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Archivo para noviembre, 2022

Exjugador de rugby condenado a 10 años de cárcel por atacar a mujeres trans.

Lunes, 7 de noviembre de 2022
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El exjugador de rugby Buti Sashi ha sido encarcelado durante 10 años después de ataques violentos contra trabajadoras sexuales transgénero.

Según BreakingNews.ie, los dos ataques, que tuvieron lugar en 2017, ocurrieron en las casas de las víctimas en Dublín, Irlanda.

Según los informes, Sashi, de 26 años, que ha jugado rugby para Blackrock, Liberty Saints y Guinness RFC, estaba armado con un cuchillo grande durante los dos ataques, el 26 de mayo de 2017 y el 28 de junio de 2017, respectivamente.

Durante el primer ataque en mayo de 2017, según los informes, Sashi agredió sexual y físicamente a la víctima antes de robarle el teléfono y la computadora portátil.

Según BreakingNews.ie, durante el segundo ataque, Sashi y otro hombre irrumpieron en el piso de otra trabajadora sexual transgénero, antes de agredirla y robarle dos teléfonos.

Víctima ‘humillada y destruida’

En una audiencia el lunes (17 de octubre), la jueza Eileen Creedon afirmó que los ataques fueron premeditados y que las víctimas eran ciudadanos extranjeros y vulnerables debido a sus ocupaciones como trabajadoras sexuales.

En una declaración de víctima del primer ataque en mayo de 2017, la mujer dijo que estaba “totalmente humillada y destruida” después del incidente.

“La única razón por la que se detuvo fue que había tanta sangre y creo que estaba asqueado por la sangre”, agregó.

Según el comunicado, la agresión del jugador de rugby la afectó emocional y psicológicamente y tuvo que mudarse de su apartamento, pero volvió a trabajar para “mantener a mi familia, especialmente a mi hermano menor que está enfermo”.

‘Línea directa entre las palabras y los actos violentos’

Sashi se declaró culpable de dos cargos de robo, dos de asalto que causó daño, uno de asalto sexual y uno de producción de un arma.

Recibió una sentencia de 12 años, con los últimos dos años suspendidos con la condición de que se involucre con los Servicios de Libertad Condicional después de su liberación.

La sentencia del jugador de rugby se produce cuando un nuevo informe del gobierno encontró que los crímenes de odio en Inglaterra y Gales alcanzaron un nuevo récord aterrador en 2022.

Las nuevas estadísticas del Ministerio del Interior, publicadas el 6 de octubre, detallaron al menos 155 841 delitos de odio registrados entre marzo de 2021 y marzo de 2022, con cifras que sugieren que los delitos de odio transfóbicos han aumentado en un impactante 56 %.

Según el estadístico del Ministerio del Interior John Flatley, responsable del informe, el aumento se debe en parte a las “mejoras significativas” que las fuerzas policiales locales han realizado en el registro y la definición de los ataques de odio.

Sin embargo, el grupo de apoyo a las víctimas LGBTQ+, Galop, dijo en un comunicado que los datos son el resultado de “narrativas transfóbicas en los medios y en un alto nivel político”.

“Seamos claros: hay una línea directa entre las palabras y los actos violentos contra nuestra comunidad, y siempre la ha habido”, se lee en el comunicado.

“Los delitos de odio contra las personas LGBT+ continúan siendo vistos como menores a los ojos de la ley, con sentencias mucho más largas que otras formas de delitos de odio y sin protección para las personas trans contra quienes provocan abusos”.

Fuente Pink News

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Para Dios todos están vivos

Domingo, 6 de noviembre de 2022
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PRESENCIAS

con amigos ausentes.
Me encuentro siempre
entre el instante y la muerte.
Me encuentro siempre
con un libro enfrente,
con un hombre doliente,
y un paisaje y la corriente,
y el sol rusiente,
y el sueño, por fin, clemente.
Y un pájaro, un niño, y un árbol, vivientes.
Y Dios persistentemente presente…

*

Pedro Casaldáliga
Clamor elemental,
Editorial Sígueme, Salamanca 1971

***

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:

“Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.”

Jesús les contestó:

“En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.

Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.”

 

*

Lucas 20, 27-38

***

 

Entre las diferentes formas de la corporeidad existe un abismo imposible de colmar a veces: una piedra no se convierte en pájaro. Otras formas corpóreas, sin embargo, aunque presentan diferencias, están en una relación vital, constituyen las fases de un único desarrollo, como por ejemplo la semilla y la planta que de ella nace. En este caso, el abismo queda superado por el misterio del grano que germina. Sin embargo, para superarlo es necesario lo que Pablo llama «el morir». La semilla debe entrar en la tierra y morir en ella, es decir, perder su forma, a fin de que pueda nacer la nueva planta. Y he aquí el paso: lo mismo sucede en el hombre. También en el hombre está presente la corporeidad en dos formas: la terrena y la celestial; de ellas, la primera es semilla de la segunda. También ellas están separadas por la muerte. El cuerpo deberá ser depositado en la tierra y descomponerse; sólo entonces se convertirá en el cuerpo nuevo, celestial. Pero he aquí la diferencia: la planta «nace» verdaderamente «de la semilla», de sus virtualidades y funciones; no así, en cambio, el cuerpo celestial del terrestre. A través de su descomposición, la semilla vive de una manera directa en la nueva planta. El cuerpo humano será resucitado después de la muerte. Aquí domina otro poder, que no brota del interior de la estructura humana, sino de la libertad de Dios.

*

Romano Guardini,
Le cose ultime,
Milán 1997, pp. 69ss.

***

***

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“¿Es ridículo esperar en Dios?”. 32 Tiempo ordinario – C (Lucas 20,27-38)

Domingo, 6 de noviembre de 2022
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Los saduceos no gozaban de popularidad entre las gentes de las aldeas. Era un sector compuesto por familias ricas pertenecientes a la élite de Jerusalén, de tendencia conservadora, tanto en su manera de vivir la religión como en su política de buscar un entendimiento con el poder de Roma. No sabemos mucho más.

Lo que podemos decir es que «negaban la resurrección». La consideraban una «novedad» propia de gente ingenua. No les preocupaba la vida más allá de la muerte. A ellos les iba bien en esta vida. ¿Para qué preocuparse de más?

Un día se acercan a Jesús para ridiculizar la fe en la resurrección. Le presentan un caso absolutamente irreal, fruto de su fantasía. Le hablan de siete hermanos que se han ido casando sucesivamente con la misma mujer, para asegurar la continuidad del nombre, el honor y la herencia a la rama masculina de aquellas poderosas familias saduceas de Jerusalén. Es de lo único que entienden.

Jesús critica su visión de la resurrección: es ridículo pensar que la vida definitiva junto a Dios vaya a consistir en reproducir y prolongar la situación de esta vida, y en concreto de esas estructuras patriarcales de las que se benefician los varones ricos.

La fe de Jesús en la otra vida no consiste en algo tan irrisorio: «El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob no es un Dios de muertos, sino de vivos». Jesús no puede ni imaginarse que a Dios se le vayan muriendo sus hijos; Dios no vive por toda la eternidad rodeado de muertos. Tampoco puede imaginar que la vida junto a Dios consista en perpetuar las desigualdades, injusticias y abusos de este mundo.

Cuando se vive de manera frívola y satisfecha, disfrutando del propio bienestar y olvidando a quienes viven sufriendo, es fácil pensar solo en esta vida. Puede parecer hasta ridículo alimentar otra esperanza.

Cuando se comparte un poco el sufrimiento de las mayorías pobres, las cosas cambian: ¿qué decir de los que mueren sin haber conocido el pan, la salud o el amor?, ¿qué decir de tantas vidas malogradas o sacrificadas injustamente? ¿Es ridículo alimentar la esperanza en Dios?

José Antonio Pagola

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“No es Dios de muertos, sino de vivos”. Domingo 06 de noviembre de 2022. 32º Ordinario

Domingo, 6 de noviembre de 2022
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57-ordinarioc32-cerezoLeído en Koinonia:

2Macabeos 7, 1-2. 9-14: El rey del universo nos resucitará para una vida eterna.
Salmo responsorial: 16: Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
2Tesalonicenses 2, 16-3, 5: El Señor os dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas.
Lucas 20, 27-38: No es Dios de muertos, sino de vivos.

Los saduceos eran los más conservadores en el judaísmo de la época de Jesús. Pero sólo en sus ideas, no en su conducta. Tenían como revelados por Dios sólo los primeros cinco libros de la Biblia, que atribuían a Moisés. Los profetas, los escritos apocalípticos, todo lo referente por tanto al Reino de Dios, a las exigencias de cambio en la historia, a la otra vida… lo consideraban ideas “liberacionistas” de resentidos sociales. Para ellos no existía otra vida, la única vida que existía era la presente, y en ella eran los privilegiados –tal vez por eso, pensaban que no había que esperar otra–.

A esa manera de pensar pertenecían las familias sacerdotales principales, los ancianos, o sea, los jefes de las familias aristocráticas, y tenían sus propios escribas que, aunque no eran los más prestigiados, les ayudaban a fundamentar teológicamente sus aspiraciones a una buena vida. Las riquezas y el poder que tenían eran muestra de que eran los preferidos de Dios. No necesitaban esperar otra vida. Gracias a eso mantenían una posición cómoda: por un lado, la apariencia de piedad; por otro, un estilo de vida de acuerdo a las costumbres paganas de los romanos, sus amigos, de quienes recibían privilegios y concesiones que agrandaban sus fortunas.

Los fariseos eran lo opuesto a ellos, tanto en sus esperanzas como en su estilo de vida austero y apegado a la ley de la pureza. Una de las convicciones que tenían más firmemente arraigadas era la fe en la resurrección, que los saduceos rechazaban abiertamente por las razones expuestas anteriormente. Pero muchos concebían la resurrección como la mera continuación de la vida terrena, sólo que para siempre, ya sin muerte.

Jesús estaba ya en la recta final de su vida pública. El último servicio que estaba haciendo a la Causa del Reino –en lo que se jugaba la vida–, era desenmascarar las intenciones torcidas de los grupos religiosos de su tiempo. Había declarado a los del Sanedrín incompetentes para decidir si tenían o no autoridad para hacer lo que hacían; a los fariseos y a los herodianos los había tachado de hipócritas, al mismo tiempo que declaraba que el imperio romano debía dejar a Dios el lugar de rey; ahora se enfrentó con los saduceos y dejó en claro ante todos la incompetencia que tenían incluso en aquello que consideraban su especialidad, la ley de Moisés.

