Parábola de talentos ¿Una historia made in USA? (Mt 25, 31-40)
Del blog de Xabier Pikaza:
(Dom 33 TO; 19.11.23). El evangelio de Mateo ha tomado esta durísima parábola de un documento Q , que recoge palabras de Jesús (cf. Lc 19, 12-27).
Tanto la versión de Lucas como ésta, hablan de una cantidad inmensa de dinero, que un hombre “presta” a sus criados (esclavos) mientras debe “alejarse” por asuntos de tipo turbio.
Lucas dice minas, unidades de peso y moneda que equivalen a un kilo de oro/plata, cantidad grande, pero no impensable. Mateo habla de talentos, que son cientos de quilos de oro o plata, cantidad propia de reyes y grandes magnates [1].
| X.Pikaza
Un exegeta USA, J. P. Meier, Judío marginal V, piensa que esta parábola es, con el grano de mostaza (Mc 4,30-32), los viñadores malos (Mc 12,1-11) y la cena (Mt 22,2-14) una de las cuatro originales de Jesús, que exponen el sentido fundamental de su mensaje, en una línea que responde a la economía USA
J. P. Meier es un inmenso exegeta, pero su interpretación no responde quizá a la historia y mensaje de Jesús.
Ni el hombre que “presta” dinero es Dios (sino un mal usurero o rey sanguinario, como destaca Lucas. Ni la valoración de los “criados” por su riqueza y trabajo responde al evangelio, ni el premio final forma parte del “reino” de Jesús. Por eso, pido a mis lectores que interpretan esta parábola de un modo crítico, protestando contra ella, porque esa puede ser la intención que tuvo Jesús al contarla.
Texto. Mt 25, 31-40
25 14 Porque es como un hombre que, yendo de viaje, llamó a sus esclavos y los dejó encargados de sus bienes: 15 y a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno; a cada cual según su capacidad; luego se marchó. En seguida, 16 el que recibió cinco talentos fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. 17 El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. 18 En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
19 Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos esclavos y se puso a ajustar las cuentas con ellos. 20 Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco. 21 Su señor le dijo: Muy bien. Eres un esclavo fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo de mucho; pasa al banquete de tu señor. 22 Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos. 23 Su señor le dijo: Muy bien. Eres un esclavo fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entre en la alegría de tu señor.
24 Vino, en fin, el que había recibido un talento y dijo: Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; 25 tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo. 26 El señor le respondió: Eres un esclavo negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? 27 Por eso te convenía haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. 28 Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. 29 Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. 30 Y a ese esclavo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes [2].
LECTURA INICIAL, PRIMERAS PREGUNTAS
‒ ¿Parábola injusta? En un sentido, esta parábola parece injusta y sólo se puede aplicar a gente fuerte, con duras responsabilidades, como si hubiera sido promulgada para ejecutivos, llenos de agresividad, gentes que, en general, suelen aplicar unos métodos poco compasivos (e incluso injustos) para amasar dinero, una parábola que no puede aplicarse a países pobres o a gente con dificultades psicolóticas y sociales deprimidos, enfermos mentales, simples prostitutas, sencillos publicanos…
‒ Repensar su contenido. El tesoro de la vida (auténtico talento, opuesto a Mammón: cf. 6, 19-34) no se mide en claves monetarias, pues el valor del hombre es la misma vida, la capacidad de amar, de ofrecer y compartir lo que tenemos; los privilegiados de Jesús no son los que reciben más dinero y más producen, sino al contrario, los pobres, enermos, excluídos sociales. . En este sentido, producir es simplemente ser, dejarse amar, viviendo así en amor. Por eso, mientras vamos leyendo, debemos rechazar su misma formulación externa, sabiendo que ella va en contra del mensaje de Jesús, pues él no quiere que produzcamos para un tipo de dueño egoísta (como parece el de esta parábola). Una interpretación capitalista de esta parábola debe rechazarse desde el principio
Esta parábola tiene una función provocativa, que consiste en movilizar nuestros impulsos y exigencias morales, que no valoremos a los hombres por lo que tienen y ganan, que vivamos sin miedo a fracasar, sin enterrar el talento, como el tercer esclavo. Sólo de esa manera, incluso este hombre duro, que se parece a los reyes herodianos (ejemplo de avaricia monetaria y violencia asesina), puede tomarse como referencia para los servidores del evangelio, no para trabajar por miedo al castigo (aunque el miedo puede cumplir una función preventiva, como en el caso del siervo/doulos de 24, 45), sino por agradecimiento al Señor que nos ha mostrado su confianza y nos ha dado lo que somos y tenemos.
