15.10.22. Teresa de Jesús, camino y morada de Dios (pechos divinos, amor enamorado)
Del blog de Xabier Pikaza:
Hoy, día de su fiesta, apertura del “año santo teresiano” en la diócesis de Salamanca y en otros lugares, quiero presentarla como camino y morada hacia Dios, desde la perspectiva de Jesús a quien ama y de la Trinidad en la que mora.
Escribió varios libros (Vida, Camino, Moradas, Fundaciones…) que son una guía de Dios para cristianos y creyentes de otras religiones.
Empezaré con una cita del tratado trinitario de Piero Coda y seguiré retomando unos pasajes de Diccionario Pensadores cristianos, de Fiesta del pan/fiesta del vino (eucaristía trinitaria) y Enquiridion Trinitatis en los queTeresa aparece como maestra, guía y testimonio de enamoramiento y comunión de amor en Dios y con Dios. Añado iconos de Teresa, empezando por el que preside la capilla del CITES o Universidad de la mística (Ávila, España). Felicidades a las “teresas”, en comunión con todos sus devotos, empezando por Mabel, mi mujer, de Teresa de Jesús y por los amigos, hermanos y hermanas dela Orden del Carmelo, clérigos y seglares, reformados y animados por ella.
| X. Pikaza
Piero Coda,
de la Comisión Teológica Internacional, el teólogo quizá más conocido de Italia publicó el año 2014 un tratado ya clásico sobre el misterio de Dios, en el que presenta a Teresa como Maestra y Doctora trinitaria. Así comienza hablando ella de la Trinidad
A las personas ignorantes parécenos que las Personas de la Santísima Trinidad todas tres están -como lo vemos pintado- en una Persona, a manera de cuando se pinta en un cuerpo tres rostros; y ansí nos espanta tanto, que parece cosa imposible y que no hay quien ose pensar en ello, porque el entendimiento se embaraza y teme no quede dudoso de esta verdad y quita una gran ganancia. Lo que a mí se me representó, son tres Personas distintas, que cada una se puede mirar y hablar por sí. Y después he pensado que sólo el Hijo tomó carne humana, por donde se ve esta verdad. Estas Personas se aman y comunican y se conocen (…). En todas tres Personas no hay más de un querer y un poder y un señorío, de manera que ninguna cosa puede una sin otra, sino que de cuantas criaturas hay es sólo un Criador. ¿Podría el Hijo criar una hormiga sin el Padre? No, que es todo un poder, y lo mismo el Espíritu Santo; así que es un solo Dios todopoderoso, y todas tres Personas una Majestad (Relaciones 33 (versión it. Opere, Roma 1981).
Conforme a la metáfora que Teresa ha hecho célebre, el alma ha sido creada para convertirse en “castillo interior” donde habita la Santísima Trinidad. (Podemos) considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas. Que si bien lo consideramos, hermanas, no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice El tiene sus deleites. Pues ¿qué tal os parece que será el aposento adonde un Rey tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita? No hallo yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad; y verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues El mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza (Castillo interior I, 1,1, versión it. En Opere, 761-762).
El testimonio de Teresa aparece, por tanto, en esta luz, como la exégesis carismática y casi como la encarnación de la palabra de Jesús: Si alguien me ama vendremos a él y pondremos en él nuestra morada (Jn 14,23). Así cuenta Teresa:
Y metida en aquella morada , por visión intelectual, por cierta manera de representación de la verdad, se le muestra la Santísima Trinidad, todas tres personas, con una inflamación que primero viene a su espíritu a manera de una nube de grandísima claridad, y estas Personas distintas, y por una noticia admirable que se da al alma, entiende con grandísima verdad ser todas tres Personas una sustancia y un poder y un saber y un solo Dios; de manera que lo que tenemos por fe, allí lo entiende el alma, podemos decir, por vista, aunque no es vista con los ojos del cuerpo, porque no es visión imaginaria. Aquí se le comunican todas tres Personas, y la hablan, y la dan a entender aquellas palabras que dice el Evangelio que dijo el Señor: que vendría El y el Padre y el Espíritu Santo a morar con el alma que le ama y guarda sus mandamientos .
Parecióme se me representó como cuando en una esponja se incorpora y embebe el agua; así me parecía mi alma que se henchía de aquella divinidad y por cierta manera gozaba en sí y tenía las tres Personas. También entendí: «No trabajes tú de tenerme a Mí encerrado en ti, sino de encerrarte tú en Mí». Parecíame que de dentro de mi alma – que estaban y vía yo estas tres Personas- se comunicaban a todo lo criado, no haciendo falta ni faltando de estar conmigo . Comenzó a inflamarse mi alma, pareciéndome que claramente entendía tener presente a toda la Santísima Trinidad (…). Y así me parecía hablarme todas tres Personas, y que se representaban dentro en mi alma distintamente (…). Entendí aquellas palabras que dice el Señor: que estarán con el alma que está en gracia las tres divinas Personas, porque las veía dentro de mí por la manera dicha (cf. Jn 14,23) .