La posición de Jesús en este debate con los saduceos puede sernos iluminadora para los tiempos actuales. También nosotros, como la sociedad culta que actualmente somos, podemos reaccionar con frecuencia contra una imagen demasiado fácil de la resurrección. Cualquiera de nosotros puede recordar las enseñanzas que respecto a este tema recibió en su formación cristiana de catequesis infantil, la fácil descripción que hasta hace 50 años se hacía de lo que es la muerte (separación del alma respecto al cuerpo), lo que sería el «juicio particular», el «juicio universal», el purgatorio (si no el limbo, que fue oficialmente «cerrado» por la Comisión Teológica Internacional del Vaticano hace unos pocos años), el cielo y el infierno (¡!)…

La teología (o simplemente la imaginería) cristiana, tenía respuestas detalladas y exhaustivas para todos estos temas. Creía saber casi todo respecto al más allá, y no hacía gala precisamente de sobriedad ni de medida. Muchas personas «de hoy», con cultura filosófica y antropológica (o simplemente con «sentido común actualizado») se ruborizan de haber creído semejantes cosas, y se rebelan, como aquellos saduceos coetáneos de Jesús, contra una imagen tan plástica, tan incontinente, tan maximalista, tan fantasiosa, y para más inri, tan segura de sí misma. De hecho, en el ambiente general del cristianismo, se puede escuchar hoy día un prudente silencio sobre estos temas, otrora tan vivos y hasta tan discutidos. En el acompañamiento a las personas con expectativas próximas de muerte, o en las celebraciones en torno a la muerte, no hablamos ya de los difuntos ni de la muerte de la misma manera que hace unas décadas. Algo se está curvando epistemológicamente en la cultura moderna, que nos hace sentir la necesidad de no repetir ya lo que nos fue dicho, sino de revisar y repensar con más continencia lo que podemos decir/saber/esperar.

Como a aquellos saduceos, tal vez hoy Jesús nos dice también a nosotros: «no saben ustedes de qué están hablando…». Qué sea el contenido real de lo que hemos llamado tradicionalmente «resurrección», no es algo que se pueda describir, ni detallar, ni siquiera «imaginar». Tal vez es un símbolo que expresa un misterio que apenas podemos intuir, pero no concretar. Una resurrección entendida directa y llanamente como una «reviviscencia», aunque sea espiritual (que es como la imagen funciona de hecho en muchos cristianos formados hace tiempo), hoy no parece sostenible, críticamente hablando.

Tal vez nos vendría bien a nosotros una sacudida como la que dio Jesús a los saduceos. Antes de que nuestros contemporáneos pierdan la fe en la resurrección y con ella, de un golpe, toda la fe, sería bueno que hagamos un serio esfuerzo por purificar nuestro lenguaje sobre la resurrección y por poner por delante su carácter mistérico. Fe sí, pero no una fe perezosa y fundamentalista, sino una fe seria, sobria, crítica, responsable y continente. Hay libros adecuados para estos temas, que recomendamos más abajo. Leer más…

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6.11.22. Levirato: Mujeres sustituibles al servicio del “capital” del marido (Dom 32 TO: Lc 20, 27-38

Domingo, 6 de noviembre de 2022
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41Del blog de Xabier Pikaza:

Éste es un evangelio que a muchos les suena extraño y anacrónico. Cuenta la historia de una mujer que, conforme a la ley judía del levirato, para conservar la herencia familiar del primer marido tuvo. que casarse sucesivamente con siete hermanos del difunto.

Actualmente no rige esa ley del levirato, ni la mujer de un hermano que muere tiene que casarse  con el siguiente hermano vivo, para que la herencia se conserve dentro de la familia. Pero el sentido de esa ley sigue vigente en gran parte del mundo.

La mujeres, teniendo en principio la misma autonomía que los hombres, sigue estando de hecho al servicio  de una capital (poder, sexo, economía) de los varones dominantes. Así lo supone y supera Jesús en este pasaje de Mc 12, 18-27 que ha sido simplificado y ratificado por  Lc 20, 27-38

Texto  

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.”

Jesús les contestó: “En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos,

PRIMER COMENTARIO. REFLEXIÓN BÁSICA

Conforme a su formulación actual, con la pregunta saducea, este pasaje trata de la resurrección de los muertos, culminando, conforme a la Ley (Ex 3, 1-8), con la afirmación solemne de que el Dios de Israel es dios de vivos, no de muertos. Pero en el fondo de esa temática y de la respuesta mesiánica de Jesús late un profundísimo problema de relación social (económica y sexual)  de mujer con el varón, una sociedad “patriarcal” donde lo que prima sobre la mujer es la herencia del dinero y del podere los varones. La mujer aparece como de “capital productivo”, al servicio de la generación de hijos y del mantenimiento del capital del marido.

Jesús se opone a esa situación de la mujer que, en este mundo actual, está al servicio de las “necesidades” del marido, especialmente del mantenimiento de su herencia familia (hijos) y económica (haciendo). Esa es la condición de la mujer en este mundo “malo”, con un tipo de “matrimonio” desigual para varones y mujeres .En contra de esa situación, Jesús eleva cuatro principios.

(a) Esa situación de la mujer que es “mala”, pertenece a este tiempo injusto (con el tipo de matrimonios actuales) y debe superarse. Con la “resurrección” (esto es, con el reino de Dios que llega,, queda abrogada esaa ley del matrimonio, pues hombres y mujeres no se casarán (=no se casarán de esta manera, con esclavitud de las mujeres, al servicio  de los hombres y de sus negocios). En ese sentido Jesús dice que hombres y maridos serán (=han de ser) como “ángeles de Dios”, sin sometimiento de unos sobre otros. No se trata de suprimir las relaciones humanas (el sexo), sino este tipo de relación (de sexo, de generación) al servicio del dinero. Ser “ángeles de Dios” no significa “no casarse” (no tener relaciones humanas integrales), sino casarse de otra manera, en libertad de amor, no al servicio del poder o del dinero.

(b) Los saduceos aducen el argumento de que en un mundo económico-social (sexual) como es éste no puede haber resurrección, pues seguiría perpetuándose en el “cielo” la opresión de los  hombres sobre las mujeres, a causa de la hacienda. En contra de eso, Jesús aduce y defiende no sólo para el futuro “post mortem”, sino ya desde aquí y ahora,  un tipo de matrimonio distinto, fundado en la libertad y gratuidad de las personas (es decir, por amor, no por hacienda), un matrimonio abierto a la resurrección, pues conforme al matrimonio saduceo, la resurrección carece de sentido.

(c) Sólo en ese contexto se puede entender el argumento bíblico, tomado de Ex 3, 1ss, según el cual Dios se define como “Dios de vivos”, no sólo para evocar una resurrección tras la muerte, sino para impulsar desde aquí mismo una vida de resucitados, en el campo esencial del matrimonio (=de la relación interhumana) y del dinero.

(d) Ese Dios de vivos es igual para varones y mujeres, sin que se pueda afirmar que unos son más “vivos” (más poderosos, más “hacendados”, más “ministeriales”. Muchos que en la Iglesia (desde algunos cardenales hasta miles de hombres y mujeres de a pie). En la iglesia católica son muchos los que no se han enterado del contenido y consecuencias de este evangelio del domingo, con su reformulación del matrimonio de la vida de Dios en la historia concreta de los hombres y mujeres.

SEGUNDO COMENTARIO. SENTIDO Y APLICACIONES ACTUALES

En un primer sentido, el texto este relato simbólica anuncia el futuro de los hombres y mujeres tras la muerte, pero en otro  sentido más profundo trata de las condiciones y formas de vida de este mundo, donde hay una “ley” que separa y divide a los hombres y mujeres, poniendo a las mujeres al servicio de la reproducción y de la hacienda (herencia) de los hombres “propietarios”. Ellas no se poseen a sí mismas, ni poseen su dinero, ni su cuerpo, sino que “ruedan” al servicio de los hombres. Pues bien, eso es lo que pone en juicio este pasaje, eso es lo que supera.

  1. Con la llegada del Reino (simbolizado por la resurrección), cambia esa ley, cesa ese decreto que somete a las mujeres al servicio de los hombres y los hijos, de la hacienda y finalmente de la  misma religión (que ratifica el poder de los varones). Esta es la experiencia y novedad del texto, como una bomba que estalla bajo la línea de “flotación” de un tipo de sociedad machista. Conforme al camino y mensaje de Jesús, ellas, las mujeres, no están para los hombres (sometidas a su hacienda y religión), sino que valen/son en sí mismas, como ángeles (hijos de Dios) y sólo desde autonomía y libertad pueden colaborar en igualdad con los hombres.
  2. En este contexto, ser “hijos de Dios, ser como ángeles” no significa ser axesuados  (¡que las mujeres sean angelitos falsamente espirituales!), sino que sean autónomas, independientes, personas (presencia de Dios). En el camino de Jesús (que es camino de reino‒resurrección) emerge así la “dignidad” angélico (es decir, divina) de varones y mujeres, de forma que las mujeres no son siervas de los hombres (para placer, procreación y cuidado de la casa) sino personas autónomas, en todos los sentidos. Eso significa ser “como ángeles”, es decir, hijos de Dios (=presencia de Dios).
  3. Consecuencia judía y cristiana. En esa línea, un “matrimonio de levirato (como el de las mujeres judías  sometidas a los hombres) o una institución levirática como un tipo de Iglesia católica donde las mujeres se encuentra sometidas “jerárquicamente” a los hombres, carece de sentido. Ciertamente, un tipo de ortodoxia o catolicismo posterior ha aceptado este texto de Jesús, pero lo ha arrinconado (como si fuera un pasaje de puro folklore), instituyendo unos ministerios leviráticos de varones que se creen superiores ante Dios y siguen dominando a las mujeres. Buena prueba de ello son las razones “antievangélicos” que cierta jerarquía sigue aduciendo para no “ordenar” a las mujeres.
  4. Sólo en ese sentido se puede hablar una Resurrección que empieza ya aquí, en esta vida y que se aplica de igual forma a varones mujeres. La prueba de Jesús viene dada por el texto clave de Ex 3, 6 (y de otros pasajes del AT), donde Dios se presenta como “Dios de Abraham, Isaak y Jacob”, es decir, al mismo tiempo (pues Jesús iguala a varones y mujeres) como “Dios de Sara y Agar, de Rebeca, Raquel y Lea…”. Éste es el Dios que está presente y se revela (vive en los hombres y mujeres, que siguen viviendo en su memoria y en la vida de la historia por encima de la muerte).

Presentación y división del texto.

