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21.1.24. Pescadores de hombres, eucaristía de peces (Dom 3 TO. Mc 1, 14-20)

Domingo, 21 de enero de 2024

IMG_5730Del blog de Xabier Pikaza:

El domingo pasado expuse la llamada y misión de los discípulos de Jesús según Jn 1. Hoy presento la visión de Marcos.

Jesús convoca a 4 pescadores (4: todo el mundo) para la pesca universal desde el mar/lago de Galilea. En ese contexto ofrezco un excurso sobre el tema de los peces del mar (signo caótico de muerte), convertidos por Jesús en símbolo de la nueva humanidad resucitada.

En ese contexto, la eucaristía misionera no es simplemente de pan y vino de fiesta, sino de panes y peces de vida diaria. No hará falta insistir en la importancia  del tema (comida) para recuperar el sentido integral de la eucaristía. Ésta es, a mi juicio, una de las grandes lagunas y tareas de la iglesia actual (ortodoxa, católica y protestante).

LECTURA DEL TEXTO

Introducción.  

 Mc 1,  14 Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea, proclamando el evangelio de Dios.15 Y diciendo El tiempo se ha cumplido. El reino de Dios ha llegado. Convertíos y creed en el evangelio16.

  − Después que Juan fue entregado… Este dato sirve de contrapunto histórico y teológico de la historia posterior. Juan Bautista ha sido y seguirá siendo lugar de referencia. Jesús viene después (meta), en indicación más teológica que cronológica. Según Marcos, Jesús y Juan no coincidieron, no tuvieron un tiempo de actividad común (en contra de lo que afirma el evangelio de Juan). Juan ha sido un puro precursor, pero su historia es importante para entender la de Jesús, pues la entrega de Juan (paradothênai: Mc 1,14; cf. 6, 14-39) anuncia la de Jesús (cf. 9, 33; 10, 33; 14, 10-11 etc.).

Vino Jesús a Galilea. El espacio geográfico (y teológico) de Juan era el desierto con el río. El de Jesús, en cambio, es Galilea. Eso significa que, según Marcos, Jesús no tuvo un tiempo de misión en el Jordán, ni tampoco en Judea (en contra del evangelio de Juan); Galilea es, a su juicio, el lugar del evangelio. Jesús no permanecer en el lugar de la prueba (desierto), ni se instala al borde de la tierra prometida (junto al río Jordán); tampoco busca un lugar de salvación junto a los atrios de Jerusalén, en gesto de sacralidad nacional. Jesús se encuentra vinculado a la tierra y gente normal de Galilea, junto a un mar simbólicamente abierto a las naciones del entorno. Esta evocación culmina en 14, 28 y 16, 7 donde Jesús (o el joven pascual) manda a los discípulos a Galilea, lugar que será para Marcos espacio fundante y el signo duradero de la iglesia17.

Kerigma: proclamando el evangelio de Dios. La evocación de Galilea no es suficiente, ni tampoco la entrega del Bautista. Lo propio de Jesús es la “proclamación del evangelio de Dios” (algunos manuscritos ponen “del Reino”. Se cumple así lo que se había anunciado en 1, 1 (el comienzo del evangelio) y aparece Jesús como aquel que “proclama el evangelio”. Esta palabra (evangelio) proviene de la tradición profética de Isaías y quizá ha sido empleada por el mismo Jesús. Pero todo nos permite suponer que ella ha tomado una importancia centran entre los cristianos helenistas y luego en Pablo.

El progreso temático es claro: pasamos del Bautista (desierto/río) a Galilea, descubriendo allí el mensaje de Jesús, abierto a todos los humanos. No se encierra Jesús en las casas, susurrando al oído un secreto de iniciados; no se instala en la escuela, ofreciendo cursos largos de enseñanza especializada, no ofrece su palabra a la vera del templo sagrado (a los puros), ni a la orilla del río/desierto (a los especialistas de la penitencia). Viene a Galilea, ofreciendo su evangelio para todos; lo hace con claridad (que se entienda bien), en voz alta (que lo escuchen), como heraldo o pregonero de buenas noticias que deben extenderse por el pueblo.

