Claroscuro.
CLAROSCURO
Claroscuro del sentido,
claroscuro de la fe.
Creo la luz que se ve,
veo el misterio escondido.
Claroscuro voy perdido
de belleza y de verdad.
Sombras, decidme. Callad,
luces sabidas. Creer
es la manera de ver
total la realidad.
*
Pedro Casaldáliga,
El Tiempo y la Espera.
Ed Sal Terrae, 1986
***
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
– “José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.”
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
– “Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”.”
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
*
Mateo 1,18-24
***
José es del mismo temple que María: un creyente a la escucha de lo que le sucede. La noticia de la próxima maternidad de María no suscita en él ninguna reacción defensiva. No conservamos ninguna de sus palabras. No es una persona que habla o ajusta las cosas para ventaja propia: se limita a escuchar lo que le revela el ángel.
La verdad de Dios es más importante de lo que José vive. Y esta verdad la respeta José sin agresividad alguna, sin pensar siquiera en defenderse. Tanto para María como para José, la anunciación es algo increíble. Nadie puede estar a la altura de semejante verdad.
No obstante, no aparece asomo de escepticismo, ni de comportamiento pasivo, no hay toma de distancias, nada que nos haga pensar en un sentimiento de resarcimiento. Sólo fe y abandono. María y José han renunciado a su verdad para entrar en la de Dios. ¿Y nosotros? Nosotros no podemos ser felices si no logramos leer en profundidad los acontecimientos de nuestra existencia. Dios está presente en nuestra existencia: en cada una de sus vicisitudes aparece su plan, su intención de decirnos algo. Es una verdad que debemos descubrir también ahora.
*
G. Danneeis,
Le satagioni Della vita,
Brescia 1998,210-211
***
***
Comentarios recientes