Tal como lo he dividido, el texto tiene tres partes. La primera trata de la ley del levirato y del caso de la mujer de siete maridos. La segunda del matrimonio y los ángeles.  Los saduceos ridiculizan la resurrección de los muertos, hablando una mujer que había sido “propiedad” de siete maridos. ¿De quién de ellos será al fin de los tiempos? La cuestión ha sido bien planteada: no alude a la mera supervivencia espiritual sino a realización integral de la persona, dentro de un grupo social (de una familia), en un cielo realísimo, de maridos y mujeres, de propiedades y tierras. Es evidente que una mujer concebida como propiedad del varón no tiene cabida en el Reino de la resurrección, en el que todo se vuelve actual, pues ella tendría que ser concebida como propiedad de siete varones. En este contexto se plantea le ley del levirato.

Ley del Levirato:

“Si unos hermanos viven juntos y muere uno de ellos sin dejar hijo, la mujer del difunto no se casará fuera de la familia con un hombre extraño. Su cuñado se unirá a ella y la tomará como su mujer, y consumará con ella el matrimonio levirático… (Dt 25, 5).   Éstos son los fundamentos y sentido de esa “ley”

La herencia debe mantenerse en la familia o clan, de forma que la mujer no vale por sí misma, sino al servicio de la herencia y familia. El texto supone, dentro del espíritu de continuidad familiar, que cada hombre, fundador de familia, posee una tierra y que debe legarla a sus descendientes, dentro de una “federación” de familias libres. Si un hombre muere sin dejar herencia, su tierra podría convertirse en propiedad de otros… Por eso, la viuda debía casarse de nuevo dentro de la familia. Leer más…

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La resurrección: ¿mito o realidad? Domingo 32 Ciclo C

Domingo, 6 de noviembre de 2022
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imageAntonio Ciseri, Martirio de los siete hermanos Macabeos

Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:

El martes pasado celebramos la fiesta de los difuntos. Miles de personas habrán visitado los cementerios, o los habrán recordado y asistido a la eucaristía. Pero las actitudes ante la muerte habrán sido muy distintas: desde una gran fe en la resurrección hasta la duda o incluso la negación. Las lecturas de este domingo nos ofrecen dos actitudes muy distintas ante la esperanza de otra vida: la de quienes creen firmemente en ella (los siete hermanos del libro de los Macabeos) y la de quienes bromean sobre la cuestión (los saduceos).

Los israelitas y la fe en la resurrección

           El evangelio de Marcos cuenta algo muy curioso: después de la Transfiguración, cuando Jesús baja del monte con Pedro, Santiago y Juan, les dice: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el hijo del hombre resucite de la muerte». Y añade el evangelista que los tres apóstoles discutieron sobre «qué querría decir aquello de resucitar de la muerte» (Mc 89,-10).

Efectivamente, en contra de lo que muchos piensan, el pueblo de Israel no tuvo en los siglos antes de Jesús una idea clara de la resurrección. Más bien se daba por supuesto que el hombre, cuando moría, descendía al Sheol, donde llevaba una forma de vida en la que no era posible la felicidad ni tenía lugar una visión de Dios. La oración que pronuncia el piadoso rey Ezequías (siglo VIII a.C.) expresa muy bien la opinión tradicional (Isaías 38,18-19).

            «El Abismo no te da gracias, ni la Muerte te alaba,

            ni esperan en tu fidelidad los que bajan a la fosa.

            Los vivos, los vivos son los que te dan gracias, como yo ahora.»

            Los judíos comienza a creer en la resurrección en los últimos siglos del Antiguo Testamento; los testimonios más claros proceden del siglo II a.C., en el libro de Daniel y en 2 Macabeos. Debió de contri­buir mucho a implantar esta fe la idea de que quienes morían por ser fieles a Dios y a sus manda­mientos debían recibir una recompensa en la otra vida. La última visión del libro de Daniel termina con estas palabras: «Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua» (Daniel 12,2). Y, poco después, el ángel dice a Daniel: «Te alzarás a recibir tu destino al final de los días» (Daniel 12,13).

Los que se toman la resurrección en serio

            El libro segundo de los Macabeos contiene en el c.7 una leyenda sobre la muerte de siete hermanos junto con su madre, en la que se afirma claramente la fe en la resurrección. Un fragmento de ese capítulo constituye la primera lectura de este domingo.

            «En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Uno de ellos habló en nombre de los demás: «¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres.»

            El segundo, estando para morir, dijo: «Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el rey del universo nos resucitará para una vida eterna. »

            Después se divertían con el tercero. Invitado a sacar la lengua, lo hizo en seguida, y alargó las manos con gran valor. Y habló dignamente: «De Dios las recibí, y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios.»

            El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos. Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto. Y, cuando estaba para morir, dijo: «Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se espera que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».

Los que se toman la resurrección en broma

           Esta fe en la resurrección fue aceptada plenamente por los fariseos. En cambio, los saduceos la rechazaban como novedad e intentan discutir sobre el tema con Jesús. El evangelio de Lucas lo cuenta de este modo:

            En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:

            ‒ Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.

            Jesús les contestó:

            ‒ En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob». No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.

Los saduceos

           Los saduceos formaban uno de los grandes grupos religioso-políticos de la época de Jesús, junto con los fariseos, los esenios y los sicarios. Su nombre deriva de Sadoc, sumo sacerdote en tiempos de Salomón. Aunque el partido estaba com­puesto en gran parte por sacerdotes, también lo integraban seglares. Su rasgo más destacado es que pertenecían a la aristo­cra­cia. «Esta doctrina es profesada por pocos, pero éstos son hombres de posición elevada» (Flavio Josefo, Antigüedades de los Judíos XVIII, 1, 4).

            Aparte de su condición de aristócratas, otro rasgo característico es que únicamente reconocían como vinculante la Torá escrita (el Pentateuco) y rechazaban «las tradiciones de los antepasados». Como consecuencia de lo anterior, negaban la resurrección de los cuerpos y cual­quier tipo de supervivencia personal.

El argumento de los saduceos: la ley del levirato

      El argu­mento que aducen es muy simple e irónico, basado en una ley antigua. En Israel, como entre los asirios e hititas, se pretendía garanti­zar la descendencia y la estabilidad de los bienes familiares mediante una ley que se conoce con el nombre latino de «ley del levirato» (de levir, «cuñado»), y dice así: «Si dos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin hijos, la viuda no saldrá de casa para casarse con un extraño; su cuñado se casará con ella y cumplirá con ella los deberes legales de cuñado; el primogénito que nazca continuará el nombre del hermano muerto, y así no se extinguirá su nombre en Israel.» (Dt 25,5-6).

            Los saduceos parten de la idea, exten­dida entre algunos ju­díos de la época, de que la vida matrimonial conti­nuaba después de la resurrección. Entonces, ¿cómo se resuelve el caso de los siete hermanos que han tenido la misma mujer? La pregunta de los saduceos es inteli­gente: no niegan de entrada la resurrec­ción, al contrario, parecen afirmar­la («cuando resuci­ten»); pero proponen una difi­cultad tan grande que el adversario puede sentirse obligado a reconocer su derrota y negar esa resurrección.

            «Si dos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin hijos, la viuda no saldrá de casa para casarse con un extraño; su cuñado se casará con ella y cumplirá con ella los deberes legales de cuñado; el primogénito que nazca continuará el nombre del hermano muerto, y así no se extinguirá su nombre en Israel. Pero si el cuñado se niega a casarse, la cuñada acudirá a las puertas, a los ancianos, y declarará: ‘Mi cuñado se niega a transmitir el nombre de su hermano en Israel, no quiere cumplir conmigo su deber de cuñado’. Los ancianos de la ciudad lo citarán y procura­rán convencerlo; pero si se empeña y dice que no quiere tomarla, la cuñada se le acercará, en presencia de los ancianos, le quitará una sandalia del pie, le escupirá en la cara y le responderá: ‘Esto es lo que se hace con un hombre que no edifica la casa de su hermano’ Y en Israel le pondrán por mote ‘La casa del Sinsandalias” (Dt 25,5-10).

        La respuesta de Jesús

           Jesús se limita a indicar la diferencia radical entre la vida presente y la futura. «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán». Los saduceos entienden la vida futura como una reproducción literal de la presente (muchas mujeres, y también muchos hombres, dirían que para eso no vale la pena resucitar). Para Jesús, en cambio, las relaciones cambian por completo: varones y mujeres serán «como ángeles de Dios».

            Para comprender esta comparación con los ángeles hay que tener en cuenta la mentalidad dualista que reflejan algunos escritos judíos anterio­res, como el Libro de Henoc. En él se distinguen dos clases de seres: los carnales (los hombres) y los espiritua­les (los ánge­les). Los primeros necesitan casarse para garantizar la procrea­ción. Los segundos, no. A los primeros, Dios «les ha dado mujeres para que las fecunden y tengan hijos y así no cese toda obra sobre la tierra». Y a los ángeles se les dice: «Voso­tros fuisteis primero espirituales, con una vida eterna, inmor­tal, por todas las generaciones del mundo. Por eso no os he dado mujeres, porque la morada de los espirituales del cielo está en el cielo» (Henoc 15,4-7). En este texto, la mujer es vista exclusivamente desde el punto de vista de la procreación, y el matrimonio no tiene más fin que garantizar la supervivencia de la humanidad.

            A la luz de este texto, la comparación con los ángeles significa que la humanidad pasa a una forma nueva de existen­cia, inmortal, en la que no es preciso seguir procreando. De las palabras de Jesús no pueden sacarse más conclusiones sobre la vida de los resucitados. El solo pretende desvelar el equívoco en que se mueven los saduceos y la mayoría de sus contemporáneos en este punto. Lo curioso es que Jesús diga esto a un grupo religioso que tampoco cree en los ángeles.

La resurrección

            Resuelta la dificultad, pasa a demostrar el hecho de la resurrec­ción. Los rabinos fundamentaban la fe en la resurrección usando tres recursos:

            1) Citas de la Escritura (los puedes ver en el apartado siguiente);

            2) Relatos del AT de resurrección de muer­tos (los de Elías y Eliseo);

            3) Argumentos de razón.

