Cuando hablamos de Iglesia ¿Hablamos de Pueblo de Dios o de Jeraquía?
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01. Ha terminado el sínodo.
La clausura del Sínodo el pasado domingo, día 29, y el evangelio de hoy se prestan a hacer alguna consideración sobre la Iglesia.
El sínodo es una cuestión eclesial, y el texto del evangelio de hoy refleja las ideas de fondo de cómo eran y cómo vivían las comunidades judeo-cristianas de Mateo.
No llaméis a nadie Maestro… Todos vosotros sois hermanos… El primero entre vosotros será vuestro servidor…
02.- La Iglesia nació de modo plural
La Iglesia no nació como una congregación religiosa: un fundador que en tal año, con unas constituciones crea un grupo que se denomina orden religiosa, congregación, asociación, etc…
El movimiento que Jesús desencadenó con su Palabra y su actividad se va configurando después de Él, a partir de la Pascua y de modo plural conforme al acento que los diversos apóstoles ponen en su predicación y atendiendo la diversidad de gentes, pueblos y culturas que comenzaban a creer en el Señor Jesús. Por ello, el nacimiento de la Iglesia no fue uniforme sino plural
+ Las comunidades de Pablo son carismáticas, con la peculiar teología de la justificación de JesuCristo por la fe (no por las obras), la libertad frente a la ley, etc.
+ Las comunidades de San Juan que aparecen en el NT ha sufrido mucho y han quedado reducidas a grupos pequeños, centrados “casi exclusivamente” en “el que es”, en Cristo: “Yo soy”; son comunidades sin apenas estructura.
+ La iglesia que aparece al final de NT (Tito y 2 Timoteo) está formada por comunidades más estructuradas en las que ya comienzan los ministerios (presbíteros – obispos, aunque no como los actuales).
+ Las comunidades de Mateo son comunidades formadas por cristianos de tradición judía que buscan su identidad desgajándose “como pueden” del judaísmo. El pueblo de Dios ya no es Israel, sino la iglesia, la comunidad de hermanos son el nuevo pueblo de Dios con una igualdad radical: todos sois hermanos. Ello supone un universalismo, una gran apertura frente al “reduccionismo” judío.
La Iglesia es, pues, una comunidad plural, ¿una comunidad de comunidades? La Iglesia es una unidad, pero no es uniforme.
03.- ¿Podremos llegar a una Iglesia sinodal en la que caminemos de verdad juntos, unidos?
El pasado domingo, día 29, terminaba -hasta cierto punto- el Sínodo que se ha denominado “Sínodo de la sinodalidad”: un pueblo que camina unido: caminamos juntos…
Solemos cantar en la liturgia: Somos un pueblo que camina y juntos caminando…
¿De verdad que algún día llegaremos a caminar juntos?
04.- Tres consideraciones:
4.1. Cuando nosotros hablamos de Iglesia, propiamente no hablamos de Iglesia, de pueblo de Dios que camina, hablamos de Jerarquía, de Roma, de los “cardenales dubia” enfrentados al papa Francisco, de los obispos de las diócesis, etc.
Cuando preguntamos qué dice la Iglesia acerca del divorcio, del celibato, del ministerio de la mujer en la Iglesia, de la homosexualidad, etc…, no preguntamos qué dice el Pueblo de Dios acerca de esas y otras muchas cuestiones, sino que preguntamos qué dice Roma, qué dice el Papa, qué dice el Derecho Canónico acerca de tales cuestiones.
Sin embargo la Iglesia es el Pueblo de Dios.
4.2. Vivimos en una eclesiología casi exclusivamente piramidal ya desde el siglo XI, reforzada en el siglo XIX en el Vaticano I con la definición de la infalibilidad del primado más por motivos históricos, que por necesidad dogmática.
(El cardenal Newman decía que nunca un dogma fue tan innecesario para la Iglesia).
