Comentarios desactivados en سلام Salām – Paz – Shalom שָׁלוֹם,
Ante la Guerra desatada en la Tierra del Señor entre los hijos de Abraham, oremos por la Paz, por los fallecidos, secuestrados y torturados. Que el Dios de la Paz mueva los corazones de los que esparcen el odio, la venganza y la muerte. Sólo el reconocimiento mutuo a la existencia de ambos pueblos podrá lograr una paz verdadera basada en la Justicia. Sembremos de Esperanza el camino del cese de hostilidades y del encuentro… (Esta noticia permanecerá fijada esta semana en la portada. A continuación seguirán apareciendo las noticias diarias).
Feliz el momento en el que estaremos sentados en el palacio
Tú y yo,
con dos formas y dos rostros, pero una sola alma.
Tú y yo.
Sentimos el Agua de Vida que fluye aquí en este preciso momento ,
Los colores del bosquecillo y los cantos de los pájaros
nos darán la inmortalidad
en el momento en el que entremos en el jardín.
Tú y yo
Las estrellas del cielo vendrán a mirarnos,
y les mostraremos la luna misma
Tú y yo
Tú y yo
Liberados de nosotros mismos nos uniremos en el éxtasis,
Felices y sin palabras vanas,
Tu y Yo.
Las aves del cielo de brillante plumaje
tendrán el corazón devorado por la envidia
En este lugar en el que seremos tan felices
Tú y yo,
Pero la gran maravilla
es que tú y yo, accurrucados en el mismo nido
Nos encontraremos en este instante
El uno en Iraq, y el otra en Khorastant
Tú y yo
*
Rûmi
*
‘Que el Señor te bendiga y te guarde; Que el Señor haga brillar su rostro sobre tí y te muestre su gracia; Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz.’
*
Torah, Libro de los Números 6, 24-26
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***
Oración de las madres
El susurro del viento del océano
está soplando desde lejos y la ropa colgada está golpeando
la sombra en las paredes. Entre el cielo y la tierra
hay personas que quieren vivir en paz. No te rindas, sigue soñando
con la paz y la prosperidad. Cuando se derritan las paredes del miedo,
cuando regrese de mi exilio y mis puertas se abran
a lo que es verdaderamente bueno.
¡Vamos, a dormir para el nuevo Amanecer! ¡Vamos, quítate el sueño! Ya es de mañana. ¡Vamos al sacrificio!
Una madre envía una paloma para ti,
junto con una oración: ¡Vuela paloma, confía! Tus hijos están en la escuela. Nos reiremos con los niños, al sonido. Para que puedan descansar, de la guerra.
Las paredes del miedo se derretirán algún día, y regresaré del exilio. Mis puertas se abrirán, a lo que es realmente bueno
Desde el norte hacia el sur; Desde el oeste hasta el este; Escucha la oración de las madres: ¡Que haya paz! ¡Tráeles paz!
La luz se eleva desde el este hasta la oración de las madres por la paz
Comentarios desactivados en Ahora te amo a Ti sólo, a Ti sólo sigo y busco…
Ahora te amo a Ti sólo, a Ti sólo sigo y busco, a Ti sólo estoy dispuesto a servir; porque Tú sólo justamente señoreas; quiero pertenecer o tu jurisdicción. Manda y ordena, te ruego, lo que quieras, pero sana mis oídos para oír tu voz; sana y abre mis ojos para ver tus designios; destierra de mi todo ignorancia para que te reconozca a Ti. Dime adónde debo dirigir la mirada para verte a Ti, y espero hacer todo lo que mandes.
Recibe, te pido, a tu fugitivo, Señor, clementísimo Padre; basta ya con lo que he sufrido; basta con mis servicios a tu enemigo, hoy puesto bajo tus pies, basta ya de ser juguete de las apariencias falaces. Recíbeme ya siervo tuyo, que vengo huyendo de tus contrarios, que me retuvieron sin pertenecerles, cuando vivía lejos de Ti. Ahora comprendo la necesidad de volver a ti; ábreme la puerta, porque estoy llamando; enséñame el camino para llegar hasta ti.
Solo tengo voluntad; sé que lo caduco y transitorio debe despreciarse para ir en pos de lo seguro y eterno. Esto hago, Padre, porque esto sólo sé, y todavía no conozco el camino que lleva hasta Ti. Enséñamelo Tú, muéstramelo tú, dame la fuerza para el viaje. Si con la fe llegan a ti los que te buscan, no me niegues la fe; si con la virtud, dame la virtud; si con la ciencia, dame la ciencia. Aumenta en mi la fe, aumenta la esperanza, aumenta la caridad. ¡Oh, cuan admirable y singular es tu bondad!
*
Agustín de Hipona, “Soliloquios”, 1,1,5,
en Obras de san Agustín, I, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1979, 440.
***
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo:
“Escuchad otra parábola:
Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose:
-“Tendrán respeto a mi hijo.“
Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron:
–“Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.” Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.
Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?”
Le contestaron:
-“Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.”
Y Jesús les dice:
-“¿No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.“
Comentarios desactivados en “Dura crítica a los dirigentes religiosos”. 27 Tiempo ordinario – A (Mateo 21,33-43)
La parábola de los «viñadores homicidas» es, sin duda, la más dura que Jesús pronunció contra los dirigentes religiosos de su pueblo. No es fácil remontarse hasta el relato original, pero, probablemente, no era muy diferente del que podemos leer hoy en la tradición evangélica.
Los protagonistas de mayor relieve son, sin duda, los labradores encargados de trabajar la viña. Su actuación es siniestra. No se parecen en absoluto al dueño que cuida la viña con solicitud y amor para que no carezca de nada.
No aceptan al señor al que pertenece la viña. Quieren ser ellos los únicos dueños. Uno tras otro, van eliminando a los siervos que él les envía con paciencia increíble. No respetan ni a su hijo. Cuando llega, lo «echan fuera de la viña» y lo matan. Su única obsesión es «quedarse con la herencia».
¿Qué puede hacer el dueño? Terminar con estos viñadores y entregar su viña a otros «que le entreguen los frutos». La conclusión de Jesús es trágica: «Yo os aseguro que a vosotros se os quitará el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».
A partir de la destrucción de Jerusalén el año 70, la parábola fue leída como una confirmación de que la Iglesia había tomado el relevo de Israel, pero nunca fue interpretada como si en el «nuevo Israel» estuviera garantizada la fidelidad al dueño de la viña.
El reino de Dios no es de la Iglesia. No pertenece a la jerarquía. No es propiedad de estos teólogos o de aquellos. Su único dueño es el Padre. Nadie se ha de sentir propietario de su verdad ni de su espíritu. El reino de Dios está en «el pueblo que produce sus frutos» de justicia, compasión y defensa de los últimos.
La mayor tragedia que puede sucederle al cristianismo de hoy y de siempre es que mate la voz de los profetas, que los sumos sacerdotes se sientan dueños de la «viña del Señor» y que, entre todos, echemos al Hijo «fuera», ahogando su Espíritu. Si la Iglesia no responde a las esperanzas que ha puesto en ella su Señor, Dios abrirá nuevos caminos de salvación en pueblos que produzcan frutos.
