“Escucharse a sí mismo”, por José Ignacio González Faus
De su blog Miradas Cristianas:
A propósitode Etty Hillesum
Sentada en el suelo, arrimada a la pared con las rodillas a la altura del rostro. Reclina la cara sobre esas rodillas, cierra los ojos y se escucha. Esa práctica se va convirtiendo en algo tan importante que, aunque escribe en holandés, recurre, para calificarla, a una palabra alemana muy expresiva: hineinhören: “escuchar hacia dentro”
| José Ignacio González Faus
El 27 de abril se inauguró en Ávila la cátedra “Etty Hillesum”, fundada entre la universidad javeriana de Bogotá y el Centro de Internacional de Estudios teresianos (Cites) de Ávila. Su objetivo es responder a las preguntas del ser humano desde la triple característica de Etty: vulnerabilidad, interioridad y alteridad. Y hace poco apareció también en castellano la traducción completa de su diario que hasta ahora circulaba reducido a la mitad, en más de veinte idiomas (Una vida conmocionada). Sorprende el influjo adquirido por aquella muchacha alocada y mártir, más allá de toda religión o confesión particular. Ello aconseja una mínima palabra sobre ella.
La versión completa del diario modifica algo la imagen anterior de Etty: impresiona, por ejemplo, su capacidad de introspección y de autocrítica. Pero también aparece como más propensa a la neurosis: ella misma, con su intuición, escribe que no sabe si su obsesión por sintetizar las dualidades no provendrá del miedo a una esquizofrenia futura. Pueden resultar pesadas la segunda y cuarta libreta, por la obsesiva fijación de Etty en sí misma. Pero también ayudan a descubrir las infinitas complejidades del psiquismo humano…
Esta mayor negatividad vuelve más asombrosa la transformación de aquella muchacha. Pero no es cierta la versión apologética de una Etty transformada “por su encuentro con Dios”. Dios estará presente y muy vivo en la evolución de Etty y la irá transformando, a partir del décimo mes del diario. Pero antes, en los cuadernos anteriores, Dios es solo una vaga referencia, típica del lenguaje de una sociedad creyente y no laica. Y Etty hasta se permite escribir una vez, al comienzo, que no sabe si tiene algo de atea…
¿Cuál fue pues el factor que parece decisivo para la puesta en marcha de aquella transformación? Además de la lectura de Rilke, lo que ella misma llama (y se propone como tarea) “escucharse a sí misma”. En un momento del comienzo del diario se describe como sentada en el suelo, arrimada a la pared con las rodillas a la altura del rostro. Reclina la cara sobre esas rodillas, cierra los ojos y se escucha. Esa práctica se va convirtiendo en algo tan importante que, aunque escribe en holandés, recurre, para calificarla, a una palabra alemana muy expresiva: hineinhören: “escuchar hacia dentro” (23 agosto, 4 y 5 septiembre, 12 diciembre de 1941, 20 febrero de 1942…).
Y lo que me gustaría comentar, confirmado con algo de experiencia propia es que, cuando se practica, esa forma de autoescucha acaba siendo real. Lo más profundo de nosotros va saliendo a la superficie y “nos habla”. Y se atisban posibles o reales motivaciones de nuestras conductas, que nuestro ego había procurado ignorar.
Etty fue descubriendo así lo peor y lo mejor de sí misma: las increíbles dimensiones de su ego, pero también las increíbles posibilidades positivas de su persona: tan increíbles que es en ellas donde descubre a Dios. Un Dios que no es el de la cosmología (que sirve para poco), ni tampoco exactamente el de la religión (casi siempre sutilmente modificado por nuestro ego), sino lo que cabría llamar el Dios de la interioridad.
Etty cumplió así, sin proponérselo, el viejo consejo de la sabiduría griega: “conócete a ti mismo” (inscrito en el templo de Apolo en Delfos y que algunos atribuyen a Sócrates). Y lo cumplió a unos niveles que aquella vieja sabiduría no pudo sospechar.
Nuestras relaciones humanas abundan, por lo general en consejos o recomendaciones de lo que a nosotros nos ha ido bien (y que hoy han degenerado en la mentira y la plaga de la publicidad que, además, genera pingües ingresos). Pues bien, sin ninguna autoridad por mi parte, me atrevo a dejar aquí esta sugerencia: escúchate a ti mismo, aprende a escucharte. Serás más crítico contigo, pero descubrirás también que lo más hondo y mejor de ti (cuando lo liberas de toda la hojarasca y las piedras que lo recubren) es de una calidad y una hondura que te puede devolver la fuerza y la esperanza en la vida, aunque no te ahorre sus malos ratos.
Quizás así encontrarás a Dios. Pero, aunque no lo encuentres explícitamente, si de veras te encuentras a ti mismo habrás hallado a Dios sin saberlo. Porque el detalle más sorprendente de ese “escuchar hacia dentro” de Etty es que eso no la encierra en sí misma, sino que le despierta el deseo de ser “bálsamo para tantas heridas”, solidaria hasta la muerte con su pueblo inmolado y “corazón pensante” para todos a quienes las urgencias inmediatas de su situación cautiva, les niegan tiempo para pensar.
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