Magda Bennásar Oliver: “Mirad lo que nos pasó con dos peques.”
Estábamos preparando el oratorio, muy actualizado, de la parroquia, cuando fueron llegando las familias con sus hijxs. El semicírculo preparado, las velas encendidas, la música a punto, sonrisa puesta y muchas ganas de compartir con esa franja de 25 a 40 que van a tope, que no tienen tiempo… también estaba preparado el chico marroquí que vive junto con otros 24 en la parroquia, para jugar con lxs pequeñxs mientras los mayores rezábamos…
De pronto, por el rabillo del ojo veo a la niña de 5 años y al chiquitín de 2 que se van a buscar sus sillitas al fondo del oratorio y sin decir nada completan el semicírculo con sus sillitas y se sientan, los primeros, para que nadie se atreviera a cuestionar su pertenencia.
Me pareció un gesto digno de ser orado. Justo ahora que se preparan liturgias súper serias, largas, pesadas, de millones de palabras en tres días… que ni los mayores podemos digerir, mientras eso ocurre, ¿dónde está el lugar de los peques? ¿pegados a los dibujos o … para que no molesten?
Así tenemos un mundo de ancianxs en las iglesias, que como no hay nadie más, la mayoría quieren seguir con lo de siempre porque así está mandado por ancianos jerarcas que no tienen niñxs, ni tampoco mucha alegría como podemos comprobar.
Actualmente parece que los pequeños sólo son nombrados como víctimas de abusos, pasa lo mismo con las mujeres, sólo se nombra a las que reivindican el sacerdocio femenino… o puestos de autoridad.
¿No os parece que es hora de darle la vuelta al pastel, verlo desde el lado del futuro, de la vida nueva, de la creatividad… y preguntarle a Jesús como quisiera ser recordado en estos días tan significativos, en los que él se va al monte a rezar, que como buen introvertido sabía que la naturaleza le consolaría mucho más que los egos de los discípulos peleando por la herencia, por los puestos de honor en ese reino que no acababan de pillar?
El futuro y el presente es de lxs niñxs. En sus cerebros esponjitas podemos diseñar modelos de comunidad en los que ellxs entren, formen parte, porque ¿quién ha dicho que un niño no sabe hacer silencio? ¿Has probado de acompañarle en un sencillo momento de oración centrante? ¿Has podido comprobar, yo sí, que a diferencia de lxs adultxs, ellxs se centran enseguida, respiran, abren sus manitas y se les pone una sonrisa porque sus mofletes no están tensionados como los nuestros?
Por ahí entiendo las palabras de Jesús “dejad que los niños se acerquen a mí…” los niños no tienen miedo, no tienen prejuicios, y Jesús se refería a sus seguidores, que tenemos que aprender de su transparencia y capacidad de estar, de compartir, de reír, de danzar.
En otra ocasión, estábamos con un grupo de mamás con niños, y lo mismo, alguien cuidaba de ellos mientras las adultas teníamos un encuentro… de pronto el grupito de pequeños irrumpió en la sala, y cada uno se sentó encima de su madre, ya que no había sillas para ellos, entonces viendo la situación, pusimos música relajante, las madres abrazaron a lxs pequeñxs y medianxs y ofrecimos una meditación guiada, en la que los más cansaditos se quedaron fritos y los otros disfrutaron del momento. Al final, tomados de la mano hicimos una sencilla danza contemplativa, en la que quienes no perdían el paso eran ellos, claro, sobre todo ellas. Se inauguró un proceso de reuniones compartidas con merienda al final, una gozada de liturgia.
Ojalá esta semana santa no fuera pesada, y nos pudiéramos dejar inspirar por la Ruah encarnada en nuestrxs pequeñxs. A mí, el pequeño de la familia, hace unos días me mandó un audio en el que él meditaba varios minutos, con gestos y alguna palabra que tenía memorizada de su profe. Me dice en el whatsapp: “tieta, te comparto mi meditación de hoy”. Tiene 5 años y sus padres no van a misa, pero le enseñan amor a la naturaleza y meditan con él unos minutos varias veces a la semana. Su meditación se llamaba “arco iris”, y mientras le escuchaba decía bendita profesora, posiblemente no practicante, que junto con sus padres, preparan una sociedad nueva, completamente diferente.
Nosotras hemos aprendido la lección: lxs peques y sus madres y padres, están ahí, preparando el futuro, nosotras necesitamos aprender y acompañar. Todavía sonrío sola cuando recuerdo a los futuros discípulos, poniendo sus sillas. ¡Menuda autoridad!
Magda Bennásar Oliver, sfcc
Fuente espiritualidadcym@gmail.com
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