¿Dónde está Dios hoy? En los 19000 niños ucranianos deportados
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
Dos cuestiones nos ofrece la Palabra de hoy:
- Dios no está en los grandes alardes religiosos, en los huracanes eclesiásticos, ni en la fuerza. Dios está en la vida sencilla, en la suave brisa, a veces en los acotecimientos trágicos
- La barca, la Iglesia sufre tempestades y galernas siempre. También hoy. Quien importa que esté presente es Cristo. No tengáis miedo, soy yo…
01.- ¿Dios pasa por nuestra vida?
El profeta Elías ha huido de la reina Jezabel, porque ésta quería sustituir a Yahvé por Baal (dios pagano). Elías quiere ser fiel a Yahvé, a Dios, por eso marcha al monte Horeb (Sinaí), allí se esconde en una cueva a la espera de que Dios pase por su vida.
Elías esperaba que el Dios fuerte pasara quizás en el viento huracanado, pero allí no estaba Dios, tal vez Dios manifestara su ser en la violencia del terremoto, quizás en la fuerza destructiva del fuego, pero Dios tampoco estaba en la prepotencia.
Elías pensaba destruir a Jezabel y su poder con un Dios fuerte, un huracán, un terremoto, con el fuego destructor. Son elementos cósmicos y simbólicos de un Dios prepotente, altanero.
¿Dónde está Dios?
En el campo de concentración de Auschwitch en un cierto momento diezmaron a los allí prisioneros.
Los judíos del campo de concentración fueron obligados a presenciar la ejecución.
Entre los fusilados estaba un niño.
En voz baja, alguien entre los judíos asistentes preguntaba: Dios, ¿dónde está Dios?
Otro le respondió, ahí, en ese niño fusilado…
Dios está silenciosamente en la vida cotidiana: a veces en la suave brisa, a veces en el silencio, en ocasiones en la noche oscura, en la enfermedad, en los acontecimientos cotidianos y no pocas veces trágicos.
Muchas veces buscamos a Dios en los ritos hieráticos y solemnes del templo, en las grandes concentraciones de gente o en apariciones espectaculares.
Dios está en la brisa de todos los días.
Dios está en los 19.000 niños ucranianos deportados, en los miles y miles de niños y mayores que viven muriendo de hambre. Dios está en las personas que humildemente ayudan a los demás: comedores sociales, en los bancos de alimentos, en los barcos que tratan de recuperar a los que pasan en pateras, Dios está en la apertura de fronteras a los emigrantes. Dios está en los enfermos, en las depresiones, en los hospitales. Dios está en las tareas humildes de los padres de familia, en el trabajo de los obreros.
Dios está en la creación, en la naturaleza, sacramento de Dios…
02.- Tempestades en la vida.
Las tres veces que aparece el simbolismo de la barca y la tempestad en el lago (Mt 14,22-36; 16, 5-12; Mc 4,36) son relatos eclesiales, de dificultades en la Iglesia naciente y en todo momento histórico de la Iglesia, incluida la actual.
- La barca es la Iglesia, el arca de Noé, donde se salva el ser humano de los naufragios de la vida
- Las tempestades son los problemas, los hundimientos, las rupturas tanto personales como eclesiásticas, las búsquedas de poder, el fanatismo dogmático y moral que generan algunos obispos y cardenales.
Podemos evocar nuestras propias galernas y rupturas eclesiales. (Oriente: Constantinopla y Occidente: Roma en el 1054; la ruptura entre Roma y el naciente protestantismo en el siglo XVI).
No olvidemos la propia división y ausencia de sintonía (comunión) en nuestra propia diócesis
v 22: LES MANDÓ QUE SUBIERAN A LA BARCA.
Jesús invita a los suyos a “embarcarse” en la Iglesia como “lugar” de salvación. Lo repetía el papa Francisco: cómo me gustaría que la Iglesia fuese un hospital donde se curan las heridas de la vida.
Se abren muchas cuestiones que no es momento de tratar. ¿Realmente la Iglesia, nuestra diócesis es un hogar amable, salvífico en el que se cura y no se hurga cada vez más en las heridas?
¿Conseguirá la sinodalidad llegar a hacer de la Iglesia un “arca de Noé” salvífica?
La Iglesia es la barca, el arca de Noé donde se salvó la humanidad y, en cierto sentido, el universo.
v 25. DE NOCHE, JESÚS SE ACERCÓ.
Estos textos están escritos en el seno de unas comunidades que habían experimentado ya al Señor resucitado. No se trata de una tormenta oceanográfica en el lago, sino que con una cierta majestuosidad, Xto resucitado domina el abismo, la muerte, el caos.
Cuatro veces aparece la expresión: “caminar sobre las aguas” (vv 25.26.28.29). Con Cristo no somos engullidos por el abismo. La vida es caminar entre muchos vendavales y aguas abismales.
Si Cristo está en la barca o está con nosotros, no nos hundimos. La Iglesia saldrá a flote si le dejamos sitio a Cristo no a una línea ideológico-eclesiástica de turno. El único imprescindible en la barca es Cristo. Todo y todos los demás somos pobres gentes con más pretensiones de poder que de salvación.
Nos hará bien en las galernas y en las noches de la Iglesia mirar a Cristo, mirar al Reino de Cristo.
v 25. ANIMO, SOY YO, NO TENGÁIS MIEDO.
Muchas veces aparece esta expresión que manifiesta la actitud de Jesús: no tengáis miedo, no temas pequeño rebaño, confiad …
Cuando el miedo está tan extendido en la barca de Pedro: sea por amenazas morales, canónicas, sea por totalitarismos eclesiásticos, a lo mejor es que estamos lejos del Señor que nos dice: ánimo, soy yo, no temáis.
El “soy yo” evoca el Éxodo: Yo soy el que soy y recuerda toda la cristología del Evangelio de Juan: YO SOY el pan, la vid, el camino, la verdad, la vida… Que “el que es” se nos acerque, nos hace bien.
La confianza en el Señor nos confiere el coraje y la osadía, la audacia para confiar en lo que los temporales parecen destrozar.
v 31 JESÚS LE TENDIÓ LA MANO, LO AGARRÓ.
Jesús tiende siempre la mano, no deja nunca a nadie en la estacada.
Tanto en las borrascas personales como en las eclesiásticas no perdamos la fe: ¡hombres de poca fe! Confiemos: ¡Señor sálvame!
vv 32-33 SUBIERON A LA BARCA – ERES HIJO DE DIOS.
Subieron a la barca, a la Iglesia y allí vivieron con gozo y confesaron su fe: Verdaderamente eres Hijo de Dios.
Donde Cristo está presente, hay salvación, serenidad y ahí se puede vivir la confianza, la fe en Él.
Soy yo, no tengáis miedo
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