Éste es el comienzo de la séptima morada del Castillo Interior, que constituye la última etapa en el itinerario hacia la plena comunión con Dios Trinidad, que culmina en la perfecta unión esponsal con Cristo. (cf. Teresa de Jesús, Castillo Interior, VII, 1,69; Relaciones 18 y 16 ((Tomado de P. Coda,Desde la Trinidad. El Advenimiento de Dios entre Historia y Profecía, Sec. Trinitario, Salamanca 2014,505-507).
PIKAZA 1. TERESA DE JESÚS, PENSADORA CRISTIANA
(Comentario de Makario Tong Tong Ofilada, amigo filipino e hispano de Teresa: Creo que es una alegoría del Castillo Interior. Jesús y Teresa están en el centro más íntimo y ahí hay una mariposa, el gusanillo que murió y que renació como mariposa, con alas, para significar que es Cristo quien vive, no ella. Y la fuente (o el pozo en el jardín) que dimana del centro…la vida de Dios corre, fluye, se disemina, irriga o riega el terreno íntegro del ser humano, incluso hacia las extremidades, la parte seca que es el desierto fuera de la cerca del castillo).
Teresa de Jesús 1515-1582).
1. Una vida discutida. No fue escritora de oficio, ni tenía formación académica (reservada a los varones), pero supo escribir de un modo extraordinariamente preciso, en lenguaje popular culto, desde su propia experiencia y reflexión, y así ofreció en sus obras uno de los testimonios teológicos más importantes de la historia católica. No elaboró un sistema, pero el conjunto de su obra posee unan intensa coherencia teológica y nos permite así recuperar las raíces de la experiencia cristiana. No era “letrada” (profesional), pero había leído los mejores libros de narrativa de su tiempo (de Caballerías) y diversas obras de espiritualidad y, además, estuvo en contacto con algunos de los pensadores cristianos más significativos de su tiempo (→ Juan de la Cruz y Juan de Ávila, Báñez), que valoraron su inteligencia y la defendieron, ante aquellos que sospechaban de su obra, pensando que se hallaba cercana a la herejía. En ese contexto se sitúan sus “dificultades” con la Inquisición, que ya el año 1559 había secuestrado algunos libros que leía (de → Luis de Granada y Juan de Ávila) y que retendrá y examinará su Libro de la Vida, que sólo podrá publicarse tras su muerte, el año 1587 (con aprobación expresa de → Luis de León y D. Báñez).
En la edición facsímil de las obras de Santa Teresa, que está realizando → T. Álvarez (ediciones de Camino de Perfección, 1965; Castillo Interior, 1990; Libro de la Vida, 1999 y Fundaciones, 2004, en Monte Carmelo, Burgos), pueden observarse con claridad las correcciones y tachaduras que los inquisidores fueron poniendo en sus obras, pues tenían la sospecha de que sus visiones y revelaciones podían ser “obra del diablo” o separarse de la fe de la iglesia. Pero después la misma Iglesia defendió su doctrina y la proclamó Doctora de la Iglesia, el año 1970, presentándola así como una de las grandes pensadoras del cristianismo.
En este contexto, pero quiero ofrecer varios rasgos de su pensamiento más significativo, tal como aparece en las Moradas Séptimas, donde el alma celebra ya en el mundo el desposorio con Dios. En esa línea he querido poner de relieve su experiencia de la humanidad de Jesús como Esposo, su visión de Dios como Padre-Madre (pechos divinos), y su inmersión-comunión en lo divino.
2. Humanidad de Jesús. En el centro del pensamiento de Teresa está su encuentro y unión con la humanidad de Jesús, entendida como fuente de amor y de compromiso al servicio de los demás. En contra de algunos maestros espirituales que le aconsejaban que abandonara a Jesús hombre, para centrarse en su divinidad (Jesús eterno, Hijo divino), en una línea más cercana a → Osuna y Laredo, Teresa responde apelando siempre a su humanidad, para apoyarse siempre en la historia del evangelio:
«Pues vengamos ahora a tratar del divino y espiritual matrimonio, aunque esta gran merced no debe cumplirse con perfección, mientras vivimos, pues si nos apartásemos de Dios se perdería este tan gran bien. La primera vez que Dios hace esta merced, quiere su Majestad mostrarse al alma por visión imaginaria de su sacratísima Humanidad, para que lo entienda bien y no esté ignorante de que recibe tan soberano don. A otras personas será por otra forma: a ésta de quien hablamos se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, como después de resucitado, y le dijo que ya era tiempo de que sus cosas tomase ella por suyas, y Él tendría cuidado de las suyas, y otras palabras que son más para sentir que para decir…
Parecerá que no era ésta una novedad, pues otras veces se había representado el Señor a esta alma en esta manera. Pero fue tan diferente, que la dejó bien desatinada y espantada: lo uno, porque fue con gran fuerza esta visión; lo otro, porque las palabras que le dijo, y también porque en lo interior de su alma, adonde se le representó, si no es la visión pasada, no había visto otras… Porque entended que hay grandísima diferencia de todas las pasadas a las de esta Morada, y tan grande del desposorio espiritual al matrimonio espiritual, como lo hay entre dos desposados (y dos casados a los que ya no se pueden apartar). Aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria, sino intelectual, aunque más delicada que las dichas, como se apareció a los Apóstoles, sin entrar por la puerta, cuando les dijo: Pax vobis» (Moradas VIII, II, 1-3).
