¿Imaginan un Jesús violado? ¿Imaginan a la Virgen consentidora?
El Adviento, espera con nombre de mujer (I): Una víctima de abusos
“Con motivo del Adviento, Francisco ha resaltado dos elementos fundamentales: se sitúa la acción en el desierto y en un hombre desconocido y solitario”
“Para todo ello, hay que convertirse; supone la necesidad de apertura al prójimo con cordialidad y atención fraterna, forjar caminos de esperanza, fundamentalmente en aquellas personas que se hallan marcadas por el fracaso y la derrota”
“Admirables palabras. Sólo hay un obstáculo: se parecen, son en algunos casos las mismas, que profirieron nuestros depredadores sexuales para embaucarnos, seducirnos, traicionarnos y violarnos…”
“¿Imaginan un Jesús violado? ¿Imaginan a la virgen consentidora? Les recuerdo la cita de Mateo 25:40: ‘de cierto os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis'”
Ha aparecido el autor del ‘falso positivo’ que ensució el dolor de las víctimas de abusos de la Iglesi. La iniciativa salpica al Opus Dei y a la propia Iglesia católica. José Manuel Vidal
Juan Cuatrecasas: “Es una perversión ética, moral y desde luego muy poco cristiana y humanista”
| Teresa Conde Santos, superviviente de abusos
En el inicio de años litúrgicos anteriores al actual, con motivo del Adviento, el Papa Francisco ha exhortado insistentemente a sus fieles a preparar el camino al Señor con motivo de su venida, sirviéndose como guía del ejemplo de Juan Bautista, que recorrió el río Jordán bautizando y anunciando la conversión para el perdón de los pecados.
De este modo, su Santidad ha resaltado dos elementos fundamentales: se sitúa la acción en el desierto y en un hombre desconocido y solitario, dando a entender que las decisiones de Dios no están asociadas al poder y la grandeza, sino a la pequeñez y la humidad. Por tanto, “tener autoridad no es garantía de agradar a Dios”. ¿Por qué el desierto? Es un lugar inhóspito, lleno de incertidumbres, árido e incluso vacío: quizá porque su mirada se dirige hacia cada uno de los vacíos existenciales en que puede hallarse en ser humano: esos vacíos en que sentimos que no podemos más y que desearíamos desaparecer de la faz de la tierra. En esos momentos, es cuando Dios nos devolverá a la vida, cita Francisco.
Para todo ello, hay que convertirse: metanoein, en griego: ir más allá de nuestro propio pensamiento, de nuestros propios esquemas mentales, esos que nos encierran en una falsa autosuficiencia, más allá de nuestros propios instintos, puesto que Dios es algo más que todo eso y nos llama a huir de la mediocridad, dotando al ser humano de la fuerza suficiente para transitar ese camino de transformación.
La tarea de la conversión supone la necesidad de apertura al prójimo con cordialidad y atención fraterna, asumiendo las necesidades de nuestros hermanos y hermanas como propias, despojándonos del orgullo y la soberbia, la dureza, la frialdad y la indiferencia. “La conversión solo es completa si se llegan a reconocer humildemente los errores, infidelidades e incumplimientos”.
El creyente ha de forjar caminos de esperanza fundamentalmente en aquellas personas que se hallan marcadas por el fracaso y la derrota, a los que hay que acoger con palabras de consuelo y amor. “No podemos hacer un Dios a nuestra medida, soslayando las necesidades y el sufrimiento del prójimo”, máxime si ese sufrimiento ha sido causado por nosotros mismos.
Admirables palabras. Quién podría no estar de acuerdo con ellas. Sólo hay un obstáculo: se parecen, son en algunos casos las mismas, que profirieron nuestros depredadores sexuales para embaucarnos, seducirnos, traicionarnos yviolarnos:paz, amor, cordialidad, cercanía… Si en algo es experta la iglesia católica es en el empleo torticero de las palabras y del silencio, según convenga. No hacen un Dios a su medida, porque no es posible que exista dios alguno ni en sus palabras, ni en sus silencios ni en sus obras. El lenguaje enmascara la realidad en su boca, sirve a la mixtificación, al daño y al delito. La aletheia, ese término griego, que alude a la verdad que se manifiesta cuando se corre el velo de las apariencias…es diametralmente lo contrario de lo que la iglesia ha construido, porque se ha quedado clavada en la estética y los ritos, quedando la ética y la verdad secuestradas.
“Si en algo es experta la iglesia católica es en el empleo torticero de las palabras y del silencio, según convenga”
Qué podemos esperar las personas que hemos sido heridas de semejantes personas en semejante institución
-Que actúen: que sus actos hablen en vez de su lengua, que actúen como perros que nunca se vuelven contra quien les alimenta, sino que los protegen, consuelan y dan calor y nunca ofrecen compañía interesada: son lo que los ojos ven.
– Que salgan de sí mismos, de su propia e ignorante soberbia, de la oscuridad de la caverna y se atrevan a mirar directamente a la luz: les deslumbrará y se l es oscurecerán los ojos como se nos oscurecieron a aquellos y aquellas que fuimos víctimas de sus abusos y a los que nos abocaron a las tinieblas, obligándonos a realizar el camino inverso al suyo: nos llevaron al terror, la confusión y la pérdida de criterio.
