Mateo 10,37-42 (extracto)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Quien no tome su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí (como yo) la encontrará….
Tema complejo, vida o muerte de la iglesia. Introducciòn
Las reflexiones que siguen intentan fijar los elementos principales del signo cristiano de la cruz, entendida como identidad de Dios, frente a la esfera de un poder que se cierra en sí mismo, a través del eterno retorno de la muerte, como decía Chesterton poniendo estas palabras en boca de Satán:
«La esfera es razonable, la cruz irrazonable; la esfera es necesaria, la cruz arbitraria. Sobre todo, la esfera constituye unidad en sí misma; la cruz está primordialmente y sobre todas las cosas en discordia consigo misma» (La esfera y la cruz, cap. I).
Frente a la lógica cerrada de la esfera, perpetuamente idéntica, lucha de poder vacío de todos contra todos, el evangelio ha elevado la señal abierta, de la Cruz de Dios,, encarnado en Jesús, como amor de Vida que se comunica y resucita por la muerte.
Un mundo que no acepte y asuma el camino de amor de la Cruz se convierte en un infierno de eterno retorno de la muerte. Sólo una cruz, asumida en amor, la cruz de aquellos que saben sufrir por los pobres y excluidos, haciéndose pobres, regalando su vida en amor y renunciando a triunfar sobre esta tierra (de un modo personal o como iglesia, como individuos[E1] , tribus o naciones podrán vivir en Dios, serán herederos de su Reino.
Lógicamente, la revelación de la cruz se ha convertido dentro de la historia de los hombres en el signo de la confrontación universal (cfr. 1 Cor. 1, 18 ss.).
Frente a la cruz chocan y en relación con ella cobran su sentido los símbolos fundantes de la humanidad, estrella y luna, fuego y agua, lo mismo que los nuevos emblemas de la ciencia, la revolución o el progreso: esfera y llana, hoz y martillo.
En las reflexiones que siguen, al lado de ese nivel de confrontación más universal y más lejano de las religiones y culturas, queremos desarrollar nuestro pensamiento en relación directa con la «theologia crucis» (la teología ce la Cruz) que es más propia de la tradición protestante y católica, reflejada en el siglo XV por autores como J. Moltmann (El Dios crucificado), E. Jüngel (Gott als Geheimnis der Welt, Dios como misterio del mundo) y J. Sobrino (Bajar de la cruz a los Pobres).
Este es el argumento de las reflexiones siguen. No entraré en polémica, no ofreceré comparaciones técnicas, simplemente expondré en 13 proposiciones comentadas la identidad trinitaria, histórica y cristiana de Dios como Cruz de Amor en la vida de los hombres, como programa y proyecto de vida de futuro, desde el evangelio de este domingo 13 del tiempo ordinario
Éste es el motivo clave de la vida humana, como vio el Budismo, como expuso en la Biblia el libro de Job y del Kohelet, pues no hay vida sin cruz, ni amor sin dolor, sin desarrollo personal sin entrega de la vida (al menos en las circunstancias actuales de la historia). Quien quiera vivir ha de aprender a sufrir. Quien quiera hacer algo por los demás ha de aprender a sufrir por ellos. Éste es un elemento esencial de nuestra condición, y se relaciona con el don del amor y con la “suerte” de los perdedores, que saben “ceder” (e incluso morir) para que vivan otros. Una cultura como la nuestra, que no está dispuesta a ceder (a perder incluso) mata a los demás, y está condenada a la muerte. Una iglesia que nos sepa acompañar a los crucificados de la historia no cree en su Cristo.
1. El Dios de la Esfera, un Dios sin cruz es incapaz de amar, no sale de sí, se cierra en un tipo de egoísmo transcendente. No es Dios sino demonio.
Como elementos distintivos del señor de la esfera citaremos la inmutabilidad, la contemplación de sí mismo y la capacidad de imponerse a los otros. Por inmutabilidad se entiende aquella autoidentificación interna por la que Dios supera todo el plano de los cambios, los afectos, las pasiones; lo es todo y por lo tanto nada necesita.