Comentarios desactivados en “Arrendará la viña a otros labradores”. Domingo 08 de octubre de 2023. 27º domingo de tiempo ordinario.
Leído en Koinonia:
Isaías 5,1-7: La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel Salmo responsorial: 79 La viña del Señor es la casa de Israel. Filipenses 4,6-9: Poned esto por obra, y el Dios de la paz estará con vosotros. Mateo 21,33-43: Arrendará la viña a otros labradores
Algunos seguimos aferrados a un «servicio de la palabra» más apto para generaciones pasadas que para la sociedad actual. Pretendemos hacer oír una «palabra» alejada de la realidad que vivimos, expresada en un lenguaje teórico, con poco sabor de la vida y la problemática de la gente… La inculturación sigue siendo una «materia pendiente» para demasiados predicadores cristianos. Nos preguntamos cómo lograr que nuestro «servicio de la palabra» se inspire y se haga carne en compromisos concretos por la Vida, la Justicia y la Solidaridad concretas, tal como se viven en el día a día…
Miremos a los profetas, que pueden orientarnos en este sentido. Ellos siempre mantuvieron una actitud crítica frente a las instancias de poder y, simultáneamente, vivían en medio del pueblo. Isaías, por ejemplo, no duda en utilizar una vieja canción romántica, sobre una viña, para comunicar con eficacia su mensaje. No teme que lo tilden de coplero de amoríos, o que la gente piense que sus recursos didácticos no están a la altura requerida. Para Isaías lo importante era hacer captar al decadente reino de Judá los peligros evidentes de una política interna ejercida mediante el autoritarismo, la represión y el inmediatismo. Y la maestría de su «servicio de la palabra», comprometido y vital, accesible y a la vez profundo, quedó reflejado en la «Canción de la viña» que hoy escuchamos como primera lectura.
Ocurre otro tanto con la predicación de Jesús, como podemos ver en el evangelio de hoy. Jesús se vale del mismo tema de la viña para expresar su mensaje.
Muchos grupos fanáticos consideraban que la salvación de Israel era la única meta de la historia. Jesús cuestionó duramente esta manera de pensar, por superficial y excluyente. Por eso, muchos líderes sectarios, tanto de derecha como de izquierda, consideraron que Jesús era una amenaza.
Para Jesús el Reino de Dios estaba abierto a todos los seres humanos «de buena voluntad», o sea, todas las personas que tengan como valor primero de su vida el Amor y la Justicia. Porque, como dice esa maravillosa canción litúrgica (el salmo 71), el Reino es «Vida, Verdad, Justicia, Paz, Gratuidad, Amor». Por eso es por lo que no eran importantes para Jesús las diferencias raciales, de género o de cualquier otro tipo: todas las personas «de buena voluntad», todas las que estén dispuestas a vivir la solidaridad fraterna, están invitadas. Y Jesús no sólo propuso esto como un ideal, sino que lo realizó con su práctica.
Esta manera de actuar y de pensar le acarreó agudos y profundos conflictos con los grupos religiosos y políticos de la época, incluso con sus propios discípulos. Para los hombres ortodoxos, esta apertura del Reino de Dios a los extranjeros, enfermos y pecadoras era absolutamente impensable. Más aún, ellos consideraban que fuera de Israel y de su particular religión no había salvación para nadie. Se consideraban «propietarios» del Reino de Dios.
Jesús los desafía abiertamente, y por medio de esa comparación con la viña, les muestra que la ortodoxia recalcitrante no conduce a la salvación. El profeta de Galilea se burla de las pretensiones privatizadoras de los ortodoxos, y les muestra que Dios entrega el Reino a aquellas comunidades que viven el amor y la justicia. El Reino no es propiedad privada de nadie ni de ningún grupo en particular. Nadie lo tiene asegurado a título de una raza o religión concreta.
Toda la vida y ministerio de Jesús es compromiso con la vida. Sus acciones y palabras convocan a todos a compartir su vida en la nueva realidad humana y mundana que la construcción del Reino va provocando: sus obras poderosas, su acogida hacia los excluidos, el anuncio de la utopía de Dios que abre nuevos horizontes de esperanza en el corazón de los pobres. Éstos y otros signos son manifestaciones de la voluntad del Padre que envía a Jesús para que los hijos e hijas «tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10,10) y que, por ello, invita a celebrar el retorno del hijo «que estaba muerto y ha vuelto a la vida» (cf. Lc 15,32).
La denuncias de Jesús, por otra parte, nos indican que el mensajero del Dios de la Vida no puede permitir que el ser humano esté permanentemente torturado por experiencias de muerte. Queremos que nuestra vida y nuestro ministerio sean una confesión y un testimonio de nuestra fe en el Dios «que ama la vida» (Sab 11,26). Como seguidores de Jesús sabemos que esta vida se manifiesta y goza en plenitud cuando se pone totalmente al servicio del Reino (cf Mt 10,39).
Jesús, el Hijo del hombre, está dispuesto a dar su vida en rescate por todos (cf Mt 20,28). Nadie le quitó la vida; él la entregó libremente. De él hemos aprendido que ser buen pastor es desvivirse por el rebaño, dar la vida por los hermanos (cf Jn 10,11). En este momento debemos sumarnos a tantos cristianos y cristianas que en los últimos años han optado por servir a la vida, aun a riesgo de perder o complicar la suya propia. Al hacerlo, prolongamos la mejor tradición cristiana, confiados en la intercesión de nuestros hermanos y hermanas mártires. Leer más…
Comentarios desactivados en 8.10.23 (Dom 27 TO )La piedra que desecharon los arquitectos. Mt 21, 40-44
Del blog de Xabier Pikaza:
El evangelio de hoy (Mt 21, 23-34) ha de verse desde el tema de domingo pasado (publicanos y prostitutas os preceden…) y desde la oración Teresa de Lisieux (3 Octubre: Jn 17), cuando proclama, con Jesús, que todos somos sacerdotes del nuevo reino de Dios. A Teresa de Lisieux le hicieron santa y doctora para que la veneremos, pero pocos siguen su camino.
Este evangelio retoma los motivos anteriores desde la imagen de los viñadores poderosos (sacerdotes y senadores) que para apoderarse de la viña matan al auténtico heredero: echan fuera la auténtica piedra, para hacerse ellos mismos piedra y templo. Esta es una historia plenamente actual. Sigue siendo la historia de la iglesia del mundo del siglo XXI.
| X. Pikaza
Piedra angular. Que “cuadre la construcción”.
He comentado extensamente ese motivo (viñadores homicidas) en mi Historia de Jesús y en comentarios a Marcos y Mateo Suponiendo conocido ese motivo me centro en los últimos versos del pasaje, que nos sitúan ante una de las claves del evangelio y de la vida de la iglesia: Sobre la piedra desechada por la sociedad civil y por la iglesia edifica Jesús su reino, hoy siglo XXI como entonces, siglo I.