 El evangelio de la iglesia se funda en el mensaje de Jesús: Se ha cumplido el tiempo y ha llegado el reino de Dios; convertíos y creed en el evangelio (1, 15).Esta es la palabra clave, que consta de dos frases paralelas dobles, cada una con dos partes, unidas por un kai(y). Como resulta usual en Marcos, la segunda sirve para precisar el sentido de la primera: se ha cumplido el tiempo “y” llega el reino (el reino define y da sentido al tiempo); convertíos “y” creed en el evangelio (la fe da sentido a la conversión)18.

La buena noticia o evangelio es Dios (con genitivo epexegético) o aquello que Dios hace(con genitivo de objeto). En el lugar donde estaba la conversión y penitencia del Bautista viene a situarse la buena noticia de Jesús que expande a hombres y mujeres de su tierra aquello que Dios mismo le ha dicho (¡eres mi Hijo…!) y que se expresa en la victoria sobre lo diabólico. Su experiencia es buena noticia; la palabra de su vida puede hacerse ya palabra y principio de existencia para aquellos que quieran escucharle, acompañarle. De esa forma el camino de Jesús se hace camino para todos los humanos, empezando en Galilea:

El tiempo se ha cumplido “y” ha llegado el Reino de Dios. El cielo se ha rasgado y Dios se hace presente en Jesús (1, 9-11). Por eso él puede expresar su experiencia, ofreciendo espacio de vida filial y fraterna (de amor) a quienes quieran escucharle. El Reino de Dios se identifica con aquello que Jesús ha recibido en su bautismo. Quiere que todos escuchen (escuchemos) la voz de Dios que dice (¡eres mi Hijo!, recibiéndola de forma compartida, fraterna, solidaria. Porque el reino de Dios ha llegado podemos y debemos afirmar que el tiempo se ha cumplido, han culminado las promesas de 1, 2-3.

Convertíos “y” creed en el evangelio. La pertenencia al reino no se logra por la carne y sangre, es decir, por los principios naturales de la historia (poder genealógico, imposición política) sino por meta-noia o con-versión interpretada como cambio de existencia. Superando el nivel previo de lucha, viene a desplegarse ahora un extenso y gozoso continente de existencia filial, hecha de gratuidad y expresada como fe en el evangelio, es decir, como acogida de la buena noticia de Dios. No es la conversión la que causa el evangelio sino al revés: el evangelio de Dios, que aceptamos por Jesús con fe gozosa, nos convierte, nos transforma, haciéndonos capaces de acoger y construir la familia mesiánica o iglesia19.

  Marcos ha superado el nivel biológico (no alude a la familia carnal de Jesús); también ha superado el plano cultural (no sitúa a Jesús en una escuela exegética o filosófica). El grupo cristiano empieza a surgir y se despliega allí donde varones y mujeres asumen con Jesús una experiencia de nuevo nacimiento en amor, desde Dios Padre. Juan era la línea divisoria: podía suscitar un grupo de discípulos penitentes, pero nada más: no ha visto el cielo abierto, no ha escuchado la voz ¡eres mi Hijo! Donde Juan se ha detenido sigue Jesús: ha escuchado la palabra, se ha descubierto Hijo de Dios, se ha mantenido en la prueba, ha recibido un mensaje de vida para todos. Por eso ha comenzado a expandir su experiencia, ofreciendo su evangelio universal, en el cruce de caminos de su patria, en Galilea. Él no ha pedido nada. No aparece en el texto como un suplicante que implora a Dios agua para el campo, hijos para la familia, fortuna para la casa, vida para los enfermos… Simplemente ha venido en busca de Dios, con los penitentes del Bautista y ha escuchado la voz (eres mi Hijo! empezando a reunir a los humanos20.

Pescadores de hombres. Los primeros compañeros de Jesús (1, 16-20).

