Adviento-Navidad.
Mt 24, 37-44
«Estad vigilantes, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre»
Las dos cumbres del calendario litúrgico son la Pascua de Resurrección y la Navidad, y cada una de ellas viene precedida de un tiempo de preparación; la cuaresma y el adviento. Pero, con independencia de lo que diga la liturgia, una celebración será importante para mí en la medida en que lo sea el hecho que se celebra, y cuanto más lo sea, más me afanaré en prepararla con primor. En este caso, me importará preparar bien la Navidad si lo que ocurre en ella es importante; y si no, no.
Pero ¿qué ocurre en Navidad?…
Por una parte, celebramos el nacimiento de Jesús, su aniversario, pero Jesús murió hace mucho tiempo y nadie celebra el cumpleaños de los muertos. Si lo seguimos celebrando es porque no está muerto, sino tan vivo en nosotros que lo consideramos parte de nuestra vida… Y si esto es así, la pregunta inicial que acabamos de plantear nos lleva a otra pregunta mucho más importante: ¿Quién es Jesús para mí?… ¿Qué importancia tiene en mi vida?
En primer lugar, Jesús es importante para mí porque me enseña a vivir con sentido. Como decía Ruiz de Galarreta: «Sus criterios y sus valores son lo mejor que he encontrado y, además, creo que si todos viviésemos según ellos la humanidad sería algo mucho mejor que lo que es ahora». Pero hay más, porque los cristianos no nos limitamos a admirarle y aceptar sus criterios de vida, sino que, ascendiendo al plano de la fe, creemos en él.
Y esto significa que para nosotros Jesús es presencia de Dios salvador en el mundo, y que, al encontrarnos con él, nos estamos encontrando con Dios mismo. Citando nuevamente a Ruiz de Galarreta: «No es que nosotros inventamos a Dios, no es que nuestra razón lo descubre, es que lo buscamos porque nuestra naturaleza lo necesita, y lo encontramos porque Él nos sale al encuentro».
Ese lugar de encuentro es Jesús. Y en Jesús hemos descubierto que la vida tiene sentido; que Dios no es el que nos amarga la vida con preceptos y amenazas, sino nuestro aliado contra el mal; que podemos librarnos del temor de Dios, del miedo a la muerte y al castigo por nuestros pecados; que podemos sacudirnos el sometimiento a esa caterva de ídolos que nos esclavizan…
Y desde esta perspectiva, la Navidad cobra toda su importancia. Estamos celebrando que “Dios está con nosotros”, que ha apostado por nosotros, es decir, que la aventura humana —la mía en particular y la de del conjunto de la humanidad en general— tiene sentido, que nuestra vida es mucho más de lo que ven los ojos, que está pensada por Dios y que nuestro destino no es morir, sino Vivir.
Y esto sí que es importante; esto sí que merece celebrarse por todo lo alto.
Miguel Ángel Munárriz Casajús
Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí
Fuente Fe Adulta
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