Reunidos en Granada los políticos/arquitectos de Europa occidental se empeñaron ayer (6.10.23) en Granada en crear un “mercado”, expulsando a los de siempre (la piedra que desecharon…). Reunidos hoy (8.20.23) en Roma muchos “grandes” de la Iglesia buscan igualmente piedras buenas para edificar su “templo”. Entre los desechados, en los basureros de la humanidad triunfante, sigue buscando Jesús las piedras vivas de du Reino. Podría decirse quizá con más retórica, pero no con más contundencia.
Leamos la parábola. Sacerdotes y senadores han matado al hijo, heredero de la viña. La “historia” de Dios podía haber terminado de esa manera, con la muerte del Hijo… y con la revancha/venganza del amo. Pero vengamos al texto, sigamos leyendo:
21 40 Pues bien, cuando vuelva el dueño de la viña ¿qué hará con aquellos agricultores? 41 Le contestaron: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros agricultores, que le entreguen los frutos a sus tiempos. 42 Y Jesús les dice: ¿No habéis leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular?. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente? ¿Qué hará el amor de la viña? Jesús pregunte. Le responden “lógicamente” que les mate
La respuesta de los interlocutores de Jesús indica que ellos han entendido la parábola en clave de talión (en contra de lo que él mismo Jesús había proclamado en Mt 5, 38-48). Que les mate, que les maten. Esa sigue siendo la respuesta de la gente Mc 12, 8(¡hará morir de mala muerte…!), pero indicando con una diferencia. Esa es la respuesta, que con tonos diversos sale hoy en los periódicos: Que maten a los rusos o a los catalanes, a los sicarios de Colombia o a los emigrantes de pateras (que los maten, que los dejen morir en campos de batalla, en parlamentos o en pateras y cárceles.
Pero Mateo indica aquí (en su evangelio) que esa no es la respuesta de Jesús, sino la de la gente. Esa es la respuesta de un tipo e democracia de muerte… Matar a los que estorban, a todos los demás… creando así una historia infinita de chivos emisarios y chivos expiatorios… Esta es la respuesta del talión de sangre, que sigue sonando en la historia desde el tiempo de Caín (Gen 4 Esa respuesta (matará… ) nos línea se sitúa en una línea de legalidad punitiva, que sigue condenando (aplastando) a los hombres, suponiendo que un pecado sólo se resuelve y limpia con otro pecado, conforme al dictado de una espiral de violencia infinita, porque supone que Dios mismo es violento y que, tras un tiempo de paciencia, en que ha dejado a los violentos que asesinen y maten a los justos, vendrá a manifestarse como vengador incontenible, respondiendo en su mismo plano a los asesinos, destruyendo (asesinando) de un modo implacable a los renteros asesinos, como suponen muchos libros apocalípticos e incluso una teología de línea sapiencial [1].
Conforme a esta respuesta (hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros agricultores, que le entreguen los frutos a sus tiempos…), el des-orden anterior se mantendría como estaba, porque los nuevos viñadores seguirían sometidos a la misma presión de violencia de los ajusticiados.
´Mateo ha dejado claro que esta respuesta no es de Jesús, ni de los cristianos, sino de algunos oyentes, pues ella va en contra del Sermón de la Montaña (5, 38-48) y del mensaje universal de Pascua (28, 16-20). Dios no ha querido matar a los asesinos de su Hijo, sino al contrario: les ha ofrecido la gracia del perdón a través del mismo Jesús resucitado.
Respuesta de “masones”. Jesús el arquitecto: La piedra desechada
En este fondo introduce Mateo el pensamiento de Jesús (¿no habéis leído: la piedra que desecharon los arquitectos…?). Esa es la respuesta que Jesús presenta como clave de interpretación de la historia humana, una respuesta que que estaba ya en el AT (Sal 118), pero que sólo ahora puede entenderse plenamente.
Según Mc 6, 4, Jesús es el tekton, un simple obrero de la construcción (albañil, cantero…). Pues bien, aquí aparece no como simple tekton sino como el arquitecto, el arquitecto de la nueva humanidad, el verdadero “masón” de las imágenes ilustradas de los masones del siglo XIX. Se trata de construir una nueva humanidad, pero no desde las “piedras” de los arquitectos oficiales (armas, dinero, superioridad, excelencia…), sino desde las piedras desechadas de la historia humana, desde los desechados del mundo. ¿No habéis leído? Así dice Jesús, como en Mc 13, 14. El sepa leer la historia que aprenda, que entiende, pues la lección viene de atrás, como dice el salmo.
Salmo de la piedra desechada:
20 esta es la puerta de Jehová; ¡por ella entrarán los justos!
21 Te alabaré porque me has oído y me fuiste por salvación.
22 La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la cabeza del ángulo.
23 De parte de Jehová es esto y es cosa maravillosa a nuestros ojos.
24 Éste es el día que hizo Jehová; ¡nos gozaremos y alegraremos en él! (cf. Sal 118, 22-23).
Éste es el canto de unos fieles judíos que, habiendo sido rechazados tras la vuelta del exilio de Babilonia, entre el V-III a.C., vinieron a presentarse ante Dios como piedra angular del nuevo edificio del templo (la comunidad restaurada). Así muestran que Dios consigue su victoria a través de personas descartadas, marginadas por los constructores oficiales a quienes habían querido eliminar. Éste es el salmo que Jesús asume como principio de interpretación de la historia. El verdadero edificio del templo de Dios se construye con piedras desechadas.
Jesús no habla así simplemente condenar sin más a los sacerdotes y senadora (como ellos supondrán: 21, 45), sino para que reflexionen y respondan (=cambien de actitud), y lo hace con ese salmo, que cuenta la historia de un hombre que da gracias a Dios porque le ha liberado de una gran crisis o prueba, de manera que aquellos que le acompañan en la oración proclaman “la piedra que desecharon los arquitectos…”.
Éste es el salmo/canto de los publicanos y las prostitutas, de los expulsados de todos los caminos, de los encarcelados y emigrantes, de los condenados de las cárceles de la historia humana (Mt 25, 31-46). Sólo a partir de ellos se puede crear la historia de la nueva humanidad.
Sentencia de Jesús, piedra de escándalo (Mt 21, 43-46).
La sentencia de 21, 43 es propia de Mateo (no se incluye en Mc 12, 1-12 ni en Lc 20, 11-18), y parece ratificar la respuesta de los primeros oyentes (hará morir a esos malvados: 21, 41)… pero lo hace en forma de inversión… Los que condenan y matan a los demás se condenan y matan a sí mismos. Al rechazar a publicanos y prostitutas, al condenar a los trabajadores de la viña, al matar a los pobres (hijos de Dios), los senadores y sacerdotes del mundo se matan a sí mismo.
21 43 Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos. (44 Y el que caiga sobre esta piedra será hecho pedazos; y aquel sobre el que caiga esta piedra quedará desmenuzado). 45 Y los sumos sacerdotes y los fariseos, oyendo sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos.
