Gracias, Padre, por el Espíritu.
Te bendecimos, Padre, por el don de la Santa Ruah
que, por tu Hijo, haces a la creación entera..
Lo hiciste al principio, en los orígenes de todo,
cuando incubabas el universo al calor del Espíritu
para que naciera un mundo de luz y de vida
que pudiera albergar al género humano.
Te damos gracias porque, mediante tu Espíritu,
lo sigues creando, conservando y embelleciendo,
para que nuestro caminar no sea triste y agorero
y podamos disfrutar de las primicias del Reino.
Te bendecimos por haber puesto tu Espíritu
en hombres y mujeres, niños y adultos;
y por el don continuo que de él has hecho
siempre en la historia humana:
Espíritu de fuerza en sus jueces y gobernantes;
Espíritu rector en sus líderes justos;
Espíritu creador en sus sabios investigadores;
Espíritu soñador en sus artistas y poetas;
Espíritu solidario en sus pobres pobres;
Espíritu de vida en el pueblo siempre.
Te bendecimos, sobre todo, por Jesucristo,
lo mejor de nuestro mundo,
el hombre “espiritual” por excelencia.
Vivió guiado por el Espíritu,
evangelizando a los pobres,
ayudando y fortaleciendo a todos…
hasta que, resucitado, comunicó a su Iglesia,
y a los que buscan con corazón sincero,
ese mismo Espíritu.
Te alabamos por la acción de tu Espíritu
en los profetas,
en los reformadores,
en los educadores,
en los revolucionarios,
en los mártires,
en los santos,
en todas las personas buenas…
Que el Espíritu nos dé fuerza para luchar
por la verdad, la justicia y el amor,
luz para comprender a todos,
ayuda para servir,
generosidad para amar,
solidaridad para vivir,
paciencia para esperar…
Padre, que tu Espíritu sople sobre la Iglesia,
dándole unidad y nueva savia evangélica;
que traiga la libertad, la igualdad y la fraternidad
a todos los pueblos, razas y naciones.
Y, finalmente, haznos sensibles
a la acción de tu Espíritu en el mundo y en la historia.
Ayúdanos a descubrirla en la ciencia,
en la cultura, en el trabajo, en la técnica,
en todo aquello en que el ser humano y el Espíritu
preparan conjuntamente el alumbramiento
de los nuevos cielos y la nueva tierra.
Te lo pedimos, Padre,
por Jesucristo, tu Hijo resucitado y hermano nuestro.
Amén.
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Florentino Ulibarri
Fe Adulta
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