Viernes Santo: 7.3.23. La Pasión según san Mateo: Te ayudaré Dios mío para que no me abandones (E. Hillesum)
Del blog de Xabier Pikaza;
Los mejores intérpretes de la Pasíón de Dios (Cristo) Según Mateo en el siglo XX han sido dos judíos:
(a) Marc Chagall (1897-1985) ha sido el más hondo pintor de crucificados; algunas de sus imágenes irán acompañando trabajo.
(b) Etty Hillesum (1914-1943), escritora y pensadora judía asumió de forma admirable el camino de la pasión de Dios según Mateo (25,31-46), siendo ajusticiada, como Jesús, acompañando a Dios en su dolor en un campo nazi.
| X Pikaza
Etty Hillesum (judía/cristiana) ejemplar ha realizado la más honda tarea de acompañar/consolar a Dios acompañando y consolando a los hombres y mujeres sufrientes, en el holocausto (shoah) de los nazis.
Así lo indicará esta reflexión que tiene dos partes. (a) Una visión general sobre su vida desde el evangelio de Mateo. (b) Una lectura de la pasión de Dios y el dolor de los hombres, en el evangelio de Mateo.
Las reflexiones de la primera parte están inspiradas básicamente en Leandro Siqueiros: El diario de Etty Hillesum: buscar a Dios en el Holocausto http://wwwespiritualidadprogresista.blogspot.com/2010/10/etty-hillesum-una-de-las-mas.html y en J.I González Faus. “Etty Hillesum. Una vida que interpela”. Ed. Sal Terrae, 2008.
ETTY HILLESUM. VISIÓN GENERAL.
Introducción
E. Hillesum fue judía (aunque no se identifique con ninguna sinagoga particular) y lee el evangelio de Mateo desde su percepción radical judía, sin necesidad de “dejar” su judaísmo (abjurar) para leer el evangelio de Jesús, haciendo de esa forma un intenso camino religioso que es judíos siendo al mismo tiempo cristianos..
E. Hillesum no asume el cristianismo “oficial” (no se bautiza, ni forma parte de ninguna iglesia), porque no tiene “tiempo ni espacio para ello” y, sobre todo, porque está recorriendo un camino previo de “identificación” con el camino de Jesús, a quien ni siquiera nombre, porque quien a ella le importa es Dios.
Y sin embargo E. Hillesum esuna de las mejores intérpretes del evangelio de Mateo y de su experiencia de la pasión de Dios, que se identifica con el dolor de los hombres, conforma a la palabra originaria de Mt 25,31-40:Tuve hambre y me disteis de comer (o no me disteis de comer…).
Hillesum retoma, sin quizá saberlo, una hondísima experiencia rabínica del dolor de Dios que se expresa en el dolor de los hombres… (tema esbozado por el pensador judío A. Heschel, 1907-1972, en numerosas obras, sobre todo en su interpretación de los salmos). En esa línea, ella se siente llamada a “acompañar y consolar” a Dios en su dolor, en un gesto que puede vincularse con el de algunos salmos y, sobre todo, con un tipo de experiencia profética que ha sido tematizada por Ella no nombra a Mateo, ni a Jesús, pero está haciendo el “camino de Reino” (camino de Dios) en la línea de Mateo…
Contexto vital
Su nombre era Esther/Etty Hillesum y había nacido el 15 de enero de 1914 en Middelburg, en Holanda. Su padre, Louis Hillesum, enseñaba lenguas clásicas. Su madre era experta en lenguas modernas y literatura.
Etty obtuvo su primer diploma en Derecho en la Universidad de Ámsterdam; después se matriculó en la facultad de Letras para el estudio de las lenguas eslavas. Más tarde, cuando comenzó a estudiar la carrera de psicología, estalló la guerra. El día 15 de julio de 1942, en plena guerra, ,
Etty trabajó como mecanógrafa en una de las secciones del Consejo Hebraico holandés. Como en otros territorios ocupados, esta organización había nacido bajo la presión de los alemanes y actuaba de puente entre los nazis y la población judía.
Desde agosto de 1942 hasta el fin de septiembre de 1943, Etty Hillesum se ofreció voluntaria para trabajar como asistenta y enfermera en el campo de concentración de Westerbork, como enviada del Consejo Hebraico. Actuó como correo de la resistencia y llevaba consigo cartas y mensajes de los prisioneros, además de recoger medicinas para llevar al campo.
