Navidad psíquica, 2022.
Tres palabras forman el título:
Navidad, que significa nacimiento. No sólo lo biológico sino también momentos importantes a nivel psíquico, cabeza y corazón, como tomar conciencia de sí mismo a un nivel más profundo: La interioridad. Más allá de lo que se ve con los ojos físicos y más acá de lo que se ve con el ojo silencioso: LA INMENSIDAD DE TODO. Navidad más que una palabra debería ser una experiencia.
Psíquico tiene que ver con el mundo cognitivo, conductal, emocional e inconsciente dinámico. Por tanto, no únicamente lo trata el ámbito psiquista. La terminación “ista” indica relación con. Así tenemos, economista quien investiga en el mundo de la economía. Así pues, psiquista es aquella persona que investiga o trabaja en todo lo que se refiere a la psique de todo ser viviente. Y ésta, si bien tiene como soporte la fisiología o todo el cuerpo, es un nivel no tangible. Y lo vivimos con los afectos y efectos. El sujeto no está en el cerebro, sino en la palabra. Ni en el cerebro, ni en el corazón, ni en el estómago, centros importantes energéticos, está el sujeto. Es el habla quien lo hace. Y esa realidad pertenece sólo al ser humano.
2022. Los números indican las coordenadas de tiempo y espacio donde estamos y vivimos ahora. Por eso Navidad se celebra de formas distintas.
Y partiendo del año 2022, que acaba, la noche tiene la máxima duración y da pie a un año nuevo (el día empieza alargarse), podemos constatar que Navidad o las fiestas navideñas son una época de mercantilización, de consumo, de negocio para memorar un nacimiento. Pero ese nacimiento, antes de ser de una persona histórica, Jesús de Nazaret, ha sido y es la celebración del solsticio de invierno en las culturas solares: La noche más larga y el día más corto. Y esta fiesta de la naturaleza se representaba con un niño recién nacido, puesto en un belén, con cabello dorado, con un dedo en la boca y un disco solar alrededor de la cabeza.
En el siglo IV d. C. el Papa Julio I hizo coincidir la fiesta cristiana del nacimiento de Jesús con el solsticio de invierno. Y el pesebre fue San Francisco de Asís, en 1223, quien lo creó. En un momento de plena cultura de cristiandad, que ahora va desapareciendo. Pero emerge una nueva cultura para contrarrestar la cultura anterior. Y la cultura que emerge es inhumana: una tecnolatría, un cientificismo y una economía, nutridos por un neoliberalismo, y éste guiado por unos pocos seres humanos.
Y hoy son unas fiestas navideñas de pleno consumo. Hay que consumir, entiendo que sí, puesto que el placer es una base humana, pero al mismo tiempo debe ser razonablemente, con responsabilidad y compartiendo según diferentes criterios: La solidaridad, la fraternidad, la bondad, el silencio interior, la reflexión, etc.
Y el ámbito psiquista debería explicarlo lo mejor posible. Las emociones no lo son todo, pero están ahí. Este mundo no tangible se experimenta en el cuerpo, es necesario cultivarlo, pero antes debe conocerse. De ahí la tarea educativa de hablar de las diversas emociones, que se convierten en sentimientos. Y en este día se remueven muchas: alegría junto con la tristeza, alegría con el dolor, coraje con el miedo, generosidad con el malestar y otros.
Pero al hablar de mal.estar hay que dar un paso más y considerar el mal.ser. Este mal.estar/ser puede dar entrada al nacimiento o transformación o conciencia de sí. Y aquí no tanto la sociedad, demasiado consumista y de forma desproporcionada, como quizás la cultura, que proporciona una escala de valores inhumana, necesitamos pararnos para hacernos el cuodlibeto: ¿No tendría que volver a nacer? ¿Tomar conciencia de mi vida? o, ¿aprender a hacer un stop cada día para saber cómo se lleva la propia vida? ¿Estresada, anancástica, irrespetuosa, narcisista, egoísta etc?
Y aquí tocaríamos a fondo el significado de NAVIDAD a nivel mundial. La globalización o vecindad global, construida por un profundo dominio o golpe de estar de una minoría financiera, está convirtiendo a la Humanidad en una masa, una forma nueva de esclavitud, pero todo vendido como una forma de ser más libres y felices. Buena falacia o trampa
Navidad lleva el mensaje de nacer a una vida libre, profunda o, según el eslogan de la revolución francesa (1789, París): Libertad, Fraternidad, Igualdad. Nació al derribar el imperio de los reyes, de forma brutal e inhumana, que no era coherente con los objetivos que anunciaban o la “buena nueva”.
No en vano, el libro de la “Buena Nueva” (Eu.aggelion o evangelio), lleva como eslogan navideño PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD, en la narración del nacimiento de aquel que fue coherente con su vida, fruto de la su profunda interioridad, de totalidad, Jesús, nacido en Nazaret. Voluntad es una palabra con mucha historia de contenido. Y creo que aquí su sentido no es una voluntad de esfuerzo, sino de compromiso, responsabilidad. Hoy, también podríamos hablar en lugar de voluntad, motivación.
Entiendo que todas las costumbres que existen en las diferentes culturas buscan estos eslóganes. Pero resulta que, en algunas ocasiones, se confunde lo que quieren decir como símbolos o narración con su materialidad. Los símbolos o narración indican el camino, pero no es el camino ni el hito. Hay que arriesgarse para hacer cada uno su camino. Todo un desafío. Y si no se hace, se toma el símbolo en su materialidad, se sacraliza, se adora… y entonces el ser humano se convierte en esclavo de una imagen o ídolo que él ha construido o edificado. Y con esta actitud, tomando las cosas al pie de la letra como puede ser la lectura literal de los textos, llamados sagrados, se convierte en el fanatismo, la exclusión, el autoritarismo como la tortura, el mal tratamiento e incluso el asesinato, y todo, desgraciadamente, en nombre de este ídolo, construido por mano humana, que le llaman “dios“.
Buen, feliz, gozoso, alegre NAVIDAD PSÍQUICA 2022:
Una nueva conciencia integral en las coordenadas actuales.
Jaume PATUEL PUIG (1935)
Pedapsicogogo
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