(a. Simón y Andrés)16 Y pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que estaban echando las redes en el mar, pues eran pescadores. 17 Jesús les dijo: Venid en pos de mí y os haré pescadores hombre. 18 Ellos dejaron inmediatamente las redes y lo siguieron.

(b. Santiago y Juan)19 Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan. Estaban en la barca reparando las redes. 20 Jesús los llamó también; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él21.

Jesús comienza llamando a unos colaboradores o discípulos. Como he destacado el domingo anterior, evangelio de Juan (Jn 1-3) presenta la escena de un modo más “verosímil” históricamente, situando a los primeros discípulos de Jesús en el contexto de Juan Bautista. Por el contrario, Marcos ofrece una visión mucho más simbólica (y teológica) de las cuatro primeras vocaciones de Jesús. No le interesan los elementos históricos, ni psicológicos, sino los estrictamente teológicos.   Jesús ha sentido la urgencia del reino y para suscitarlo necesita colaboradores, personas dispuestas, que sepan trabajar y le acompañen en su obra:

Pasa a la vera del mar de Galilea. Ha dejado el desierto y el río de Juan, no ha buscado en escuelas o templo. Junto al mar que es origen y meta del mundo, junto al mar donde nacen y acaban los pueblos se sitúa Jesús. Viene a observar, como dejando que la vida le sorprenda; luego llama, en vocación que es signo de todas las restantes vocaciones de la historia.

Llama a Simón y Andrés, diciendo que le sigan, para hacerles pescadores de reino. Tiene un proyecto: necesita juntar a los humanos, sacarlos del mar (lucha mutua) en que se encuentran y juntarlos en la playa de la fraternidad del reino. Necesita especialistas que dejen las redes del trabajo material del mundo (diktua) y asuman su tarea mesiánica (1, 16-17).

Llama después a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo. Parecen ricos: tienen barca propia, un padre que les guía y unos jornaleros. Por eso han de dejar más que la redes: abandonan al padre, que es autoridad, ley fundante de la vieja tierra y a los asalariados (misthôtoi), subordinados del trabajo. Padre y obreros pertenecen a este mundo viejo; quien se ponga al servicio de Jesús ha de dejarlos.

Ha buscado dos parejas de hermanos. Para seguirle han de romper los lazos más sagrados de la tierra: la autoridad paterna, la unión laboral. Así aparecen como signo de misión escatológica, parábola del reino. Les ha convocado Jesús, ofreciéndoles tarea y ellos le han seguido, poniéndose al servicio de su reino:

En el principio está Jesús, diciendo: venid en pos de mí (deute opisô mou). En lugar del padre o de las redes, del dinero y de la barca se sitúa él, como nuevo patrono que ofrece garantía de vida y trabajo a quienes llama. Tiene autoridad y así le siguen, dejándolo todo. No les reúne desde cosa alguna (enseñanza, templo, negocios…) sino en torno a su persona que es principio de nueva familia sobre el mundo22.

Son dos parejas de hermanos pescadores. Quizá representan el riesgo de la fraternidad violenta (cf. Gen 4) que debe superarse, en línea de reino. Son cuatro y parecen un signo de los puntos cardinales, columnas o pilares de la nueva humanidad reconciliada. Ellos ofrecen (antes que los doce apóstoles del nuevo Israel de 3, 14) el principio y garantía de la pesca universal, pesca de Dios, culminación escatológica. Son cuatro, los primeros pescadores misioneros, iglesia interpretada en forma de comunidad de pesca. En un sentido ellos dejan la barca (ya no trabajan con ella), pero en otro la recuperan, poniéndola al servicio de los viajes misioneros (eclesiales) de Jesús. Cuando hablemos más tarde de la iglesia como barca en plena mar (4, 35-41; 6, 46-52; 8, 14-21) recordaremos a estos cuatro.

