El bambú japonés nos inspira
Magdalena Bennasar, SFCC,
Bilbao
ECLESALIA, 27/02/23.- Estamos en conexión con bastantes personas que además de leer o escuchar van haciendo una opción por salir de lo superficial y rápido en los caminos de crecimiento personal y espiritualidad.
Es nuestra hermana Tierra quien, como siempre, contiene esa sutil sabiduría callada pero visible, palpable y contagiosa. La enseñanza del Bambú Japonés, es una entre millones de ellas, hoy me llamó especialmente la atención: Durante el séptimo año, en solo seis semanas, la planta del bambú crece más de 30 metros.
Siete años de abonar, cultivar, regar, nutrir a diario. Sensación de semilla mala, sensación de que se pierde el tiempo, sensación de impaciencia que a la inmensa mayoría, por lo que veo, les impulsa a ir a lo eficaz, a lo que sí se ve y palpa más rapidito. Y así, con esas prisas por ayudar… perdemos en el camino las semillas de profetisas, de místicas, de maestras de la interioridad y de la vida.
Les metieron a fuego que tenían que servir, y no les enseñaron el lento trabajo oculto de lo que cuesta la vida. Sin embargo la mayoría gestaron nueve meses a cada uno de sus hijas, de sus hijos, les cuidaron noche y día durante años, las 24 h hasta el más absoluto agotamiento, muchas veces solas, o con sus madres, para que las criaturas crecieran sanas. Esta sabiduría de la espera, de la gestación profunda, respetuosa, está en el adn de la vida y sobre todo de las mujeres.
Hoy necesitamos revivirlo para cultivar nuestra espiritualidad para que nos podamos convertir en maestras y hermanas de la no superficialidad de nuestras hermanas. Esta no es como la moda, que un año pantalón ancho para el siguiente hay que comprar el estrecho… La caña de bambú, como la espiritualidad, pasa siete años -sabemos que siete en el simbolismo bíblico significa plenitud, cumplimiento conseguido- en la tierra oscura para tejer una red inmensa de conexiones que la mantendrá firme y erguida en medio de las más grandes tormentas.
Cuando la red interior está firme, el séptimo año, en sólo seis semanas crece más de 30 metros. Este es un guiño a las impacientes y a las que aprendieron muchas cosas interesantes pero no se les indicó el camino de la interioridad. La clave de todo está en la fidelidad al proceso lento. Está en permanecer conectadas a la fuente.
No aceptaríamos que un médico, un maestro, un constructor, un ingeniero… no estuviera muy bien preparado antes de tomar decisiones que afectan a la vida de las personas. En el terreno de la preparación profunda es una lucha que se comprenda que no es saber mucho sino dejarnos crecer por dentro, dejarnos hacer, dando por nuestra parte el tiempo mejor del día para que la Ruah creadora pueda trabajar. Las personas se entusiasman rápido y con la misma rapidez pueden cansarse para probar en otro sitio, en otro libro, en otro…
Está dentro. Siete años -tiempo largo de paciencia y cariño, de silencio y palabra- que como susurro, como nutriente, va permeando el alma, mientras yo escucho, acojo, permanezco sin prisas. En Jesús fueron 30 años de vida oculta y apenas 3 de ministerio que ha cambiado la historia. Y de pronto, un día, cuando menos lo esperes, cuando ya deseabas irte a algo más eficaz y más gratificante, descubres una caña de bambú enorme, de 30 metros, irrompible, en tu jardín interior.
¡Enhorabuena! Aguantaste el tiempo de la Ruah y no del ego. Y hoy palpas el fruto. Y ese fruto es que puedes desarrollar tu semilla de profetisa, o de maestra-compañera de otras, siempre, como nuestras hermanas mayores, cultivando tu semilla de mujer mística, profunda, sin complejos, en un mundo muy muy superficial que sólo acoge lo fácil, lo rápido…también en las recetas rápidas de crecimiento expres. Este no es el sentir y el buen hacer de nuestra Ruah.
Siete años, tiempo largo diario, hacia dentro. Después, si te envían, cuando te envíen desde dentro, irás a decirles… Buen abono, buena agua, buena espera, con calma, con ganitas, sin envíos exprés, con la sabiduría de la Tierra interiorizada. Ahí nos encontraremos, las que no nos cansemos de esperar.
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