¿Magia?
Jesús nació en Belén de Judea en tiempo del rey Herodes*. Unos magos que venían de Oriente* se presentaron en Jerusalén, diciendo: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Es que vimos su estrella en el Oriente* y hemos venido a adorarlo”. (Mt 2, 1-12)
Desde primeros de diciembre todos los medios publicitarios hacen resonar mensajes sobre las fiestas que se aproximan para ir calentando el ambiente y animando al bolsillo a hacer gastos en preparativos para la Navidad.
Este año he puesto especial atención en una frase que es titular de anuncios publicitarios y en Google arrasa la información: “La magia de la Navidad”. Y también en algunos de sus derivados como “navidades mágicas”, “pon magia a tu navidad”, etc.
Leyendo la palabra “magos” en el texto del evangelio de Mateo, referida a aquellos que se pusieron en camino porque algo se les había manifestado interiormente, algo les fue revelado, no pude por menos seguir atenta a estas cosas.
Leyendo el pie de página de estos versículos, se indica que la salvación es ofrecida a los paganos a cuyos sabios atrae a la luz. Entiendo que los magos de entonces no son lo que entendemos ahora por magos: hechicero, ilusionista, prestidigitador, etc. El que había nacido se abría a todos, el mensaje que traía era para toda la humanidad.
Lo que se llama hoy día “la magia de la Navidad” no tiene que ver con lo que significa la Navidad para quien quiera llegar al fondo del nacimiento de Jesús.
“La magia de la Navidad” que exhibe una parte del mundo tiene que ver con el consumo puro y duro; nada que ver con lo que vive más de la mitad de la humanidad que no se puede permitir la magia del consumo.
Pero esa Navidad no es la Navidad que celebra la venida de Jesús, su vida y su mensaje. La Navidad real se parece al pequeño Belén que puse en la casita del pueblo: María, José, Jesús, un ángel y los tres reyes magos con sus ofrendas, una pequeña rama de árbol y una vela.
Mi pequeño Belén quedó allí silencioso y escondido. Me enseñó, mientras cerraba persianas y puerta, que es el que más se parece a aquel primero que celebramos en la Navidad, si lo vivimos desde dentro y repartimos esperanza confiada en que la humanidad vivirá mejor cuando reine el Amor, verdadero espíritu de la Navidad.
Que esa esperanza se mantenga en nosotros y nos ayude a saltarnos, como hicieron los que ahora llamamos reyes magos, los obstáculos de este mundo, estando atentos a los signos y los sueños; sabiendo descubrir la Navidad, la de verdad, en medio de un mundo sin sentido. Suena a sana rebeldía… ¿no?
Mari Paz López Santos –
FEADULTA, 6.1.2024
(*) Biblia de Jerusalén (Nueva Edición Manual, pie de página 1420): Mt. Expone en el Cap. 2 su misión de salvación ofrecida a los paganos, a cuyos sabios atrae a la luz.
Comentarios recientes