Os haré pescadores de hombres. Así les dice (1, 17). Ellos lo dejan todo por cumplir su misión, poniendo hasta su barca al servicio de Jesús (cf. 3, 9; 4, 3-5 etc.). Habiendo aparecido aquí, al principio de Marcos, emergerán de nuevo en el último discurso de Jesús, allí donde se anuncia el fin del tiempo (13, 3) y la venida de los ángeles de Dios para reunir a los escogidos de los cuatro “vientos” o extremos de la tierra (13, 27).

Jesús no ha venido con un libro (como los escribas), enseñando las leyes de la iglesia, interpretando la Escritura de Israel o la sabiduría de los pueblos. Tampoco ha traído unos planes exclusivos, definidos de antemano, sin necesidad de personas que le siguen y acompañan en la obra de su reino. Tiene un proyecto de nueva humanidad, pero le hacen falta colaboradores; por eso ha empezado llamando a estos cuatro primeros pescadores que son signo de todos los que luego cumplen con él (por él) la tarea de convocar y reunir a los humanos para el reino.

EXCURSO. PESCA Y  PECES. EUCARISTÍA COMPLETA

(Las notas que siguen están tomadas de un trabajo que estábamos preparando el Prof. Eliseo Tourón y un servidor sobre las comidas de Jesús y de las comunidades cristianas. cf. Pikaza: Eliseo Tourón (1934-1996), 25 años (religiondigital.org) y Touron:  Comer con Jesús. Su significación escatológica y eucarística I-II, Rev.Esp.Teol 55 (1995)285-329; 429-486).

 La pesca y los peces tienen un sentido muy realista en la tradición de los evangelios,pero los peces tomaron pronto un sentido simbólico,  relacionado con la escena de la comida a la orilla del lago con el pan y el pez a las brasas, con Jesús resucitado invitando a comer después de la noche infructuosa (Jn 21). Los Padres  de la iglesia afirman que el pez representa a Jesús. La mar es la humanidad, Y los hombres son los peces. Por eso Dios se revistió de nuestra naturaleza humana. Jesús mismo  es el pez por excelencia.

El pez como alimento sagrado aparece en muchas religiones, incluido el judaísmo. Los cristianos han practicado una variada gama de comidas, algunas han durado muchos siglos incluso milenios y otras mucho menos. Se trata de comprobar si hubo un banquete sagrado, cuyo elemento primordial sea el pez y que sentido simbólico tenía. Las fuentes son parcas tanto en un sentido como en otro. Afirmando tal banquete no nos indican su profundo sentido. (pp.1-2).

Bibliografía:   F. J. DÖLGER, Ichthys. Das Fisch-Symbol in frühchristlicher Zeit.II-V. Der heilige Fisch in den antiken Religionen und im Christentum. (Münster/Westfalen 1922-1943);  l. E. R. GOODENOUGH, Jewish Symbols in the greco-roman Period, t. V. Fish, Bread and Wine (Bollingen Series XXXVII) (New York 1956) pp.1-61. R. EISLER, Orpheus the Fischer. Comparative Studies in Orphic and early christian Cult-Symbolism (London 1921) pp.221-225 (The sabbatic Fish-Meal of the Jews and the Banquet of the Last Days).

 El pez es un símbolo precristiano y judío antes que lo hayan incorporado los cristianos. Lo importante es saber por qué y en qué sentido lo hicieron.

Comida eucarística de peces  

En los relatos evangélicos de la multiplicación (comida de pan y peces) parece destacarse el el pan (cf. Jn 6, 51; Mt 16,9-11); pero en el fondo aparece también el sentido eucarístico de los peces, a los que se añaden también los peces (y en algunos casos la miel con otros elementos.

