Acoso en las aulas: el 35% del alumnado tiene prejuicios hacia el colectivo LGTBI
Un estudio de la asociación COGAM en Madrid revela que el porcentaje de personas que no creen que el colegio sea un ambiente suficientemente seguro ha aumentado del 16,8% en 2019, al 21,2% en 2022
Por Andrea García Baroja
El colegio es, en principio, el espacio seguro para todos los niños que aprenden, no solo conocimientos, sino también a desarrollarse emocional y socialmente en su entorno. Y son cada vez más diversos: casi un 26% del alumnado madrileño asegura que no es heterosexual. Sin embargo, no todos los niños se sienten igualmente protegidos. El 35% del alumnado de la Comunidad de Madrid tiene prejuicios hacia los compañeros de clase que forman parte del colectivo LGTBI, porcentaje que ha aumentado en 20 puntos porcentuales desde 2019. Son datos del informe LGTBIfobia en las aulas que ha presentado este viernes COGAM, asociación de defensa de los derechos LGTBI de Madrid, que descubre la inseguridad que sufren los menores parte del colectivo en sus aulas.
El aumento en los prejuicios y la falta de visibilidad contribuyen a crear un ambiente hostil en el centro educativo para muchos alumnos. De hecho, según el estudio, solo el 23% de los estudiantes de secundaria homosexuales o bisexuales se ha atrevido a salir del armario. De los 6.256 alumnos de secundaria, bachillerato y Formación Profesional encuestados durante 2022 —pertenecientes a 66 centros educativos de 27 localidades madrileñas—, un 24% afirmó que está bien ser parte del colectivo, siempre que “no se note”. Y un 42% de ellos recelan abiertamente sobre tener una pareja bisexual. El porcentaje de personas que no creen que el aula sea un ambiente suficientemente seguro para el colectivo LGTBI ha aumentado del 16,8% en 2019 al 21,2% en 2022.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha incidido durante la presentación del estudio en la importancia de estos datos, que arrojan una radiografía “trasladable” al panorama nacional y a políticas públicas, para conocer la realidad del alumnado LGTBI, detectar los casos de acoso y actuar de manera urgente desde las instituciones. “Tenemos la obligación de no tolerar el blanqueamiento y la difusión masiva de discursos LGTBIfóbicos y tránsfobos, y el objetivo de asegurar que la escuela es un espacio seguro y libre de violencias para todas las personas”, ha expresado. La titular de Igualdad ha recalcado que es en los centros educativos donde los menores reciben “el aprendizaje de lo que es la vida en sociedad” y de cómo “convivir”, por lo que son espacios clave para “acabar con la impunidad de quienes quieren que la diversidad no exista o que siga habiendo personas que vivan en los armarios”.
Denunciar el acoso escolar
Eliminar el acoso escolar en las aulas continúa siendo una batalla pendiente, y lo es también en el ámbito del género o la orientación sexual. Un 30% de los estudiantes afirma haber presenciado alguna vez una agresión verbal a un compañero por su condición sexual. “Este tipo de acoso pasa desapercibido en muchas ocasiones porque, al no haber un reconocimiento de la diversidad en el aula, se crea la falsa idea de que esta no existe, por lo que la violencia tampoco se ve”, ha explicado Irene Correa, parte del equipo investigador de COGAM.
De entre la población homosexual y bisexual, el 7% denuncia recibir acoso e insultos homófobos, mientras que en el caso de los menores trans, especialmente vulnerables, el porcentaje aumenta hasta el 17%, pese a que el 91% de sus compañeros manifiesta “aceptarles sin problemas”. La peor parte del acoso por internet también recae en los menores trans: el 14% de ellos afirma sufrir también acoso por redes, algo que solo padecen el 3% de sus compañeros homosexuales o bisexuales.
Quienes defienden a sus compañeros de insultos y burlas son también candidatos a sufrir acoso, por el “contagio del estigma”. El 3% de los estudiantes han visto al menos una agresión física, pero muchos deciden no intervenir. Solo el 66,5% de los alumnos declaran que defenderían a su compañera o compañero, 10 puntos porcentuales menos que en 2019. Un 20% expresa que no sabría qué hacer; un 11%, que no intervendría y un 1,5% manifiesta que se uniría a las burlas. “Esta masa pasiva permite la conducta y la agresión sin censura. Es necesario que la gente actúe. Por eso es tan importante el trabajo de sensibilización en el aula, para proteger a la víctima y garantizar que tiene apoyos y protección”, ha expuesto Correa.
El género también tiene un papel importante en la reacción al acoso: las chicas defienden más (un 83%) que los chicos (49%), que normalizan más la violencia. También es así en el caso de las agresiones físicas y verbales: el 47,3% de las personas que ejercen algún tipo de violencia son chicos cisheterosexuales. “El género es un factor que atraviesa totalmente, tanto los prejuicios como las agresiones, y que recae sobre todo en el modelo de masculinidad tradicional. Los chicos tienen mayor carga de prejuicios, mayor transfobia y mayor homofobia, incluso los chicos que forman parte del colectivo”, ha explicado Sara Guilló, técnica del proyecto educativo de COGAM.
En el caso del profesorado, la respuesta es positiva. El 86% de los alumnos aseguran que sus profesores ayudan y actúan cuando hay insultos o acoso a un compañero por ser parte del colectivo LGTBI, datos similares a los de 2019, a pesar de que la confianza en sus referentes educativos es menor entre los alumnos del colectivo. Sin embargo, fuera del colegio, el respaldo en casa es menor. El 24,7% considera que su familia no los apoyaría si fueran LGTBI y, entre quienes ya se consideran parte del colectivo, los porcentajes son similares: alrededor del 30% de ellos creen que no serán aceptados en casa cuando sus familias lo sepan.
Entre las demandas de COGAM para eliminar el acoso escolar y la violencia hacia el colectivo, están la implementación de la educación sexual y de la formación del profesorado, así como el acercamiento de referentes positivos para el alumnado LGTBI. También solicitan que los centros educativos cuenten con protocolos de actuación para atender las necesidades de los menores LGTBI, además del despliegue de los recursos necesarios para facilitar el desarrollo “real y efectivo” de la ley madrileña de protección integral contra la LGTBIfobia.
Fuente El País/COGAM
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