Esta sentencia no dice que las autoridades de Jerusalén (sacerdotes, ancianos, fariseos…) serán ajusticiadas (que morirán en este mundo, o que se condenarán después para siempre), sino sólo que se les quitará su autoridad. Esta es la misma sentencia del Magnificar: Derriba del trono a los potentados y eleva a los humillados (Lc 1, 46.55). El mayor bien que Dios puede hacer a los grandes arquitectos (ricos, senadores, sacerdotes…) es que pierdan el poder, poder, que bajen de sus tronos, que pierdan sus privilegios de muerte… que vivan al ras de la vida, al ras de la gente, en diálogo de respeto, de amor, como han puesto de relieve los comentaristas de salmos (Cf. H.-J. Kraus, Los Salmos I-II, Sígueme Salamanca 1993; L. Alonso Schökel, Salmos I-II, Verbo Divino, Estella 1992), como yo mismo he destacado últimamente en mi Lectura cristiana de los salmos ( VD, Estella 2023)..
Jesús condena a los agricultores y arquitectos antiguos (sacerdotes, senadores…), pero no para colocar en su lugar a otros quizá mejores, sino para ofrecer el reino, la vida a un pueblo nuevo que produzca y comparte la frutos verdaderos…
Conforme a la visión de Mateo, este nuevo pueblo es la Iglesia mesiánica, es la nueva humanidad que no se opone a Israel en cuanto tal (Mateo supone que los judíos pueden formar y forman parte de ese pueblo), sino a sus autoridades (sacerdotes, ancianos…). Esta es la gran promesa, la esperanza de la nueva humanidad.
La piedra del juicio. Una glosa de Mateo:
Y el que caiga sobre esta piedra será hecho pedazos; y aquel sobre el que caiga esta piedra quedará desmenuzado) (Mt 21, 44, cf Is. 8, 14-15; Dan 2 34-44).
Ésta es una glosa, pero una glosa muy significativa, como explico en la nota 2 [2]. Posiblemente no viene de Jesús. Marcos no la introduce. Lucas la introduce en un contexto distinto… Aquí aparece en algunos manuscritos de Mateo, en otros no aparece. Posiblemente es un texto que solía aducirse en algunas discusiones entre cristianos y cristianos, cristianos y judíos sobre el sentido de la Piedra-Jesús,
El domingo pasado, Jesús denunció a las autoridades religiosas y políticas por no haber creído a Juan Bautista ni haberse dejado interpelar por el buen ejemplo de los recaudadores de impuestos y las prostitutas. Este domingo, el ataque es más duro: los acusará de ladrones y asesinos. Para comprenderlo hay que remontarse ocho siglos, hasta la época de Isaías.
Acto I: Explanada del templo de Jerusalén. Hacia 735 a.C.
El murmullo se apaga lentamente. Cuando se hace silencio, Isaías se dirige a la gente congregada: «Voy a cantar una canción de amor. Del amor de mi amigo a su viña». El público sonríe incrédulo. No imagina al profeta cantando una canción de amor. Lo más frecuente en él son denuncias y elegías.
La canción habla del trabajo entusiasta que dedica su amigo a una hermosa viña: entrecava el terreno, lo descanta, plata buenas cepas, construye una atalaya y, esperando una magnífica cosecha, cava un lagar. Pero, al cabo del tiempo, la viña, en vez de dar uvas hermosas y dulces, da ácidos agrazones.
Isaías aparta la cítara y mira fijamente al público: «Ahora os toca a vosotros hacer de jueces entre mi amigo y su viña. ¿Podía hacer por ella más de lo que hizo».
La gente guarda silencio e Isaías continúa: «Voy a deciros lo que hará mi amigo: derribará su valla para que sirva de pasto a ovejas y cabras, para que la pisoteen mulos y toros; la arrasará para que crezcan en ella zarzas y cardos, y prohibirá a las nubes que lluevan sobre ella».
El profeta se interrumpe y pregunta de nuevo: «¿Quién es mi amigo y cuál es su viña?» Pero no da tiempo a que nadie intervenga: «La viña del Señor sois vosotros, los hombres de Israel y de Judá. Dios ha hecho mucho por vosotros, y esperó a cambio que practicarais el derecho y la justicia, que os portarais bien con el prójimo. Pero sólo habéis producido asesinatos y provocado lamentos».
El texto de la canción es la 1ª lectura de hoy:
Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña.
Mi amigo tenía una viña en fértil collado.
La entrecavó, la descantó, y plantó buenas cepas;
construyó en medio una atalaya y cavó un lagar.
Y esperó que diese uvas, pero dio agrazones.
Pues ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá,
por favor, sed jueces entre mí y mi viña.
¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho?
¿Por qué, esperando que diera uvas, dio agrazones?
Pues ahora os diré a vosotros lo que voy a hacer con mi viña:
quitar su valla para que sirva de pasto,
derruir su tapia para que la pisoteen.
La dejaré arrasada:
no la podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos;
prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella.
La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel;
son los hombres de Judá su plantel preferido.
Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos;
esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos.
Acto II: Explanada del templo de Jerusalén. Hacia año 29 de nuestra era.
Jesús acaba de contar a los sacerdotes y senadores la parábola de los dos hermanos, advirtiéndoles que las prostitutas y los publicanos les llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Inmediatamente, sin darles tiempo a reaccionar ni responder, les dice:
― Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar…
― Ésa ya la sabemos, comenta uno en voz alta. Ésa no es tuya, es de Isaías.
Jesús no se inmuta. Y la parábola toma de repente un rumbo imprevisible. A diferencia de la viña de Isaías, ésta sí da fruto. El problema no radica en la viña, sino en los viñadores, que se niegan a entregar los frutos a su legítimo propietario.
El drama se desarrolla en tres etapas. En las dos primeras, el dueño envía unos criados, y los viñadores los apalean, matan o apedrean. En la tercera, envía a su propio hijo. Cuando lo matan, Jesús, igual que Isaías, se encara con los oyentes, pidiéndoles su opinión: «¿Qué hará con aquellos labradores?»
A diferencia de lo que ocurre en Isaías, los oyentes intervienen, emitiendo una sentencia tremendamente dura: los viñadores merecen la muerte y la viña será entregada a otros más honrados.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
― Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo, diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo. “Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: “Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.” Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»
Le contestaron:
― Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.
Y Jesús les dice:
― ¿No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.»
Tres grandes enseñanzas
La canción de la viña de Isaías insiste en una idea que a muchos cristianos todavía les resulta extraña: el amor de Dios se paga con amor al prójimo. Dios ha hecho mucho por los israelitas, pero lo que pide de ellos no es actos de culto sino la práctica de la justicia y el derecho. Jesús dirá que el segundo mandamiento (amar al prójimo) es tan importante como el primero (amar a Dios). Y la 1ª carta de Juan afirma: «Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amar… a nuestros hermanos».