Por ser internamente perfecto, Dios se goza en contemplarse: por eso le llamamos auto-contemplador absoluto: mirándose descubre su propia perfección y descubriéndola se goza y se complace en ella. Frente a los restantes seres que ha creado, Dios se mostrará como Señor; por eso todos han de venerarle.. Ese no sería Dios, sino demonio, como he dicho.
En resumen, Dios sería como una esfera que se cierra inexorablemente sobre sí misma, en círculo de perfección, de tal manera que termina apareciendo ante los hombres como un poder que les subyuga y esclaviza. Para un número considerable de nuestros contemporáneos, la cruz, como opresión debe combatirse, se identifica con la misma existencia de un Dios impositivo que nos somete, infantiliza y esclaviza. Pero este Dios de la esfera no es el Dios de Jesús no es el Dios cristiano.
2. Dios sólo es Dios por ser Cruz, amor que ama, ser que existe y vive al darse en amor, Dios da su vida a los hombres y sufre con ellos (pues crear es aprender a sufrir).
Frente al señor de la esfera presentan los cristianos el signo de la cruz como expresión de una vida en la que Dios se define, en antítesis respecto a lo anterior, como proceso originante de la creación, amor que se expande y gratuidad que se regala, entrando en la misma creación, comprometiéndose con ella.
Como proceso creador Dios es origen y sentido de la vida que se gesta de un modo efusivo, es el misterio de emergencia primigenia y tiene, al mismo tiempo, un nombre bien concreto: Es Padre, es decir, Aquel que se compromete en la vida del Hijo que brota de su misma entraña. b) En segundo lugar, siendo amor que se expande, Dios se introduce en el mismo mundo que él ha creado, viviendo la vida de los hombres. No es un poder que les obliga a responder por la fuerza, sino amor que Vive en la vida de los hombres, encarnándose en Jesús, a quien llamamos Hijo de Dios. c) Dios aparece finalmente como la misma unión (Comunión) que vincula al Padre con el Hijo: es el regalo del Padre que se ofrece, es la confianza del Hijo que responde; Dios es el Espíritu Santo.
Pues bien, en perspectiva humana, es decir, en este mundo concreto, si Dios es amor (si quiere seguir siendo Dios) tiene que entrar en la cruz de la historia de los hombres, dejándose crucificar por la violencia de los poderosos, para así mostrarse divino: Dios no es divino imponiéndose por encima de la Cruz, sino entrando como amor poderoso en la misma Cruz de la Historia humana.
3. La Cruz pertenece al misterio concreto del Dios de Jesús.
¿Por qué hablamos de dolor al hablar de Dios? Por algo muy sencillo: los cristianos confesamos que el misterio de Dios se está expresado (se realiza humanamente) en la historia de los hombres. Pues bien, frente al Dios de los poderosos, de los que son dominando a los demás, el Dios de Jesús es decir, en el amor generoso, que se entrega y regala hasta la muerte.
Porque Dios es amor, y amar es estar dispuesto a sufrir, porque Dios es Vida y la vida sólo se expresa y despliega por la muerte (es decir, dando la vida en amor, viviendo en el amor de los otros, muriendo por ellos y así resucitando).
En esta línea, descubrimos que la cruz pertenece al misterio de Dios, como entrega plena, como amor generoso, como muerte por los demás. No es la Cruz que se impone sobre los demás, no es la cruz masoquista del que quiere sufrir sin más… Es la Cruz del que Camina a Paso de Hombre (como Dice San Juan de la Cruz), la Cruz para liberar a los crucificados (para desclavarlos, como dice J. Sobrino).
