Sin palabras pero con demasiados interrogantes.
Todos conservamos en nuestras retinas el naufragio del sumergible Titan en las aguas del Atlántico Norte con 5 personas millonarias a bordo, que llegaron a pagar unos 230.000€ por bajar a las profundidades del Titanic, hundido hace más de un siglo.
Éste sumergible sufrió lo que llaman una “implosión catastrófica” (ahora estamos aprendiendo muchas palabras que quizá la mayoría de nosotros nunca habíamos oído), lo que llaman una bajada de presión en su interior, y como consecuencia, todos sus ocupantes fallecieron al instante.
La cara opuesta o antítesis, la encontramos en el naufragio y muerte del pesquero casi al mismo tiempo de cientos de migrantes, de los cuales, más de 100 eran niños. Algo previsible, pero también, una vez más, evitable. Sin embargo volvemos a hablar de tragedia y pérdida de tantas vidas.
Tragedia, que como tantas, es consecuencia de las políticas de esta Europa de la que tan satisfechos nos sentimos. De este que llamamos “primer mundo”, sin embargo, estas personas han muerto porque la burocracia, una vez más, es la que se impone.
Había hermanos con hambre, sed, afinados como chinches, conviviendo con cadáveres que no resistieron las condiciones del viaje. Obligándoles a beber agua del mar, sin poder moverse, gritaban pidiendo auxilio y mientras, los países intentando ponerse de acuerdo a ver a quien le tocaba ir…
Ricos y pobres, personas de primera y segunda categoría, vidas que parecen no tener precio, no importan. Para otros, se despliegan todos los medios y millones que hagan falta para rescatar sus cuerpos…
Las mafias siguen mandando cadáveres al mar, a nuestro mar, jugando con quienes lo único que buscan es vivir con dignidad…
Los migrantes pagan a los traficantes. Estamos ante un tráfico de personas, como puede ser la trata o las armas. El problema es que hay demasiado dinero en juego como para “cortar el grifo”. Personas que pagan no para llegar a Europa, si no a la muerte…
Ricos y pobres, unos pagan por placer, otros por sobrevivir…
Al final de la vida nos examinarán del amor que decía S. Juan de la Cruz y ahí, por suerte, todos somos iguales…
Ana Bou
Fuente Religión digital
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