Para Jesús, a diferencia de Isaías, el pueblo no es una viña mala e improductiva. Al contrario, da frutos a su tiempo. El mal radica en las autoridades religiosas, que consideran la viña propiedad privada y no reconocen a su auténtico propietario. Por eso Mateo termina con un comentario incomprensiblemente suprimido por la liturgia: «Al oír sus parábolas, los sumos sacerdotes y los fariseos se dieron cuenta de que iban por ellos» (v.45). Sería completamente equivocado utilizar la homilía de este domingo para atacar al público presente, que bastante hace con soportarnos. Quienes debemos sentirnos especialmente interpelados somos los que tenemos una responsabilidad dentro de la comunidad cristiana.
En su versión final (véase “Una cuestión discutida”), la parábola subraya la importancia y triunfo de Jesús. Después de todos los profetas (los criados), él es “el hijo”, lo más valioso que Dios puede mandar. Y aunque las autoridades religiosas lo infravaloren y desprecien, él termina convertido en la piedra angular del nuevo edificio de la Iglesia.
Una cuestión discutida
Muchos comentaristas piensan que la parábola primitiva contada por Jesús hablaba sólo del envío de los criados, los profetas, a los que los viñadores apalean, matan o apedrean. Y terminaría con las palabras: «Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.» Es pueblo eran los seguidores de Jesús.
Cuando lo mataron, los primeros cristianos pensaron que este era el mayor crimen, y se habrían añadido las palabras referentes al envío y la muerte del hijo. En la misma línea de subrayar la importancia de Jesús habría añadido las palabras del Salmo 118,22: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente». Es un cambio fuerte de metáfora. Los viñadores se convierten en arquitectos, y el hijo en una piedra. Los constructores la desechan, porque no la consideran válida como piedra angular, la que soporta el peso de todo el arco. Sin embargo, Dios la coloca en un puesto de privilegio. Con este añadido, la parábola pierde en claridad, pero advierte a las autoridades religiosas que su crimen no ha servido de nada, y alegra a los cristianos con la certeza del triunfo de Jesús.
La paz de Dios y la forma de conseguirla (Filipenses 4,6-9)
La lectura de Pablo comienza con las palabras: «Nada os preocupe», y repite más adelante dos promesas muy parecidas: «La paz de Dios custodiará vuestros corazones» y «el Dios de la paz estará con vosotros». La paz, siempre necesaria, lo es quizá más en este tiempo. Pablo indica a los cristianos de Filipos tres recursos para conseguirla: 1) la oración, la súplica y la acción de gracias; 2) tener en cuenta todo lo que es virtud o mérito; 3) poner por obra lo que recibieron, oyeron y vieron en él.
Si reflexionamos sobre estos recursos y los ponemos en práctica, conseguiremos la paz de Dios.
Hoy celebramos la Buena Noticia de un Dios inmensamente paciente, capaz de enviarnos a su hijo, es decir, capaz de enviarnos lo más valioso que tiene. Y no nos lo envía cuando somos buenos, sino aun sabiendo que no sabremos ni acogerlo ni respetarlo.
La Buena Noticia, lo veíamos también la semana pasada, es que Dios no se da por vencido. A pesar de la cizaña, la semilla de la humanidad es buena y Él sabe que al final, todo saldrá bien. La luz vencerá la oscuridad.
Lo que mueve los hilos de la Historia de la Salvación son el amor, la generosidad, el puro derroche. Dios no pone condiciones, pone amor. Jesús no nace como resultado de la buena conducta del pueblo. Y aunque el pueblo lo espera, llega de la manera más inesperada, en el lugar indicado, pero sin ser reconocido a simple vista.
Así son las cosas de Dios: imprevistas. Y nosotras, pobres criaturas, no acabamos de saber reconocerlo y aun menos sabemos acogerlo. Nos pasa muchas veces como a estos labradores que cuando leemos la parábola nos parecen tan horribles y nos sale una respuesta como la de quienes le oyeron la parábola a Jesús: “Hará morir de mala muerte a esos malvados…”
Pero no fue así, nunca es así con Dios Trinidad, su paciencia es infinita, como lo es también su bondad y su amor por cada una de nosotras, por eso nos da lo más valioso que tiene, se nos da él mismo sin medida y espera, nos da todo el tiempo que necesitamos para aprender a acoger, a amar… Nos conoce y sabe que estamos hechas de amor infinito.
Oración
Gracias, Trinidad Santa, por tu eterna confianza. Por renovarla cada mañana, muy a pesar de nuestras guerras, envidias, codicias y larga lista de debilidades. Gracias porque nos recuerdas que nuestra verdadera esencia no es todo eso. Gracias por esa semilla divina que puede crecer y desarrollarse precisamente, en el estiércol de nuestra condición humana.
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DOMINGO 27 (A)
Mt 21,33-43
De las tres parábolas con que responde Jesús a los jefes religiosos (los dos hijos a la viña, los viñadores homicidas y el banquete de boda), la de hoy es la más provocadora. Al rechazo de los jefes responde Jesús con suma crudeza. Esta parábola se narra ya en el evangelio de Mc, del que copian Mt y Lc. Cuando se escriben ya se había producido la muerte de Jesús, la destrucción de Jerusalén y la separación de los cristianos de la religión judía. Era muy fácil anunciar como profecía, lo que había sucedido ya.
Aunque el relato puede verse como parábola, el mismo Mt nos la presenta como una alegoría, donde, a cada elemento del relato corresponde un elemento metafórico espiritual. El propietario es Dios. La viña es el pueblo elegido. Los labradores son los jefes religiosos. Los enviados una y otra vez son los profetas. El hijo es el mismo Jesús. Los frutos que Dios espera son derecho y justicia. El nuevo pueblo, a quien se ha entregado la viña, que tiene que producir abundantes frutos, es la comunidad cristiana.
El relato del evangelio es copia, casi literal, del texto de Isaías. Pero si nos fijamos bien, descubriremos matices que cambian sustancialmente el mensaje. En Is el protagonista es el pueblo(viña), que no ha respondido a las expectativas de Dios; en vez de dar uvas, dio agrazones. En Mt los protagonistas son los jefes religiosos (viñadores), que quieren apropiarse de los frutos e incluso de la misma viña. No quieren reconocer los derechos del propietario. Pero al final se retoma la perspectiva de Isaías porque se dice que la viña será entregada a otro pueblo, cosa que ni a Isaías ni a Jesús se le podía ocurrir.
Como los domingos anteriores, se nos habla de la viña. Una de las imágenes más utilizadas en el AT para referirse al pueblo elegido. Seguramente, Jesús recordó muchas veces el canto de Isaías a la viña; sin embargo, no es probable que la relatara tal como la encontramos en los evangelios. No solo porque en él se da por supuesto la muerte de Jesús y el total rechazo del pueblo de Israel, sino también porque a ningún judío le podía pasar por la cabeza que Dios les rechazara para elegir a otro pueblo. Por lo tanto, está reflejando una reflexión de la comunidad cristiana muy posterior a Jesús.
Se os quitará la viña y se dará a otro pueblo que produzca sus frutos. Una manera muy bíblica de justificar que los cristianos se consideraran ahora el pueblo elegido. Esto era inaceptable y un gran escándalo para los judíos que consideraban la Ley y el templo como la obra definitiva de Dios, y ellos, sus destinatarios exclusivos. El relato no sólo justifica la separación, sino que también advierte a las autoridades de la comunidad que pueden caer en la misma trampa y ser rechazada como pueblo elegido.
