La crisis galilea.
«Dadles vosotros de comer»
Decía Ruiz de Galarreta que «antes creíamos por los milagros, y ahora creemos a pesar de los milagros». Y tenía razón, pues los milagros chocan con el muro infranqueable de nuestra mente ilustrada, y, o bien los rechazamos de plano, o bien los interpretamos de forma alternativa. Pero los milagros llenan las páginas de los evangelios y no se pueden obviar. Algo parece seguro; que en torno a Jesús ocurrían hechos asombrosos que sus contemporáneos, de forma generalizada, tomaban por milagros.
La multiplicación de los panes debió de ser algo muy sonado, pues está recogida en los cuatro evangelios. Pero nuestra mentalidad escéptica nos impide aceptar la versión que ofrecen los evangelistas (alguno de ellos, testigo del hecho), y hemos preferido elaborar otra versión, muy atractiva, muy al estilo de Jesús, pero que no se desprende de los textos. Según ella, lo que allí ocurrió es que Jesús quiso aprovechar la ocasión que se le brindaba para dejar patente lo más profundo de su mensaje; un mensaje que podía ser formulado así: “El Reino es la abundancia de compartir”.
De acuerdo con esta interpretación, Jesús no realizó ningún milagro espectacular, sino un milagro mucho mayor: el milagro de que los allí presentes compartiesen lo que tenían; que aprovechó la ocasión para enseñarles que cuando se comparten las cosas, aunque no lo parezca, hay para todos y todavía sobra… Pero eso no lo dicen los evangelios…
En cualquier caso, después de comer se desató la euforia. Habían comido bien y se sentían atendidos por Jesús como jamás habían sido atendidos por nadie. Ya no eran ovejas sin pastor, sino un pueblo cohesionado en torno a su líder, y viendo la señal que Jesús acababa de realizar, se dijeron: «Éste verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo», y quisieron hacerle rey.
Juan dice en su evangelio que «temiendo Jesús que iban a venir a apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo». Previamente, Jesús había metido a sus discípulos en la barca (posiblemente porque eran los cabecillas) y había despedido a la gente. Hecho esto, se retiró al monte para orar toda la noche (quizá para combatir la tentación de aceptar que por un momento le había asaltado)
Juan dice también que «desde aquel momento muchos discípulos se volvieron atrás y dejaron de andar con él», lo que supuso un punto de inflexión en el seguimiento de Jesús. Había dejado claro que él no era el Mesías que esperaban, y esto provocó el abandono de muchos de sus seguidores que le tenían por tal. Sabemos, además, que la desbandada debió ser importante, pues cuando Jesús se volvió a reunir con los doce les preguntó: «¿También vosotros queréis marcharos?» … a lo que Pedro contestó con una profesión de fe emocionante: «Nosotros creemos en ti». Y se acabó. Los demás tienen sabiduría, argumentos, sistemas filosóficos, razones históricas, poder. Nosotros creemos en ti; el hijo de José y María, el carpintero de Nazaret.
Miguel Ángel Munárriz Casajús
Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí
Fuente Fe Adulta
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