La vida cristiana de Teresa se interpreta así como experiencia de amor con Jesús, un amor entendido en claves matrimoniales (es decir, de encuentro personal), de manera que sólo así, desde el encuentro humano con Jesús, ella puede hablar de contemplación de lo divino. Contemplar a Dios no significa separarse de la vid humana, sino vivir en plenitud y en iluminación interior la tarea de la vida humana. Por eso, su pensamiento es siempre un experiencia de humanidad (encuentro con Jesús hombres), en claves de dualidad (comunión de personas), de manera que sólo así puede hablarse de revelación de Dios y de unión con lo divino. A través de la humanidad (historia) de Jesús se unifican el hombre y lo divino:
«Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel memento la gloria que hay en el Cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual…
Digamos que sea la unión como si dos velas de cera se juntasen tan en extremo que toda luz fuese una, u que el pabilo y la luz y la cera es todo uno; mas después bien se puede apartar la una vela de la otra, y quedan en dos velas, u el pabilo de la cera. Acá es como si cayendo agua del cielo en un río u fuente, adonde queda hecho todo agua, que no podrán ya dividir ni apartar cuál es el agua del río u lo que cayó del cielo, o como si un arroyico pequeño entra en la mar, no habrá remedio de apartarse, u como si en una pieza estuviesen dos ventanas por donde entrase gran luz, aunque entra dividida, se hace todo una luz…» (Moradas, VII, II, 4. 6).
Tres momentos de Dios.Hacia el final de su encuentro con Jesús-Hombre, en las Séptimas Moradas (7, 2), Teresa de Jesús desarrolló una visión en la que Dios aparece, al mismo tiempo, en tres perspectivas.
(a) Como Gracia original, Madre de pechos divinos, de los que mana Leche de Vida gozosa para todos los humanos. En ese principio que es Dios-Fuente de todo lo que existe estamos sustentados.
(b) Como Amigo, amor en Compañía. Dios no es sólo fuente-fundamento del que provenimos, sino que es también Amigo con el que compartimos lo que somos, al situarnos ante Jesús, en un amor que puede y debe entenderse con símbolos matrimoniales, encuentro de amor con el Amado.
(c) Como Familia, Comunicación o Diálogo de amor, de tal forma que el Padre y el Hijo habitan uno en otro e in-habitan en el alma, de manera que nosotros habitamos en ellos, siendo familia de Dios al ser familia humana. Éstos son los rasgos más hondos de la experiencia y teología de Teresa de Jesús, de manera que podemos destacarlos como expresión suprema de su pensamiento.
Dios es Madre: los pechos divinos. Ciertamente, Dios no es un cuerpo, pero podemos hablar con Teresa de un “cuerpo divino” del que nacen varones y mujeres, lugar donde comparten la existencia, unos con otros, en respeto y generosidad… Porque de aquellos Pechos Divinos, adonde parece está Dios siempre sustentando el alma, salen unos rayos de leche que toda la gente del castillo conforta, que parece que quiere el Señor que gocen de alguna manera de lo mucho que goza el alma, y de aquel río caudaloso, adonde se consumió esta fuentecita pequeña, salga algún golpe de aquel agua para sustentar a los que en lo corporal han de servir a estos dos desposados» (Moradas 7, 2, 7).
Están esposo y esposa (Cristo y el alma, Jesús y Teresa) bien unidos, en desposorio radical, como ella ha venido mostrando a lo largo de toda su vida y en todos sus escritos. Desde esa unión de amor descubre Teresa el misterio original divino, que ella ha presentado en términos vitales (Dios es Vida de mi vida), maternos (unos Pechos que manan gozo y leche que sustenta a los humanos) y cósmicos (fuente original de la que brota agua de gracia y existencia para los humanos, en especial los enamorados). En el fondo de esta imagen está la experiencia que Pablo y la Iglesia más antigua ha desarrollado cuando habla de un “cuerpo místico de Cristo”. Pues bien, aquí estamos ante el cuerpo místico del Dios, que sustenta de manera generosa a los hombres y mujeres, haciéndoles hermanos.
Así podemos hablar de una especie de cuerpo materno de Dios. Para Teresa de Jesús, creer en Dios es una experiencia original de fe en la vida. Creer en Dios es descubrir que nos hallamos fundados en lo divino. El Dios de Teresa es Fuente de la Vida, Pechos abundantes, acogedores y gozosos, que alimentan a todos los humanos, no sólo a los que están encerrados en su oración mística, sino a “la gente del castillo”, que son las potencias y facultades corporales.