Algunos de los investigadores más importantes de la historia y teología del Nuevo Testamento  (Lietzmann, Lohmeyer, Cullmann), a los que he querido sumarme en mis comentarios a Marcos y Mateo, piensan que los relatos de la multiplicaciones han de entenderse como relatos de institución eucarística.  Según eso, la eucaristía cristiana no es sólo de pan y vino, sino también de otros elementos (especies, comidas) entre los que destacan los peces, como puso de relieve   A. HARNACK, Brot und Wasser. Die eucharistischen Elemente bei Justin, en Texte und Untersuchungen). Éstos son los fundamentales:

  • -Pan y vino o pan y vino mezclado con agua. A veces se dice “pan y copa” (sin especificar si es de vino).
  • -Pan y agua:   Judeo-cristianos gnósticos, marcionitas, acuarios (Filastre, Liber de haer. 77;Agustín De haer. 64).
  • -Pan solo (fracción del pan) sin mencionarbebida.
  • Pan y pescado. Evangelios, banquetes funerarios.
  • Pez solo (refrigeria), comidas funerarias… y pez y miel (Lc 24,41-43).
  •  Leche (Clem de Alej. Paedag. I,39,41,44,45,50 etc.)

En muchas comunidades cristianas, la presencia eucarística de Cristo se hallaba representada por el pez (un pez que esa Cristo, un pez que es la iglesia y cada cristiano.

             El problema del significado de la comida del pez en el NT no ha sido todavía bien estudiado. ¿Por qué se dejó de considerar el pez como signo-presencia de Cristo y de la Iglesia.. Los textos tan minuciosos en describir el ceremonial de la comida del pez no nos transmiten el sentido expreso, sino que flota una alusión sin aclararla, una alusión que hoy (siglo XXI) podría y debería precisarse: Toda comida, especialmente la comida de pescado (¡no la del cordero sacrificial) es signo y presencia de Cristo.

¿Se puede pensar que los cristianos de las primeras generaciones del s.I-II entendían el sentido de esta comida sin más explicaciones?  Parece que sí. Pero Desde el siglo III d.C. los cristianos dejaron de tomar la comida de peces/pescado como signo eucarístico. La ventaja que tuvo la comida del pan y el vino fue la identificación explícita con el cuerpo y la sangre de Cristo, cosa que no gozó la comida del pez con una identificación clara del pez con Cristo (viviente, resucitado o eucarístico).

 De hecho a partir de las últimas décadas del s.II la iglesia oficial fue perdiendo rastro de esta y otras comidas para quedarse con la única representativa de la eucaristía mayor: la del pan y vino mezclado con agua. “Algunas formas de banquetes rituales sobrevivieron, sea en comunidades cristianas marginales, sea en ciertos tipos de comidas no eucarísticas, tales como los refrigeria del pez, la datio salis a los catecúmenos o la prolongación de la leche y miel a los neófitos” (p.7).Pero algunos Padres de la Iglesia siguen poniendo de relieve tardíamente la relación que existe entre el pez, alimento sagrado, y Cristo, alimento eucarístico.

Carecemos del comentario de Orígenes a Jn 21,8-13. Y el primer testimonio explícito que nos ha llegado es el de S. Agustín en el Tratado sobre el evangelio de Juan (h.416): Piscis assus est Christus passus, ipse est et panis qui de coelo descendit (el pez asado es signo de Cristo, lo mismo que el pan que desciende del cielo).  San Agustín declara así que que el pez comido en el banquete sagrado es Cristo, dándole un sentido eucarístico al Icthys/Pez,  pero su testimonio resulta tardío.

Con todo no queda despejado si Agustín lo dice en un sentido estricto sacramental o en un sentido simbólico quasi-sacramemental. Supondría el atribuir expresamente al mismo Jesús la acción y  el sentido sacramental como en el caso de la institución eucarística del pan y el vino.(Nota: In Iohannem tractatus 123, en PL 35,1966. En cambio en otro pasaje de De civitate Dei, XVIII,23, Agustín afirma: Eo quod in huius mortalitatis abysso velut in aquarum profunditate vivus, hoc est, sine peccato esse potuerit  (el pez sacado del abismo del mal es signo del hombre/cristiano liberado por Cristo).  EnConfesiones XIII,23, Agustín  vuelve a dar un eucarístico al pesado: Illis piscis exhibetur quem levatum de profundo, terra pia comedit. Hay pues una vacilación en S.Agustín entre el sentido eucarístico y bautismal del pez Cristo.