          Jesús se limita al primer recurso citando las palabras de Dios a Moisés cuando se le revela en la zarza ardiente: «Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob». Conviene recordar que estas palabras formaban parte de una de las dieciocho bendiciones que todo judío piadoso rezaba tres veces al día. Por tanto, se trata de palabras conoci­das y repetidas continuamente por los saduceos, pero de las que no extraen la consecuencia lógica: «Dios no es un Dios de muer­tos, sino de vivos». A una mentalidad crítica, esta argumen­tación puede resultarle de una debilidad sorprendente. Sin embargo, no es tan débil. Más bien, deja clara la debilidad del punto de vista de los saduceos, que confiesan una serie de cosas sin querer aceptar las conclusiones. Desde el punto de vista de un debate teológico, es más honesto negarlo todo que afirmar algo y negar lo que de ahí se deriva.

            Años más tarde, en algunos cristianos de Corinto se daba una actitud parecida a la de los saduceos. Aceptaban y confesaban que Jesús había resucitado, pero negaban que los demás fuésemos a resucitar. Se aceptaba el evangelio como algo válido para esta vida, pero se negaba su promesa de otra vida definiti­va. Esta contradicción es la que ataca Jesús en los saduceos.

            Si mi interpretación es exacta, este texto no serviría para demos­trarle a un ateo que existe la resurrección. El texto se dirige más bien a gente de fe, como nosotros, que dudan de sacar las consecuencias lógicas de esa fe que confiesan.

29abril2011

La convicción de Jesús

A lo largo de todo el evangelio, Jesús manifiesta una certeza absoluta sobre la realidad de otra vida después de la muerte. Es algo que le sale espontáneo, en las circunstancias más distintas. En esa nueva vida se consigue la recompensa que Dios nos prepara, se justifican los sacrificios, incluso de la vida, por difundir el evangelio, se enjugan las lágrimas (como dirá el Apocalipsis). Nada de lo que dice y hace Jesús se comprende sin ese convencimiento. Nosotros, que somos a menudo muy distintos, debemos pedirle: “Creo, Señor, pero aumenta nuestra fe”.

Textos usados por los rabinos para demostrar la resurrección

            A título de curiosidad recojo esos textos. Desde un punto de vista crítico, algunos carecen de valor, están traídos por los pelos. El más valioso es el último, el de Isaías. Recuerdo que los judíos no admiten como inspirados los libros de los Macabeos, y no usan la primera lectura de hoy para argumentar.

             Dt 4,4: «Vosotros, que habéis seguido unidos a Yahvé vuestro Dios, estáis hoy todos vivos».

            Dt 11,9: «Prolongaréis vuestros años sobre la tierra que el Señor, vuestro Dios, prometió dar a vuestros padres y a su descendencia: una tierra que mana leche y miel.»

            Dt 31,16: «El Señor dijo a Moisés: Mira, vas a descansar con tus padres…»

            Is 26,19 «¡Vivirán tus muertos, tus cadáveres se alzarán, despertarán jubilosos los que habitan en el polvo! Porque tu rocío es rocío de luz, y la tierra de las sombras parirá.»

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Domingo XXXII del Tiempo Ordinario. 06 noviembre, 2022

Domingo, 6 de noviembre de 2022
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“… y es que ya no pueden morir, pues son como ángeles; son hijos de Dios, porque han resucitado”.

(Lc 20, 27-36)

El Evangelio de este domingo nos plantea una cuestión muy seria. Más allá del lio de los siete maridos, lo que pone sobre el tapete es el tema de la Resurrección.

Y no es tan fácil como en Pascua. En Pascua hablamos de la resurrección de Jesús, la celebramos y con la primavera se nos va llenando todo de vida, de esperanza y de colores. Podríamos decir que creer en la resurrección de Jesús es fácil, es lo que esperamos durante toda la cuaresma. Esperamos que la vida venza sobre la muerte. Esta es la esperanza cristina: la muerte no tienen la última palabra.

Hasta aquí todo bien. Pero el evangelio de hoy no nos habla de la resurrección de Jesús, no. Lo que nos pregunta este evangelio es: ¿qué esperamos, qué creemos que hay después de la muerte, de la nuestra y de la nuestros seres queridos? ¿Qué creemos que es morir?

Pregunta difícil, incómoda, sobre todo si la muerte está presente y cercana en nuestra vida. Una manera de saber verdaderamente qué creemos que hay después de la muerte es pararnos a pensar en qué le hemos dicho a una persona cercana cuando ha fallecido un ser querido o más aún; qué hemos pensado y sentido ante la muerte de una persona a la que queríamos.

¿Creemos realmente que la muerte es de verdad la Pascua? Ese paso que nos conduce a ser en plenitud aquello que anhelamos. ¿Creemos de verdad en la VIDA (con mayúsculas) que inaugura Jesús? ¿Te lo crees?

Oración

Trinidad Santa, no permitas que nos dejemos arrastrar por las redes de nuestra sociedad

que nos quiere hacer creer que no existe la muerte, ni la enfermedad, ni el dolor…

y con ello nos vuelve incapaces de hacerles frente con humanidad y madurez.

*

Fuente: Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El más allá no es una continuación del más acá.

Domingo, 6 de noviembre de 2022
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-1

DOMINGO 32 (C)

Lc 20,27-38

Estamos en Jerusalén. Lc ya ha narrado la entrada solemne y la purificación del Templo. Sigue la polémica. Los saduceos, que tenían su bastión en torno al templo, entran en escena. Era más un partido político que religioso. Estaba formado por la aristocracia laica y sacerdotal. Preferían estar a bien con la Roma y no poner en peligro sus intereses. Solo admitían el Pentateuco como libro sagrado. Tampoco admitían la tradición. No creían en la resurrección. Jesús no responde a la pregunta sino a lo que debían haber preguntado.

El planteamiento responde a una visión mítica. Lo que encerraba una verdad desde esa visión, se convierte en absurdo cuando lo entendemos racionalmente. Pensar y hablar del más allá es imposible. Es como pedirle a un ordenador que nos dé el resultado de una operación sin suministrarle los datos. Ni siquiera podemos imaginarlo. Puedo imaginar lo que es una montaña de oro aunque no exista en la realidad, pero tengo que haber percibido por los sentidos lo que es el oro y lo que es una montaña. No tenemos datos objetivos para imaginar el más allá. Todo lo que llega a la mente entra por los sentidos.

Las imaginaciones carecen de sentido. Lo racional es aceptar que no sabemos nada. El instinto más visceral de todo ser vivo es la permanencia en el ser; de ahí que la muerte se considere como el mal supremo. Para el ser humano, con su capacidad de razonar, ningún programa de salvación será convincente si no supera su condición mortal. Si el hombre considera la permanencia en el ser como un valor absoluto, también considerará como absoluta su pérdida. Todos los intentos por encontrar una solución serán inútiles.

Todos queremos ser eternos en nuestro yo individual porque no hemos descubierto nuestro verdadero ser, más allá de nuestra contingencia. Esa contingencia no es un fallo, sino mi propia naturale­za; por lo tanto no es nada que tengamos que lamentar ni de lo que Dios tenga que librarnos, ni ahora ni después. Mis posibilidades de ser solo las puedo desplegar aquí y ahora, a pesar de esa limitación. No creo que sea coherente el postular para el más allá un cielo maravilloso mientras seguimos haciendo de la tierra un infierno.

Nuestro ser, que creemos autosuficiente, hace siempre referencia a Otro que me fundamenta, y a los demás que me permiten realizarme. La razón de mi ser no está en mí sino en Otro. Yo no soy la causa de mí mismo. No tiene sentido que considere mi propia existencia como el valor supremo. Si mi existir se debe al Otro, Él será el valor supremo también para mi ser individual y aparentemente autónomo. Si un ser eterno se relaciona conmigo, esa relación no puede terminar y mi relación con Él también será eterna.

El pueblo de Israel empezó a reflexionar sobre el más allá unos 200 años antes de Cristo. El concepto de resurrección no se acuñó hasta después de las luchas macabeas. Los libros de los Macabeos, se escribieron hacia el año 100 a C. El libro de Daniel, se escribió hacia el año 164 a C. Anteriormente solo se pensó en la asunción al “cielo” de determinadas personas que volverían a la tierra para llevar a cabo una tarea de salvación; no se trataba de resurrección escatológica sino de una situación de espera en la reserva para volver.

Puede parecernos ridículo el planteamiento de los saduceos, pero la inmensa mayoría de los cristianos hoy siguen pensado en un más allá con unos ojos que les permitirán ver a sus seres queridos, con unos brazos que les permitirán abrazarlos y con una lengua que les permitirá comunicarse con ellos. Esto es tan ridículo como la propuesta saducea.

Los semitas, no conocen un alma sin cuerpo, no podían imaginar un ser humano sin cuerpo. Ni siquiera tienen una palabra para expresar el cuerpo sin alma. Nuestra doctrina sobre el más allá nace de la fusión de dos concepciones opuestas del ser humano, la judía y la griega. Nuestra predicación sería incomprensible para Jesús. La palabra que traducimos por alma quiere decir “vida” y la que traducimos por cuerpo, quiere decir “persona”.

El NT proclama la resurrección de los muertos. Nosotros hoy pensamos en la supervivencia del alma. No es esa la idea que nos quiere trasmitir la Biblia. Nos hemos apartado totalmente del pensamiento bíblico y ha prevalecido la idea griega, aunque tampoco la hemos conservado con exactitud. Para los griegos no se necesitaba ninguna intervención de Dios para que el alma subsistiera y la resurrección del cuerpo era un flaco favor.

La base de toda reflexión sobre el más allá está en la resurrección de Jesús. La experiencia que de ella tuvieron los discípulos es que Dios realizó plenamente en él la salvación. Jesús sigue vivo con una Vida que ya tenía cuando estaba con ellos, pero que no descubrieron hasta que murió. En él, la última palabra no la tuvo la muerte sino la Vida. Esta es la principal aportación del texto de hoy: “serán como Ángeles, hijos de Dios”.

¿Cómo permanecerá esa Vida que ya poseo aquí y ahora? Ni lo sé ni puedo saberlo. No debemos rompernos la cabeza pensando cómo va a ser ese más allá. Lo que de veras me debe importar es el más acá. Descubrir que Dios me salva aquí y ahora. Vivenciar que hoy es ya la eternidad para mí. Que la Vida definitiva la poseo ya en plenitud. En la experiencia pascual, los discípulos descubrieron que Jesús estaba vivo. No se trataba de la vida biológica sino de la Vida divina que ya tenía antes de morir, a la que no afectó la muerte.

Los cristianos hemos tergiversado hasta el núcleo central del mensaje de Jesús. Él puso la plenitud del ser humano en el amor, en la entrega total, sin límites, a los demás. Nosotros hemos hecho de esa misma entrega una programación. Soy capaz de darme, con tal que me garanticen que esa entrega terminará por redundar en beneficio de mi ego. Jesús predicó que la plenitud humana está en la entrega total. Mi objetivo cristiano debe ser deshacerme, no permanecer en el falso yo. Justo lo contrario de lo que pretendemos.

