La irrupción de Vox en las instituciones políticas ha sido fulgurante, teniendo en cuenta que llevaba tiempo presentándose a elecciones con resultados muy marginales. Tres elementos dan a Vox un sello peculiar: su visión radical nacionalista española de inspi ración franquista, una economía de mercado ultraliberal de reducir el gasto público al mínimo. Y su mal llamado ultracatolicismo, alejado en esto de los partidos de extrema derecha europeos.
Buxadé y Espinosa de los Monteros representaban las dos caras reaccionarias de Vox, los ultra católicos y los ultraliberales. Sus luchas internas han primado el catolicismo radical. Por eso quiero detenerme en el perfil que impera ahora mismo en Vox: ser los defensores puristas de lo católico. En realidad, ¿esto es así?
Vox ha mantenido una calculada posición para evitar cualquier crítica tanto a la Iglesia como al Papa para no espantar a este segmento del electorado. Pero la entrevista de Francisco con Jordi Évole en la precampaña de 2019 lo cambió todo, llegando a sonados desencuentros con la Iglesia católica, hasta el punto de que Abascal se refirió al Papa como “ciudadano Bergoglio” por su postura sobre el salario universal y la inmigración.
Vox defiende “los valores tradicionales” atacando a todo lo que no cabe en sus convicciones, y lo hace apelando a la víscera del votante. Además, el ascenso de Abascal no se entiende sin el apoyo de El Yunque, conocido también como Organización del Bien Común, tras la cual opera un grupo poderoso de fanáticos de extrema derecha que tienen por objetivo “defender la religión católica, luchar contra las fuerzas de Satanás” e instaurar “el reino de Cristo en la tierra”… Eso sí, desde la confrontación y el sectarismo; hacerlo así no es católico, no es cristiano.
Su postura ante la violencia machista la niega los datos. ¿Qué diría Jesús a esas mujeres maltratadas, lo que dice Vox? La petición de expulsar a inmigrantes choca con la acogida y la hospitalidad cristianas. Cáritas habla de personas y derechos y el partido ultra habla de ilegales y Derecho penal. Diríase que recela, rechaza, la llamada a “la fraternidad y la justicia para todos” que el Papa insiste en su encíclica Fratelli Tutti comoalgo esencial católico. Igualmente rechaza el encíclica católica Laudato si, renegando del cambio climático y de la solidaridad que propone Francisco.
Gentes racistas, xenófobas que anhelan la Cruzada del nacionalcatolicismo se sienten identificadas con Vox, un espacio en el que alimentan su desprecio y su odio a otras personas y colectivos. El Evangelio no va por este camino. Tampoco es católico proclamar una postura contra el aborto, por ejemplo, obviando la denuncia profética de que tantísimos recién nacidos mueren en el Tercer Mundo por hambre y sed. Jesús vivió con actitud de mansedumbre, humildad, respeto y acogida al diferente denunciando las injusticias, especialmente contra los más vulnerables. Nada de esto promueve Vox, por más que haya bien pensantes que les dé seguridad religiosa, que no es precisamente lo que ofrece el Evangelio, sino compromiso audaz desde el amor a todos.
¿Dónde queda la búsqueda de la paz y la actitud de amor en las propuestas de Vox? El descontento social no debe canalizarse hacia las dictaduras, sino hacia la democracia basada en la justicia social. No cabe hacer política como católico desde el odio y el rechazo. Hay que actuar desde el diálogo, el encuentro, el respeto y la construcción de puentes. La política del odio hace que tengamos los ojos cerrados ante nuestro propio rechazo al diferente, cualquiera que este sea: político, social, sexual…
Llama especialmente la atención que en el programa electoral de Vox no haya una sola mención al catolicismo, más allá de la “protección de las tradiciones populares, eventos religiosos y festejos taurinos propios de la España rural, frente a los ataques del progresismo y el globalismo”. Sobre la religión católica y su enseñanza, Vox elude a la Iglesia católica, a pesar de que su discurso proclama la intención de recoger la sensibilidad del católico. Sí concreta, en cambio, la petición de una “proposición no de Ley para la protección de los españoles frente al yihadismo y la creciente islamización de España”.
No estamos en un Estado confesional, pero si un partido abandera lo ultracatólico, al menos que no sea tan inconsecuente. Entre otras cosas, porque escandaliza.
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