¿Fe o acción? Todo o nada.
El texto de Lucas 17,5-10 responde al deseo de la fe. Queremos que nuestra fe crezca, que inunde nuestras vidas. Pero como veremos, esto no resulta tan sencillo.
Según el relato lucano, tanto la fe como la acción que se deriva de ella tienen una dimensión colectiva más que individual. Los apóstoles piden a Jesús que les aumente la fe. Es una petición conjunta y no meramente individual. Y Jesús también les responde en plural diciéndoles: “si tuvierais fe”. Y a continuación ubica la fe en relación con la acción también grupal en respuesta a un mandato también dirigido a un colectivo: “cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado”. Tres acciones conjuntas entonces, el pedido de la fe, la respuesta dirigida a un grupo y una acción conjunta que responde a una voluntad trascendente.
Los apóstoles situaban la fe en el campo de la cantidad y por eso piden a Jesús que se las aumente. Consideran que tienen un poco de fe, pero que no es suficiente. Jesús cambia el centro de la conversación: no se trata de que sea mucha o poca la fe; se trata de tenerla, aunque sea muy pequeña y se trata de tenerla juntos y situarla en una forma de acción que sea respuesta a la voluntad de Dios.
La fe se vincula así a la acción, comprendida esta última en el marco de una relación trascendente que posibilita precisamente tanto la fe como la acción. Con dos ejemplos, Jesús expondrá esta situación.
El primer ejemplo nos remite a la interpretación de la naturaleza, muy utilizada por Jesús como modelo de realidad. La fe se representaría como un grano de mostaza, y la acción consecuente se parecería a la palabra dirigida a una montaña que recibe una orden desproporcionada a la realidad natural y creatural. Es probable que este relato hiciera referencia a tradiciones mitológicas de la época en la que los dioses y las diosas eran las encargadas de erigir montañas o hacer fluir los ríos y dar vigor a los mares. En ese contexto, la fe aparecería como una forma relacional con la trascendencia que haría capaz de realizar acciones que manifiestan la voluntad divina.
El segundo ejemplo, habla de un señor que tiene criados o pastores, quienes realizan lo que se les ordena. Otra vez, Jesús pone la cuestión de la fe en relación directa a la acción, una acción directamente relacionada con un mandato, que ha de cumplirse.
Así la fe no es cuestión de cantidad sino de hacer y actuar. Y es un actuar conjunto que exige un discernimiento también conjunto de la voluntad de Dios. Ciertamente se trata de un texto muy exigente que pone a la fe entre el todo o nada. No hay poca fe; hay o no hay. Y esta fe, tan pequeña como inconmensurable, se basa en una relación y comunicación con Dios que moviliza al cosmos y a las personas. Como dijimos al comienzo, esto no resulta para nada sencillo.
Paula Depalma
Fuente Fe Adulta
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