Te preocupa lo que será de ti después de la muerte ¿Te ha preocupado alguna vez lo que eras antes de nacer? Tu relación con el antes y con el después responde al mismo criterio. No vale decir que antes de nacer no eras nada, porque entonces hay que concluir que después de morir no serás nada. La eternidad no es una suma de tiempo sino un instante que está más allá del tiempo. Desde la visión más tradicional, para Dios soy igual en este instante que antes de nacer o después de morir. Desde la visión de Dios que tenemos hoy, no somos nada distinto de Él y en Él siempre hemos sido y seremos lo mismo.

“…porque para Él, todos están vivos”. ¿No podría ser esa la verdadera plenitud humana? ¿No podríamos encontrar ahí el auténtico futuro del ser humano? ¿Por qué tenemos que empeñarnos en que nos garanticen una permanencia en el ser individual para toda la eternidad? ¿No sería muchísimo más sublime permanecer vivos solo para Él? ¿No podría ser que el consumirnos en favor de los demás fuese la auténtica consumación del ser humano? ¿No es eso lo que celebramos en cada eucaristía?

Meditación

Para Dios todo está en un eterno presente.
Como ser humano puedo vivir conscientemente mi relación con el Absoluto.
La experiencia de lo Absoluto es mi verdadera Vida.
No confundir con mi vida biológica que solo es un accidente.
Mi presente se funde con mi pasado y mi futuro.
Desde mi contingencia, puedo experimentar un ahora eterno.

Fray Marcos

Fe Adulta

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¿Y tras la muerte…?

Domingo, 6 de noviembre de 2022
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23b7d1777733a10cd995a2ce2dfaa857James J. Tissot, detail of ‘The Pharisees Question Jesus’ (1886-94), gouache on gray wove paper, Brooklyn Museum, New York.

Lc 20, 27-39

«Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque todos son vivos para Él»

El libro de J. Gaarder, “El mundo de Sofía”, comienza con una pregunta inquietante: “¿Quién eres?”, y ante ella, su protagonista, Sofía, se plantea esta sencilla reflexión: «Estamos aquí y ahora rodeados de personas animales y cosas, somos conscientes de ello y es fantástico vivir. Luego desaparecemos de este mundo ¿No es injusto que se nos dé algo para arrebatárnoslo después?» …

¿Qué nos espera tras la muerte? No lo sabemos; y no lo sabemos porque no sabemos quiénes somos. Mejor dicho, cada uno tiene su propia concepción de sí mismo, pero, en general, sus dudas al respecto son más fuertes que sus certezas. Para unos, somos mera contingencia caduca condenada a desaparecer. Para otros, la minúscula porción de un Cosmos sacralizado al que identifican con Dios; es decir somos nada menos que “existencia de Dios”. Hay quien piensa que somos mera ilusión, y quien cree que somos los hijos amados con locura por un Dios personal que nos espera al otro lado de la muerte.

¿Quiénes somos?… Aparentemente somos cuerpo que se deteriora con la edad y acaba muriendo y descomponiéndose. Es evidente que no podemos contar con él si soñamos con más vida tras la muerte. Pero no importa, también somos mente; pensamiento. Los eleáticos —incluidos Parménides, Platón, Aristóteles o Descartes— identifican el ser con el pensar, es decir, creen que la mente es lo único que determina nuestra existencia: «Pienso, luego existo». Pero el cerebro, soporte del pensamiento, también muere. Entonces, ¿qué nos queda?

Todo lo que tengo, incluido mi cuerpo y mi cerebro, se me escapará un día de las manos. Solo me quedará lo que soy. Me gusta pensar que soy ese “soplo de Dios” del que nos habla el Génesis, es decir, que soy amor, libertad, tolerancia y compasión; que el cuerpo, el cerebro, e incluso el conocimiento y la experiencia, son pertenencias caducas que no forman parte de mí. Pero ¿cuál es el bagaje que me acompañará al otro lado de la muerte?… ¿Me acompañará el sentimiento de identidad personal?… ¿O soy como la ola que tras romper en las rocas queda diluida en el mar?… ¿Cómo influirá mi vida aquí, en este mundo, en mi vida tras la muerte?… No lo sé. Son preguntas para las que no tengo respuesta racional.

Pero donde falla la razón surge la esperanza. Esperanza en que la muerte no sea el fracaso definitivo e inapelable, el absurdo por excelencia, el sinsentido mayor que cabe concebir… Pero esta esperanza no es gratuita, sino que hunde sus raíces en la fe, y por eso envidio sinceramente a quienes creen “de verdad” en el Dios de Jesús; a quienes confían plenamente en lo que Abbá tenga preparado para nosotros en el momento de la muerte… A quienes le creen a Pablo cuando dijo a los cristianos de Corinto que “ni ojo vio, ni oído oyó, ni inteligencia humana puede siquiera concebir lo que Dios tiene preparado para sus hijos”.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Dios no lo es de muertos sino de vivos.

Domingo, 6 de noviembre de 2022
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17mayo2011

Recientemente he leído el proceso de pasar de discusiones elucubrativas sobre la religión…a una experiencia viva de la Vida, de la mano de una mística actual.

Hoy ante este evangelio complicado que mantiene a los círculos del poder económico y religioso entretenidos buscando respuestas, sólo me nace una reflexión que deseo compartir: las elucubraciones y preguntas mentales no nos introducen en el inmenso pozo de la Vida, más bien, nos dejan más secos y más sedientos.

Siento una invitación enorme a sugerir a los lectores que leen y leen y tratan de acoplar y entender…que paren y respiren.

El evangelio no es un manual de conducta ni de respuestas a todo lo que la mente desea conocer.

El evangelio es una brújula hacia dentro, hacia nuestro centro, donde habita la vida. Y desde allí, a donde el silencio nos indique.

De cada vez percibo con más claridad lo confuso de los diálogos sobre Dios… sin una experiencia interior que nos haga hacer silencio porque roza lo sagrado.

Es en ese pozo infinito de sabiduría del silencio habitado que el corazón se explaya y la mente se centra en el silencio que lo explica todo.

Somos cientos de miles las personas que después de tratar de entender, de estudiar, de profundizar, de buscar… hemos llegado a la conclusión tan acariciada por personas que nos han precedido “te buscaba fuera y estabas dentro”.

Recientemente he asistido a la profesión de los Consejos Evangélicos de una mujer médico, siempre en contacto con la vida, buscadora empedernida del Amor en las personas, en la naturaleza, en los pobres… era el pasado domingo, donde ante sus amigos y familiares nos decía: ahora lo entiendo todo, esa entrega de todo mi ser al silencio, me hace feliz, me llena, me da la respuesta a todas las preguntas posibles, a todas mis ansias.

Sentarte en un rincón de tu casa o jardín silencioso, respirar, entrar y acoger ese espacio sagrado que vas descubriendo, como una gran tienda de refugio en el silencio de la noche de la vida, ahí, acompañada por millones de personas que practicamos el mismo silencio consciente, te descubrirás hermana y hermano de todo el Universo, de todo lo que es vida porque habrás entrado en la Vida. Y como dice el evangelio ahí todos somos iguales, hermanas y hermanos, disfrutando de la Vida que por un tiempo se nos regala, para que la compartamos y disfrutemos.

Si deseas acompañamiento en ese silencio, ponte en contacto, tenemos sesiones presenciales y online, totalmente gratuitas y gratificantes.

Feliz Semana.

Magda Bennásar Oliver, sfcc

espiritualidadintegradoracristiana.es

Fuente Fe Adulta

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Muerte y vida

Domingo, 6 de noviembre de 2022
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-1Domingo XXXII del Tiempo Ordinario 

06 noviembre 2022

Lc 20, 27-38

 

Ante el hecho de la muerte, se dan diferentes posturas: unos piensan que constituye el final de todo; otros imaginan una continuidad con la existencia presente, liberada del sufrimiento; hay quienes guardan silencio y hay quienes se han liberado del miedo a la muerte, porque han cesado de identificarse con el yo.

Los saduceos del relato -que constituían la élite religiosa, económica y política del pueblo judío- están convencidos de que todo acaba con la muerte, con el argumento (religioso) de que la resurrección no aparece en los grandes libros de la Biblia (el Pentateuco). Desde esa perspectiva, tratan de ridiculizar la creencia en la resurrección, imaginándola como un calco de la existencia que conocemos, idea que las propias religiones han fomentado.

En realidad, ante la perspectiva de lo que se nombra como “el más allá”, la humanidad ha dado cuatro respuestas: la negación completa, la reencarnación, la inmortalidad y la resurrección. Dependiendo del momento histórico y del ámbito sociocultural, ha predominado una creencia u otra. Con todo, me parece importante reconocer que se trata solo de eso, de creencias.

Una creencia es una construcción mental. En el caso de estas tres que acabo de mencionar, se trata de tres “mapas” que apuntan en una dirección común: la vida no muere. Aunque cada uno de ellos lo exprese, interprete e imagine de un modo particular.

Investigaciones recientes sobre experiencias cercanas a la muerte (ECM) parecen apuntar en aquella dirección, si bien las interpretaciones que se hacen de las mismas son deudoras -no puede ser de otro modo- de los esquemas mentales de quien las ha vivido.

Desde la sabiduría, todo se apoya en la comprensión. Comprensión que nos hace reconocer que no somos el yo -cuerpo, mente, psiquismo- con el que nuestra mente tiende a identificarnos, sino la consciencia una, la vida o, sencillamente, lo no-nacido. Al cesar la identificación con el yo, desaparecen el miedo a la muerte y la misma pregunta por el más allá. Tanto el miedo como la pregunta nacen del yo, inquieto o atemorizado por su destino. De ahí que, cuando cae aquella identificación, se produce lo que repite la sabiduría sufí: “Quien muera antes de morir [quien ha comprendido que no es el yo], cuando le llegue la muerte, no morirá”.

Parece claro que todo lo que nace habrá de morir y que lo único que no muere es lo no-nacido. Con lo cual, el hecho de la muerte constituye un desafío para nuestra propia autocomprensión: ¿qué soy yo?

¿Cómo vivo la muerte?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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La vida es la vida, defiéndela (Teresa de Calcuta)

Domingo, 6 de noviembre de 2022
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índiceDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- ¿Qué nos cabe esperar en la vida (y en la muerte).

