Tod@s vosotr@s sois herman@s
Mt 23,1-12
5 de noviembre de 2023
¡Menudo discurso de Jesús nos regala hoy Mateo! El mismo texto ya es un comentario de lo más esclarecedor sobre su mensaje; claramente muestra una fuerte tensión entre su movimiento y sus seguidores con una de las dos corrientes religiosas judías: la farisea. En este capítulo 23, en concreto, el maestro de Nazaret denuncia la hipocresía más genuina que vivían los fariseos ante un público que no sólo estaba formado por sus discípulos, sino también por gente del pueblo. Es este uno de esos textos que revuelven por la claridad, valentía, transparencia y autoridad de sus palabras.
Jesús no se anda con rodeos, comienza señalando a quiénes van dirigidas sus palabras. Ubica a los destinatarios de su mensaje reconociéndoles, eso sí, que están en el lugar autorizado por su institución religiosa, la Cátedra de Moisés, donde se explican las escrituras; incluso, se molesta en hacer una valoración de sus palabras por ser perfectos conocedores de la ley. Con cierta ironía lanza una invitación a obedecerles. Ahora bien, lo que Jesús está poniendo de manifiesto es la poca autoridad que pueden tener los dirigentes cuando su discurso es manipulador y falso. Como veremos, en la última parte del texto de hoy, Jesús quiere contrastar dos estilos de liderazgo y proponer el suyo como un nuevo estilo que nada tiene que ver con los mandatarios de Isael. Estamos ante un nuevo desafío a su religión.
Esta valentía de Jesús tiene una gran trascendencia, no solo en los liderazgos de la primera comunidad cristiana sino también en la nuestra y cómo se ha ido forjando a lo largo de la historia. Jesús denuncia un liderazgo autócrata, hipócrita, deformado y sin autoridad en el que se anteponen las ansias de poder a la misión de enseñar la ley esencial del judaísmo. No quiere que sus seguidores repitan los modelos de injusticia y degeneración en los que los fariseos estaban instalados, unos modelos que buscaban tener al pueblo sometido y silenciado.
Con mucha aspereza Jesús va desgranando con detalle las características de este modelo de liderazgo que ha de hacernos pensar también en los nuestros, no solo en la institución eclesiástica, sino también en la clase política o en los líderes de nuestros grupos humanos, laborales, vecinales…etc a los que pertenecemos. Jesús denuncia actitudes que suelen definir los liderazgos menos influyentes y más tóxicos, actitudes como la incoherencia, es decir, no hacer lo que se dice, no creer en lo que se obliga a cumplir; imponer cargas morales sólo para los demás y no para uno mismo; buscar el protagonismo y afán de notoriedad, así como recibir reverencias cayendo, a veces, en necesidades idólatras.
En la segunda parte de este texto, Jesús pretende que sus discípulos comprendan un nuevo liderazgo coherente e inspirador, un nuevo liderazgo que se sitúe más en la circularidad que en la jerarquía, donde el único maestro y centro es Cristo; un círculo donde todos sus miembros son equidistantes y están al servicio del bien común, un verdadero discipulado de iguales. Me resulta muy sugerente esta imagen del círculo y tod@s alrededor en igualdad de dignidad, aunque con ministerios y roles diferentes. Realmente es una constelación eclesial que va más allá de la sinodalidad porque refleja a una Iglesia transformada de raíz que no sólo afecta a lo hace o dice, sino a su misma estructura esencial y evangélica.
Pero no nos emocionemos, ya que es muy fácil analizar con todo lujo de detalles a nuestros líderes, pero ¿No creéis que en la segunda parte de este texto Jesús trasciende los liderazgos religiosos y dirige su mirada a nuestra vida personal, social y religiosa? Yo creo que sí, que Jesús ya nos mira a tod@s y denuncia actitudes incompatibles con la novedad del Evangelio; condena lo que nosotros llamamos fariseísmo: mostrar una imagen ante los demás que no es la verdadera buscando únicamente que nos quieran, reducir la fe a una presencia dominical en una iglesia, o a una visita a un santuario o lugar de peregrinación, realizar prácticas religiosas que calman nuestra conciencia e inseguridades, sentirnos mejores que los demás por creer que hemos sido elegidos para “salvar” a la humanidad.
Intuyo que Jesús también apunta a que todos somos líderes de nuestras vidas y tenemos en nuestras manos el poder de decidir vivir en coherencia, el poder de decidir no manipular, el poder de decidir situarnos en igualdad de dignidad aunque se ejerzan roles diferentes, el poder de decidir vivir como aprendices porque la vida auténtica, la que trasciende lo biológico, no termina nunca; el poder de decidir encontrar nuestro sitio desde la conciencia de estar vivos para realizar un servicio a la humanidad.
FELIZ DOMINGO
Rosario Ramos
Fuente Fe Adulta
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