Ante la barbarie que percibía a su alrededor en una Europa enloquecida, Etty se refugia en la experiencia religiosa interior y especialmente en la oración íntima e intensa. Escribe: –«(…) Las amenazas y el terror crecen día a día. Me refugio en la oración como un muro oscuro que ofrece seguridad, me refugio en la oración como si fuera la celda de un convento; ni salgo, tan recogida, concentrada y fuerte estoy.
Este retirarme en la celda cerrada de la oración, se vuelve para mí una realidad siempre más grande, y también un hecho siempre más objetivo. La concentración interna construye altos muros entre los cuales me reencuentro yo misma y mi totalidad, lejos de todas las distracciones. Y podré imaginarme un tiempo en el cual estaré arrodillada por días y días, hasta no sentir los muros alrededor, lo que me impedirá destruirme, perderme y arruinarme.» (Diario, 18 de mayo de 1942)
Etty Hillesum, en Auschwitz y ejecutada Mientras, seguía aumentando el número de deportaciones de civiles judíos. En el año 1943, Etty llegó a la conclusión de que la prisión era inevitable y se negó a aceptar los escondites que se le ofrecieron para no ser capturada por la Gestapo. Después de meditarlo, Etty se entregó a las SS el día 6 de junio de 1943, junto a sus padres y a sus hermanos. Etty dejó sus diarios a unos amigos, con los que también mantuvo una larga correspondencia durante su encarcelamiento en Westerbork. En una de las cartas afirma:
El paisaje que tenemos alrededor aparece de improviso mutado, el cielo se vuelve bajo y negro, nuestro modo de sentir la vida sufre grandes mutaciones y nuestro corazón se vuelve completamente gris y milenario. Pero no es siempre así. Un ser humano es una cosa bien singular. La miseria que reina aquí es verdaderamente indescriptible. En las grandes barracas se vive como topos en una cloaca.» (Carta de 3 de julio de 1943)
Este intercambio epistolar terminó con una tarjeta postal con fecha 7 de septiembre de 1943, arrojada desde un camión de ganado. Describe la repentina inclusión de ella y su familia en un transporte hacia Auschwitz que salió con 987 reclusos, incluidos 170 niños. La postal se despide con estas palabras: «Me esperaréis, ¿verdad?».
Los diarios . Etty, buscadora de Dios
La evolución espiritual y religiosa del Etty ocupa el primer plano en su diario. Se inicia con una Etty que es una mujer laica y que no practica ninguna religión. En esta etapa de su vida, el nombre de Dios aparece en el diario más como una expresión literaria o como un factor sociológico que con un sentido de fe religiosa, como dice González Faus. Poco a poco la espiritualidad de Etty va presentando una serie de tonalidades, colores y acentos propios. Pero a la vez, están muy cercanos a nuestra realidad actual.
En primer lugar, Etty se mostrará cada vez más sensible a la presencia de Dios, una presencia en todas las cosas y en todos los seres. Una presencia que unifica totalmente su ser. Una presencia que le hace sospechar que Dios tiene que ver con la búsqueda de la liberación interior y con la sensación que tantas veces ha sentido de que la vida merece la pena a pesar de todo.
Tratando de encontrarse a sí misma, se convierte en Buscadora de Dios.Un rasgo que destaca en su camino espiritual es que va descubriendo a Dios en su interior.
SE VA SINTIENDO HABITADA POR DIOS.
“Dentro de mí hay un pozo muy profundo. Y ahí dentro está Dios. A veces me es accesible. Pero a menudo hay piedras y escombros taponando ese pozo y entonces Dios está enterrado. Hay que desenterrarlo de nuevo. Me imagino que hay gente que reza con los ojos dirigidos hacia arriba. Ellos buscan a Dios fuera de sí mismos. También hay otras personas que agachan la cabeza profundamente y que la esconden entre sus manos; creo que esa gente busca a Dios dentro de sí misma” (26 de agosto de 1941)
“Dios, cógeme de tu mano, te acompaño obedientemente, sin resistirme. No rehuiré nada de lo que me llegue en la vida, lo asimilaré con todas mis fuerzas. Pero dame de vez en cuando un breve instante de tranquilidad. Tampoco pensaré, en toda mi inocencia, que la paz, en caso de que me llegue, vaya a ser eterna. También aceptaré la intranquilidad y la lucha que volverán a continuación. Me gusta estar protegida por el calor y la seguridad, pero tampoco me rebelaré si entro en el frío, siempre y cuando sea de tu mano.