COMENTARIO
Un hombre rico y de mando que marcha de viaje y deja a sus esclavos su tesoro (minas o talentos de oro), para que lo administren. En el fondo parece parece uno de los miembros de la familia de Herodes, que iban con frecuencia a Roma, para negociar la adquisición de reinos y/o de principados, teniendo que encargar la administración de sus bienes a funcionarios más o menos inteligentes (y en general poco escrupulosos), que no son Dios, sino lo contrario a Dios.
Ésta es una parábola para pensar y discutir, no un texto de doctrina para aceptar, obedecer y cumplir.
‒ ¿Parábola justa? La vida no es para producir más dinero, sino para ser/vivir/amar. Por eso, tomada en sí misma, esta parábola de administradores monetarios, con la exigencia de producir grandes beneficios, va en contra del mensaje que Jesús dirige a los pobres, un mensaje de vida amorosa, de puro regalo. De todas formas, siendo la vida don, no comercio, hay en ella un elemento que también puede compararse al comercio, entendido como intercambio y producción de bienes. En un sentido, somos una “inversión” de Dios, pero no para ganar más dineros, sino para extender su amor en la tierra.
Ciertamente, en un sentido, Jesús insiste en la responsabilidad ante la vida, ante el dinero, pero en línea básica de gratuidad. En esa línea, Dios quiere que respondamos con amor a los amores/dones recibidos, no sólo de Dios, sino de otros hombres, que así la vida que hemos recibido fructifique y produzca para bien de los demás, sabiendo que somos para el Reino (es decir, para los otros). Leída así, ésta es una parábola abierta a la “creatividad”, al don positivo de la entrega de aquello que somos, en gesto activo y creador, al servicio de la obra de Dios.
‒ ¿Parábola injusta? Esta parábola ha sido proclamada para gente psicológicamente fuerte, que es capaz de asumir grandes responsabilidades. Algunos han añadido que es una parábola para banqueros y dirigentes de multinacionales, personas sin conciencia moral, sin más finalidad que la pura ganancia, aunque se hundan países enteros, con sus pobres (como está sucediendo ahora, año 2023).
Leída así, esta parábola no se puede aplicar a los más débiles, a la mayoría de los hombres y los pueblos, aplastados por otros, que les exigen que produzcan, y midiendo la producción en términos utilitarios. No es una parábola para deprimidos, enfermos mentales, simples prostitutas, sencillos publicanos que no alcanzan a cobrar los impuestos que les piden los amos. Entendida desde la perspectiva de la pura producción externa, esta parábola va en contra de otros rasgos del evangelio.
OTROS POSIBLES FINALES, OTROS PLANTEAMIENTOS.
La respuesta a la parábola han de darla sus mismos oyentes, desde la perspectiva social y personal, religiosa y cultural en que se encuentren, sin olvidar que se trata de un texto abierto a la respuesta de cada uno, desde su propia circunstancia, y con su forma de asumir y traducir el mensaje de Jesús. En esa línea, a pesar de los cambios que ha introducido, Mateo ha querido que ella siga estando abierta, de manera que nosotros debemos traducirla desde el evangelio, desde nuestro contexto:
* Otro final. Uno que ha perdido todo.Supongamos que hay un cuarto siervo, a quien el amo había dado tres talentos (o cinco, si se quiere). Viene fatigado y triste y, humillándose ante el amo, le dice: “Señor, tres talentos me diste y fui a comerciar con ellos, pero no he tenido suerte. Sabes bien que no soy hombre de negocios y, además, los tiempos son adversos. Hay una fuerte recesión económica, y me han engañado (o me he dejado engañar); me salieron mal las cuentas, de forma que no he sido capaz de mantener ni siquiera aquello que tenía; por eso, no sólo no puedo traerte ninguna ganancia, sino que vengo con deudas. Aquí las tienes Señor, mira los papeles… Pero persóname, mira, he de marchar, no quiero que vengan mis acreedores y te culpen, y tengas encima que pagar tú las deudas…”.
¿Qué respondería Jesús en ese caso? ¿Podrá perdonarle en la línea de su oración: Perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores, Mt 6, 12? ¿Podrá decirles a los acreedores que le perdonen también ellos, como supone y exige la parábola de 18, 23-34? ¿Y si los acreedores no son “cristianos” y no quieren escuchar a Jesús? No es fácil ofrecer una respuesta, pero es evidente que estas dos parábolas (18, 23-34 y 25, 14-30) han de entenderse y resolverse unidas, una al lado de la otra, porque el mejor intérprete de Mateo es el mismo Mateo.