– Que vuelvan al mundo y lo miren con nuestros ojos, los ojos de los que vivimos en el sufrimiento eterno. No lo duden, parafraseando a Santre, el infierno es ustedes.
– Que devuelvan a las palabras su sentido primigenio. Manosean las palabras con la misma vileza con la que manosean los cuerpos. Los manosean mientras les son útiles y luego los abandonan. El lenguaje y las víctimas pierden en sus manos su entidad, su valor y su sentido.
En más de una ocasión nos preguntamos si existen cuerpos tras sus vocablos, quién los emite; si el cuerpo existe, cómo siente, si sienten culpa o dolor o vergüenza o nos han dejado toda esa carga también a los damnificados. De lo que no nos cabe duda es de que se han quedado anclados a la superficialidad, a la cobardía, al yo no fui, al todos no somos iguales, a las cifras mienten…todo antes que hacerse cargo de los seres humanos a los que han devastado. En fin, están ustedes a años luz de las palabras de Su Santidad el Papa.
Añadiendo un detalle, para ustedes seguro que baladí, para mi esencial: escribe una mujer: el tercer domingo de adviento celebran ustedes la anunciación de María, figura generada a imagen y semejanza del patriarcado misógino que practican. Concebida sin mancha y embarazada sin sexo: eso es para ustedes la pureza.
Por un segundo sólo pónganse en lugar de mi madre: la madre de una víctima de abusos sexuales a la que el documento de nulidad matrimonial que vomitaron acusa de consentir las atrocidades que sufrí. Exactamente indican lo siguiente: “La madre consistió en una relación que ella -yo- tachaba de violación”. El violador, que confesó, sale indemne. Mucho han de transformarse, convertirse, evangelizarse, cristianizarse…díganlo como quieran, para que podamos olvidar tamaña aberración. ¿Imaginan un Jesús violado? ¿Imaginan a la virgen consentidora? Les recuerdo la cita de Mateo 25:40: “de cierto os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.
“¿Imaginan un Jesús violado? ¿Imaginan a la virgen consentidora? Les recuerdo la cita de Mateo 25:40: ‘de cierto os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis'”
Las mujeres a sus ojos no son seres humanos, no piensan, no sienten, no sufren, no dudan…pero les son útiles. Les lavan la ropa, les adecentan sus viviendas, se someten a sus vejaciones porque no les queda alternativa, les paren sus hijos, esos que no reconocen, les cuidan…ojalá aprendan algún día lo que significan los cuidados con amor, esa labor constante no pagada, que permite la conservación de los cuerpos, las mentes, las familias y la vida.
Otro segundo: vuélvanse hacia las familias devastadas por sus actos, por sus delitos (no son solo “pecados o debilidades”), que jamás sanarán porque cuando ustedes entran por la puerta, la paz sale por la ventana, huyendo como de la peste.
Arrojan a estas familias al silencio, que no saben manejar como ustedes. El silencio ha sido un instrumento de poder en su institución: permite los abusos, arroja a las víctimas al aislamiento y permite la protección de los depredadores en una estructura perfectamente orquestada que les es favorable, generando una alianza que posibilita el delito. Si la víctima es mujer, además se la revictimiza secundariamente, porque, como resaltan ustedes, en el documento antes mencionado, se nos atribuye complicidad, lo que añade además el desprecio de los responsables eclesiásticos. De nuevo, en la sociedad patriarcal con la que nos las vemos a diario las mujeres y ustedes representan a la perfección, los hombres victimarios son más fácilmente creíbles y las mujeres doloridas, más susceptibles de culpa. No en vano atribuyen a Eva el inicio de todos los males del mundo: la primera persona que osó rebelarse contra la autoridad ciega y quiso acceder al conocimiento…
Qué esperamos, en fin, en resumen: que cuando se inicie el adviento el próximo 3 de diciembre, Su santidad el Papa, en quien hemos puesto nuestra esperanza, haya puesto a los obispos españoles frente a su espejo obligándoles a mirar (¿podrán ver?) su fealdad moral y tome decisiones respectoa aquellos que hayan cooperado por acción u omisión en la práctica sistemática, estructural del terror de los abusos que han disfrutado secularmente, en aras a la protección de todos aquellos seres vivos que tengan la dudosa suerte de topar con ustedes.
Y esperamos de la legalidad española, en cualquiera de sus manifestaciones, que les ayude a tomar conciencia del asco que produce la amnistía permanente en que se encuentran sus pederastas, sus delincuentes a los que ni siquiera se juzga, porque están bajo la protección de los hábitos. Les desplazan cuando conocen sus delitos y así esparcen la infección a otros inocentes, a otros hogares, a otras familias. Esperamos que el Papa Francisco y la legalidad vigente sean su medicina.
Esperamos que la renovación que supone el adviento entre en sus vidas de una u otra manera: será bueno para ustedes. Será bueno para todos. ¡Y todas! No nos ignoren: las mujeres existimos con la misma realidad que ustedes. Y no menosprecien nuestra fuerza: estamos adaptadas a la lucha por la supervivencia. Si la iglesia católica no nos reconoce como iguales, sí lo hacen la Declaración de Derechos Humanos y la Constitución española.
Fuente Religión Digital
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