    Recuerdo cómo Eugenio Romero Posse, (sacerdote y obispo gallego, 1949-2007) consciente de su, más o menos, cercana muerte por la enfermedad, decía que: solamente vivimos en plenitud cuando hemos asumido en la vida nuestra propia muerte.

La muerte problematiza toda la existencia. Probablemente uno no vive sereno hasta que no se plantea y resuelve el problema de la muerte.

Estos días de comienzos de noviembre: Todos los Santos y Difuntos, así como ya la “recta final” del año litúrgico, nos hablan y sitúan ante el final de la vida y ante la finalización de la historia, todo lo cual ha reaviva en nosotros las cuestiones de la esperanza y la resurrección.

¿Qué nos cabe esperar en la vida? ¿En quién está nuestro futuro? ¿Será posible la felicidad que aquí ha sido imposible? La Palabra de este domingo trata de pensar un poco en estas cosas. Las dos lecturas de hoy (incluidos los salmos místicos) son aproximaciones, a lo que fue uno de los descubrimientos más grandes de la fe de Israel: la fe en la Resurrección,

La Palabra de hoy es una invitación a meditar sobre el sentido del vivir y del morir, que de alguna manera siempre ha inquietado al ser humano. La fe en un Dios que nos ha creado para la vida fue madurando lentamente en Israel hasta culminar en la persona de Jesús. Con el don de su vida, muerte y resurrección, Él nos ha enseñado a vivir el presente con un significado nuevo, abriéndonos a un horizonte de eternidad insospechado.

02.- Vale la pena morir cuando se espera la resurrección. (II Macabeos).

El segundo libro de los Macabeos está escrito casi en vísperas del nacimiento de Jesús, escrito hacia el año 100 aC.

Es una de las primeras veces en las que se afirma aquí en todo el AT la fe explícita en la resurrección del ser humano.

La esperanza de los fieles del AT en la resurrección se confirma y se hace más explícita en los tiempos difíciles. Los mártires, alentados por la fe en una vida eterna, se mantienen firmes e insobornables en el cumplimiento de la Ley. Saben que Dios, que les ha dado el cuerpo, es también poderoso para resucitarlo.

Vale la pena morir a manos de los hombres cuando se espera que Dios mismo nos resucitará.

La fe en Dios, en Cristo resucitado y desde ellos la fe en la resurrección suponen un nivel alto confianza en Dios.

Los saduceos tramposos.

    Los saduceos eran la aristocracia sacerdotal (provenientes del sacerdote Sadoc en tiempos de David y Salomón), constituían la clase alta de Israel. Eran pocos, ricos y poderosos.

El pueblo de Israel había llegado ya a la fe en la resurrección, pero curiosamente la alta sociedad saducea no creía en la resurrección. Esta es la razón por la que le tienden a Jesús una pregunta trampa aparentemente matrimonial, pero que en el fondo está la cuestión de la resurrección.

    A los saduceos, que no creían en la resurrección, no les importaba nada de quién iba a ser aquella mujer y le hacen una pregunta “trampa” a Jesús. Lo que pretenden es pillarle a Jesús acerca de la resurrección. Si no creéis en la resurrección ¿a santo de qué preguntáis a Jesús de quién será aquella mujer?

03.- Dios de vivos.

Jesús elegantemente sobrevuela el legalismo de aquella gente poderosa y deja de lado la ley del levirato escrita en el libro del Deuteronomio, que obligaba a la mujer a casarse con el o los hermanos de su marido muerto y se remonta al origen.

En el más allá la vida no necesitará procreación, por lo que no hará falta casarse y, en todo caso, lo que importa es que viviremos, porque nuestro Dios no es de muertos, sino de vida.

04.- Poco más podemos verificar y mucho más podemos esperar.

De un tiempo –más bien largo- a esta parte es masiva la despreocupación, cuando no el desprecio hacia la muerte y la resurrección.

Sin embargo todas las culturas de todos los tiempos han cultivado la esperanza en la vida más allá de la muerte. Las modalidades culturales de hacerlo han sido varias, fundamentalmente inmortalidad, reencarnación y resurrección.

La miopía y la ceguera de la sociedad no significa que no exista la luz, sino que yo soy quien no veo o no quiero ver.

Habremos de echar mano de la fe y de la esperanza.

Creer y esperar en la resurrección no es creer en un acto de magia o de prepotencia, sino un fiarse hasta el final de lo que Jesús nos dijo: Dios es señor de la vida, no de la muerte. Yo soy la resurrección y la vida.

    No es que somos inmortales. La inmortalidad no necesita de Dios. El fundamento de la resurrección no es nada humano, sino Dios, que nos rescata de la muerte.

    Para la fe en la resurrección como para todo en la vida es necesaria una gran sensibilidad humana, de corte espiritual  y cristiana.

05.- Nuestras vidas no terminan en la muerte.

    Cuando la muerte se nos presenta en nuestro derredor o en nosotros mismos, nos sitúa ante un gran abismo, insondable e incomprensible. Una postura sensata es la de no comprender, pero confiar, que fue la actitud de muchas personas del AT.

    Nuestro Dios es Dios de la vida, no de la muerte

Dios no abandonará mi vida en la muerte, no dejarás a tu fiel amigo conocer la corrupción. Me enseñarás el camino de la vida. Me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua junto a Ti. (Salmo 16).

Dios es el sentido y la meta de nuestra vida

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Las calles de mi infancia

Sábado, 5 de noviembre de 2022
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Del blog de Miguel Ángel Mesa Otro mundo es posible:

20.10.2022

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No pude reconocer las calles que aquella tarde
decidí recorrer para silenciar la nostalgia.
Ya no eran las de antes,
las que disfrutaba con la mirada bañada de asombro,
con el aliento entrecortado
por lo que a cada instante resultaba inédito.

Ha desaparecido mi colegio,
cuyas ventanas asomaban
por los bajos de un edificio de pisos.
También la mercería donde compraba las cremalleras
y las bobinas de hilos de colores, para que mi madre
terminara los trajes que la encargaban.
Y la panadería, con su mostrador de mármol,
se ha transformado en una pequeña frutería
donde despacha un joven de Bangladesh.

Han ocultado también los charcos que pisaba
con mis botas de hule,
bajo una gruesa capa de oscuro asfalto.

Y en el lugar que ocupaba mi casa baja,
con su entrada de arena, su fuente y su higuera,
ahora se alza un bloque de viviendas
donde los vecinos apenas se saludan…

Los recuerdos se agolpan en mi mente,
pero ya no son los mismos lugares
a los que se aferraba la memoria.

Algo más viejo que antes de llegar,
los pies lentos, cansados, retoman la senda
del hogar que ahora me cobija,
donde solo quedan fotos de color sepia,
con la apagada claridad de una infancia
que se desvanece tras la niebla de los días.

*

MiguelÁngel Mesa

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“Teresa de Jesús: mujer libre e iluminada”, por Pedro Miguel Lamet

Sábado, 5 de noviembre de 2022
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1C710CFE-ACB1-4240-9F93-249EDD8D1F11Leído en su blog:

¿Qué puede fascinar de Teresa a un joven de hoy?

“ ¡No somos tan fáciles de conocer las mujeres!, que (los hombres) muchos años las confiesan, y después ellos mismos se espantan de lo poco que han entendido”.

Lleva adelante su propio camino. Es cierto que se ayuda de confesores, sobre todo de los más ilustrados, dominicos y jesuitas, pero cambia con libertad y frecuencia, según lo necesita. Y no tiene miedo de plasmar sus experiencias en sus escritos, entre sospechas inquisitoriales de iluminismo.

En un momento como el actual de avidez de contemplación, aunque sea en calderilla, con la práctica del yoga, el zen y el mindfulness, ahondar en su autobiografía o en Las Moradas es apuntar al silencio interior, donde el ser humano puede intuir la unidad del todo y el último sentido de la vida.

Me preguntan en El Cultural qué puede fascinar de Teresa de Jesús a un joven de hoy desde la perspectiva de la fe. En las escasas líneas que me conceden, diré en primer lugar que “la mujer”. En una época de marginación absoluta de las féminas, Teresa, enorme lectora y mejor autora, funda las descalzas, se enfrenta a los calzados, se cartea con Felipe II, sortea a la Inquisición y escribe con valentía que las mujeres tienen más fe que los hombres hasta afirmar: ”¡No somos tan fáciles de conocer las mujeres!, que muchos años las confiesan, y después ellos mismos se espantan de lo poco que han entendido”.

Si Hernando de Talavera le escribe a Isabel la Católica que “comúnmente las mujeres están y fueron hechas para estar encerradas e ocupadas en su casa, y los varones para andar en procurar las cosas de fuera”, la andariega atraviesa España fundando en una carreta. Cuando escribí mi novela biográfica sobre san Juan de la Cruz, me sorprendió cómo éste estuvo siempre a sus órdenes, como toda la rama masculina del Carmelo.

No menos sorprendente es su libertad en lo espiritual. Lleva adelante su propio camino. Es cierto que se ayuda de confesores, sobre todo de los más ilustrados, dominicos y jesuitas, pero cambia con libertad y frecuencia, según lo necesita. Y no tiene miedo de plasmar sus experiencias en sus escritos, entre sospechas inquisitoriales de iluminismo.

Pero sobre todo fascina la doctora de la Iglesia (se retrasó esta proclamación hasta Pablo VI porque se pensaba que obstat sexus) como mística. En un momento como el actual de avidez de contemplación, aunque sea en calderilla, con la práctica del yoga, el zen y el mindfulness, ahondar en su autobiografía o en Las Moradas es apuntar al silencio interior, donde el ser humano puede intuir la unidad del todo y el último sentido de la vida. ”Acá no hay nada de esto, ni se ve oscuridad, sino que se representa una por una noticia del alma más clara que el sol”. Todo con los pies el suelo, sentido común y una encantadora “humildad, que es la verdad”.

 

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“La chica del Vaticano”, nueva serie de Netflix sobre Enmanuela Orlandi

Sábado, 5 de noviembre de 2022
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9BEB09B1-7399-4A3A-A172-496C01929D0BEl fantasma de Enmanuela Orlandi reaparece en Roma de la mano de Netflix

“¿Desapareció por conocer un secreto del Vaticano?”

