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San Romero de América: querido y venerado por su pueblo

Viernes, 24 de marzo de 2023

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El arzobispo de San Salvador fue asesinado el 24 de marzo de 1980

Juan José Tamayo: Actualidad de Monseñor Romero en el 43º aniversario de su asesinato

Los abogados del ‘proceso Romero’ denuncian que el Estado no muestra interés en esclarecer el caso, no investiga. Los abogados del ‘proceso Romero’ denuncian que “”el Estado no muestra interés en esclarecer el caso, no investiga”

Un bello artículo que aparecía el año pasado en la página de la Congregación de los Sagrados Corazones, Provincia de Chile y Argentina:

Al conmemorarse el 42º(este año, 43º) aniversario de su martirio, con su asesinato aún impune, podríamos destacar dos razones por las cuales Óscar Arnulfo Romero, obispo de los años ochenta, sigue tan vigente  en el siglo XXI y es transversal a las distintas generaciones, siendo admirado, amado, venerado por su pueblo, y reconocido como “San Romero de América”.

El Salvador es el más pequeños de los países centroamericanos y uno de los tres más densamente poblados en la región, según cifras del Banco Mundial. Desde la guerra civil de los ’80, ha tenido una limitada democracia, con malos gobiernos, grupos armados criminales, mafia, y pandillas que han intensificado la violencia gracias a diferentes ideologías políticas que buscan controlar el país.

En este contexto, la violación sistemática de los derechos humanos sigue siendo el principal e histórico problema.

La pobreza aunque ha disminuido por alcanzar mejores rentas, se agrava con el problema migratorio, y últimamente, por la mala salud pública que ha dejado más en evidencia la pandemia.

PROFETA

Monseñor Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por defender, precisamente, los derechos humanos de su pueblo en medio de la cruenta guerra civil que afectó a este país.

Justamente, él denunció la violencia militar y paramilitar (de los escuadrones de la muerte y de los comandos urbanos de la guerrilla), en una confrontación armada que se extendió por 12 años, dejando más de 75 mil muertos, 8 mil desaparecidos y un millón de refugiados.

El arzobispo mártir, Romero, levantó su voz dentro del movimiento popular para exigir un alto a la represión, y a la vez, denunciar el sistema económico que condenaba a la miseria a miles de generaciones en su país.

Estas condiciones no han cambiado sustantivamente en El Salvador, por lo cual su legado sigue fuerte y su voz sigue siendo oída cada día.

IMPUNIDAD

Pero por su martirio, Óscar Arnulfo Romero llegó a los altares antes de que sus sicarios a los tribunales de justicia.

Un informe de la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas, en 1993, creada con motivo de los acuerdos del proceso de paz que puso fin a la guerra civil en El Salvador, responsabilizó a los escuadrones de la muerte que dirigía el coronel, ya fallecido, Roberto D´Aubuisson, líder de la inteligencia política y fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que gobernaría el país durante dos décadas. Este informe también señalaba a otros militares: los capitanes Alberto Saravia, Eduardo Ávila, Fernando Sagrera y Mario Molina, entre otros.

Pero una ley de amnistía de 1993 impidió, entonces, iniciar un proceso en contra de ellos. Ha habido intentos posteriores de buscar justicia a través de los tribunales pero sin avances ni logros.

CANONIZACIÓN

El Papa Francisco canonizó a Romero. Pero antes fue reconocido en su santidad por el propio pueblo que lo ha venerado desde aquel 24 de marzo, cuando una religiosa de la capilla donde celebraba la eucaristía, exclamó: «¡Han matado al santo!. Luego, el obispo (catalán-brasileño), Pedro Casaldáliga, lo consagró también en su santidad al escribir: «San Romero de América, nuestro pastor y mártir».

Estos hechos vienen a ser la segunda razón de cómo el amor y veneración de los más sencillos se ha mantenido y hasta crecido en estos 42 años.

EJEMPLO DE PASTOR

En los países de América Latina, tenemos la lamentable experiencia de quienes acceden a instancias de poder, sean estas políticas, sociales, económicas o eclesiales, muy pronto rompen el vínculo con su base que les legitima,  y como consecuencia, se vuelven más insensibles a los problemas de sus respectivas realidades.

Con Óscar Arnulfo Romero, sucedió todo lo contrario.

El obispo mártir de El Salvador, usó su poder arzobispal, no para sentarse en la cátedra y pedir o buscar beneficios eclesiásticos. Desde ese lugar, el poder lo uso en tanto servicio, como tiene que ser en perspectiva evangélica, y su enérgica voz fue su principal arma para defender al pueblo pobre y sufriente. La proclamación de la verdad fue siempre su pasión.

MEMORIA AGRADECIDA

Hoy, al conmemorarse los 42 años de su asesinato, aún impune, la gente sencilla y pobre que lo ama, venera, se encomienda, y confía en él, no es solo de El Salvador. Es de todo el continente y por ello se le reconoce como el «Santo de América”.

En la actual crisis de nuestra iglesia, deberíamos pedir que San Romero de América ilumine en la conversión a su pueblo a quienes hoy tienen la responsabilidad de pastorear. Que les de la valentía de reconocer errores y de transformarse en verdaderos profetas. Que les aumente su capacidad de escucha, como Romero escuchó a Rutilio Grande y a su gente en su propio proceso de conversión.

por Aníbal Pastor N. / periodista

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Fuente foto: Serie podcast «La senda hacia el martirio» de la Radio YSUCA, dependiente de la Vicerrectoría de Proyección Social de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, UCA.

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