“Uno sólo es vuestro Maestro: el Cristo”
¿Quién es entonces el discípulo? Es aquel que sigue a Jesús yendo detrás de él, como se va detrás del Maestro, pero reconociendo en él a alguien que es más que un Maestro y haciendo de él el único guía: “Uno sólo es vuestro Maestro: el Cristo” (Mt 23,10), porque es el Mesías mismo.
Esta relación no está fundada sobre la institución, sobre la doctrina, sino sobre la fe, sobre la adhesión a su persona.
Jesús se mostró como Rabbí, pero no porque es Rabbí hay que seguirle. Si no entendemos este punto discriminante, es inútil nuestro seguimiento: se transforma entonces para algunos sólo en un maestro Espiritual, en un hombre carismático para otros, un revolucionario para otros mas, y esto no basta para fundamentar la fe y hacer de nosotros unos creyentes. Estemos atentos: el cristianismo siempre ha tenido el grave peligro de entrever y a veces predicar el Jesús Rabbí en base a la actualidad encontrada en su enseñanza: ha salido así el Jesús socialista, el Jesús hippy, el Jesús gurú, el Jesús filántropo… Si esta lectura de Jesús se impusiera, seria el fin de la fe cristiana.
A los discípulos que le llamaban Maestro y Señor Jesús les dice que hacían bien, pero se presenta a ellos como Señor y Maestro (cf Jn 13,13ss).
Ante todo, kyrios, y, subordinado a esto, rabbí.
Si la “forma”, la condición, en que se presentó Jesús era la de un Rabbí, la percepción que de él tuvo la comunidad apostólica trascendió, fue mas alla de la Forma.
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E. Bianchi,
Seguir a Jesús, el Señor,
Narcea, Madrid 1982, 46-47;
traducción, Rita de Nardo.
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En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo
“En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
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Mateo 23,1-12
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