4. La cruz es símbolo del Padre que regala su vida,la cruz cristiana es Trinidad y es historia
sale de sí mismo y se hace historia de amor en Jesucristo, dándose plenamente en amor (dando así todo lo que es, su “naturaleza” entera, como dice el Credo). El Padre es el principio de vida que se ofrece. No clausura para sí riqueza alguna, no conserva egoístamente nada. Por eso se da a sí mismo como vida de amor en Jesucristo, acompañando a los pobres, curando a los enfermos, acogiendo a los excluídos. revelándose en su amor hasta la muerte… Allí donde Jesús entrega su vida, se deja matar y muriendo expresa su amor pleno, allí se está manifestando Dios Padre.
Por eso, al confesar en frase bíblica que Dios ha ofrecido a su Hijo (Rom. 8,32), estamos afirmando que Dios se da a sí mismo, es el don pleno, originario y total. Más aún, si Dios entrega al Hijo es por el Hijo: le entrega con el fin de que madure plenamente en el amor (para que sea Amor Total) en estas condiciones históricas (precisamente allí donde los hombres le matan).
Los hombres quieren dominar el mundo por la fuerza; Dios crea vida por Jesús, pero no dominando, sino ofreciéndose en amor hasta la muerte. Esto significa que la plenitud de Jesús como Hijo y la redención de los hombres se unen en un mismo gesto de amor y realización, de entrega y de respuesta (cfr. Hebr. 5, 7-10).
5. No existe primero trinidad de Dios (un Dios de puro entendimiento abstracto y poder) y luego trinidad de amor en Cristo, sino que el Dios vivo y verdadero la Trinidad de amor mutuo del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo, tal como se revela en la cruz pascual de Jesucristo.
No hay relación de Padre-Hijo, cerrados en sí, sino que el amor primigenio del Padre (el amor trinitario), se realiza en la cruz de Jesucristo: en el gesto de amor absoluto del Padre que da su vida al Hijo y del Hijo que le responde en amor, desde la misma historia humana. No es que la Cruz sea buena, la cruz es mala, es el gran pecado de los hombres… Pero en esa misma cruz (allí donde los hombre cometen el pecado “original” matando a los inocentes), sufriendo con las víctimas, Jesús expresa todo el amor de Dios.
Dios es el misterio que nos desborda… Pero nosotros sólo comprendemos su grandeza descubriendo el amor del Padre que se entrega en manos del Hijo, y el amor del Hijo Jesucristo que responde en amor al Padre amando a los hombres, es decir, entregándose por ellos hasta la cruz… no porque quiere morir, sino porque quiere amar hasta la muerte, dejándose matar por fidelidad al Reino.
Evidentemente, surge la pregunta: ¿pero no sería preferible que las cosas fueran de otra forma? ¿No sería más divino un tipo de amor sencillamente luminoso, sin rupturas y sin luchas, sin salida de sí mismo y sin entrega? En otros términos, ¿no sería preferible un Dios de gracia abierta y no crucificada? ¡De ninguna forma! Es cierto que de Dios sabemos pocas cosas. Si queremos descubrirle no tenemos más remedio que pararnos y contar la vieja historia de Jesús, el Cristo. Pero eso es suficiente.
En la historia de Jesús se expresa y se realiza el mismo ser divino. Pues bien, como centro determinante de Jesús, la cruz constituye el punto de referencia fundamental en la visión de Dios, el lugar donde se expresa, se realiza y se define el misterio del amor de Dios y de los hombres. Por eso, debemos afirmar que el amor, por su misma naturaleza, incluye dentro de sí mismo un rasgo de cruz.
6. No hay amor sin que uno salga de sí mismo, sin que muera de algún modo por los otros, sin que viva de esa forma en ellos.
De esa forma es el amor de Dios en Cristo, el amor del Padre que vive en el Hijo, del amigo que vive en el amigo, comunión de vida, Espíritu santo. Sólo viven los que aman, entregan su vida y la encuentran en los otros.. Sólo de esta forma la cruz puede mostrarnos la verdad de Dios como lugar de entrega y pascua, muerte, gratitud y vida (es el lugar del Espíritu).
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