Iré a todas partes de tu mano y quiero procurar no tener miedo. Intentaré irradiar algo del amor, del verdadero amor humano que hay en mí, en cualquier parte que esté”.
Y volverá aún sobre este tema en el último cuaderno de su diario:“Amo tanto al prójimo, porque amo en cada persona un poco de ti, Dios. Te busco por todas partes en los seres humanos, y a menudo encuentro un trozo de ti. Intento desenterrarte de los corazones de los demás”. (15 de septiembre de 1942). Y el mismo día en el que moría J. Spier, es capaz de recordarlo de esta manera:
“…Tú, gran persona comprensiva, buscador de Dios, que encontraste a Dios. Has buscado a Dios por todas partes, en cada corazón que se abría a ti –y cuántos han sido-, y en todas partes encontraste un pequeño fragmento de Dios. Nunca te has rendido” (15 de septiembre de 1942).
AYUDAR A DIOS
Etty elabora su propio lenguaje simbólico y místico. En esos tiempos de terror, como ella los califica, “ayudar a Dios, para Etty, es encontrarle un resguardo dentro de sí, ofrecerle hospitalidad, buscarle un cobijo en las personas sufrientes que encuentra, salvar un pedacito de Dios en los seres humanos…Salvar la existencia de Dios en la desventura. Ser huésped y amiga” (W. Tommasi); “Ayudar a Dios es ayudar al amor que no tiene más fuerza que su misma oferta” (González Faus).
En este sentido destaca esta oración:
Corren malos tiempos, Dios mío. Esta noche me ocurrió algo por primera vez: estaba desvelada, con los ojos ardientes en la oscuridad, y veía imágenes del sufrimiento humano. Dios, te prometo una cosa: no haré que mis preocupaciones por el futuro pesen como un lastre en el día de hoy, aunque para eso se necesite cierta práctica…
Te ayudaré, Dios mío, para que no me abandones, pero no puedo asegurarte nada por anticipado. Sólo una cosa es para mí cada vez más evidente: que tú no puedes ayudarnos, que debemos ayudarte a ti, y así nos ayudaremos a nosotros mismos.
Es lo único que tiene importancia en estos tiempos, Dios: salvar un fragmento de ti en nosotros. Tal vez así podamos hacer algo por resucitarte en los corazones desolados de la gente. Sí, mi Señor, parece ser que tú tampoco puedes cambiar mucho las circunstancias; al fin y al cabo, pertenecen a esta vida…
Y con cada latido del corazón tengo más claro que tú no nos puedes ayudar, sino que debemos ayudarte nosotros a ti y que tenemos que defender hasta el final el lugar que ocupas en nuestro interior…
Mantendré en un futuro próximo muchísimas más conversaciones contigo y de esta manera impediré que huyas de mí. Tú también vivirás pobres tiempos en mí, Señor, en los que no estarás alimentado por mi confianza. Pero, créeme, seguiré trabajando por ti y te seré fiel y no te echaré de mi interior (12 de julio de 1942)
Quisiera ser un bálsamo derramado sobre tantas heridas (13 de octubre de 1942)Las cartas de Etty están llenas de actuaciones que hacen de “bálsamo” en la vida de cada día de esas personas hacinadas en barracones, pasando hambre, frío, enfermedad, miedo humillación… “El día anterior acudí a la barraca hospitalaria, y fui de lecho en lecho. ¿Cuáles estarían vacíos al día siguiente?…Una chica me llama. Está sentada en su cama, con sus grandes ojos abiertos… Padece una parálisis parcial y acaba de aprender a caminar… “¿Te lo han dicho? Me tengo que ir”…Nos miramos en silencio. No tiene rostro, sólo ojos…” (24 de agosto de 1943)
Etty va sintiendo y viviendo una solidaria compasión, va haciendo real esa frase que escribió a final de su Diario: “He partido mi cuerpo como el pan y lo he repartido entre los hombres” (13 de octubre de 1942) Sus cartas se van convirtiendo cada vez más insistentemente en oración. En la última carta que pudo hacer llegar a su amiga más íntima Henny Tideman, que era cristiana, escribe esta oración: “
Esta tarde estaba descansando en mi camastro y he tenido el impulso repentino de escribir en mi diario el fragmento que te incluyo: “Tú que me diste tanto, Dios mío, permíteme también dar a manos llenas.
Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido contigo, en una larga conversación. Cuando estoy en algún rincón del campamento, con los pies en la tierra y los ojos apuntando al cielo, siento el rostro anegado en lágrimas, única salida de la intensa emoción y de la gratitud. A veces, por la noche, tendida en el lecho y en Paz contigo, también me embargan las lágrimas de gratitud, que constituyen mi plegaria”… (18 de agosto de 1943)
Diecinueve días después, el 7 de septiembre de 1943 fue deportada a Auschwitz con toda su familia y otras novecientas personas más (entre ellas, 170 niños). Y según la Cruz Roja, su muerte ocurrió el 30 de noviembre de ese mismo año.
Etty Hillesum y su relación con Julius Spier
En la vida de Etty hay un encuentro que le va a conducir hacia la unificación interna y señala el inicio de una gran maduración humana y espiritual. Se trata de un personaje especial y fascinante: el “quirólogo” berlinés Julius Ph. Spier. Era un judío, antiguo comerciante, que se retiró de los negocios atraído por la psicología y concretamente por su aptitud para el diagnóstico psicológico a través del examen de las manos (quirología).
Etty había comenzado a aprender de J. Spier toda una serie de orientaciones para ordenar la vida, desde recogerse diez minutos al terminar el día para ver todo lo bueno y malo de la jornada, hasta abrirse al “conocimiento original” que se revela en el corazón del hombre.
Spier le da a conocer a Etty la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento (y dentro del NT el evangelio de Mateo), con testigos de la tradición cristiana como S. Agustin, S. Francisco de Asís, Tomás de Kempis… Pero el verano de 1942 Julius Spier cae enfermo y muere el 15 de septiembre antes de ser deportado.
ETTY HILLESUM. LA PASIÓN DE DIOS SEGÚN MATEO. REINTERPRETACIÓN DE E. HILLESUM
Mt 25 31-46 (estracto):
Pues cuando venga el Hijo del Hombre en su gloria, y todos los ángeles con él y dirá los que están a su derecha: Venid, benditos de mi Padre. Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui extranjero y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Este pasaje ofrece el compendio más significativo de la “moral” bíblica y de la revelación judeo‒cristiana, y lo desarrolla en forma de parábola y parénesis, no de dogma argumentativo. Es un pasaje que brota de la experiencia mesiánica de Jesús, a la luz del Antiguo Testamento, tal como ha sido vivido y formulado de un modo por el libro de Job y por otro por el evangelio de Mateo, conforme a la lectura de E. Hillesum:
‒ Este pasaje se funda en una experiencia teológico‒mesiánica, centrada en el hecho de que el Dios de Jesús puede revelarse al fin como juez/salvador de todos, porque se ha identificado hecho con los hambrientos y los pobres, los exilados y enfermos, desnudos y encarcelados… l
– Nosotros solemos preguntar: ¿Por qué “abandona” Dios a los que sufren, a millones y millones, condenados al hambre o a la cámara de gas por la maldad de otros “hermanos”?
– Pero Dios nos pregunta: ¿Por qué me abandonáis a mí...al abandonar a mis hermanos más pequeños…?
Entre las propuestas de respuesta que se han dado a esa pregunta destaca la deE. Hillesum (1913-1943), condenada a muerte, en un campo de concentración, que ofrece, a mi juicio, la más honda interpretación de la pasión de Dios en Cristo y en la humanidad, según el egangelio de Mateo.
Te ayudaré, Dios mío, para que no me abandones, pero no puedo asegurarte nada por anticipado. Sólo una cosa es para mí cada vez más evidente: Que tú no puedes ayudarnos, que debemos ayudarte a ti, y así nos ayudaremos a nosotros mismos.
Ella sintió y dijo que Dios se ha encarnado y sufre en la entraña de unos hombres y mujeres empeñados en matarle (matando a otros hombre), y sufre de un modo especial en los condenados al sufrimiento y a la muerte, descubriendo así su más alta vocación, que es consolar al Dios doliente, desde una infame cárcel de muerte. Éste ha sido y sigue siendo un signo supremo de misericordia, y sólo una mujer, como Hillesum, ha podido descubrirlo, para que también otros podamos compartir su ejemplo.
