Aprendizaje
Puesto que me preguntaste, Juan carísimo en Cristo, de qué modo debes aplicarte para adquirir el tesoro de la ciencia, éste es el consejo que te doy: que por los riachuelos y no de golpe al mar procures introducirte, ya que conviene ir a las cosas difíciles a través de las más fáciles; por tanto, este es mi consejo y tu instrucción. Sé tardo para hablar e incorpórate tarde a los coloquios; depura tu conciencia; no abandones el tiempo dedicado a orar; ama permanecer en tu celda, si quieres ser introducido donde está el vino añejo; muéstrate amable con todos; no pretendas conocer con todo detalle las acciones de los demás; con nadie te muestres muy familiar, porque las familiaridades originan desprecios y suministran materia para sustraerse al estudio; en lo que dicen o hacen los mundanos no te impliques de ninguna manera; apártate del discurso que pretende explicarlo todo; no dejes de imitar los ejemplos de los santos y hombres buenos; encomienda a la memoria lo que se diga de bueno, sin importarte a quién oigas; esfuérzate en entender lo que leas y oigas; cerciórate acerca de los asuntos dudosos; y preocúpate de guardar cuanto puedas en el cofre de la mente, como quien ansia llenar un recipiente; no pretendas lo que es más alto que tú.
Siguiendo esas indicaciones, echarás ramas y darás frutos útiles en la vińa del Seńor Altísimo mientras vivas. Si sigues estos consejos, podrás alcanzar aquello a lo que aspiras.
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Tomás de Aquino,
Consejos para estudiar bien y plantear rectamente la vida.
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