Dios Amigo, el Señor enamorado. Teresa de Jesús ha desarrollado desde ese fondo la visión del Dios amigo, de manera que la fe viene a expresarse como experiencia de vida compartida, en dualidad de amor. Los “siete grados” de la unión de matrimonio que Teresa va mostrando en Moradas del Castillo Interior como momentos del ascenso a lo divino vienen a mostrarse al mismo tiempo como grados y/o momento del encuentro con los otros. De esa forma, grados o momentos del amor de Dios (matrimonio con Cristo) se expresan y despliegan igualmente como grados del amor real, concreto, entre las hermanas en la comunidad, en apertura a todos los hombres. Allí donde la teología mística parece alejarnos más de la humanidad, ellas nos acerca más a los hombres y mujeres concretos con los que convivimos:
«Pues vengamos ahora a tratar del divino y espiritual matrimonio… A esta persona de quien hablamos (=Teresa de Jesús) se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, y le dijo que era ya tiempo de que sus cosas (de Jesús) tomase ella por suyas y Él tenía cuidado de las suyas (de Teresa) (Moradas 7, 2, 1). Aparécese el Señor en este Centro del Alma sin visión imaginaria, sino intelectual…, como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo “pax vobis”» (Moradas 7, 2, 3; cf. Jn 20, 21).
Este Dios amigo, que suscita y ratifica todo amor esponsal y fraterno sobre el mundo, no es ya un poder patriarcalista, alguien que nos da su vida desde arriba, sino que ha venido a presentarse como un compañero de camino, en comunicación enamorada. Sólo en este contexto recibe su sentido la celebración de un matrimonio total entre Jesús y los hombres/mujeres, un matrimonio que puede expresarse en forma de comunidad de amor entre los creyentes.
Dios Familia. Encuentro de hermanos. De manera consecuente, el camino de mística divina es las Moradas puede y debe traducirse en forma de “camino de amor humano”. A cada grado de ascenso y encuentro con Dios corresponde un grado de profundización y encuentro real con otros hermanos. De esa manera, lo que parecía ser un camino de alejamiento del mundo se convierte en lugar de encuentro más hondo entre los hermanos/hermanas. Lógicamente, Teresa de Jesús ha interpretado este motivo en forma trinitaria:
«Orando una vez Jesucristo Nuestro Señor por sus Apóstoles (Jn 17, 21), dijo que fuesen una cosa con el Padre y el Él, como Jesucristo nuestro Señor está en el Padre y el Padre en Él. ¡No sé que amor puede ser mayor que este! Y no dejaremos de entrar aquí todos, porque así dijo Su Majestad: “No sólo ruego por ellos, sino por todos aquellos que han de creer en mí también” y dice “yo estoy en ellos” (Jn 17, 20.23) (Moradas 7, 2, 9-10). ¿Sabéis que es ser espirituales de veras? ¡Hacerse esclavos de Dios!… Así que, hermanas, para que (vuestra vida) lleve buenos cimientos, procurad ser la menor de todas (las hermanas) y esclava suya (de las hermanas), mirando cómo o por dónde las podéis hacer placer y servir…» (Moradas 7, 4. 9).
Aquí está la clave de la mística cristiana: encontrarse con Dios significa acerca “la menor”, sirviendo (amando) a las hermanas. De esa manera, la teología se entiende y despliega como experiencia de encuentro con los demás hombres y mujeres, en claves de gratuidad y gozo.Muchos otros rasgos tiene el pensamiento de Teresa, pero estos son algunos de los más significativos.
Ella no ha pasado a la historia del pensamiento cristiano por algún tipo de teoría, sino por su experiencia de encuentro con Dios, tal como ha venido a expresarla en una obra literaria riquísima, de tipo biográfico, que sigue siendo una de las referencias básicas del pensamiento cristiano de occidente. No se puede entender la psicología religiosa, ni el sentido de la experiencia personal de Dios en la historia de la Iglesia moderna sin tener en cuenta el camino de Teresa.
Cf. Diccionario Pensadores Cristianos
Evidentemente es la primera en una línea que culmina en Santo Tomás y J. Ratzinger
PIKAZA 2. MOMENTOS DEL ENCUENTRO CON DIOS (EUCARISTÍA)
1) Dios es Padre, Gracia original, Madre de pechos divinos, de los que mana Leche de Vida gozosa para todos los humanos. En ese principio, Fuente de toda realidad, estamos sustentados.
(2) Dios es hijo, amigo del alma. Aquel a quien amamos sabiendo que nos ama. Así descubrimos la vida como enamoramiento y Compañía, esto es, como matrimonio, encuentro de amor con el Amado.
(3) Dios es Espíritu Santo, Familia, Comunicación o Diálogo de amor, de tal forma que el Padre y el Hijo habitan uno en otro e in-habitan en el alma, que se vuelve así “una misma cosa con el Padre y con Jesús”.
