“Soy un hombre más cristiano, humano y libre”: El ‘milagro’ del Espacio de Diversidad LGTBI del Centro Arrupe de Valencia.
“Celebran la vida en compañía (no conciben otra forma de hacerlo), por lo que suelen asistir juntos a la Eucaristía, están pendientes de cada problema de los integrantes y brindan por cada éxito por pequeño que sea”
“Ahora que el curso natural de la historia me ha impuesto demasiados kilómetros de separación (sin milagro que lo remedie) soy, gracias a esa comunidad, un hombre más cristiano, humano y libre, tres adjetivos que para mi ya no guardan sentido por separado”
| Alejo Valles
Cada vez me seduce más la exposición del término “milagro” como desviación del curso natural de la historia. En base a esta descripción, el pasado septiembre un milagro me acercó a la Gran Via de Ferran el Catòlic de la Capital del Turia. No me llevaron allí, desde luego, mis antiguos postulados políticos o teológicos. En una sala minimalista (o llámenla posmoderna), parapetada con libros de famosos autores de la Compañía, me recibieron las sonrisas curiosas y dulces de los jóvenes del Espacio de Diversidad LGTBI del Centro Arrupe. Donde yo esperaba una escolta paternalista me di de bruces con una comunidad amante, orante e intrínsecamente libre.
Cualquier construcción antropológica ilegítima o sentencia apoyada en el retorcimiento del estudio genómico es rápidamente refutada por este grupo que cuenta, entre otros, con filólogos, psicólogas y filósofos que devoran ensayos de todo tipo. Cuando sus obligaciones laborales o académicas acaban, organizan o asisten a un amplio abanico de conferencias, mesas redondas y oraciones comunitarias. Celebran la vida en compañía (no conciben otra forma de hacerlo), por lo que suelen asistir juntos a la Eucaristía, están pendientes de cada problema de los integrantes y brindan por cada éxito por pequeño que sea. En parte, esto puede deberse a que comparten un peregrinaje, no exento de dolor, en el seno de nuestra Iglesia y un amor incondicional para con el reino.
No me detendré en estas escasas líneas a enzarzarme con los puntos 2357 – 2359 ni a responder a la reiterada y, en mi opinión, cínica pregunta de si estos espacios son lícitos o necesarios en la Iglesia. Creo que es más justo que les pregunten directamente a ellos y a ellas. Los encontrarán en muchos locales, centros pastorales y casas parroquiales, dispuestos al diálogo sincero y a ayudarles en lo que puedan. Pero les advierto, si van cargados de estériles respuestas prefabricadas recibirán la carcajada más tierna que han oído en sus vidas.
Por mi parte, solo puedo agradecerles su acogida y acompañamiento por prácticamente un año. Ahora que el curso natural de la historia me ha impuesto demasiados kilómetros de separación (sin milagro que lo remedie) soy, gracias a esa comunidad, un hombre más cristiano, humano y libre, tres adjetivos que para mi ya no guardan sentido por separado .
Fuente Religión Digital
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