Después de S. Agustín se multiplican los testimonios: Pseuco-Prospero de Aquitania (c.450), Pedro Crisólogo (432-450), Eucherio de Lyon (434-449) y Gregorio I (590-604).Algunos estudiosos como Vogel piensan que el sentido eucaristico del pescado proviene de fuentes paganas,  puesto que no tenemos garantías de las fuentes cristianas primitivas. Sobre el pez figura de Cristo sin tenemos constancia que era conocido a partir del año 200 d.C.  En Africa, Tertuliano hacia el 200-206 identifica el pez con Cristo en un texto famoso de tipo bautismal: “Nosotros, pequeños peces como nuestro Pez Cristo Jesús, nacemos en el agua y nos salvamos permaneciendo en el agua” (De baptismo 1).

            Algunos autores como I. SCHEFTELOWITZ, Das Fisch-Symbol im Judentum und Christentum, en Arch f. Religions-wissenschaft, XIV (1911) 2ss piensan que el simbolismo de los creyentes como “peces pequeños” es precristiano y nos viene del judaísmo. Así lo encontramos en Clemente de Alejandría (Paed. III, 59, 2) que habla entre los símbolos cristianos a llevar en los anillos-sellos están la paloma, el pez, el navío con las velas desplegadas, el ancla. “Si alguno es pescador pensará en el apóstol y en los niños sacados del agua (bautismal)”.   Orígenes conocía hacia el 246, en Alejandría, el simbolismo del Pez-Cristo (cf. In Matt. Hom. XIII,10 (PG. 13,1120).

Un famoso acróstico de los Oráculos sibilinos que identifica Icthyscon Cristo no es el origen del simbolismo como se ha presupuesto a partir del s.IV por el prestigio que adquirió en el cristianismo sino que remite origen anterior. Ese mismo acróstico lee estos títulos en Icthys: Iesus Chrestos  Theou Huios Soter Stauros (Jesús hijo de Dios, salvador por la cruz).A partir de la época constantiniana se fue perdido el sentido del símbolo pero permaneció gracias al sentido inicial de las letras de Icthys del famoso acróstico (p.9-10).

Precedente judío.

La comida de pescado entre judíos está ligada al tema de la cena pura o parasceve, la víspera del sábado o viernes por la tarde.  Tenemos múltiples testimonios cristianos y judíos de esta cena que consistía fundamentalmente en un plato de pescado y su principal significación no proviene de que fuese sólo un alimento refinado y caro -que lo era en notables ocasiones-, sino porque era la primera comida de las tres obligatorias del sábado, que comenzaba el viernes por la tarde, con un significado especial, el más importante de todas las otras comidas que componía el sábado. Así consta en el Adv. haereses de Ireneo: “La parasceve llamada cena pura, es decir, el viernes” (Adv. haer. I,14,6).

La cena pura no era una comida kosher propia de los judíos ni solo del viernes, dada la gran dificultad de conseguirla sobre todo para los judíos de Roma. El significado especial de la cena pura consistía en su carácter mesiánico-escatológico. Así el Talmud, Sabbath 118,b: Declaración del rabí Simón ben Pazi: “R. Simón Ben Pazi declaró en nombre del rabí Jehosua ben Levi, en nombre de Bar Qappara: Quien observe las tres comidas el día de sábado será preservado de tres tribulaciones: de los sufrimientos mesiánicos, del juicio infernal y de la guerra de Gog y Magog…

No se puede poner en duda parte la costumbre judía de la cena pura de comer pescado en la primera comida del sábado, el vienes tarde. Y por otra parte la costumbre cristiana de comer pescado también el viernes tiene un antecedente lejano y olvidado en el uso de los judíos y en el refrigerium funerario.

En los tiempos escatológicos del Mesías se difundió la creencia que Dios alimentaría a sus fieles con la carne superabundante de los monstruos marinos, Behemot y Leviatán, que creó el día 5º de la creación. Y junto a la carne de estos monstruos Dios les dará a beber el vino de las fecundas viñas paradisíacas que tendrán “mil sarmientos” y cada sarmiento ” mil uvas” y cada uva “dará una medida de vino” y ” serán felices los que han pasado hambre (Apoc. Baruc siríaco, 29,4 (visio III).