Retomo en lo que sigue el tema central de la sección anterior, que he presentado, a modo de compendio, en libro sobre la Eucaristía (Fiesta del pan, fiesta del vino). Puede ser reiterativo. Páselo el lector por alto, si así le parece, para ir directamente a la sección final.
1. Dios es Madre más que Padre: Tierra divina, Don de la vida.
Hablar de un Dios separado de esa tierra común, un Dios abstracto, que planea como pura ley sacral, sobre la naturaleza y la historia, constituye para la Biblia una falta de sentido, una blasfemia. Por eso, el problema de la religión no consiste en saber si hay o no hay Dios, como después se ha planteado. El Dios en sí puede quedar en silencio, según la Biblia israelita. La tarea “divina” está en saber cómo se sitúan los humanos ante las fuentes poderosas de la vida, ante el don sagrado de la Tierra, que ellos reciben con amor, y con justicia y cariño deben compartir. Ciertamente, la Tierra no es Dios, pero es signo divino: principio del que varones y mujeres nacen, lugar donde comparten la existencia, unos con otros, en respeto y generosidad. Descubrir y agradecer la vida, que nos viene por la Tierra (agua y viento, plantas y animales, todo el universo) es el primero y más hondo de los gestos religiosos. Lógicamente, ella puede recibir rasgos divinos y maternos, expresados de manera humana. Así la ha visto Teresa de Jesús, que hace a Dios Fuente de vida, Pechos de madre que ofrece su propio alimento a los seres humanos:
[Dios Vida] Se entiende claro, por unas secretas aspiraciones, ser Dios el que da vida a nuestra alma…, que en ninguna manera se puede dudar…, que producen algunas veces unas palabras regaladas, que parece no se pueden excusar de decir: ¡Oh Vida de mi vida y Sustento de mi sustento!… y cosas de esta manera. [Pechos divinos] Porque de aquellos Pechos Divinos, adonde parece está Dios siempre sustentando el alma, salen unos rayos de leche que toda la gente del castillo conforta, que parece que quiere el Señor que gocen de alguna manera de lo mucho que goza el alma, [Río-Fuente] y de aquel río caudaloso, adonde se consumió esta fontecita pequeña, salga algún golpe de aquel agua para sustentar a los que en lo corporal han de servir a estos dos desposados (Moradas 7, 2, 7).
Están esposo y esposa (Cristo y el alma, Jesús y Teresa) bien unidos, en desposorio radical, como luego mostraremos. Desde esa unión de amor descubre Teresa el misterio original divino, que ella ha presentado en términos vitales (Dios es Vida de mi vida), maternos (unos Pechos que manan gozo y leche que sustenta a los humanos) y cósmicos (fuente original de la que brota agua de gracia y existencia para los humanos, en especial los enamorados). De la Tierra Madre cósmica, que sustenta generosa a los humanos, haciéndoles hermanos, pues deben compartir la vida de la tierra (jubileo israelita), pasamos al Dios que es la Madre Personal divina de Teresa de Jesús: creer en Dios es para ella una experiencia original de fe en la vida. No hay en Dios de imposición paterna (ley, juicio), sino generación vital materna:
Él aparece así como Fuente de la Vida, Pechos abundantes, acogedores y gozosos, que alimentan a todos los humanos, no sólo al alma interna, sino a “la gente del castillo”, que son las potencias y facultades corporales. Al hablar de esta manera, Teresa no ofrece un argumento conceptual, filosófico o científico, sino una experiencia vital. La filosofía y ciencia resultan secundarias, lo mismo que la teología escolar. Incluso el nombre dios es posterior, de manera que puede evitarse, si alguien lo siente impositivo, apresurado. Teresa habla de algo previo a todo razonamiento: del gozo de Ser, de saberse acunada en la Vida, del misterio de esos “pechos divinos” que nos amamantan para así crearnos.
2. Dios Hijo y Amigo, el Dios enamorado. De esa forma, la misma generación de Dios de la que provenimos (nacemos amor materno) viene a presentarse como matrimonio personal con Dios. En perspectiva humana, la relación generativa y esponsal han de distinguirse, pues de lo contrario la corriente de vida se cerraría en sí misma, de forma incestuosa: no es bueno que el hijo quede fijado en la madre, clausurándose en ella de manera indefinida; es bueno que salga, que rompa el cordón, que encuentre a un amigo/a diferente, para descubrir y desplegar con él o ella la inmensa maravilla del encuentro enamorado. Pero en el símbolo divino, ambos momentos pueden vincularse y se vinculan de forma paradójica: entre el Padre/Madre divino y el Hijo divino Jesucristo se establece una relación de Encuentro eterno, de gozo incesante de pareja enamorada, que la iglesia identifica con el Espíritu Santo. De manera consecuente Teresa de Jesús ha desarrollado en esa perspectiva la visión del Dios amigo, la fe como esponsales:
[Eucaristía] Pues vengamos ahora a tratar del divino y espiritual matrimonio… A esta persona de quien hablamos (=Teresa de Jesús) se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, y le dijo que [Matrimonio]era ya tiempo de que sus cosas (de Jesús) tomase ella por suyas y Él tenía cuidado de las suyas (de Teresa) (Moradas 7, 2, 1). [Pascua] Aparécese el Señor en este Centro del Alma sin visión imaginaria, sino intelectual…, como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo “pax vobis” (Moradas 7, 2, 3; cf. Jn 20, 21).