4.3. Personalmente y en mi fuero interno no me gusta mucho pensar en términos de “laicos y jerarquía”, aunque comprendo que hay que hacerlo. Y no me gusta pensar en esos términos porque es admitir una distinción que difícilmente encuentra respaldo en el Evangelio de Jesús. Una cosa es que en la iglesia existan unas necesidades y tareas que atender y, por tanto, tenga que haber unos ministerios que atiendan la vida de la comunidad. Pero de ahí a todo lo que ha venido posteriormente en la historia y en la configuración de la jerarquía, hay mucha distancia.
No llaméis a nadie maestro ni señor, ni consejero: todos sois hermanos.
05.- Situación eclesial en la diócesis.
¡Qué bueno y hermoso es que los hermanos vivan unidos!, dice el salmo 133. Es un buen comentario al texto del evangelio de hoy: Todos vosotros sois hermanos… Es esta una gran verdad que la experimentamos en algunos ámbitos de amistad, de convivencia.
Sin embargo y por desgracia es difícil decir esto del ámbito eclesial.
5.1. Situación eclesial dañada en nuestra diócesis
En la Iglesia hay malestar, que significa: estar mal. En nuestra propia diócesis el clima es difícil, duro. La situación diocesana ha quedado muy dañada, aunque se quiera maquillar o edulcorar el problema.
No nos ha extrañar, porque si el papa Francisco está viviendo en un fuego cruzado, ¿qué podemos esperar los demás?
La comunión eclesial no se logra por sometimiento, por dominación o imposición de una línea ideológica. Somos hermanos porque todos tenemos un mismo Padre.
5.2. Respeto
Quizás hoy en nuestra diócesis la comunión eclesial signifique respeto, saber respetar y respetarse las diversas líneas y movimientos religiosos y entre los curas de diversas tendencias.
En nuestra diócesis (supongo que en otras muchas diócesis también) pensamos y tenemos formulaciones de la fe diversas, desde la forma de vestir, hasta el modo de entender la fe, la teología, la moral, las celebraciones, etc…
Ya en el mismo NT hubo discrepancias y enfrentamientos entre diversos modos de pensar y vivir la fe: En la Iglesia de Antioquía el enfrentamiento entre Pablo y la Iglesia judaizante de Jerusalén (Santiago y Pedro) fue frontal.
Pablo dice en la carta a los Gálatas que “tuve que echarle en cara a Pedro” su comportamiento en la cuestión de los judaizantes, (Gál 2,11)
Los hermanos nos queremos, nos ayudamos, nos respetamos, pero también tenemos nuestras discrepancias, incluso discusiones. Ser hermano no significa ser amigo.
Nuestra diócesis de San Sebastián hoy en día cuenta con unos 60 sacerdotes por debajo de los 75 años. (Hace cincuenta años nuestra diócesis contaba con más de 800 curas).
Por otra parte, las generaciones de curas que crecimos y seguimos viviendo en el Pentecostés liberador del Concilio Vaticano II, somos mayores o muy mayores, tenemos más de 75 años. Los curas más jóvenes son –en general- de otra mentalidad distinta al Concilio. Hace unos días decía Jesús Rico obispo de Ávila y hasta ahora rector del Colegio Español de Roma (buena atalaya para conocer el clero español) decía que: “Entre los curas jóvenes hay resistencias al Papa”
Pero –por- edad en ellos está la “fuerza”, la vitalidad y son los que van a llevar adelante esta iglesia local nuestra en los próximos años, ¿décadas?
La postura racional y razonable no creo que sea la del enfrentamiento, tampoco la de la tristeza o amargura lamentaciones incluidas, sino la de –respetuosamente- hacerse a un lado y dejar paso.
Por nuestra parte y sin estar de acuerdo en muchas cosas, formulaciones teológicas, ritos, etc. seguiremos viviendo en el habitat presente del Concilio, disfrutando y terminando nuestros días en lo que supuso el Concilio.
Para muchos de nosotros el Concilio Vaticano II fue un Pentecostés, un “Éxodo liberador de la esclavitud de Egipto”. Yo a Egipto no vuelvo.
Además, y si buenamente podemos –y mientras podamos-, mantendremos vivas las brasas de Emaús.
Todos vosotros sois hermanos
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