“Do ut des”…
El 11 de julio de 1897 Teresa de Lisieux, que se encontraba ya en la enfermería del convento, recordaba a sor María de la Eucaristía la siguiente sugerencia que se recoge en el “Cuaderno Amarillo”:
“Cuando tengas tentaciones contra la caridad, te aconsejo que leas este capítulo de la Imitación: ‘De cómo se han de soportar los defectos ajenos’. Verás cómo tus tentaciones se desvanecen. Siempre me ha ayudado mucho; es muy bueno y muy verdadero”.
La Imitación de Cristo, atribuida a Tomás de Kempis, se hallaba entre sus libros de cabecera. Y yendo directamente a la obra, tan relevante para su itinerario espiritual, en los cuatro párrafos que componen este capítulo XVI leemos:
“Soportar con paciencia los defectos del prójimo”: “Lo que no puede un hombre enmendar en sí ni en los otros, débelo sufrir con paciencia, hasta que Dios lo ordene de otro modo… Estudia y aprende a sufrir con paciencia cualesquiera defectos y flaquezas ajenos, pues tú también tienes mucho en que te sufran los otros. Si no puedes hacerte a ti cual deseas, ¿cómo quieres tener a otro a la medida de tu deseo? De buena gana queremos a los otros perfectos, y no enmendamos los propios defectos […]. Queremos que los otros sean castigados con rigor, y nosotros no queremos ser corregidos. Parécenos mal si a 1os otros se les da larga licencia, y nosotros no queremos que cosa que pedimos se nos niegue. Queremos que los demás estén sujetos a las ordenanzas, pero nosotros no sufrimos que nos sea prohibida cosa alguna. Así parece claro cuán pocas veces amamos al prójimo como a nosotros mismos. Si todos fuesen perfectos, ¿qué teníamos que sufrir por Dios de nuestros hermanos?”.
Y, Dios nos ha llamado a sobrellevar recíprocamente nuestros defectos ya que ninguno estamos libre de ellos, además de animarnos a prestarnos ayuda, a consolarnos, «a instruirnos y amonestarnos».
Cuando arrecian las dificultades nos recuerda el Kempis: “De cuánta virtud sea cada uno, mejor se descubre en la ocasión de la adversidad. Porque las ocasiones no hacen al hombre flaco, pero declaran lo que es”.
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Teresa de Lisieux/Tomás de Kempis
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