Si sabéis que Dios es esperanza, sabéis mucho acerca de Dios
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01. EL SENTIDO DE LA VIDA ERA ALGO NATURAL, ESPONTÁNEO.
En la historia de la humanidad y hasta hace no muchas décadas en el mundo rural, el sentido de la vida era algo connatural. Nacíamos y vivíamos espontáneamente en un humus de sentido; no era un asunto cuestionado.
La fe como confianza en la vida, en Dios, en el futuro la teníamos y vivíamos serenamente.
El hombre rural, el hombre primitivo en estas cosas del sentido de la vida estaba mejor dotado y preparado que el hombre científico del parque tecnológico de Ayete.
En aquella sociedad rural instituciones como la familia, la religión, la escuela, la misma política proporcionaban sentido, estabilidad. Vivíamos en una gran quietud y serenidad.
02. AGUAS TURBULENTAS.
Podríamos decir que en Europa1 (en Occidente) en tres siglos, XVIII, XIX y XX, ha ido cambiando por completo el modo de pensar y de vivir.
a. El s XVIII es el siglo de “las Luces”, de la Ilustración. La razón sustituye a la fe. Es verdad lo que puedo demostrar (razón), dejemos ya de lado los “cuentos bíblicos” y los dogmas. El desarrollo tecnológico suplanta a la escatología. El progreso suplanta a la esperanza.
b. El s XIX es el siglo en que el hombre mata a Dios. Dios ha muerto (Nietzsche) Hemos de aprender a vivir en la nada. Dios es una proyección, una “fotocopia” perfecta de lo que el hombre quiere ser (Feuerbach). La esperanza no vas más allá de la sociedad perfecta (Marx).
c. El siglo XX será el tiempo de la nada: somos seres que venimos de la nada y la muerte nos encamina hacia la nada (existencialismo). “Nacemos por casualidad, vivimos por inercia y morimos por accidente” (Sartre).
En nuestra post-modernidad la vida ya no tiene sentido. Ni tan siquiera te preguntes de dónde venimos, ni a dónde vamos. “Ni venimos ni vamos”, simplemente somos un momento de divertimento, de consumir y a morirse que no hay más. No te preguntes más. Vive y disfruta –si puedes- de la vida, después te mueres y se acabó.
No te preguntes por el sentido de la vida, porque no tiene ningún sentido canta Vasco Rossi, la vida no tiene ni origen ni meta.
03. LAS PREGUNTAS SIGUEN EN PIE.
Sin embargo lo que define al ser humano es el sentido, preguntarse por el sentido de la vida. (Viktor Frankl).
Podremos eliminar las cuestiones del sentido de la vida de la vida personal, de las aulas, de la sociedad, pero las preguntas afloran y siguen en pie. Y muchas veces surgen las cuestiones de modo patológico o en situaciones difíciles.
Tal vez la pandemia o el bulling en los adolescentes puedan haber aumentado y agravado las enfermedades mentales, la depresión y el suicidio. (Un suicidio cada dos días en el país Vasco). Pero probablemente estas depresiones existenciales, estas desesperanzas y desesperaciones tengan su raíz en la carencia de sentido.
Lo que ciertamente torna muy problemática la vida y la salud mental es la falta de sentido y horizonte en la vida.
04. NO CONFUNDAMOS FE CON ENTRAMADO ECLESIÁSTICO.
Ser religioso, ser creyente no es ser eclesiástico, mucho menos clerical.
Quien se pregunta por el sentido de la vida, incluso quien lo hace ya ante el psiquiatra, ese tal es religioso. Religión es preguntarse apasionadamente por el sentido de la
vida.
Los caminos pueden ser diversos: la medicina, la cultura, la fe… Quien se pregunta y busca un sentido a la vida es profunda y quizás sufrientemente religioso.
05. VOLVER A LA CONFIANZA.
El hombre europeo –nosotros- pusimos nuestra confianza en la razón, en la técnica.
Pero el sentido de la vida no se puede demostrar con la razón. La medicina, la psiquiatría las ciencias no llegan a demostrar que la vida tenga sentido.
Bien está que Osakidetza ponga un departamento en las residencias sanitarias como ayuda al suicida. Bien está que el consejero / ministro de educación apoyen a los maestros en los colegios e ikastolas para ayudar en estas cuestiones. Pero la solución al absurdo y al sinsentido, al suicidio está en transmitir confianza, fe y esperanza.
06. EL HOMBRE NO PUEDE SALVARSE A SÍ MISMO.
Por otra parte vivimos fascinados por las ciencias, por el progreso y la tecnología. Pero no es cierto que la ciencia y la tecnología traigan la plenitud (salvación al ser humano). Basta mirar la historia: dos guerras mundiales, guerra civil española, Auschwitz, Rusia-Ucrania, Israel y Palestina…, hambre en el mundo, migraciones, malos tratos… Además del problema de la muerte que todos tenemos delante…
El hombre no puede salvarse a sí mismo
Decía Laín Entralgo que “el hombre espera por naturaleza algo que no está en nuestra naturaleza”.
Solamente en cuanto vive abierto al horizonte absoluto (trascendencia) puede el hombre dar sentido y esperanza a su existencia.
Decía un filósofo alemán (M. Heidegger): solamente Dios puede salvarnos
07. ¿Y LA IGLESIA?
Hace unos años en la lección inaugural del curso académico de la Pontificia Universidad de Salamanca, el ponente decía que: una Universidad que se limite a transmitir unos conocimientos, es un mero almacén de datos. La Universidad ha de tratar responder a los problemas de las gentes de su tiempo y lugar.
Podemos aplicar algo de esto de la Iglesia: Una Iglesia que no es capaz de dar respuesta a las grandes cuestiones que le plantea el hombre, sirve de muy poco. Se limitará a
repetir ritos y dogmas, pero no responderá a los problemas de sus gentes.
Probablemente evangelizar hoy en día es ayudar a que surjan las preguntas de fondo del ser humano y comunicar confianza (fe) y esperanza en la vida, en el futuro absoluto.
Si sabéis esperar (esperanza) sabéis mucho acerca de Dios.
Ello nos sumirá en una profunda paz y amor. Dios es amor y es el fundamento y sentido de nuestra vida. Él es la roca de nuestro ser.
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