Recordemos que entre la Torá (Ley) y el mensaje del Jesús, existe un peldaño que a veces olvidamos, y que seguramente hizo posible que la predicación de Jesús prendiera, al menos en unos pocos. Recordad las veces que se dice en el evangelio: “para que se cumplieran las escrituras”. Ese escalón intermedio fueron los profetas, que dieron chispazos increíbles en la dirección correcta; aunque no fueron escuchados. Muchas de las enseñanzas de Jesús, y precisamente las más polémicas, ya las encontramos en ellos.
La piedra desechada es ahora la piedra angular, es ya la apreciación cristiana de la figura de Jesús. Jesús no pudo contemplar el rechazo del pueblo judío como la causa de su muerte. Jesús nunca pretendió una nueva religión, ni inventarse un nuevo Dios. Jesús fue judío por los cuatro costados, y nunca dejó de serlo. Muy a su pesar, su predicación dio lugar al nacimiento del cristianismo. El traspaso de la viña a otros, sobrepasa el pensamiento bíblico. El pueblo elegido es castigado, pero permanece como elegido.
Tendremos verdadera dificultad en aplicarnos la parábola si partimos de la idea de que aquellos jefes religiosos eran malvados y procedían por mala voluntad. Nada más lejos de la realidad. Su preocupación por el culto, por la Ley, por defender la institución, por el respeto a su Dios era sincera. Lo que les perdió fue la falta de autocrítica y confundir los derechos de Dios con sus propios intereses. De esta manera llegaron a identificar la voluntad de Dios con la suya propia y creerse dueños y señores del pueblo.
No se pone en duda que la viña dé frutos. Se trata de criticar a los que se aprovechan de los frutos que corresponden al Dueño. A Jesús le mataron por criticar el mal uso que hacían los jefes de la religión. Atacó radicalmente los dos pilares sobre los que se sustentaba. No criticó el templo y la Ley en sí, sino la interpretación que hacían de ambos. También nuestros dirigentes son administradores y no dueños de la viña. La tentación de aprovechar la viña en beneficio propio es hoy la misma que en tiempo de Jesús.
La historia nos demuestra que es muy fácil caer en la trampa de identificar los intereses propios o de grupo, con la voluntad de Dios. Esta tentación es mayor cuanto más religiosa sea la comunidad. Esa posibilidad no ha disminuido un ápice en nuestro tiempo. El primer paso para llegar a esta nefasta actitud es separar el interés de Dios del interés del ser humano concreto y personal. El segundo paso es oponerlos. Dados estos pasos ya tenemos justificado que se pueda machacar impunemente al hombre en nombre de Dios.
¿Qué espera Dios de mí? Dios no puede esperar nada de mí porque nada puedo darle. Él es el que se nos da totalmente. Lo que Dios espera de nosotros no es para Él sino para nosotros. Lo que Dios quiere es que todas y cada una de sus criaturas alcance el máximo de ser. Como seres humanos, tenemos que alcanzar nuestra plenitud precisamente por nuestra humanidad. Desde que nacemos tenemos que estar en constante evolución. Jesús alcanzó esa plenitud y nos marcó el camino para que todos podamos llegar a ella.
¿De qué frutos nos habla el evangelio? Los fariseos eran los cumplidores estrictos de la Ley. Isaías dice: “esperó de ellos derecho y ahí tenéis asesinatos; esperó justicia y ahí tenéis lamentos”. La Torá hubiera dicho: esperó sacrificios, esperó un culto digno, esperó oración, esperó ayuno, esperó el cumplimiento de la Ley. Al pedir derecho y justicia demuestra que el bien del hombre es lo más importante. Jesús da un paso más. No habla ya de “derecho y justicia” sino de amor total que es la norma suprema.
La denuncia nos afecta a todos, porque todos tenemos algún grado de autoridad y todos la utilizamos buscando muestro propio beneficio en lugar de buscar el bien de los demás. No sólo el superior autoritario que abusa de sus súbditos como esclavos a su servicio, sino también la abuela que dice al niño: si no haces esto, o dejas de hacer aquello, Jesús no te quiere. Siempre que utilizamos nuestra superioridad para domesticar a los demás, estamos apropiándonos de los frutos que no son nuestros.
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Las parábolas de la reprobación están dirigidas específicamente a las autoridades judías, y su aplicación a nosotros es poco evidente. Por eso, vamos a aprovechar estos dos domingos para abordar un tema que nos incumbe: ¿Hasta qué punto el avance de la ciencia está estrechando el espacio necesario para creer en Dios?…
Einstein dijo en cierta ocasión que “el hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir”, y quizás esta historia sea una buena prueba de ello.
Allá por el año 1931, un jesuita belga (y matemático prodigioso) de nombre Georges Lemaître, lanzó por primera vez la idea de un universo en permanente expansión, y añadió que, remontándose hacia atrás en el tiempo, su dimensión inicial tuvo que haber sido ínfima. Aventuró que su origen pudo ser la explosión de una partícula de dimensiones ínfimas y densidad infinita a la que llamó “átomo primigenio”.
Esta hipótesis fue acogida con gran hostilidad por parte de la comunidad científica, aduciendo que Lemaître pretendía favorecer con ella sus ideas religiosas acerca de la Creación. Poco más tarde, Edwin Hubble demostró empíricamente que el Universo se está expandiendo, y la idea de Lemaître comenzó a ser aceptada. Sobre los años cincuenta, George Gamow, brillante físico ucraniano, desarrolló un modelo completo y convincente que hizo de la teoría de Lemaître una teoría respetable.
Así nació el “Modelo Estándar del Big Bang” que está hoy generalmente aceptado por la comunidad científica. Este modelo hace una descripción detallada y rigurosa del proceso que tuvo lugar a partir de aquella gran explosión, aunque, eso sí, renunciando a explicar las causas que la originaron. Sus fundamentos teóricos hay que buscarlos en la teoría especial de la relatividad de Einstein y la mecánica cuántica, y su fiabilidad está avalada por las observaciones y experimentos llevados a cabo en diversos observatorios y aceleradores de partículas.
Básicamente, este modelo sostiene que en el momento del Big Bang se generó un gran flujo de radiación en todas las direcciones, y que ésta energía acabó produciendo los átomos más ligeros de la tabla periódica; hidrógeno, deuterio y helio. Añade que las fluctuaciones de densidad existentes en aquel Universo primigenio dieron lugar a estrellas y galaxias, y que en el interior de las estrellas se fabricaron los átomos más pesados —del litio al uranio—, debido a las condiciones extremas de presión y temperatura allí existentes. Arrojados al espacio por explosión de las supernovas que los contenían, dieron lugar a los meteoritos, planetas y demás cuerpos densos que pueblan el cosmos…
Un relato fascinante, sin duda, pero que no explica de dónde procedía esa partícula primitiva (o esa acumulación de energía) que desencadenó el Big Bang, y que, por tanto, no desvela el enigma del origen del universo y de nuestra propia existencia. Algunos científicos han desarrollado teorías para responder a este enigma, pero todas ellas presentan inconsistencias tan sustanciales que les impiden ser aceptadas como parte integrante del Modelo Estándar del Big Bang.