Te consolaré para que me consueles… Quiero hacerte feliz para que tú desde tu dolor que es amor supremo nos hagas felices a todos…
Esta es la tarea mayor que nos ha “pedido” Dios, al decirnos que la acompañemos en la obra de su creación: que le ayudemos y consolemos consolando a sus hermanos más pequeños en los que él mismo sufre (como puse de relieve en Comentario al Cántico Espiritual Juan de la Cruz B, 39(Editorial San Pablo, Madrid 2018).
– Ciertamente, Dios nos consuela, sufriendo con nosotros, por nosotros, para acogernos en su amor resucitado.
– Pero nosotros debemos también consolarle, caminando a su lado en amor, muriendo incluso por él y con él, como Jesús (como E. Hillesum).
Muchas veces tenemos miedo, y queremos desertar de esta misión de consolar a Dios, pero Jesús nos invita a seguir, tomando su cruz (la nuestra, la de aquellos que sufren), para acompañar y “animar” de esa manera al mismo Dios, como dijo de forma admirable san Pablo, afirmando que quería “completar” en su carne los sufrimientos de Cristo, que son los de Dios (Col 1, 24).
El Dios de Jesús nos saca de este mundo, no nos quita el dolor, pero nos ofrece la certeza de que está con nosotros, con su misericordia, queriendo que le acompañemos, acompañando a los que sufren, como decía D. Bonhöffer, otro testigo y mártir del Holocausto nazi, hermano cristiano de E. Hillesum, la judía):
Hacer feliz a Dios, esa nuestra mayor felicidad… Eso significa que la “salvación” (felicidad) de Dios se identifica de un modo misterioso con el pan‒agua, la casa‒vestido y la palabra (curación, asistencia, amor) que ofrecemos ofrecida a los necesitados.
– En un sentido, el Dios de este pasaje final de la historia (Mt 25, 31-46) está al servicio de los hombres, a los que quiere acoger y liberar en su amor…
– Pero en otro somos los los que tenemos que “liberar” a Dios, tenemos que consolar a Dios, visitarle…ofreciendo felicidad a sus hermanos más pequeños, los necesitados.
Este pasaje (Mt 25, 31-46), leído y vivido como hace E. Hillersum, condenada a muerte en un campo de concentración, nos introduce interior del misterio de Dios... que no sólo quiere que seamos misericordiosos, haciéndonos felices unos a otros, en un plano de mundo, ,sino que nos pide que le ayudemos, que le acompañemos, que le hagamos feliz…
En un sentido muy hondo Dios mismo necesita de nuestro consuelo y compañía. Ésa es la “felicidad de Dios”… la que nosotros le damos, haciendo felices a los hombres y mujeres necesitados, que son su presencia.
Estuve preso, estoy preso, nos dice Jesús, nos dice Dios. Tuve/tengo hambre, … ¿Queréis venir a visitarme…? Estuve hambriento, estoy hambriento… ¿Queréis darme de comer?
El Dios hambriento, desnudo, preso…nos pide un poco de felicidad…. Este es el tema clave de la tabla final de bienaventuranzas/bendiciones del Hijo del Hombre:
– Bienaventurados los hambrientos, porque serán alimentados; los sedientos, porque beberán hasta saciarse; los exilados porque serán acogidos: los desnudos, porque recibirán vestido; los enfermos y los encarcelados, porque serán visitados…
– Bienaventurado Dios… si nosotros le damos felicidad, haciendo felices a sus hermanos más pequeños, haciéndole feliz a él… Se decía y se dice que hacemos feliz a Dios al visitarle en su signo sagrado de la eucaristía, al amarle de todo corazón. Pero en un sentido aún más hondo hacemos feliz a Dios haciendo felices a los pobres, encarcelados, exilados… Como sabe una tradición rabínica judía, como supo Jesucristo, como dice Mt 25, 31-46
Este es el mensaje más hondo e E. Hillesum que encarna la “tragedia” de Job… sabiendo que Dios mismo es quien sufre en su dolor, en el sufrimiento de los hombres interpretando su dolor, el de Job, el de Dios, desde el evangelio de Mateo, que ha leído y releído, encarnado y aplicado, con pasión de amor desde su raíz israelita.
