Revelación.
“¡Qué bien estamos aquí!” Esas son las palabras de Pedro, según el relato de Mateo 17,1-9, cuando estaba rodado por Jesús, Juan y Santiago en lo alto de una montaña. Y sigue diciendo Pedro: “haré aquí tres tiendas” al percibir que Moisés y Elías -los grandes protagonistas de la historia de salvación de Israel- entran en diálogo con Jesús. Se trata de un momento especial de revelación que parece como un adelanto de la resurrección de Jesús.
El lugar es significativo. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la montaña es un lugar privilegiado de revelación. El Monte Sinaí, por ejemplo, llamado también Monte Oreb o Monte del Señor, es uno de los lugares más sagrados e importantes de Israel, por ejemplo para la revelación de Dios a Moisés (Éx 3,1), o para la huida de Elías donde pasa cuarenta noches bajo la protección de Dios (1 Re 19). En el NT, es también un lugar de huida o de soledad (Jn 6,15) y un espacio propicio para la oración (Lc 6,12-19), a la vez que se mantiene como el sitio ideal para la revelación y manifestación de la presencia de Dios (Mc 9,2-13; Lc 9,28-36; Mt 17,1-9). En una montaña alta, los discípulos tienen una visión (v. 9), perciben una voz (v. 5 ) y también a Moisés y de Elías conversando con Jesús (v. 3).
Es una visión que acontece en un lugar concreto -la montaña- y aparentemente en un momento concreto pero que no pueden contarla a nadie hasta que Jesús resucite. Es como una percepción anticipada de esta vida del Resucitado en plenitud.
¿Qué nos puede decir este relato a los creyentes de hoy? ¿Podemos tener alguna experiencia de este “estar bien” tan propio de una Vida en plenitud? ¿Podemos percibir la presencia de nuestros antepasados en la fe? ¿Tenemos experiencia de la cercanía y contacto de un Jesús resucitado y lleno de luz? La montaña puede estar a nuestro alcance. Nuestros antepasados siempre están ahí. El presente puede ser, por lo menos en algunos instantes, el tiempo de presencia y cercanía. En algunos momentos hemos podemos decir: “Qué bien estamos aquí”. Tal vez son algunas señales que anticipan la plenitud de lo que está por venir.
Paula de Palma
Fuente Fe Adulta
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