* Otro final: Uno que ha dado todo. En la línea de la reflexión anterior, podemos suponer que sigue un quinto, también fuera de tiempo, seguido de mucha gente, que se agolpa tras él, pidiéndole ayuda. Imaginemos que llega, rodeado de niños y pobres, con gentes de vida dudosa, para acercarse con ellos hasta el amo y decirle: «Mira, Señor, tú me diste cien talentos. Ya sé que es mucho, una cantidad que yo no merecía. Pero los pobres del mundo son aún más que ese dinero… y así te escuché responder un día al joven rico que venía a preguntarte: Vete, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres, y luego, ven y sígueme (19, 21), y eso es lo que he querido hacer.
Imaginemos que este siervo sigue hablando: “Ya sé, Jesús, que aquel rico se fue sin cumplir lo que pedías, porque quizá no supo escucharte bien y pensó que era preciso ganar todavía más dinero. Pero yo he querido cumplir tu palabra; por eso, fui por ahí y repartí todo lo que tenía. Ciertamente, conozco lo que has hecho al tercer siervo que enterró tu talento, porque él pensaba que eras duro y austero. Pero yo sé que eso no es cierto, que no eres como dicen, sino muy generoso. Por eso, he seguido dando una y otra vez lo que tenía, y así vengo con estos hombres y mujeres… Hay muchos que me deben bastante dinero, pero no se lo puedo cobrar, pues nos dijiste en tu oración que perdonemos…”.
Imaginemos que viene este hombre, y que se sitúa de esa forma ante el amo, a quien identifica en el fondo con el Dios de Jesús, o con Jesús. ¿Qué pasará, cómo podrá responderle ese amo? Pienso que también en este caso debemos entender y aplicar este pasaje de juicio desde el mismo Mateo, situando esta escena en el contexto total de su evangelio. Desde ese fondo hay que plantear la pregunta: ¿Habrá contradicción entre el Jesús del juicio duro que parece hallarse al fondo de esta parábola y el Jesús del Sermón de la Montaña, entre Mt 25, 14-30 y Mt 6, 19-34; 19, 16-30?
Capitalista triunfante, dinero que exige dinero en línea egoísta…. Imaginemos que llega por otro siervo, en un coche de lujo, rodeado de administradores y criados y dice al amo: “Levanté unas fábricas con aquello que me diste… dirigí negocios, he creado capitales… Al final, en estos últimos años, he montado bancos, grandes empresas de seguros y, sobre todo, unas ricas entidades financiarías. Puedo darte muchísimo dinero, estamos en un tiempo de ganancias, porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará aún lo que tiene, como tú mismo has dicho (Mt 13, 2).
Este último esclavo sería la versión “perfeccionada” del primero, aquel que ganó con diez talentos otros diez, pero en forma de ganancia triunfalista, de beneficio propio a costa de los demás. ¿Se podría aceptar su versión del evangelio, o su conducta sería más bien una perversión completa del mensaje de Jesús? Aquí no podemos dar una respuesta general, pues ella ha de darla cada uno (cada comunidad cristiana) desde la perspectiva de conjunto de Mateo, en la línea de la parábola que sigue, que es la que nos permite interpretar todo lo anterior, Mt 25, 31-46.
Podemos pensar en un hombre distinto, que no da dinero a otros hombres… sino que les ofrece habilidades, para trabajar, para amar, para vivir en libertad… ¿Qué damos cuando damos? ¿Qué recibimos cuando recibimos? cómo compartimos…?
Notas
[1] El valor del talento cambió según los tiempos y las circunstancias, variando entre 30 y 60 kilos de oro (o de plata, según los casos). Para hacernos una idea, a la muerte de Herodes el Grande (4. A.C.), la renta anual del reino de Judea (bajo Arquelao) era de 600 talentos y la de Antipas (Galilea) de 200.
[2] M. Didier, La parabole des talents et des mines, en I. de la Potterie (ed.), De Jésus aux évangiles, BETL 25, Gembloux 1967, 248-271; J. Dupont, La parabole des talents (Mar. 25:14-30) ou des mines (Lc 19:12- 27), RTP 19 (1969) 376-391; P. Fiedler, Die übergabenen Talente. Auslegung von Mt 25,14-30: BibLeb 11 (1970) 259-273; P. Jüon, La Parabole des Mines (Luc 19,13- 27) et la Parabole des Talents (Matthieu, 25,14-30), RSR 29 (1939) 489-494; E. Kamlah, Kritik und Interpretation der Parabel von den anvertrauten Geldern (Mt 25,14ff.; Lk 19,12ff.): KD 14 (1968) 28-38: A. Puig i Tarrech, La Parabole des Talents (Mt 25, 14-30) ou des Mines (Lc 19, 11-28): RevistCatTeol 10 (1985) 269-317; A. Weiser, Die Knechtsgleichnisse der synoptischen Evangelien, SANT 29, Kösel, München 1971.
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