La misma eucaristía se expresa en claves esponsales, conforme al simbolismo israelita de la alianza (¡Yo seré vuestro Dios, vosotros seréis mi Pueblo!), que aquí se despliega en formas personales: Jesús da su cuerpo a Teresa, es decir, se ocupa de sus cosas; Teresa da su cuerpo a Jesús, es decir, se ocupa de sus cosas. Este es un desposorio de comunicación completa, en libertad y entrega reversibles, sin que uno sea más o mande sobre el otro, pues los dos ofrecen lo que son (la esencia) uno al otro. Este Dios amigo, que suscita y ratifica todo amor sobre la tierra, no es poder patriarcalista, ni donación de un superior (del padre al hijo), sino armonía simétrica y comunicación enamorada.
Sólo aquí recibe su sentido la eucaristía, como expresión de un matrimonio total entre Jesús y los humanos, es decir, entre los humanos que aceptan su camino y responde a la voz de su llamada. Esta es la eucaristía del Jesús resucitado, que se expresa y expande en toda la vida del cristiano, que toma formas esponsales, de comunicación personal y gratuita, en cuerpo y alma.
2. Dios es hermano y esposo enamorado
Del Dios materno que cuida generosamente a los humanos (sus hijos) venimos al Dios esponsal y fraterno, que goza en amar y ser amado, en cercanía y comunicación transformadora, que culminan por Cristo en el símbolo eucarístico: sólo un hombre o mujer enamorado/a puede pedir ¡come, bebe, esto es mi cuerpo!, dando al otro y compartiendo con el otro el pan y vino de la vida. Lo que él ofrece no es ya un cuerpo de Madre divina (pechos abundosos, manantial de leche), ni el poder de un padre que planea por arriba, con autoridad dictatorial, sino el rostro y cuerpo humano del amigo/a, que goza y/o sufre a nuestro lado y que nos pide pan o una palabra de conocimiento, dignidad, ternura. Jesús se ha vuelto así cuerpo ofrecido (se da a sí mismo: eucaristía), carne necesitada (quiere que le alimentemos y acojamos en los pobres: cf. Mt 25, 31-46). Dios no se revela, por tanto, en los principios de la totalidad social, que pueden ser manipulados, al servicio del sistema o del estado, tampoco en la intimidad de la pura conciencia, sino en la comunión concreta de amor entre los hombres y/o mujeres de la tierra. Por eso, el símbolo supremo del Dios Hijo en el mundo es el pan y vino compartido: la solidaridad concreta de hermanos y amigos. o fiesta eucarística de amor. Cambiando un verso de Juan de la Cruz nos atrevimos a presentar la eucaristía como cena que libera y enamora. Quizá se debería invertir el orden de los términos. Esta es una cena que enamora, abriendo a los humanos, varones y mujeres, la más honda experiencia de la comunicación personal transformadora. Este es cena que libera, es decir, re-crea, pues en ella podemos descubrir y descubrimos nuestra propia libertad, re-creando el mundo y pudiendo ofrecer espacio y camino de liberación a los excluidos de la tierra.
3. Dios Familia. Eucaristía y Trinidad Hemos venido suponiendo que los rasgos anteriores se unifican, en clave trinitaria: el mismo Dios es Madre fundante, que nos hace ser, y Amigo que comparte nuestra vida, haciéndonos capaces de dar y recibir en amor enamorado. Podemos y debemos afirmar, con la tradición de la iglesia, que son dos personas (Padre/Madre, Hijo/Amigo), siendo el mismo Amor transcendental (en sí mismo valioso), que ha querido expresar y realizar su misterio entre nosotros (como amor humano), en forma de comunión definitiva (Espíritu Santo). El despliegue de la comunicación de amor, perfecta y plena, en plenitud pascual: eso es Dios para siempre, todo en todos, en formas de regalo culminado. Esto es el cielo. Así lo ha indicado el judaísmo, cuando los profetas (especialmente Is 41-56) han interpretado el jubileo en forma escatológica: la tierra compartida (Lev 25) se ha vuelto un símbolo muy hondo de la Nueva Tierra y Nuevo Cielo, donde los salvados comerán y beberán unos con otros (unos de otros), en gozo fuerte, comunicación perfecta. Lógicamente, Teresa de Jesús ha interpretado este motivo en forma trinitaria:
[Apóstoles] Orando una vez Jesucristo Nuestro Señor por sus Apóstoles (Jn 17, 21), dijo que fuesen una cosa con el Padre y el Él, como Jesucristo nuestro Señor está en el Padre y el Padre en Él. [Universalidad] ¡No sé que amor puede ser mayor que este! Y no dejaremos de entrar aquí todos, porque así dijo Su Majestad: “No sólo ruego por ellos, sino por todos aquellos que han de creer en mí también” y dice “yo estoy en ellos” (Jn 17, 20.23) (Moradas 7, 2, 9-10). [Servicio] ¿Sabéis que es ser espirituales de veras? ¡Hacerse esclavos de Dios!… Así que, hermanas, para que (vuestra vida) lleve buenos cimientos, procurad ser la menor de todas (las hermanas) y esclava suya (de las hermanas), mirando cómo o por dónde las podéis hacer placer y servir… (Moradas 7, 4, 9).
