No tengáis miedo. El fundamento de la religión es el miedo. El cristianismo llena la vida de paz
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
Cuatro veces aparece hoy en el evangelio la situación de miedo, “no tengáis miedo”. Es una llamada frecuente de Jesús: “no perdáis la calma, no temáis”…
El diccionario de la Real Academia dice que el miedo es la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.
El miedo es un sentimiento negativo -¿una emoción?- ante un peligro real o supuesto, presente o futuro.
También podemos pensar que el miedo es un mecanismo de defensa, un instinto de auto-conservación por el que tendemos a auto-protegernos de la enfermedad, de una agresión, de diversos peligros…
El miedo nos puede embargar ante la decrepitud de las fuerzas, de las capacidades. Por otra parte, ¿Quién está libre de un infarto, de un ictus, de un cáncer, de un Alzheimer? Miedo finalmente de la muerte.
La angustia es una variante más difusa e inconcreta del miedo, que genera una gran ansiedad en la vida.
Cuando sentimos miedo nos replegamos, a veces buscamos salida, a veces huimos.
El miedo nos bloquea, nos deja paralizados. Nos quedamos en nuestros “cuarteles de invierno por la que pueda venir”.
Creo yo que todos hemos sentido miedo o angustia –o las dos- ante un problema, una situación, ante una enfermedad, ante la muerte.
En estas cuestiones tienen mucho que decir la psicología, tal vez la medicina, pero también –y sobre todo- tienen mucho que decir y hacer la bondad, la cercanía, la familiaridad, la empatía y la confianza.
El miedo y la angustia son problemas que encuentran un buen tratamiento en la confianza, la amistad, la fe.
02.- El miedo en el Nuevo Testamento.
El miedo aparece con frecuencia en el NT.
- El lago, el mar es sitio de peligro y la barca (la Iglesia naciente) atravesó como pudo diversas tormentas en las que los creyentes sintieron miedo y angustia. Pedro sintió miedo en el mar y se hundía. (Mt 14,26ss). ¿Y quién no siente miedo en las travesías de la vida?
- Cuando la misericordia y el amor de Dios se están haciendo presentes en la Iglesia con el papa Francisco, sentimos un cierto alivio.
03.- Algunas personas e instituciones infunden miedo.
Los padres del ciego del Templo no se atrevían a hablar por miedo a los judíos del Templo (Jn 19,38). Las instituciones eclesiásticas y algunos de sus representantes con sus modos de actuar han infundido e infunden miedo y desesperanza.
Sin embargo, cuando Cristo está presente en la vida de la comunidad y de los creyentes, se hace la calma (Mt 8,26).
Jesús infunde calma y serenidad.
También hemos vivido miedos más profundos y traidores: miedos y angustias de tipo moral-religioso. ¡Cuánto daño y angustia ha infundido la culpabilidad moral que nos han transmitido!
Todavía en una parroquia cercana a nosotros en el rezo de cada misterio del rosario se pide para que el Señor nos libre “de las penas del fuego del infierno”.
“El fundamento de la religión es el miedo”. La religión infunde miedo, el cristianismo llena la vida de paz.
04.- Jesús llena la vida de paz: no tengáis miedo. Vivid en paz.
Jesús seguro que sintió miedo en su vida. Era hombre y en muchos momentos “le venían mal dadas”: de hecho lo buscaron para despeñarlo por un barranco. Jesús fue audaz y valiente, pero sSeguro que Jesús sintió miedo ante los fariseos (la ley del pueblo), ante Herodes, ante los sacerdotes del Templo (la banca), Jesús sintió miedo ante la cruz: la víspera de su muerte sudó sangre en el huerto de los Olivos y en la cruz se sintió abandonado. Muchas realidades le tuvieron que infundir miedo en su vida.
Sin embargo, Jesús fue un hombre de calma y de paz. No perdáis la calma, confiad (Jn 14,1-12). La paz os dejo, mi paz os doy. No se turbe vuestro corazón, no tengáis miedo. (Jn 10,27). no temas, pequeño rebaño (Lc 12).
Para un creyente vivir sin miedo es confiar en Dios, vivir en la paz de Dios: descansar toda nuestra existencia en manos de Dios. Hay una expresión popular que recoge bien este sentimiento: “que sea lo que Dios quiera”.
Una enfermedad incierta, puede ser fuente de gran preocupación y miedo. Un superior, un jefe, un político o un obispo despótico pueden hacer –hacen- daño, pero mi vida no descasa en ellos, solamente en Dios descansa mi vida (salmo 61) y ahí encuentro la paz.
El salmo 117 es muy enérgico a este respecto:
Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes.
Estas cosas son más para pensarlas y vivirlas en nuestro interior, que para decirlas.
¿No habéis sentido una gran paz en vuestro interior, en vuestra conciencia más íntima cuando ponemos en manos del Señor nuestros miedos, angustias, nuestro pecado, nuestras miserias?
Nos pase lo que nos pase que no nos pase sin el Señor.
La fortaleza del creyente es la confianza en Dios.
El Señor nos dejó su paz, la paz os dejo, mi paz os doy. No temamos, comuniquemos paz.
No temas, pequeño rebaño. Dios Padre nos lleva al Reino
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