La desaparición de la niña Emanuela Orlandi en 1983 en Roma, aún por esclarecer, resonó hoy con la reaparición de los carteles con los que se la buscó, como parte de la promoción de una serie de Netflix

El documental de cuatro capítulos reconstruye la investigación sobre la desaparición de esta niña de 15 años que se vinculó a un supuesto caso de pederastia dentro del Vaticano o a la mafia, entre algunas de las teorías

Orlandi, hija de funcionarios vaticanos y, como tal, residente dentro del Estado papal, desapareció el 22 de junio de 1983 cuando salía de la escuela de música de San Apolinar, en el centro de Roma, sin que desde entonces haya habido noticias sobre su paradero

La desaparición de la niña Emanuela Orlandi en 1983 en Roma, aún por esclarecer, resonó hoy con la reaparición de los carteles con los que se la buscó, como parte de la promoción de una serie de Netflix sobre el caso, La chica del Vaticano”.

El documental de cuatro capítulos reconstruye la investigación sobre la desaparición de esta niña de 15 años que se vinculó a un supuesto caso de pederastia dentro del Vaticano o a la mafia, entre algunas de las teorías, pero de la que nunca se tuvieron respuestas.

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 Para promocionarlo, los aledaños del Vaticano amanecieron con los carteles azules con los que se buscó hace cuarenta años a la joven, aunque en vez de sus rasgos físicos, exponían su foto y una serie de preguntas, como “¿Desapareció por conocer un secreto del Vaticano?”.

Orlandi, hija de funcionarios vaticanos y, como tal, residente dentro del Estado papal, desapareció el 22 de junio de 1983 cuando salía de la escuela de música de San Apolinar, en el centro de Roma, sin que desde entonces haya habido noticias sobre su paradero.

“Para promocionarlo, los aledaños del Vaticano amanecieron con los carteles azules con los que se buscó hace cuarenta años a la joven”

El suceso, uno de los más mediáticos de la historia italiana, siempre estuvo envuelto por el misteriopor las varias teorías al respecto, que van de la implicación de la Curia vaticana a la Banda de la Magliana, la mafia romana, o del atentado a Juan Pablo II a manos del turco Ali Agca.

En julio de 2019 la Fiscalía vaticana dispuso la apertura de dos tumbas de princesas presentes en el cementerio alemán en el interior del Estado pontificio, después de la petición de la familia de Emanuela Orlandi, aunque la búsqueda no dio sus frutos.

La exhumación de las dos tumbas, finalmente vacías, se produjo después de que la familia Orlandi recibiera una carta anónima con una foto de la sepultura con la frase “Busque donde indica el ángel”

En abril de 2020, las autoridades vaticanas archivaron el caso después de no encontrar nada en el cementerio teutónico.

Por otro lado, antes, en noviembre de 2018 se encontraron restos humanos en el suelo de un sótano de la nunciatura de la Santa Sede en Roma, pero se descartó que pertenecieran a la muchacha.

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Fuente Religión Digital

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Las XX Jornadas Jóvenes Sin Armarios toman el Palacio de Aiete de Donostia-San Sebastián

Sábado, 5 de noviembre de 2022
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Qué gusto da poder ver estas jornadas en el Palacio que durante casi cuarenta años fue la residencia estival del sanguinario dictador Francisco Franco. Es lo que se dice, una justicia poética. Nos quiso eliminar y aquí estamos…

Las Vigésimas Jornadas Jóvenes Sin Armarios se han celebrado en Donostia, acogidas por Gehitu, la entidad LGTBI+ de San Sebastián

Tras dos años de inactividad, las jornadas Jóvenes Sin Armarios, organizadas por el Grupo Joven de la FELGTBI+ se materializan de nuevo presencialmente gracias al apoyo del Instituto de la Juventud de España, el Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián y Gehitu. Y lo hacen en espacios tan emblemáticos como el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Donostia y el histórico Palacio de Aiete.

Durante su acto de inauguración, Ane Oyarbide, concejala de Igualdad, Solidaridad y Derechos Civiles del Ayuntamiento de Donostia, ha puesto en valor el trabajo y empeño desarrollado por les jóvenes de Gehitu. Asimismo, la concejala agradece que se realicen este tipo de jornadas “que nos hablan de concienciación, compromiso, inclusión y, por qué no, de celebración, al ver tantos rostros de aquí y de allí tejiendo alianzas por la justicia, la solidaridad y la inclusión” y señala el compromiso de “una San Sebastián abierta y una San Sebastián que os acoge”.

Neurodivergencias, diversidad relacional, salud mental, salud sexual, activismo político y arte y cultura han sido los temas que se trataron a lo largo del fin de semana mediante coloquios, mesas redondas y talleres, dando también valor a espacios informales para compartir experiencias y socializar. Aunque también hubo tiempo para prestar atención a la actualidad del país y, al grito de “Los derechos no se negocian, se legislan” y “Aquí está la resistencia trans”, se exigió de forma pública el desbloqueo de la tramitación de la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI.

Un oasis para descansar de prejuicios y violencias

“En esta edición de las Jornadas Jóvenes sin Armarios se han puesto los cuidados en el centro, creando un espacio seguro para la juventud diversa de este país y, desde la organización, creo que lo hemos conseguido. Un grupo de jóvenes de diferentes lugares, orientaciones, identidades y realidades se han unido en Donostia-San Sebastián para ser libres y vivir, al menos durante un fin de semana, sin armarios. Un oasis para descansar de prejuicios y violencias” declaran Oliver Marcos y Blue Rodríguez, coordinadores del Grupo Joven de la FELGTBI+.

Las Jornadas Jóvenes Sin Armarios son una iniciativa que se lleva repitiendo de forma presencial y rotativa en diferentes lugares de España, con la intención, no solo de unir y empoderar a activistas jóvenes sino también de impulsar el activismo local.

El activismo joven a un nivel local y descentralizado es igual de necesario

Mikel Hernández y Alex Martínez, integrantes de Gehitu y del Grupo Joven de la FELGTBI+, destacan el impacto que estas jornadas han supuesto para reactivar la juventud de Donostia-San Sebastián en el activismo LGTBI+, “poco valorada desde un punto de vista paternalista en ciertos espacios, y cuyo activismo es todavía incipiente”. Reivindican que “el activismo joven a un nivel local y descentralizado es igual de necesario que a nivel estatal”, y enfatizan la política de los cuidados como pilar fundamental para que éste se lleve a cabo. Asimismo, reclaman la necesidad de promulgar una Ley Integral vasca LGTBI+, por la evidente desactualización a nivel de derechos con la ley vigente.

También manifiestan que “estas jornadas han sido una demostración de cómo la juventud LGTBI+ española puede unirse y formar redes de apoyo para tomar acción en aquello que creen injusto. Mediante cuidados, formación, política, reclamos, ocio, cultura y participación ciudadana, la juventud diversa de este país demuestra que está despierta y como prueba de ello, las XX Jornadas Jóvenes Sin Armarios”.

NdP. Las XX Jornadas Jóvenes Sin Armarios toman el Palacio de Aiete de Donostia-San Sebastián

Fuente FELGTBI+

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Las escuelas católicas de Sydney se disculpan por el musical estudiantil que presenta a una pareja del mismo sexo

Sábado, 5 de noviembre de 2022
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B3293704-4CEE-4802-9086-FE5A20B7B75DB7E99067-B798-43BA-9088-76DED23CFB23Padres y educadores australianos están en desacuerdo sobre la representación de una pareja gay en una producción reciente de School of Rock, producida por la organización de Sydney Catholic Schools (Escuelas Católicas de Sydney).

Por primera vez, la red de escuelas católicas de Sydney organizó una producción musical conjunta que reunió a estudiantes de 150 escuelas, según Star Observer. El espectáculo se llevó a cabo en el Qudos Bank Arena, un lugar profesional.

Tony Farley, director ejecutivo de las Escuelas Católicas de Sydney, apareció en un video promocional en febrero anunciando el casting para el evento y pronosticando que sería el evento teatral más grande jamás organizado por el sistema escolar. Se refirió a la producción, que incluiría a 4000 artistas, como “uno de los musicales más grandes jamás vistos en la ciudad de Sydney”

El musical incluye una breve escena con dos personajes secundarios que son una pareja gay. Una minoría vocal de padres envió quejas al sistema escolar, argumentando que el musical no era apropiado para un sistema escolar católico. El Star Observer informó:

“Algunos en la audiencia estaban celebrando en silencio; algunos estaban desconcertados acerca de por qué se eligió un musical con tal escena; y algunos estaban lo suficientemente indignados como para ponerse en contacto con la oficina central”.

Farley también fue el productor ejecutivo de la producción, según Q NewsA pesar de su participación en llevar School of Rock al escenario, emitió una disculpa por la elección de la obra después de recibir una reacción violenta de una minoría vocal de padres. El  Sydney Morning Herald citó a Farley diciendo:

“‘Las Escuelas Católicas de Sydney se disculpan sinceramente y asumen la responsabilidad por cualquier elemento que haya ofendido y están realizando una revisión completa de todos los aspectos de la producción para garantizar que una situación como esta no vuelva a ocurrir’”.

Mientras que algunos padres celebraron esta concesión del sistema escolar, otros estaban consternados porque el trabajo de los estudiantes estaba siendo eclipsado por problemas de guerra cultural. El Herald explicó:

“Además de la reacción homofóbica en línea, muchos otros padres de escuelas católicas apoyaron la producción a gran escala.

“‘Es triste ver cómo los adultos arruinan la emoción y la felicidad de los niños que han trabajado tan duro todo el año para que esta producción cobre vida’, escribió un padre en Facebook”.

Como señaló The Herald, dos tercios de los católicos australianos apoyan el matrimonio igualitario. El musical mostró que las escuelas católicas de Sydney se sienten cómodas creando e interactuando con medios que presentan personajes queer. Sin embargo, parece que las preocupaciones de los padres LGBTQ negativos pueden tener un impacto duradero en futuras producciones teatrales.

Las Escuelas Católicas de Sydney no deberían haber capitulado tan rápidamente ante las demandas de un pequeño grupo de padres que se sentían incómodos con la representación de personajes LGBTQ+. Las instituciones católicas deben ser espacios en los que se celebren todas las identidades. La intrusión de guerras culturales negativas LGBTQ cansadas en el espacio alegre del teatro escolar señala el fracaso de una comunidad católica para proteger la libertad artística y la dignidad dada por Dios a todos los estudiantes.

—Andru Zodrow (él/él), New Ways Ministry, 31 de octubre de 2022

Fuente New Ways Ministry

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Viruela del mono: «Estigmatizar no cura, necesitamos respuestas»

Sábado, 5 de noviembre de 2022
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F69F1605-79C6-48B4-A0C8-E5DD4DF2A013El abordaje mediático e institucional de la viruela del mono replica un discurso discriminador y homoodiante.