Aquí aparece el banquete escatológico-mesiánico compuesto de carne de pescado superabundante (los monstruos marinos) y el vino superabundante. Otros apocalipsis sólo recogen los referentes a la comida de los monstruos marinos (cf. Apoc. de Henoc etíope, 60,24; Apoc. de Esdras, IV libr. 6,52 (Visio III,2). Cf. Talmud (Baba Bathra 74b-75a  y  Moed Qatan 25b).

La época mesiánica sería inaugurada  con la captura y comida de Leviatán. Parece contradictorio que un menstruo como éste, temible y perverso, pudiese ser el alimento de los elegidos. Pero no hay que olvidar el cambio semántico y teológico que en el tiempo de Jesús se produce. De ser un monstruo, leviatán  pasa a ser “Un pez escatológico”. En esa línea avanza la Cábala, en el  Zohar (a propósito de Jonás 2,11): “Cuando Dios devuelva la vida a los muertos, entonces ordenará al pez, cuyo vientre simboliza los cementerios, de escupir los muertos y devolverlos. Y por el pez encontraremos remedio para el mundo entero. De la misma manera que el pez, cuando fue tragado Jonás, murió y no volvió a la vida hasta después de tres días y en seguido devolvió a Jonás, de la misma manera el mundo está muerto, pero en la época mesiánica, los muertos resucitarán y volverán a la vida”.

 Los peces en las escenas de refrigerium.

En la iconografía funeraria cristiana abundan escenas de banquete. En todas ellas el pez  aparece como alimento principal, a veces acompañado de pan. Esta iconografía data de los siglos IV y V. Hace tiempo que los arqueólogos creían poder subdividir las escenas de banquetes en cuatro tipos: banquetes funerarios (refrigeria), banquetes “celestes”, representaciones de  “la multiplicación de los panes” y comidas eucarísticas, cuyo símbolo evidente sería el pez. ( cf. J.WILPERT, Le pitture delle catacombe di Roma (Freiburg/Br.-Rome) II (Texto), I,pp.470-78; 282ss; 506ss et passim.cf. VOGEL,o.c.25).

 Las escenas de comidas sagradas en los frescos cementeriales se deben interpretar como comidas funerarias (refrigeria), donde el pez está presente. “El Icthys/pez  como alimento de los refrigeria -dice Vogel- se explica bastante bien, si se quiere recordar que el pez es el alimento escatológico por excelencia y constituye de hecho como una anticipación del reino mesiánico” (p.26).

CONCLUSIÓN. PESCADO, COMIDA DE PASCUA

Lucas 24:43-45.  Jesús tomó el pescado y lo comió delante de ellos. Es evidente que el pescado es signo de Jesús, en sentido eucarístico… Jesús come… y comen sus discípulos. Cuando los cristianos pascuales se reúnen para celebrar la “beraká” (bendición) o “eucaristía” (acción de gracias…), comen con Jesús, se alimentan de Jesús… El tema no es si Jesús resucitado puede comer o no (ése es un tema artificial, inventado por cierta exegesis simplista).  El tema es la comida de los cristianos; ellos comen  recordando a Jesús, comen los peces de Jesús, se alimentan con él, de su vida, comparten todos su pascua, en forma de comida.

Jn 21, 23.13 Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio a ellos e hizo lo mismo con el pescado…Este pasaje tiene el mismo sentido  que el anterior de Lucas. La pesca milagrosa (la misión a todos los pueblos) culmina en forma de comida… Los discípulos y todos los pueblos comparte el pan y el pez de Jesús, el pan y pez que es Jesús. Ésta no es una eucaristía de pan y vino. Ésta no es una eucaristía de pan y vino, sino una eucaristía de panes y peces… la nueva multiplicación de Dios que se expresa en la vida de la iglesia.

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