“En medio de vosotros hay uno que no conocéis.”. Domingo 17 de diciembre de 2023. Domingo 3º de Adviento
Leído en Koinonia:
Isaías 61,1-2a.10-11: Desbordo de gozo con el Señor.
Interleccional: Lucas 1,46-54: Me alegro con mi Dios.
1Tesalonicenses 5,16-24: Que vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado hasta la venida del Señor.
Juan 1,6-8.19-28: En medio de vosotros hay uno que no conocéis.
El profeta Isaías invita a todo el pueblo que retorna del destierro, y que ha visto que las promesas con que esperaban encontrar su tierra no son tan ciertas; lo invita a la esperanza. La acción de Dios es efectiva y eficaz. La Jerusalén que ahora ven arruinada, será en un futuro centro de peregrinaciones y a la que acudirán todas las naciones de la tierra. Es una realidad muy dura de pobreza, de tristeza y de cautiverio. Por eso, la vocación del profeta esta dirigida hacia esas personas. Se siente capacitado por Dios para el anuncio de «buenas noticias» de esperanza a los marginados del país. Las cosas están difíciles pero podemos salir adelante, Dios no nos abandona, parece decir el profeta. Aunque haya dificultades al regreso el Señor ha revestido al pueblo de ropas de salvación, le ha retornado el don de la tierra, y así como está hace germinar los frutos, quien hace germinar la justicia y la alabanza es el Señor.
El salmo recoge hoy la oración de María cuando visita a Isabel, que la tradición llama Magnificat. La oración esta basada en el cántico de Ana que encontramos en el 1Sam 2, 1-10. Se centra en dos grandes temas, por una parte los pobres y humildes son socorridos en detrimento de los poderosos, y por otra, el hecho de que Israel es objeto del favor de Dios desde la promesa hecha a Abraham (Gn 15,1; 17,1). María canta la grandeza de Dios salvador que se ha fijado en los humildes, especialmente en la pequeñez de María, y nos muestra que la lógica de Dios no siempre coincide con la lógica e los poderosos. Precisamente ha hecho una promesa con un pueblo pequeño cumpliendo la promesa de Abraham, se ha fijado en la humildad y pequeñez de María, ha derribado del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. La lógica de Dios pasa por el reconocimiento de los más pequeños como sujetos preferenciales de su acción. En eso consiste ser creyente. Esta es la palabra profética que la tradición pone en boca de María.
En la segunda lectura vemos como el apóstol Pablo invita a la comunidad de Tesalónica a la fidelidad. La vida de la comunidad tenía algunas dificultades: problemas con los animadores de la comunidad, peleas, desánimo, falta de fe, fornicación. Es una comunidad que se ha convertido del paganismo al cristianismo (1,9) y que ha dejado los ídolos, sus dioses, para seguir al Dios verdadero, pero que le cuesta desprenderse del todo de sus tradiciones antiguas, de su legado cultural. Parece que la exigencia de la vida de comunidad no le era satisfactoria a muchos que se sentían desilusionados. Es por esto que Pablo les llama la atención; reconoce que ha sido una comunidad que se ha esforzado por seguir a Jesús, que posee el Espíritu del Resucitado, pero que aún puede dar más. Les llama a estar alegres, a orar constantemente, a no dejarse desanimar. No se trata de rechazar todo lo que les viene de fuera y que les impide la vida de comunidad, se trata de examinar todo y quedarse con lo bueno. Les llama a fidelidad y a continuar en el camino que han emprendido. No hay que dejarse desanimar por los problemas, que siempre habrán, se trata de ser fieles al camino emprendido y vivirlo con alegría pues estamos convencidos que es el mejor camino a la felicidad.
