más clásica”. Se posibilita bendecir a parejas del mismo sexo porque la bendición equivale a un acto positivo de inclusión, solidaridad y pacificación. Es un mensaje de consuelo, atención y aliento. La bendición expresa el abrazo misericordioso de Dios y la maternidad de la Iglesia que invita al fiel a tener los mismos sentimientos de Dios hacia los hermanos y hermanas propios (nro. 19). El texto incluye diez veces la palabra “misericordia” y derivadas y se sitúa en el paradigma tradicional respecto a las personas LGTBIQ+.
Efectivamente a Francisco no le ha llegado la hora. Sin embargo, muchas personas LGTBIQ+ consideran este paso significativo y han creído en él, entre tanta oposición farisaica, en el largo camino de la igualdad
Con el documento se da la mayor paradoja: el papa Francisco ha dado el mayor paso de reconocimiento hasta ahora para la inclusión del colectivo LGTBIQ+ en la Iglesia dentro del paradigma de la tradición eclesial de la misericordia y al mismo tiempo ha cerrado el paso a un reconocimiento pleno con el acceso al sacramento del matrimonio, por el momento, a las parejas del mismo sexo. Es lo máximo que el pontificado da de sí en este ámbito. Desde un cambio misericordioso a la doctrina de las bendiciones se logra un cambio incipiente en el reconocimiento respecto a las parejas entre personas del mismo sexo. Esto abre un nuevo horizonte teológico para el futuro.
Efectivamente a Francisco no le ha llegado la hora. Sin embargo, muchas personas LGTBIQ+ consideran este paso significativo y han creído en él, entre tanta oposición farisaica, en el largo camino de la igualdad. La velocidad de la luz es más rápida que la del Vaticano. Después de un largo tiempo de sequía bienvenida es el agua bendita para las parejas del mismo sexo. Ahora bien, recordando a San John Henry Newman, ¡brindemos con vino nupcial por nuestra conciencia! Y después otro brindis por el papa Francisco y su paso.
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Fuente Blog Cristianisme i Justicia
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