La postura más común entre los científicos de prestigio la vemos en James Peebles, Premio Nobel de física de 2019, quien, en una entrevista en la embajada sueca en Washington tras obtener el galardón, manifestó lo siguiente: «Lo que sí tenemos es una teoría de la evolución bien probada desde unos segundos después de la explosión. Sin embargo, la misteriosa fase inicial sigue siendo eso, un misterio»
Y es que, sin leyes físicas ni datos empíricos previos al Big Bang, éste se ha convertido en un muro infranqueable en el que la ciencia ha encontrado su frontera. Ello nos invita a buscar las respuestas a las preguntas límite de nuestra existencia en ámbitos distintos al ámbito científico, por ejemplo, el religioso, pues, como decía Einstein: «La ciencia sin la religión es coja, y la religión sin la ciencia es ciega».
Si recurrimos al Génesis para entender qué pasó, vemos que los cronistas de sus dos primeros capítulos nos describen a su modo la Creación, pero de su descripción se desprende que no tienen ninguna vocación científica y que les importa un bledo cómo se formó el mundo o cómo surgió el primer hombre.
El único mensaje que tratan de transmitir es que el mundo es obra de Dios, y que el hombre está alentado por el soplo de Dios; por el espíritu de Dios… Eso sí, para envolver el mensaje se inventan un relato precioso que hace tangible el suceso. No saben nada de física, ni de genética ni de evolución, y aunque hubiesen sabido, el relato científico les habría parecido totalmente irrelevante frente al mensaje central que nos trasmiten.
Miguel Ángel Munárriz Casajús
Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí
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Mt 21, 33-43
De nuevo Mateo nos presenta a Jesús invitando a sus oyentes a imaginar una historia y reaccionar ante lo que en ella acontece. Este relato se situ en los acontecimientos que se desarrollan en Jerusalén y que terminarán con la crucifixión de Jesús.
Desde su llegada a Jerusalén (Mt 21) Jesús vive un conflicto abierto con las autoridades religiosas que cuestionan su autoridad y su mensaje. La parábola que recordamos hoy forma parte de la conversación que él tiene con los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo dentro del recinto del Templo (Mt 21, 23) y que está unida con la que escuchábamos el domingo pasado (Mt 21, 28-32) y que continuará en el capítulo siguiente (Mt 22) .
Escuchad esta otra parábola
La parábola presenta a un señor que arrienda una viña a unos campesinos y cuando envía a sus empleados a recoger la parte de la cosecha que le corresponde por el arriendo, los labradores reiteradamente se niegan a entregarle su parte y lo hace de forma violenta, matando a los emisarios. El hecho de que ricos terratenientes, que vivían en las ciudades, arredraran a campesinos sin tierras sus propiedades en el campo a cambio de parte de la cosecha era una situación frecuente en la Palestina del siglo I. Una realidad que no sería dramática para el arrendatario sino estuviese agravada por los impuestos que debían de pagar tanto en forma de diezmos a los sacerdotes como de tributos al Roma y a Herodes y que apenas les permitía quedarse con un mínimo para sus sustento y el de sus familias. Esta carga económica suponía con frecuencia un progresivo endeudamiento de los campesinos que podía llevarlos a la pobreza absoluta incluso a la esclavitud. Esta situación generaba cada vez mayor inestabilidad social produciéndose diversos movimientos campesinos en contra de los abusos de las elites o de los romanos.
Partiendo de este contexto conocido, Jesús desafía a sus oyentes a identificarse con los viñadores homicidas revelándoles así que es consciente de que su vida está amenazada porque ellos, como líderes religiosos de Israel, están actuando como los arrendatarios de la parábola. La alusión a la viña evoca textos proféticos de Isaías y Jeremías reforzando así su denuncia de la tradición que ellos están cometiendo contra la alianza que Dios hizo con Israel:
“La viña del Señor todo poderoso es el pueblo de Israel… Esperaba de ellos derecho y no hay más que asesinatos, esperaba justicia y solo hay lamentos” (Is 5,1-7)
“Yo te había plantado como viña selecta, llena de las mejores cepas. ¿Cómo te has convertido en cepa degenerada?” (Jr 2,21).
De este modo Jesús se identifica con el Hijo de la parábola y actualiza en su propia vida la memoria profética de Israel. Su anuncio del Reino es una llamada clara a escuchar al@s pobres, a l@s oprimid@s… a buscar la justicia, a no convertir la religión en una excusa para el abuso. Dios quiere que cuiden de su viña, que la hagan fructificar desde la acogida, la bondad y el perdón.
La piedra que rechazaron los constructores
Mateo al recoger en su evangelio esta parábola le va a dar un toque personal para confirmar la fe de su comunidad que estaban experimentando el rechazo den sus hermanos judíos por su fe en Jesús.
Mateo invita a sus oyentes a reconocer en la parábola el destino de Jesús. Él era el hijo asesinado y su muerte en la cruz demostraba una vez más la infidelidad de Israel al camino que Dios le había propuesto. La pregunta puesta en boca de Jesús al final de la parábola: ¿qué hará el dueño de la viña con estos viñadores? (Mt 21, 40) tiene en el testimonio de quienes le siguen una respuesta clara: Lo habían matado, pero Dios lo había resucitado confirmando así su vida y su mensaje.
Desde esta certeza pueden recordar las palabras del salmo 118. En ellas sostienen su esperanza porque saben que los que se creían arquitectos de la fe han fracasado en su elección. Jesús es la piedra angular desde la que construir comunidad (Sal 118, 22- 23) y por eso, pueden afrontar el rechazo, el abandono como lo había afrontado Jesús. Ellos y ellas son ahora los llamados y llamadas a cuidar la viña de Dios y han de hacerlo desde la justicia, la bondad y el perdón. Ellos y ellas, como comunidad del Reino han de dar fruto abriendo las puertas de su casa a quien quiera escuchar su mensaje y encuentre junto a ellos y ellas un camino de vida y salvación.
Hoy, herederas y herederos de aquellas comunidades primeras como la de Mateo, seguimos estando invitadas/os a cuidar la viña de Dios, a cuidar a nuestros hermanos y hermanas, a construir espacios de sororidad y fraternidad, al estilo de Jesús que es la piedra angular de nuestra casa. La parábola nos invita al discernimiento para que no nos apropiemos del mensaje del Reino, desvirtuándolo y alejándolo del horizonte al que señaló Jesús. El horizonte de los/as pequeños/as, de los perseguidos/as, de los abandonados/as, el horizonte del amor compasivo de Dios.