El evangelio de Juan no presenta el testimonio de Juan el Bautista que ahondaremos a lo largo de esta semana litúrgica. La lectura nos introduce diciendo que este es el testimonio de Juan y luego nos cuenta que de Jerusalén los dirigentes judíos enviaron delegados para preguntarle si era el Mesías o Elías que precedería a la llegada del Mesías. La respuesta de Juan es ambigua. Si bien no se reconoce como Mesías tampoco se reconoce como Elías que ha de venir; sin embargo, sí se reconoce como la voz que clama en el desierto, que prepara la venida del Mesías. La respuesta genera una pregunta lógica en los emisarios judíos: si no eres, entonces ¿por qué bautizas? Su respuesta es parecida a la primera, el bautismo de agua es un bautismo purificador, si se quiere externo, pero quien vendrá traerá un bautismo que purificará a todo el ser humano y ante el cual el bautismo de Juan es solo anticipo. Es claro que la figura de Juan el Bautista tiene gran importancia para las primeras generaciones cristianas. Además de homologarlo con el profeta Elías, muchos de los seguidores de Juan pertenecieron a las primeras comunidades cristianas. Por otro lado, fue crítico ante el poder dominante de los romanos y de Herodes, lo que le llevó a la muerte. Fue un hombre que supo entregarse a su misión y que supo ver en el futuro que se avecinaba, los tiempos esperados.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 6 de la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «El hacha en la raíz». El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1100006 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap06b.mp3
Para la revisión de vida
La misión de Juan Bautista puede tomarse como símbolo de la misión de toda persona cristiana: no suplantar a Jesús, sino gastar la vida en abrirle camino, abriendo camino a su causa, ¡el Reino! ¿Estoy siendo un buen precursor del Reino que Jesús anunció? ¿Allano montes, relleno hondonadas, abro caminos?
Para la reunión de grupo
– El texto de Is 61,1-2 es muy importante. Expresa la misión del Mesías tal como fue ya entrevista con siglos de anticipación por los profetas. Si el Mesías iba a tener una misión, ésa sería la de ser «buena noticia» para los pobres… Jesús tuvo que leer y meditar este texto muchas veces, tanto que lo hizo propio y sintió que se «cumplía» en su vida, que llegaba a su máximo cumplimiento en su vida (Lc 4, 16). Lucas, por eso, puso la narración de un comentario que Jesús tal vez hizo del texto en la sinagoga de su pueblo, como un texto inicial que daría el sentido a la vida toda de Jesús y a su misión. Y dice (en Lc 7, 18ss) que Jesús mismo apeló a este texto como prueba de su mesianidad ante la comisión oficial que vino a preguntarle si era él el Mesías. Preguntémonos:
– Realmente, ¿hemos solido pensar que el signo principal de la mesianidad de Jesús es el ser «buena noticia para los pobres»? ¿A qué otras cosas les hemos dado clásicamente más importancia en la vida de Jesús?
– ¿Qué es una buena noticia para los pobres? ¿En sentido real o figurado? El catecismo, la doctrina cristiana, el mensaje que lleva la iglesia, ¿es buena noticia?
– ¿Será que también para la Iglesia la principal señal de su «mesianidad» sería el ser buena noticia para los pobres?
– ¿Cómo desglosar y explicar el significado de la buena noticia que Jesús puede significar hoy para los pobres y para la Humanidad en el mundo globalizado actual?
Para la oración de los fieles
– Para que en este adviento sigamos alimentando nuestra esperanza, profundizándola y compartiéndola, roguemos al Señor
– Por todos los que en estos días cercanos a la navidad se sienten tristes o nostálgicos, lejos de sus familias, en soledad… para que la potencia de su amor supere todas esas distancias y les haga sentirse en comunión universal…
– Para que nos preparemos a la celebración de la navidad con realismo tratando de hacer que “efectivamente nazca Jesús” a nuestro alrededor…
– Para que la lejanía en que hoy día se ubica la utopía que todos los soñadores buscamos, no nos conduzca a la resignación o al fatalismo, sino que quede superada en la constancia, en la fe sin claudicaciones, en la resistencia y el esfuerzo por acercar una y otra vez la utopía del Reino…
– Para que en estas vísperas de navidad la austeridad de Juan Bautista, el precursor, nos recuerde que la sobriedad en el gasto motivada por el deseo de compartir con los más necesitados…
– Para que en Navidad y en todos los tiempos la Iglesia sea, como Jesús, Buena Noticia para los pobres, para todos los hombres y mujeres necesitados de amor y de justicia…
Oración comunitaria
– Oh Dios y Padre-Madre de nuestro Señor Jesucristo: al acercarse las entrañables fiestas de la navidad te pedimos que hagas aflorar en nuestras vidas lo mejor de nuestro propio corazón, para que podamos compartir con los hermanos que nos rodean tu ternura, tu mismo amor, del que nos has hecho partícipes. Haz que lo vivamos como lo vivió Jesús, nuestro hermano, que contigo vive y reina, y con nosotros vive y camina, por los siglos de los siglos. Amén.
Dios nuestro, tú que quieres que trabajemos de tal modo que, cooperando unos con otros, realicemos en esta tierra tu Reino, ayúdanos a asumir, en medio de nuestros trabajos diarios, nuestra condición de hijos tuyos y hermanos de todos las personas. Por Jesucristo, nuestro Hermano y Señor. Así sea.
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