El 21 de Julio un informe del New England Journal of Medicine dice que de 528 casos positivos de viruela del mono tomados en 16 países entre el 27 de abril y el 24 de junio de este año, 98% correspondieron a hombres gays o bisexuales. Esto lejos de hacer que el foco de atención y respuesta se vuelque sobre estos grupos hizo que los medios lo levanten para potenciar el estigma.

Pero no es la primera vez que ante una alerta epidemiológica, en este caso por la viruela del mono, la respuesta que se decide tomar es el odio. En 1985 el presidente norteamericano Ronald Reagan habló por primera vez sobre el virus de VIH. Habían pasado cuatro años desde el primer caso registrado, miles de muertes y un estigma: es cosa de putos, travesti y drogadictos. Hasta que no afectó a las personas “heterosexuales” (vaya concepto, la heterosexualidad) a nadie le alarmaba que esta ‘plaga divina’ o ‘cáncer rosa’ se estuviera llevando a lxs parias.

Mientras la medicina y las ciencias necesitan de investigaciones objetivas, de miradas macro e inclusivas, en lo social históricamente el camino fue buscar un culpable, una población sobre la cuál deposita la (falta de) responsabilidad colectiva. Pasó en los 80 y 90, pasa en este 2022. Pasan las pandemias y pareciera que no aprendemos nada.

La recomendación de la OMS sobre viruela del mono

Mientras la ciencia continúa devanándose los sesos para lograr los viajes en el tiempo, esta semana el director de la Organización Mundial de la Salud realizó una recomendación que parece redactada en 1980. Pero que fue hecha en vivo y en directo en este 2022. Sugirieron que los hombres que tienen sexo con hombres de momento reduzcan la cantidad de parejas sexuales para evitar la propagación.

Es decir: la solución no es aplicar vacunas preventivas. No. La solución es que las maricas usen cinturón de castidad. Si bien la viruela del mono no es una ITS (infección de transmisión sexual), durante los encuentros se puede provocar el contagio. Para la OMS la salida no es tomar medidas preventivas ni vacunar a lo que se pueden considerar poblaciones más expuestas sino lanzar propuestas retrógradas e inútiles. Bravo.

¿De qué sirve entonces todas las estadísticas y números que leemos en los medios? ¿Para qué hablan de la cantidad de gays y bisexuales con viruela del mono? Esta información que se dice objetiva debe servir para tomar acciones concretas pero solo se la utiliza para responsabilizar a un sector de la sociedad y no para formular las respuestas sanitarias urgentes. Se necesitan vacunas, tratamientos e información. Y en su lugar nos dan prejuicios y titulares amarillistas.

Por estos días en México los activismos reclaman un subregistro de casos de la viruela del mono por parte del Estado. La OMS no habla de la ineficacia de los sistemas de salud vaciados e ignorados, de los profesionales de la salud quemados luego de atender una pandemia. No retomamos los debates sobre patentes de medicaciones, vacunas y sus procesos burocráticos de compra con ganancias inimaginables para algunos pocos. No, acá urge hablar de la sexualidad de los hombres que tenemos sexo con otros hombres y amamos hombres que aman hombres y así ad eternum.

5A6D11AD-E43C-4274-B20E-C217E27FE0D4Ilustración: Florencia Capella/Agencia Presentes

El rol de los medios en la desinformación y el estigma

La búsqueda voraz del titular que más clics coseche convierte a los medios de información en un caldo de cultivo del estigma y el prejuicio. La OMS emite un mensaje vetusto y a la vez en sus textos llama a no estigmatizar. Y el filtrado de edición a los grandes titulares y destacados llega que gays, hombres que tienen sexo con hombres y varones bisexuales son el ojo de la tormenta símica.

Ese foco morboso que hace el periodismo obedece a que la prioridad parece ser el impacto en las métricas de redes. Sin que importe el otro impacto, el de la sociedad. De estas acciones irresponsables se desprende una estructura histórica: gente que no se trata ni testea porque “total no soy gay”. U otra que si tiene síntomas prefiere negarlos para no ser tomado por “maricón”.

Mientras los virus que, de orientación sexual, identidad de género y demás se siguen expendiendo, los medios ganan seguidores en base al show y el miedo. La ecuación es nefasta.


El peor virus

En lugar de asumir las problemáticas, responsabilizarse de los errores y encarar respuestas colectivas se prefiere culpar a un grupo de personas. La estructura es tan vieja como siniestra. Nos demuestra que la historia del mundo es un eterno deja vu con resultados catastróficos de los que nada aprendemos.

Mientras los mismos medios que difunden el terror, se maravillan con el caso de una persona en Barcelona que logró controlar el VIH sin medicación, las organizaciones de activismo VIH denuncian a la Comunidad de Madrid por imponer trabas burocráticas que dejen sin medicación a las personas VIH+ migrantes.

Los mismos medios que celebran un caso aislado y no visibilizan la urgencia sanitaria que afecta no solo a migrantes sino a toda la población evitan todo el tiempo nombrarla, ¿a quién? a la presidenta de esa Comunidad: Isabel Diaz Ayuso. La misma que después de negar que el crimen homoOdiante del joven Samuel dijo que la homofobia “vive en la cabeza de las izquierdas”.

Los sistemas de salud están colapsados, los grupos antiderechos se llevan puesta la educación sexual, los virus se multiplican, la prevención es ignorada, pero claro, para la OMS la solución es que los putos cojamos menos. La presidenta de la Comunidad de Madrid le niega atención y derechos humanos a migrantes pero los medios se fascinan con un caso aislado.

Mientras pareciera que vamos saliendo de otra pandemia, en el cielo las nubes peligrosas nunca se fueron, esas que precipitan en odio y estigma. El peor virus fue, es y seguirá siendo el odio. Seamos la vacuna de información, más derechos y empatía.

29 de julio de 2022
Lucas Gutiérrez
Georgina G. Álvarez
Flor Capella
Edición: Maby Sosa
Fuente Agencia Presentes

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Amada

Viernes, 4 de noviembre de 2022
Comentarios desactivados en Amada

Del blog Nova Bella:

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Todo lo que quería era lo que todo el mundo quiere, 
ya sabes, ser amada.

*

Rita Hayworth

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El Relato Bíblico de la Creación: entre el Fundamentalismo y las Personas LGBT

Viernes, 4 de noviembre de 2022
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Por Luís Corrêa Lima *
Oct 24, 2019

Uno de los principales pilares del credo Cristiano es la fe en Dios, el creador del cielo y la tierra. Esto incluye el mundo, la naturaleza y el ser humano como creación divina, el trabajo de un ser poderoso y bueno, diseñado para magnificar Su gloria y compartir Su vida. El relato bíblico de la creación, contenido en los primeros capítulos de la Biblia, marcó la tradición judeocristiana y la cultura humana. Al comienzo de todo no era el caos, sino Dios mismo. Por su palabra vienen la luz, las estrellas, las aguas, los continentes y la vida. La humanidad proviene del soplo divino sobre la materia, constituyéndose como la imagen y semejanza divina y guardiana de la creación. En este relato, muchas generaciones han encontrado sentido en la vida, la felicidad, la familia, la civilización, las normas que gobiernan la sociedad y también en el tratamiento del mal y la muerte.

Con el tiempo, han surgido cuestionamientos sobre ciertos puntos: la creación del universo en seis días, si es que la tierra surgió antes que el sol y las estrellas, el hombre salió directamente del polvo de la tierra o la mujer salió de la costilla del hombre. También se cuestionó la dominación masculina sobre la mujer (“te sentirás atraído por tu esposo y él te dominará” – Génesis 3:16).

En respuesta a estas preguntas, se generó un apego intransigente a la letra del texto bíblico, el fundamentalismo, a fines del siglo XIX y principios del XX. Se suponía que la Palabra de Dios, inspirada por Él, estaba libre de errores y debería interpretarse literalmente en todos sus detalles. Para aquellos que se atrevieron a cuestionarlo en nombre de la razón, el dilema se ha planteado durante mucho tiempo: “o crees o piensas”. Esta trampa ideológica ha alejado de la religión cristiana a muchas personas de buena voluntad.

Afortunadamente, la evolución de la ciencia y la sociedad también ha llevado a los cristianos a leer los textos sagrados de otra manera, liberándolos de este perverso dilema. Con el Papa Pío XII y más tarde con el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica asimiló los métodos científicos de interpretación de la Biblia, incorporando la ayuda de varias ciencias desde la arqueología hasta la literatura. El lector contemporáneo debe buscar el significado que los autores sagrados, en determinadas circunstancias, de acuerdo con las condiciones de su tiempo y cultura, pretendieron expresar mediante el uso de modos o géneros literarios que luego se utilizaron. Hay que tener en cuenta las formas adecuadas de sentir y narrar como validas en su momento, así como las formas en que se emplearon las relaciones entre los hombres en ese momento. Así es como la Palabra de Dios vino a nosotros: no dictada por Él, sino inspirada, llevando también las marcas de sus raíces históricas.

El fundamentalismo no dejó de existir y tuvo mucha fuerza. Pero hoy la Iglesia advierte de su riesgo: al rechazar cualquier cuestionamiento o investigación crítica, coloca en la vida de los fieles una certeza falsa, confundiendo las limitaciones humanas del mensaje bíblico con la sustancia divina de ese mensaje. Esto implícitamente invita a una forma de “suicidio de pensamiento”. Contra la evidencia, los cristianos fundamentalistas siguen afirmando que el mundo se hizo en seis días, la mujer salió de la costilla del hombre y que debe ser dominada por él.

Hoy surge otra pregunta: la realidad de las personas LGBT que se ha hecho visible en el mundo contemporáneo. Es necesario profundizar la reflexión sobre la creación del ser humano en la dualidad del hombre y la mujer. Sin negar esta dualidad original y su valor, debe tenerse en cuenta que no todas las personas son heterosexuales y no todas se identifican con el sexo que se les atribuye al nacer. Esta no es su elección, sino algo constitutivo de su ser, con componentes biológicos y psicosociales. Son caras de la compleja diversidad entre hombres y mujeres, que no puede simplificarse en una lectura superficial y aproximada. No se puede imponer a todos el que vivan como heterosexuales o se identifiquen con su sexo de nacimiento.

También en esta compleja diversidad, el ser humano sigue siendo creación divina, obra de un ser poderoso y bueno, destinado a magnificar Su gloria y participar en Su vida.

* Luís Corrêa Lima es un sacerdote jesuita y profesor en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. Trabaja con investigaciones sobre género y diversidad sexual, y sobre el acompañamiento espiritual de las personas LGBT.

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