Pasamos así del matrimonio (unión íntima con Jesús y/o con otros creyentes) a la comunión más extensa de la iglesia, representada por los apóstoles. En ellos habita la Trinidad, siendo ellos signo de Dios sobre la tierra. Esto es creer en Dios, expresar su misterio: abrirse en comunión de amor y servicio mutuo hacia los otros. He destacado la universalidad, pues en esta comunión que brota del Jesús enamorado entran todos, como expresamente afirma Teresa, re-interpretando Jn 17, 20 de manera universalista. Así se expande la familia divina: el Dios que aparecía primero como Madre y luego como Amor Enamorado será al fin y plenamente Comunión donde los humanos se regalan y sirven unos a los otros, descubriendo y desplegando el placer de la existencia compartida, envuelta en gloria.
(X. Pikaza, Fiesta del Pan, fiesta del Vino, Verbo Divino, Salamanca 2001
3. ENQUIRIDION TRINITARIS Selección de textos. Dios de Teresa, moradas trinitarias.
Teresa ha ofrecido uno los mayores testimonios de Dios en la historia cristiana. No ha elaborado una teología estricta, pero el conjunto de su obra puede y debe entenderse en forma trinitaria, como experiencia de Dios Padre, por el Amor de Jesús, en el Espíritu Santo. Este esquema resulta especialmente visible en la culminación del camino de encuentro con Dios, es decir, en las Moradas Séptimas, donde el alma celebra ya en el mundo el desposorio con Dios. Estos son algunos de los pasajes más significativos, entre los que pueden destacarse la visión de Dios como Padre-Madre (pechos divinos), la de Jesús como Esposo y la del Espíritu como experiencia de inmersión-comunión en lo divino.
(Visión intelectual de la Trinidad) Pues cuando su Majestad es servido de hacerle la merced dicha de este divino matrimonio… el Señor la junta consigo; mas es haciéndola ciega y muda, como lo quedó san Pablo en su conversión, y quitándola el sentir cómo u de qué manera es aquella merced que goza; porque el gran deleite que entonces siente el alma es de verse cerca de Dios. Mas cuando la junta consigo, ninguna cosa entiende, que las potencias todas se pierden. Aquí es de otra manera; quiere ya nuestro buen Dios quitar las escamas de los ojos, y que vea y entienda algo de la merced que le hace, aunque es por una manera extraña y metida en aquella Morada por visión intelectual; por cierta manera de representación de la verdad, se le muestra la santísima Trinidad, todas tres personas, con una inflamación que primero viene a su espíritu, a manera de una nube de grandísima claridad, y estas personas distintas, y por una noticia admirable, que se da al alma, entiende con grandísima verdad ser todas tres personas una sustancia y un poder y un saber y un solo Dios; de manera que lo que tenemos por fe allí lo entiende el alma, podemos decir, por vista, aunque no es vista con los ojos del cuerpo ni del alma, porque no es visión imaginaria.
Aquí se le comunican todas tres personas, y la hablan, y la dan a entender aquellas palabras que dice el Evangelio que dijo el Señor: que venía Él y el Padre y el Espíritu Santo a morar con el alma, que le ama y guarda sus mandamientos. ¡Oh, válame Dios! ¡Cuán diferente cosa es oír estas palabras y creerlas, a entender por esta manera cuán verdaderas son! Y cada día se espanta más esta alma, porque nunca más le parece se fueron de con ella, sino que notoriamente ve, de la manera que queda dicho, que están en lo interior de su alma, en lo muy más interior, en una cosa muy honda, que no sabe decir cómo es, porque no tiene letras, siente en sí esta divina compañía (Moradas VII, I, 6-8).