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desperate man crying under rain
Domingo XXVII del Tiempo Ordinario
08 octubre 2023
Mt 21, 33-43
Parece claro que todo este texto es una construcción de aquellos primeros discípulos de Jesús, que necesitaban entender y dar razón de lo que había sucedido. En función de su propia creencia, hacen una relectura, más o menos sesgada, de la historia de su propio pueblo (judío); presentan a Jesús como el “hijo”, al que reconocen como la “piedra angular” del nuevo proyecto; y se consideran a sí mismos como el “nuevo pueblo” a quienes se entrega el proyecto del “Reino de Dios” con el compromiso de que fructifiquen.
Hasta aquí, la lectura que aquellas comunidades creyentes hicieron de la persona y la muerte de Jesús. Pero la descripción inicial que hace la parábola puede fácilmente extrapolarse a cualquier momento de la historia de nuestra humanidad. Porque no es difícil, al contemplar la situación de un mundo marcado por la desigualdad, la injusticia y el conflicto, sentir una enorme decepción. Los “labradores” -por utilizar el lenguaje de la parábola- siguen sin entregar frutos adecuados y se dedican a maltratarse entre sí.
¿Cómo vivir y qué hacer ante ese sentimiento de decepción? Más allá de lo que cada persona sienta que ha de aportar y de la forma de compromiso que haya de adoptar, me parece que la cuestión decisiva pasa por “crecer en consciencia” de lo que somos y vivir en coherencia con ello. Solo la comprensión profunda -no me refiero al mero entender mental- tendrá el poder transformador que haga posible otro modo de ver y otro modo de vivir.
Visto desde el plano profundo, el mundo de las formas se percibe como una gran representación o teatro: “el gran teatro del mundo”, del que hablara Calderón de la Barca. Pero, inmersos en él, podemos vivirlo desde la ignorancia que nos reduce a un papel en el mismo o desde la comprensión que nos muestra la profundidad plena más allá de las formas que se mueven. Esta es la comprensión que transforma.
Comentarios desactivados en No matemos al mensajero (ni a nadie)
Del blog de Tomás Muro la Verdad es libre:
01.- La viña es el símbolo de la vida, de la felicidad.
A nosotros nos pilla un poco lejano el mundo rural, agrícola. Pero -en cualquier caso- no nos resultará muy difícil imaginar que la viña es el símbolo de la felicidad del ser humano, de la fecundidad: tu mujer como parra fecunda, es el símbolo de la abundancia, Lo mismo otros símbolos parecidos como son el olivo, el trigo, el agua.
Dios planta una viña, la cuida, la protege. Es decir, Dios crea al ser humano, a la humanidad para que sea feliz. Dios quiere el bienestar y la buena convivencia de Israel, de la humanidad, de la Iglesia.
La viña en la Biblia es el pueblo de Dios, Israel, que mataba a los profetas y, finalmente incluso al hijo, a JesuCristo.
02.- Parábola de los viñadores homicidas.
La parábola de los viñadores homicidas está dirigida a los sumos sacerdotes y senadores: a los jefes y poderosos de este mundo y del sistema religioso judío y no judío.
Es evidente la alusión a los profetas del AT: Jerusalén mata a los profetas.
También es clara la alusión a JesuCristo: Lo matamos, lo llevamos fuera de la viña, fuera de la ciudad, y nos quedamos con su herencia.
Seguramente que a los cristianos de origen judío de las comunidades de Mateo, esta parábola les causaría un cierto escalofrío pues les está recordando que la jerarquía de Israel fue la que mató al Hijo, a Jesús.
También nosotros podemos ver al hijo en el prójimo, en los necesitados. Y también nosotros podemos matar al Hijo o les dejamos morir: hambre en el mundo, pateras, migraciones, droga, armas…
Dios ama al ser humano, a todo ser humano: no le dejemos morir, no matemos a nadie en la vida…
03.- Siempre con el poder a vueltas.
La parábola de los viñadores homicidas está dirigida a los principales y jefes de Israel.
El poder es enormemente atractivo y quienes tienen un puñado de poder económico, político, eclesiástico, cultural, familiar, no están -no estamos dispuestos- a soltarlo. Basta con ver una sesión de investidura.
Y el poder, -todo poder- quiere hacerse con los frutos mesiánicos, la herencia.
Como los sumos sacerdotes y ancianos, matamos a profetas y pensadores, anulamos la libertad de pensamiento; destruimos la razón, la sensatez, la bondad, el perdón, el servicio.
04.- Poder y fanatismo
El poder, también el poder religioso, lleva o puede llevar al fundamentalismo, al fanatismo. Hemos vivido, a veces padecemos en ámbitos políticos, en contextos religiosos y también eclesiásticos posturas exacerbadas y fanáticas.
Pero la religión que mata o fomenta guerras de religión en nombre de Dios, no es exactamente “religión”, no es “religación” con Dios y mucho menos es cristianismo. Por eso esta es una parábola que hemos de leerla contra los fundamentalismos religiosos que amenazan frecuentemente a los pueblos y a las culturas.
No es cristiano bendecir guerras patrióticas (Kiril – Putin).
No se puede defender la religión ni a Dios fanáticamente con violencia o con la muerte de los otros, porque en todos esos muertos, está el Hijo y Dios mismo está muriendo.
No es religión ni cristianismo defender, bendecir y vivir con violencia, agresión o guerra.
Fano y profano.
Fano (fanático) viene del latín y griego y significa: templo: sacro-sagrado. Profano es lo que “está” ante lo sacro pero no es sagrado.
El fanático sacraliza y absolutiza una realidad: el dinero, la patria, el deporte, el consumismo, la ideología doctrinal, etc. y trata de justificarlas e imponerlas a toda costa a los demás, incluso con violencia y guerras “si hace falta”.
Fanatismos se dan en todos los órdenes de la vida: en política, cultura, deporte, etc… Y tratan de buscar el respaldo de la religión.
Para el cristiano absoluto es Dios. De tejas abajo, todos somos humanos.
05.- La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
A Jesús le mataron porque criticó a los jefes, que se creían los dueños de la viña.
Los hombres no somos propietarios de la viña, sino trabajadores de la viña, de la mies.
La piedra angular de la vida humana no es la fuerza, la violencia, el dinero, la doctrina, la agresión, sino que la piedra angular de la existencia es JesuCristo, el amor de Dios.
06.- JesuCristo es la piedra angular.
La imagen de la piedra angular es muy empleada en la Biblia. JesuCristo y solamente él es la piedra angular. [1]
En la vida necesitamos apoyarnos en alguien. ¡Cuánto se agradece -especialmente en momentos de dificultad- encontrar apoyo y comprensión en una persona amiga, en un familiar, en el médico, y en último término en Dios, etc.!
¡Cuántas veces nos sobreviene la dificultad: una crisis, un problema grave de salud, una mala situación psicológica, familiar, una crisis con las instituciones, etc.! En esos casos -y siempre-, necesitamos un cimiento sólido, una roca donde apoyarnos, la piedra angular.
Cristo es nuestra piedra angular
[1] En el NT aparece en seis ocasiones: (Mateo 21:42, Marcos 12:10, Lucas 20:17, Hechos 4:11, Efesios 2:20 y 1 Pedro 2:7).
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