La mística llega al cine de la mano de Teresa de Jesús
Del blog de Peio Sánchez, Cine espiritual para todos:
Paola Ortíz , interpretación y símbolo
La lengua está en pedazos y es solo el amor el que habla
| Peio Sánchez
“Teresa” es una propuesta arriesgada y a contratiempo sobre la santa de Jesús y del Carmelo, inspirada en su autobiografía, “El libro de la Vida”. Basada en un sugerente texto de Juan Mayorga titulado “La lengua en pedazos” que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Dramática 2013. La directora Paula Ortiz asume la misión de trasladar al lenguaje audiovisual el texto teatral redoblando el juego de los espacios, asomándose a las visiones y elaborando una semiótica de la experiencia mística. Sale airosa del lance ofreciendo una propuesta contenida, profunda y, en ocasiones, emocionante, en el sentido de afectación del corazón.
Donde Carlos Saura fracasó en “La noche oscura” (1988) con un San Juan de la Cruz más histriónico que místico, en el mismo terreno accidentadamente sobrenatural, Paula Ortíz deja entrever aquello que es imposible. Ya que “ni puede la palabra recoger tanto amor”, dixit Teresa, ni la imagen tampoco alcanza. Aquí ayuda la humildad, el maestro Saura perpetró un texto que no comprendía a Juan de Yepes, Ortíz se apoya en uno de nuestros mejores dramaturgos, que ocupa el sillón “M” de la que dice Reverte es de “Hombres buenos”.
Recogiendo inspiración donde conviene, desde el Malick de “El árbol de la vida” hasta el “Vania en la calle 42” de Malle y la sombra de la serie “Teresa de Jesús” dirigida Josefina Molina y que también humildemente se apoyó en Víctor García de la Concha, que casualmente además dirigió la academia de los “Hombres buenos”.
Blanca Portillo ya nos había enseñado su don en “María, conversa” (2016) y nos sobrecogió en “Maixabel” (2021). Lo que asombra es una composición unitaria del personaje que vive “amor contra Amor” a través de múltiples registros de la profética y humilde, la rebelde y sagaz, la contenida y traspasada, la de las cebollas y la de su Señor. No le va a la zaga Asier Etxeandia que ya apuntaba maneras en “Dolor y gloria” aunque los premios de los llevara Banderas. Aquí interpreta al Inquisidor que va y viene de juez a alter ego demoníaco de Teresa, de creyente a medias a espejo “a veces roto” del mismo espectador. Y por fin, en ambos, voces de verdad en el cine español sin contar con los dobladores, a viva voz
La directora de “La novia” es ya experta en adaptaciones, de Lorca a Teresa pasando por Mayorga. Sabe poner ambientes que reflejen las palabras: la cocina del convento para la historia íntima, el claustro abierto para los duelos verbales, el infierno de vacíos y soledades para las tentaciones, la iglesia envelada para las confesiones. Elabora los símbolos: el agua, la llama de los candiles, la hoguera, las coronas de espinas, la mano del Señor, el hábito y el deshábito, las huellas ensangrentadas, la tierra en las manos y el cielo estrellado. Aunque quizás hubiera sido de más hondura preocuparse menos de poner símbolos a las palabras y procurar dejar progresar lentamente su significado al hilo de la narración. Algo que consigue mejor la banda sonora, me ha encandilado la composición de Juanma de la Torre interpretada por Rocío Márquez y las piezas tanto litúrgicas como barrocas.
Las paradojas de Teresa permiten acercarnos a la belleza de las formas y la radicalidad de lo humano. “Soy enemiga de dar pesadumbre en lo que se puede evitar, pero no temo tener enemigos”. “Aquí todas sabemos los cuidados que trae tener propio y la riqueza que está en la pobreza”. “Nuestras vidas solo deseamos que el Señor nos ofrezca en qué perderlas. Todo se gana en perderlo todo por él”. “A veces se llama desorden a lo que es espíritu”. Y aquí se desvela la fe de Teresa en su profunda verdad. “Es una gran pena, pero tan dulce que no hay deleite que más gusto dé. Dios aprieta al alma con abrazo que nunca querría ella salir de él”
Y como colofón algunos trazos de la mujer que luchó a destiempo contracorriente. “A poco que hagamos las mujeres, se juzga exceso lo que hagamos. No hay acierto de mujer que no se ponga bajo sospecha. “Disparate de mujeres”, dicen enseguida. Nos tiene el mundo acorraladas, mariposas cargadas de cadenas. Pero el Señor hace a una niña sin letras más sabia que al obispo más letrado. Aunque no nos den libertad para dar voces, aunque sea en voz baja, no dejaremos de decir nuestras verdades”. Palabras escritas entre 1563 y 1565, como decíamos ayer…
Fuente Religión Digital
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