Redes Cristianas: Mensaje de cristianas y cristianos de base de Madrid (CCBM).
Reunidos en San Carlos Borromeo, emblemático centro pastoral de Madrid, el 27 de mayo de 2023 para culminar el proceso de reflexión que venimos manteniendo durante los últimos cuatro meses en torno a la necesidad de reactivar la esperanza, las cristianas y los cristianos de base de Madrid hemos resuelto reafirmar nuestra convicción de que es urgente tomar conciencia y actuar, para superar el clima de resignación o indiferencia que nos rodea y mantener viva la esperanza, y así lo manifestamos a través del siguiente MENSAJE:
1. Estamos viviendo un tiempo de crisis, y las crisis pueden ser oportunidades de cambio. Vivimos desde hace décadas en medio de graves contradicciones: enormes avances en tecnología y conocimientos científicos, creciente conciencia de los derechos humanos universales, pero también cifras de injusticias, violencia, hambre, desastres climáticos, falta de información veraz, etc., como nunca antes se había conocido. Gran parte de la población mundial sobrevive a duras penas, atravesada por el dolor, el hambre, la exclusión social y las guerras.
2. Especialmente dramáticos están siendo los fenómenos de desigualdad social, injusticia ecológica, injusticia de género, prácticas de necropolítica e infinidad de casos de descarte social por parte del neoliberalismo que se nos impone. El sistema capitalista neoliberal imperante, según Francisco, es una “economía que mata”, y “causa estructural de la desigualdad” que existe en el mundo. La esperanza de los pobres está gravemente amenazada.
3. En medio de este sinsentido global, la esperanza parece haber dejado de ser uno de los signos de los tiempos, a pesar de que todas y todos la necesitamos para vivir con ilusión. En consecuencia, surgen los interrogantes sobre si es posible la esperanza en un mundo más humano, porque el fracaso de ciertas utopías ha sido tan fuerte que gran parte de la sociedad más dinámica parece “estar de vuelta”, como queriendo olvidar y refugiarse en espacios poco conflictivos, más gratificantes, consoladores. Y, en el caso de respuesta positiva, aún cabe plantearnos si esa esperanza es mera creencia teórica o una fuerza vital, dinamizadora de compromisos por una vida mejor.
4. Comprobamos con todo cómo, a la vez, se abre camino otro tipo de realidades. Está creciendo en la conciencia de muchas personas un sentimiento de indignación ante tanta injusticia, degradación y sufrimiento. Cada día son más las personas que no se resignan ya a aceptar una sociedad tan poco humana y reaccionan esperanzadas en busca de algo nuevo que en esta sociedad no se ve cumplido. Y como los avances desde abajo se han dado siempre a través de la historia, en esa conciencia colectiva se fortalecen nuestras expectativas.
5. Las cristianas y cristianos de base pertenecemos a esos sectores, convencidos de que hay signos para creer que “otro mundo es posible”, que el mundo de hoy está lleno de semillas de esperanza; que, a pesar de vivir en medio de la injusticia y de crecientes abismos de desigualdad social, podemos aportar el mensaje evangélico de esperanza, solidaridad y liberación de los oprimidos. Eso es para nosotras y nosotros una forma de creer en el Dios de Jesús de Nazaret. Nos sentimos con la responsabilidad de reconvertir todo en esperanza mediante nuestra resistencia, nuestra lucha y nuestra convicción de que otro modo de vivir como seres humanos es posible.
6. Ese otro mundo posible que Jesús de Nazaret presentó como el Reino de Dios sigue ahí como luz, como semilla, y está dentro de nosotras y nosotros, aunque no se agota en nuestra historia. “La fe en la resurrección de Jesús conjugada con nuestros compromisos por la historia y la justicia”, nos dice P. Casaldáliga, “son la garantía de que esa esperanza no es una ilusión ficticia, sino una fuerza vital capaz de emerger victoriosa contra toda desesperanza”. El Reino es la “Internacional de la esperanza” que se construye entre todas y todos los que escuchan la voz de la creación. La esperanza de ese Reino y la confianza en el Dios de Jesús impregna nuestra vida, llenándola de confianza para acercar cada día más la utopía de la fraternidad universal.
7. Las cristianas y cristianos de base nos resistimos a aceptar el actual orden social basado en el capitalismo como eje vertebrador de las relaciones sociales. Lo rechazamos como modelo social y apostamos por buscar nuevas formas de socialismo que se inspire en los siguientes criterios generales: el bien común y la distribución de la riqueza; el respeto y la protección de la naturaleza; la opción por la paz como fruto de la justicia; la participación efectiva de toda la población en los asuntos públicos.
8. Nos proponemos vivir siempre esperanzadas y esperanzados, aun aceptando que probablemente no veremos otro mundo distinto, pero con la fuerza de pensar que podrá llegar a ser. Frente a un cristianismo tradicional que entiende la esperanza como una actitud pasiva y de resignación, vinculada a las recompensas de un cielo tras la muerte, como premio frente a las privaciones de la existencia terrena, concebimos la esperanza como una adhesión existencial a valores, utopías y proyectos que valen por sí mismos y nos permiten convivir perfectamente con el fracaso histórico, sin por eso destruirse. La esperanza se convierte así en motor de nuestra vida aunque lo que persigamos no lo lleguemos a ver.
9. Para conseguir que la esperanza sea esa vivencia movilizadora y no simple creencia, es preciso soñar, resistir y luchar. Lo nuevo solo vendrá si hay muchas personas que lo sueñan utópicamente y se comprometen en la lucha por transformar la realidad con imaginación, fe utópica y esperanza, convencidos siempre de que otro modo de vivir como seres humanos es posible. Nos sentimos invitadas e invitados a “mover los pies, las manos y el corazón” en las circunstancias en que cada uno viva. Aunque nuestras comunidades vayan envejeciendo y tengamos que asumir limitaciones naturales, no queremos ampararnos en la edad como pretexto para la resignación.
10. Apostamos, pues, por reactivar actitudes firmes de resistencia, una espiritualidad de ojos abiertos y de militancia activa a través de los movimientos sociales frente a la “globalización de la indiferencia” (Francisco). La esperanza es una fuerza que ayuda a imaginar, a resistir frente a la resignación y a actuar por encima de cualquier escepticismo o indiferencia. ”Hay que tomar conciencia y actuar, pues la pasividad lleva a la indiferencia y la melancolía”.
Redes Cristianas
Madrid, 27 de Mayo de 2023
Comentarios recientes