Así lo siente, así se siente. No interroga a Dios, ni le acusa, sino que le consuela, diciendo: “Te ayudaré, Dios mío, para que no me abandones
“Te ayudaré para que no me abandones”.
Ella ha sentido que el Dios de Job se ha encarnado y sufre en lo indecible en un campo de concentración donde hay hombres y mujeres empeñados en matarle (a ella, y a millones de judíos, por el simple hecho de ser distintos). De esa manera, en ese lugar, sabiendo que van a matarle (que quieren matar al Dios que sufre en tod s y por todos), ella descubre su más alta vocación, que es consolar (consolar y acompañar al mismo Dios, acompañándola y consolándole en los hombres y mujeres que son la presencia de Dios en el mundo.(como han sabio siempre gran cantidad de orantes cristianos que acompañan y “animan” a Dios en sus ufrimiento.
De esta manera dice y hace, ayudando y consolando en el campo de concentración a los condenados a muerte, ella que también está condenada, simplemente por ser judía fiel:
Te ayudaré Dios mío, te consolaré mi Dios… Quiero consolar a mis hermanos, tus hermanos, quiero consolarte a tí, que estás llorando y sufriendo por todos, crucificado de nuevo, muriendo en la cruz de Jesús y en la de todos los crucificados,hombres y mujeres… Quiero estar contigo, para así resucitar contigo…. porque tú eres la resurrección. Con todos y en todos sufres, a todos resucitas…
Muchas veces tenemos miedo, y queremos desertar de esta misión de consolar a Dios, pero Jesús nos invita a realizarla, tomando su cruz (la nuestra, la de aquellos que sufren), para acompañar y “animar” de esa manera al mismo Dios, como dijo de forma admirable san Pablo, afirmando que quería “completar” en su carne los sufrimientos de Cristo, que son los de Dios (Col 1, 24).
Conclusión 1:
En este contexto quiero citar la oración de D. Bonhöffer, teólogo cristiano alemán, condenado como E. Hillesum a la muerte en otro campo de concentración nazi:
Siendo infinitamente grande, no te encuentras infinitamente lejos, sino cerca de nosotros. Y cuando estamos derrotados, tú no quieres asentarnos en tu fuerza, sino en la debilidad de tu Hijo Jesucristo. Por eso… ya seamos justos o injustos, enfermos o fuertes en la vida, nos arrojamos completamente en tus brazos… ¿Cómo hundirnos en el fracaso cuando superamos con tu Hijo la prueba del desierto? ¿Cómo orgullecemos en el triunfo si llevamos con el Salvador la cruz de nuestras culpas? (D. Bonhöffer, Resistencia y sumisión 2018).
Conclusión 2. Pikaza: Relectura de las bienaventuranzas. Desde ese fondo se pueden interpretar las bienaventuranzas de Dios en Mt 5:
– Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, pues podéis compartir con otros lo que sois, y de esa forma, dando y acompañando a otros, seréis saciados.
– Bienaventurados los que ahora lloráis, pues reiréis, porque, acompañando a otros con vuestro llanto (acompañando así al Días que llora) podréis alegraros, y os alegraréis también vosotros… – Bienaventurados cuando os aborrezcan, os separan y desechen, porque si respondéis con amor, sin aborrecer a los demás, sin separar ni desechar a nadie crearéis una nueva comunión de vida, en amor que no termina, por encima de la muerte… (cf. Lc 6, 20-21).
– Bienaventurados los mansos, porque heredaréis la tierra…Al no querer imponer nada sobre los demás, al no quedaros con nada, podréis compartirlo todo gratuitamente en Dios y con Dios….
— Bienaventurados los misericordiosos, pues al dar vuestra vida en amor a los demás, sin nada imponer, sin apoderaros de nada podréis abrir caminos de comunicación en gratuidad, para todos…
– Bienaventurados los limpios de corazón, los que no buscáis ni queréis limpiezas de honor, de privilegio, de ventajas sobre los demás…pues abriréis de esa manera unos caminos de limpieza y transparencia entre todos…
Bienaventurados los pacificadores, porque seréis llamados hijos de Dios porque al dar paz haréis que otros puedan responderos con paz. Y de esa forma seréis hijos de Dios que la paz suprema.
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