(Por la humanidad de Jesús. Experiencia pascual. Pues vengamos ahora a tratar del divino y espiritual matrimonio, aunque esta gran merced no debe cumplirse con perfección, mientras vivimos, pues si nos apartásemos de Dios se perdería este tan gran bien. La primera vez que Dios hace esta merced, quiere su Majestad mostrarse al alma por visión imaginaria de su sacratísima Humanidad, para que lo entienda bien y no esté ignorante de que recibe tan soberano don. A otras personas será por otra forma: a esta de quien hablamos se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, como después de resucitado, y le dijo que ya era tiempo de que sus cosas tomase ella por suyas, y Él tendría cuidado de las suyas, y otras palabras que son más para sentir que para decir…. Parecerá que no era esta novedad, pues otras veces se había representado el Señor a esta alma en esta manera; fue tan diferente, que la dejó bien desatinada y espantada: lo uno, porque fue con gran fuerza esta visión; lo otro, porque las palabras que le dijo, y también porque en lo interior de su alma, adonde se le representó, si no es la visión pasada, no había visto otras… Porque entended que hay grandísima diferencia de todas las pasadas a las de esta Morada, y tan grande del desposorio espiritual al matrimonio espiritual, como lo hay entre dos desposados, a los que ya no se pueden apartar. Aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria, sino intelectual, aunque más delicada que las dichas, como se apareció a los Apóstoles, sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Paz vobis» [Pax Vobix: Jn 20, 21, Vulgata] (Moradas VII, II, 1-3)
(En el mar de Dios, un Espíritu con Él) Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel memento la gloria que hay en el Cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual… Digamos que sea la unión como si dos velas de cera se juntasen tan en extremo que toda luz fuese una, u que el pabilo y la luz y la cera es todo uno; mas después bien se puede apartar la una vela de la otra, y quedan en dos velas, u el pabilo de la cera.
Acá es como si cayendo agua del cielo en un río u fuente, adonde queda hecho todo agua, que no podrán ya dividir ni apartar cuál es el agua del río u lo que cayó del cielo, o como si un arroyico pequeño entra en la mar, no habrá remedio de apartarse, u como si en una pieza estuviesen dos ventanas por donde entrase gran luz, aunque entra dividida, se hace todo una luz. Quizá es esto lo que dice san Pablo: El que se arrima y allega a Dios, hácese un espíritu con Él[1 Cor 6, 17], tocando este soberano matrimonio, que presupone haberse llegado su Majestad ael alma por unión. Y también dice, Mihi bibere Cristus est, mori lucrum [Flp 1, 21]; ansí me parece puede decir aquí el alma, porque es adonde la mariposilla que hemos dicho, muere, y con grandísimo gozo, porque su vida es ya Cristo (Moradas, VII, II, 4. 6).
(Dios Padre-materno: pechos divinos). Esto se entiende mejor cuando anda el tiempo, por los efectos, porque se entiende claro, por unas secretas aspiraciones, ser Dios el que da vida a nuestra alma, hay muchas veces tan vivas, que en ninguna manera se puede dudar, porque las siente muy bien el alma, aunque no se saben decir; mas que es tanto este sentimiento que producen algunas veces unas palabras regaladas, que parece no se puede excusar de decir: ¡Oh vida de mi vida y sustento que me sustentas!, y cosas de esta manera; porque de aquellos pechos divinos, adonde parece está Dios siempre sustentando el alma, salen unos rayos deleche, que toda la gente del Castillo conforta, que parece quiere el Señor que gocen de alguna manera de lo mucho que goza el alma, y que de aquel río caudaloso, adonde se consumió esta fuentecita pequeña, salga algunas veces algún golpe de aquel agua para sustentar los que en lo corporal han de servir a estos dos desposados…. Así como no nos podría venir un gran golpe de agua, si no tuviese Principio [Dios fuente], como he dicho, así se entiende claro que hay en lo interior [del alma] Alguien (Dios) que arroja estas saetas y da vida a esta vida, y que hay Sol de donde procede una gran luz, que se envía a las potencias de lo interior del alma. Ella, como he dicho, no se muda de aquel centro ni se le pierde la paz; porque el mismo que la dio a los Apóstoles cuando estaban juntos se la puede dar a ella (Moradas VII, II, 8)
(Dios familia: comunión trinitaria). Y así, orando una vez Jesucristo nuestro Señor por sus Apóstoles, no sé dónde es, dijo que fuesen una cosa con el Padre y con Él, como Jesucristo nuestro Señor está en el Padre, y el Padre con Él [Jn 17, 20]. ¡No sé qué mayor amor puede ser que éste! Y no dejaremos de entrar aquí todos, porque así dijo su Majestad: No sólo ruego por ellos, sino por todos aquellos que han de creer en Mí también y dice: Yo estoy en ellos [Jn 17, 20.23]. ¡Oh, válame Dios, qué palabras tan verdaderas, y cómo las entiende el alma, que en esta oración lo ve por sí! ¡Y cómo lo entenderíamos todas si no fuese por nuestra culpa! Pues las palabras de Jesucristo nuestro Rey y Señor no pueden faltar; mas como faltamos en no disponernos y desviarnos de todo lo que puede embarazar esta luz, no nos vemos en este espejo que contemplamos, adonde nuestra imagen está esculpida. Pues tornando a lo que decíamos, en metiendo el Señor a el alma en esta Morada suya, que es el centro de la misma alma, así como dicen que el Cielo empíreo adonde está nuestro Señor no se mueve como los demás, así parece no hay los movimientos en esta alma, en entrando aquí, que suele haber en las potencias y imaginación, de manera que la perjudiquen ni la quiten su paz (Moradas VII, II, 9-11).
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