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Cartas y visitas

Sábado, 4 de febrero de 2023

anafraPOSTALMari Paz López Santos
Madrid

ECLESALIA, 13/01/23.- Mientras recogía el Nacimiento y el Árbol de Navidad metiéndolos, como cada año, en las cajas donde dormirán a la espera de la siguiente celebración, dos palabras me empezaron a resonar con fuerza: cartas y visitas.

No se trata de palabras al azar. Cada una de ellas me ha traído recuerdos, alegría, discernimiento a futuro y ganas de compartir.

Me siento muy afortunada por haber recibido estas Navidades cuatro cartas con letra humana. Así es como llamo yo a las cartas que llegan al buzón de casa, anunciando en el sobre que han sido escritas a mano con bolígrafo o, ya rizando el rizo, con pluma estilográfica. Sí, soy una romántica y más en este tiempo tan tecnológico que hace que añore ciertas cosas de forma muy especial.

Alguien podrá decir que soy una antigua, con todo su derecho, pero yo con el mío no me corto en decir que me encanta recibirlas las pocas veces que llegan, comparando con los cientos de whatsapps que aterrizaron en mi móvil en el mismo espacio de tiempo en que he recibido las cuatro cartas con letra humana.

Si las recojo personalmente del buzón subo en el ascensor abriéndolas, no puedo esperar. Si las recoge alguien de mi familia me anuncian por el pasillo de casa: “Tienes una carta con letra humana”.

Hay un no sé qué de cercanía, de algo artesanal inspirado en quien lo va a recibir. Se percibe un estar semejante a la calidez de una buena conversación alrededor de una mesa, con café caliente o bebida con hielo, según el tiempo.

Las cartas recibidas me han retado a tomarme en serio el escribir alguna carta de estas que me gustan tanto; tengo la impresión de que a quien le llegue, como poco, le sorprenderá.

Vamos con la segunda palabra. He recibido dos visitas de mis dos amigas más antiguas. Nos vemos con frecuencia, pero suele ser fuera de casa. En esta ocasión mi pierna izquierda no me permitía moverme con normalidad. Así es que una se presentó un día y la otra, dos días después.

He recordado lo poco que me gustaba que me llevaran de visita cuando era una niña, me aburría muchísimo, salvo que hubiera gente pequeña y pudiera jugar. Pero el recuerdo de la infancia me acercó al valor de visitar a enfermos, ancianos y personas que atraviesan momentos de dificultad.

He valorado el tiempo que regalaban mi madre y mis tías acompañando a quienes se encontraban en cama o en casa por enfermedades de larga duración. Y ha vuelto a mi memoria el hecho de que una de mis tías ayudaba en su parroquia llevando la comunión a quienes no podían asistir a las misas porque su enfermedad les hacía estar postradas en cama o con alta dificultad de movimiento.

Visitar no es lo mismo que quedar. Visitar tampoco es lo mismo que verse en pantalla (video llamada, zoom, etc.). Visitar implica cercanía. Visitar es adentrarse en la realidad del otro, regalando tiempo, abriéndose a la escucha y al buen compartir. En la visita se practica la acogida y la hospitalidad.

En la Biblia hay casos de visitas muy interesantes. María visitó a Isabel. Jesús visitó a la suegra de Pedro. Sin olvidar a los tres visitantes de Mambré.

Es bueno recordar que visitar a los enfermos es una de las obras de misericordia.

¿Cómo entender el sentido de la visita en sociedades cada vez más cerradas en sí mismas? ¿Nos visitamos de forma personal? ¿Nos visitamos como grupos, comunidades, fraternidades dentro de la propia Iglesia?

Me salen preguntas al aire y a ellas tendré que volver, previo viaje silencioso a los textos de las tres visitas citadas.

Quizás después de todo lo dicho, alguien pueda pensar que estoy en contra de las nuevas tecnologías. Le digo que no.

Esto lo escribí en el ordenador, se publica en Eclesalia y será difundido en las redes. Pero elijo no enterrar ni las cartas con letra humana ni las visitas en tres dimensiones. Creo que no son cosas incompatibles mientras no perdamos el control de nuestro tiempo y la forma de usarlo.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

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